Elf: Detalles de suma importancia.

Capítulo dedicado a soy_polar_asesino, gracias por el apoyo y por animarme con cada notificación que me llega de tus votos. ¡Mil gracias!

Elf: Detalles de suma importancia.

Sé que ya está dentro y que ha cerrado la puerta detrás de sí. Ahora es Jhon Schrödez el que está apoyado en la entrada del baño.

Imagino que quiere decir algo, pero no sabe el qué o más bien no sabe el cómo. Tampoco es que le esté ayudando mucho, pero es que estoy totalmente perdida, derrotada, destruida y como diría Carla Morrison en su canción "todo pasa", también me encuentro confundida y menos viva. Yo no quiero morir, yo sólo quiero que mi mamá viva. ¿Tan difícil es de entender?, no quiero perder una pierna, no quiero que exista esa maldita posibilidad.

Pero existe.

Mi respiración se agita y creo que empiezo a hiperventilar porque ahí es cuando Jhon hace su primer movimiento. Se aleja de la puerta y por el rabillo del ojo veo que tira de la tela de sus pantalones hacia arriba para después ponerse de cuclillas y agacharse intentando quedar lo más cercano a mi altura.

Tira de mi barbilla para que le vea. Lo único en lo que me parezco a él es en la forma de los ojos, es idéntica; hasta yo puedo ver sus ojos en los míos, sólo que yo los tengo marrones y él como buen alemán los tiene azules. Hay gente que dice que ambos tenemos la misma nariz, un poco respingona, como si cortara. La diferencia es que yo estoy rota y Jhon es el que destruye.

—¿Qué ha pasado? —Me ofrece un poco de papel higiénico para que pueda sonarme la nariz.

A ver cómo cuento esto sin romper a llorar; vamos Nela, tú puedes. Sé que puedes.

—Me-e tienen que... —Apoya su mano en la rodilla que tengo flexionada, no sé qué está pasando por su cabeza ni qué se está imaginando porque él no me está presionando—, Jhon, tengo-o miedo.

—Tranquila, Sanders no te hará nada. —Su voz es dura, como siempre, pero es diferente. Hay una promesa bajo sus palabras.

Niego, no es por él. Esto va a ser más complicado de lo que pensaba.

—No-o. —Señalo mi pierna, la que está estirada.

—¿Qué pasa?, ¿él te hizo algo? —Se vuelve serio, impasible. Jhon está tramando algo.

—No —Rompo a llorar, vamos Nela, tú puedes—. Mis informes médicos-os.

—¿Qué pasa con ellos? —Frunce el ceño y noto su preocupación, no sé si es fingida o real, pero parece afectado—, Nela —Le miro cuando me llama por primera vez en su vida así—, sino me hablas no puedo ayudarte. Vamos a hacer esto juntos.

Tampoco podría si le hablo. Pero ahora mismo estoy centrada en algo diferente. Mi pierna...

—Tengo que volver a España-a —Niega con la cabeza, antes de que vuelva a ser el Jhon Schrödez irracional debo hablar—. Me tienen que-e opera-ar...

—¿Por qué? —Suena realmente intranquilo.

—Una de las operaciones-s no salió bie-en. Se está infectando-o —Cuando consigo decirlo me abrazo a mí misma obligándole a que se separe un poco y empiezo a llorar e incluso diría que a hiperventilar de nuevