Fünf: Thomas quiere venganza.

Capítulo dedicado a ElBastondeMagnito, gracias por acompañar a estos personajes desde el principio y seguir a su lado. Gracias por celebrar los triunfos de este mundo como tuyos propios y, sobre todo, gracias por el amor incondicional (aunque a veces tengas que decirles que algo no lo han hecho bien) a los personajes, en especial a los más gruñones.

Fünf: Thomas quiere venganza.

Thomas me pide que me mantenga en silencio llevando su dedo índice a su boca y yo le empujo un poco hacia el lado y palmeo su pie para que se dé cuenta de que llevaba un buen rato pisándome.

Estaba agachada y con la oreja apoyada en la puerta mientras que él estaba de pie haciendo lo mismo.

Se oía cómo murmuraban y de vez en cuando algunas palabras sueltas a las que no le podíamos dar un sentido porque no sabíamos de qué hablaban o qué tipo de conversación se mantenía.

Los nombres de Theodore y Charlotte habían salido varias veces, también el término "responsabilidad", "atentado", "grabación" y también la mención a varias personas, incluyendo a Günther y a Sanders.

Se me hace un nudo en el estómago y me contengo las ganas de preguntarle a mi hermano si él también estaba sintiendo esa punzada de dolor.

Por un momento se hace el silencio y los dos nos alejamos de la puerta por miedo a que nos descubran.

Thomas intenta decirme algo y hago un gesto con la mano para que se dé cuenta de que yo no sé leer bien los labios y menos si me hablaba casi sin mover la boca.

Le noto frustrado y creo que ambos estamos a punto de empezar una cutre-discusión de las nuestras si no fuera porque nos quedamos quietos al ver a Narciso apoyado en el arco que separa el resto de la casa con el despacho de Jhon, mi antigua habitación y un pequeño baño mientras decide hacernos una foto.

Capullo.

Acababa de olvidar por completo la razón por la que estaba en esa posición agachada y con el oído pegado a la puerta, también me había olvidado de la presencia de Thomas y sólo soy capaz de mirar hacia Friedrich Vögel mientras estoy arrodillada y me siento observada por los mismos ojos que me devoran con poco disimulo.

A los dos nos acaba de venir la misma imagen a la cabeza, estoy segura de ello y como desalmados que somos nos cuesta esconderlo.

Agradezco al de arriba —si es que existe— que mi hermano estuviera más pendiente de intentar oír algo que de nosotros dos.

—Callaos —susurra lo más bajito que puede Thomas, pero consiguiendo que al menos yo entienda qué está diciendo.

—Pero si no estamos hablando —respondo en el mismo tono y cruzo los dedos rogando no haber hecho mucho ruido.

—Shhhhhh...

Vuelvo a apoyar la oreja en la puerta y me centro más en Narciso dándose la vuelta y yéndose hacia el salón de nuevo que en intentar entender algo de lo que están hablando ahí dentro Hugo Müller y mi padre.

Cuando la figura de Friedrich deja de ser visible y es algo más parecido a un anhelo que se ha desvanecido por el fondo del pasillo es cuando consigo concentrarme —o al menos intentarlo— en lo que sucede en el despacho de Jhon.

Consigo percibir el sonido de una grabación lejana y me lamento por no tener un superpoder o algo así que me ayude a escuchar a la perfección.

También culpaba a mi padre, si algo era Jhon por norma general era precavido y, era evidente que, las paredes iban a estar protegidas e insonorizadas para que no se pudiera escuchar nada, al menos evitaría dentro de sus posibilidades que pudieras seguir el hilo.

Oímos cómo unos pasos se acercan hacia la puerta y uno de los dos se apoya en la madera. Me aparto de forma abrupta y me tiro hacia atrás, pegando mi cuerpo a la pared y alejándome por completo de la escena del crimen, pero no demasiado porque cotilla-siempre-tampoco-iba-a-mentir.

Y Thomas, por segunda vez en el día, vuelve a tropezarse y caerse, esta vez sobre Hugo, desestabilizándolo y usándolo como seguro para no darse de bruces contra el suelo.

Nunca se había caracterizado por ser una persona torpe, de hecho, esa era una singularidad más propia de mí que de él.

Pero por alguna razón, hoy nos habíamos intercambiado los papeles.

O tal vez mis pesadillas nocturnas estaban consiguiendo afectarle hasta el punto en el que pasaba más tiempo en mi habitación haciendo de niñero para que yo pudiera dormir que descansando él.

Y se notaba, claro que se notaba.

Sobre todo, en su cansancio continuado, que se despertara con menos energía de la habitual y que incluso se quejara de que a mí me gustaba desayunar tostadas con aceite. Estaba bastante insoportable y no me sentía bien si le decía algo porque, a fin de cuentas, era culpable de que llegara tarde incluso a la universidad porque no dormía para atenderme a mí.

Y aprovechaba esa ventaja para hablarme como la mierda.

En una ocasión le había dicho que por favor no me tratara así y simplemente se había limitado a decir que estaba muerto de sueño, ni siquiera me había echado en cara nada y eso me hacía sentir mal.

Incluso le había escuchado hablar con Narciso pidiéndole que me llevara por las noches, que él me pagaba un alquiler vitalicio en su casa si hacía falta, pero que necesitaba dormir.

—¿Por qué parece que estemos recreando la escena en la que Wendy se pone encima de Peter Pan y le explica al final de la película la diferencia entre un beso y un dedal?

Hugo aparta de un empujón a Thomas nada más pronunciar esas palabras y vuelve a ponerse serio antes de levantarse, como si se sintiera culpable de bromear con su amigo.

—¿Estabais escuchando a hurtadillas? —Jhon habla con neutralidad, no le sorprende nuestro atrevimiento, pero es evidente que no es algo que le haga gracia—. ¿Habéis grabado algo? —Alza una ceja mostrando interés.

—N-no. —Tartamudeamos los dos con algo de nerviosismo.

—Bien, porque si lo hubierais hecho sería una prueba inadmisible —Se quita las gafas de ver y las guarda en el estuche abierto del escritorio. No nos creía, pero Jhon no era de montar numeritos delante de gente, no si no formaban parte de su círculo más cercano—. Gracias por hablarlo conmigo, Hugo, nos mantenemos en contacto.

—¿Puedo llevarme... eso? —Señala hacia la mesa y Thomas y yo nos fijamos en un CD guardado en un plástico.

—No —Niega mi padre—, te acompaño hasta la salida, supongo que querrás ir a curarte el labio.

—Sí...

Se lleva los dedos al labio y arranca un poco de piel seca junto con sangre antes de hacer una mueca entre disgusto y dolor y aceptar el pañuelo que Jhon le estaba ofreciendo.

—¿Qué te ha pasado, tío? —Se interesa frunciendo el cejo Thomas.

—Ya te contaré... —Palmea su espalda—. Pareces cansado.

—Estoy cansado. —Acuerda él.

—Tú no... —Hugo me señala, fijándose en mí con mucho disimulo para evitar malentendidos—, tú siempre estás bien, con pelos de loca, pero nunca tienes mal aspecto.

—Genética García, una envidia para el resto de los mortales —Adelanta a decir mi padre—. Su madre era igual y si coincides en algún momento con su tía te darás cuenta de que tiene el mismo tipo de piel. —acierta a decir sin compromiso alguno.

—Ya veo ya... —Hugo siempre parecía tener más edad de la que aparentaba por su forma de hablar y eso que, por apariencia, daba la sensación de tener los mismos años que yo—. ¿Puedo ir a limpiarme el labio?

—Sí, coge tu maleta —Camina hacia la puerta y se gira para mirarnos a Thomas y a mí—. Vosotros dos, quedaos ahí, vamos a tener una conversación.

—Pero Friedrich está en... —comienzo a hablar.

—Friedrich se va con Hugo a ayudarle a mudarse con él —Alza la ceja y se queda mirándome con su habitual rostro de mantente-calladita-o-atente-a-las-consecuencias-porque-te-recuerdo-que-sigo-siendo-tu-padre-y-vives-bajo-mi-techo—. Vosotros os quedáis ahí, quietecitos.

Ambos expulsamos la tensión de golpe cuando Jhon y Hugo se van y nos giramos rápidamente hacia el disco perfectamente colocado en el escritorio.

—Estás un poco torpe hoy, ¿no?

—Cállate, estúpida —Separa la silla y se sienta a esperar—, por lenta te quedas de pie. Estoy cansado.

Thomas se pasaba el día insultándome cuando intentaba mantener una conversación algo más seria con él, pero no podía culparlo.

—Siempre tan amable, Thomas.

Pongo los ojos en blanco y me separo de él —y de la tentación del disco— y me siento en el sofá que está al fondo del despacho mientras curioseo Instagram y respondo a mi tía a los mensajes de WhatsApp.

Mentir a Isabel diciéndole que todo iba bien era doloroso, pero mi tía era de esa clase de personas que necesitaban tener todo bajo control y que, en vez de ser un apoyo, se convertía incluso en una dificultad sin darse cuenta.

No lo hacía con mala intención y no es que la defendiera simplemente por ser mi tía, es que era la realidad: Isabel García Moreno podía llegar a ser un estorbo cuando mostraba sus mejores intenciones.

Aún me acuerdo cuando de pequeña me caí en el parque —creo que es de los pocos recuerdos que tengo de mis padres casados y eso que se divorciaron cuando yo era muy pequeña, pero esa anécdota seguía en mi memoria—, y tanto mi madre como Jhon se levantaron con cautela, pero sin hacer ningún drama, en cambio, sé que mi tía actuó con demasiada histeria porque mamá se lo recordaba de vez en cuando: "La niña se ha caído, vamos a ver si no hay que llevarla al hospital", "madre mía con la niña, fíjate bien que no se haya hecho daño", "Madre mía, Nela se ha hecho sangre, eso tiene que verlo un doctor..." y según mi madre, ahí empecé a llorar.

Así que bueno, la solución era mentir.

Y claro, luego estaba el tema de que el atentado había abierto noticieros en el extranjero y agradecía que casi nadie de mi entorno en España se hubiera llegado a plantear que yo había estado ahí, así que mis amistades lo único que habían hecho era preguntarme sobre cosas banales y yo lo había agradecido.

No soportaba ser el centro de atención porque me ponía demasiado nerviosa que la gente me mirara.

Friedrich🦒: Mi suegro me ha echado de su casa como si fuera un perro de campo.

Sí, le había añadido con un emoticono de una jirafa porque tenerlo como "Friedrich" única y exclusivamente me parecía algo bastante cutre y soso, pero un corazón se me hacía incluso demasiado para los límites que teníamos entre los dos.

Nela: Tienes la compañía de Hugo...

Friedrich🦒: Otro perro.

Nela: 😂😂

Nela: No te despediste, q maleducado eres a veces

Friedrich🦒: ¿Me estás coqueteando, Nela?

Sonrío imaginando que lo dice con su dulce acento en contraste a su grave voz y me pongo nerviosa en el buen sentido de la palabra.

¿Estoy coqueteando? No lo sé, pero es lo más probable.

Era algo innato intentar flirtear con un chico como Narciso, aunque sí me tenía que declarar culpable, lo haría y que me llevaran presa.

Nela: Puede...

Nela: Según mi padre si me quedo a dormir en tu casa me voy al sofá

También te dijo que mantuvieras las hormonas a raya y acabó encontrando un condón que acreditaba la prueba del crimen, tonta.

Friedrich🦒: Tranquila, preciosa. Hugo sabe bien los límites, a mí no me importa abrazarle en la camita cuando tenga frío, pero cuando te quedes tú a dormir, se va él al sofá.

Nela: Eso espero... porque creo que ahora tienes el visto bueno de Jhon...

Friedrich🦒: Ah, ¿sí? Creo que se te olvidó darme ese detalle.

Bueno, se me habían olvidado varios detalles por comentarle o más bien, había decidido omitir por el momento la sospecha que tenía sobre haber conocido a mi ¿cuñada? porque no quería removerle el cuerpo en algo que podía hacerle tanto daño y más si era una intuición fallida.

Y eso que estaba convencida al casi cien por cien que estaba en lo cierto.

—¿Se puede saber qué hacíais espiando una conversación privada? —Jhon da un portazo y deja de lado su fingida tranquilidad—. Manuela, acércate ahora mismo.

—¿Te has enfadado? —pregunta con cautela Thomas a la vez que bloqueo el móvil y me acerco.

—¿Y si hubiera sido un cliente?, ¿qué impresión habría dado?, ¿qué confianza depositaría en mí para su caso?

—Papá —Thomas decide ser quien hable y yo escucho encantada—, si fuera un cliente no hubiéramos puesto la oreja, tranquilo.

Apoya las manos en el escritorio y nos deja ver su postura encorvada y que en algún momento le traería problemas de espalda o lumbares.

—Sí, sí, si yo estoy muy tranquilo —Echa hacia atrás la silla y se sienta en ella—, pero tú te quedas sin la play como sigas respondiendo así.

Thomas gira la cara y señala a nuestro padre.

—Ayuda un poquito, ¿quieres? que tú eres cómplice de esto.

—¿Y qué le hago?

Empezamos a enzarzarnos en una discusión tonta e ignoramos a Jhon cuando carraspea en varias ocasiones para llamar nuestra atención y únicamente lo consigue cuando activa una alarma durante unos segundos.

—¿Me hacéis caso ya? —Vuelve a llevar las gafas de ver y tiene en la mano el CD—. ¿Veis esto? —Asentimos—. ¿Qué habéis oído exactamente?

—Nada —dice Thomas.

—Algo sobre grabaciones, atentado... también hemos oído... o bueno yo he escuchado el nombre de Günther... y... tal vez... Mejor me callo, ¿no? —respondo yo al mismo tiempo.

—Sí. —rebate mi hermano.

—No, continúa, Manuela. —Jhon se cruza de brazos.

Me guardo las ganas de contestarle que es Nela porque habíamos cometido una travesura y suponía que eso era lo que hacían los padres cuando estaban muy cabreados. Mi madre nunca me llamó por mi nombre entero, a excepción de un par de veces cuando le contesté mal no, lo siguiente.

—Algo de responsabilidad..., pero yo al menos no escuché nada más...

—¿Y tú? —se refiere a Thomas y vuelvo a respirar cuando veo que ahora es él quien debe dar la cara—. ¿Qué has oído?

—He llegado a una conclusión con lo poco que he podido oír... —Se encoge de hombros y atusa el pelo—, los Müller colaron a los de Sanders..., Theodore es el único que tenía ese poder.

Jhon suspira, se da la vuelta y contrae los músculos. Parece que está debatiéndose entre pegarle un puñetazo o no a la pared.

—¿Papá? —Thomas echa la silla hacia atrás y me mira con cautela antes de ir hacia Jhon y poner una mano en su espalda—. ¿Estás bien?

Niega y se da la vuelta.

Tiene los ojos rojos y me acerco hacia ellos.

El labio de nuestro padre tiembla y se muerde con fuerza para evitar soltar algún quejido de debilidad y de dolor.

Abre sus brazos y estrecha con fuerza a Thomas en un gesto paternal y lleno de amor y cariño antes de mirarme con cierta súplica que me una al momento.

No podía negarme y menos cuando mi piel está erizada y la emoción me recorre por todo el cuerpo atorándose en mi garganta e imposibilitándome decir nada coherente o apaciguador.

—El mundo no es justo —dice más calmado, tomando aire con profundidad y expulsándolo lentamente antes de recuperar la compostura mientras se mueve de un lado a otro—. Es muy divertido cuando las influencias caen a favor de uno mismo, pero cuando esas influencias se utilizan para destruir a las personas debería hacerse algo.

—Estás insinuando que Theodore Müller es responsable del atentado.

—Lo estoy afirmando porque sé que es cierto y aquí está la prueba —Toma el CD con la mano—. Sospechaba que no era trigo limpio —reconoce—, pero jamás imaginé que pudiera tener relación con Sanders y mucho menos hasta el punto en el que lo está.

—¡Papá! —exclama Thomas—, si el Señor Müller es el responsable de que Günther muriera, ¿por qué no estamos haciendo nada?, ¿por qué no difundimos esas pruebas a la prensa o lo llevamos a un puto juicio? ¡Me cago en Dios! —grita con frustración y con un tono de cansancio absoluto—. ¡Dame una puta pistola y deja que lo mate!

Ni siquiera piensa sus palabras, la declaración de guerra que Thomas quería emprender contra los Müller era evidente. No necesitaba pruebas ni mucho menos ver el contenido de ese CD. La palabra de Jhon Schrödez era el argumento que mi hermano necesitaba para emprender todo contra un hombre.

—No puedo hacer eso.

—¿Cómo te has enterado? —Intento descubrir la razón por la que Hugo estaba aquí—. Quiero decir, ¿cómo puedes fiarte del criterio de un Müller si lo que dices es cierto?

—Porque a Hugo lo ha criado su madre básicamente.

—Otra arpía —interrumpo.

—Sí, pero no está podrida como lo está su padre y desde luego, dudo mucho que sepa lo que su marido hace y en qué líos está metido.

—¿Hasta dónde llega la influencia de los Müller? —pregunto sin estar segura de querer saber la respuesta.

—¿Qué más da? Son una puta lacra para la sociedad. ¡Estuvieron a punto de llevarse a Martina y a saber qué hubieran hecho con ella si Friedrich no la hubiera rescatado!

—Los Müller dan seguridad no sólo al gobierno alemán, sino a muchas empresas y organismos gubernamentales incluso a nivel europeo.

—Lo tienen todo..., ¿por qué meterse en mafias?

—¿Estás dudando de papá? —contradice Thomas de mala manera.

—No, Thomas, joder, no —Le señalo con el dedo y aprieto los puños—. Sólo estoy queriendo saber y no emplear la fuerza bruta como tú decides.

—¡Parad! —Jhon alza la voz y se masajea los laterales de la cabeza—. No es momento para esto... —Sacude la cabeza y me doy cuenta de que tiene el color del pelo algo más claro y corto, estaba dejando de ser rubio y las canas y algunas entradas se estaban empezando a notar con más fuerza—. Hugo pilló a su padre hablando con Sanders y me ha traído la prueba.

—¿Y no crees que puede ser una trampa? —pregunto.

—Dio su vida por la camarera, es mi amigo y creo en él. —contesta Thomas argumentando a favor de Hugo.

—Se llama Daniella, sabes bien su nombre.

—Pues eso. —Se cruza de brazos y fija su mirada al frente.

Thomas Koch se sentía ofendido de que hubiera dudado de uno de sus mejores amigos. Mi hermanastro era una persona extremadamente leal y en su concepción de la vida no podía haber traidores, no hacia él. Esperaba la misma fidelidad que él ofrecía: todo o nada.

—No le encuentro sentido... —Suspiro—. ¿Por qué personas que lo tienen todo iban a corromperse en mafias donde hay prostitución infantil y trata de blancas?

—Porque la consumen. —decreta Jhon.

Se me revuelve el estómago de sólo pensarlo.

—¿Qué quería Hugo?

—Protección —confiesa Jhon—. Está muy enamorado de la portuguesa..., escuchó su nombre mencionado y quiere que la protejan a toda costa.

—¿Y tú crees que enamorado es la palabra adecuada?

—Joder, Nela... —discute Thomas—. ¿Tienes que hacer alguno de tus comentarios por todo?

—Sí.

—Si está enamorado o si se siente en deuda con ella, no lo sé —Jhon se lleva la mano a la barbilla, evaluando y pensando—, pero que por una razón u otra se pondría delante de esa chica en un campo de batalla, es evidente.

—¿Y qué vas a hacer?

—Es una grabación ilegal, ningún juez la aceptaría como prueba. No han dado su consentimiento para ser grabados ninguno de los participantes, no puedo usarla en un juicio.

—¿Por qué? —Se indigna Thomas.

—Delito contra la intimidad.

—Es una mafia donde hay miembros buscados por la INTERPOL [1], ¿cómo no vas a poder utilizarla?

Sí, había estado buscando acerca de ello y descubrir que muchos de los miembros eran perseguidos por la organización internacional de la policía criminal me asustaba.

—Callum Sanders no está perseguido por ninguno de ellos. Si estuviera envuelto en búsqueda y captura, no podría moverse con total libertad por las calles.

—Se supone que la policía está buscándolo.

—Policía corrupta y a nivel nacional, no lo olvides. Sanders es demasiado inteligente como para mancharse las manos varias veces seguidas. Él mueve los hilos y gana el dinero.

—Él sí se mancha las manos, Jhon.

Le miro con cierta rabia.

Fue el conductor del camión que mató a mi madre, fue el responsable de quemar viva a Jutta Vögel y fue el responsable de que Ancel Einenkel dejara de respirar.

Y estaba segura de que no habían sido sus únicas tres víctimas mortales.

—Nela —Sus ojos se quedan observándome: azul contra marrón, hacía tiempo que no teníamos una lucha de miradas—, nunca se mancha las manos varias veces seguidas. Cuando lo hace, es porque para él, su objetivo tiene importancia y quiere asegurarse de que lo ha conseguido.

—Llevas años analizándolo, ¿verdad?

—Llevo años trabajando para poder extraditarlo a Estados Unidos y que ahí se encarguen de juzgarle. Soy creyente de la justicia, pero no soy gilipollas, no creo que exista imparcialidad, no con ciertas personas.

—Pues más te vale darte prisa, papá —interrumpe Thomas—, porque o le cae la pena de muerte pronto o me encargaré yo de que la reciba.

Se me paraliza el cuerpo al escuchar su voz.

Thomas Koch no temía decir en voz alta que deseaba la muerte y ser él mismo quien ejecutara al hombre al que en su día debió ver como a un héroe o llamar papá. 

INTERPOL: Es la mayor organización internacional de Policía Criminal, con 195 países miembros.

¡Hola!, ¿qué tal? 

Qué tal la semanita, ¿se os ha hecho muy larga la espera? ¡Contadme!🌚

Ufff, ¿Os esperabais todo esto?, ¿creéis que Hugo tiene algo que ver o que sólo es un peón más? 

Ay, pobre Jhon, que pensaba que Theodore era idiota pero no un criminal y ahora sabe cositas.

Hugo yéndose al sofá donde pasaron cosas en San Valentín JAJAJAJJAAJJA🥲 

Si vais a mi instagram veréis una ilustración sobre la escena de San Valentín (también podéis verla en multimedia del extra).

Por cierto, ¿cuándo es vuestro cumpleaños? ¡El mío el 23 de marzo! QUEDA NADA SOCORRO.

¡Os leo, beibis!💕


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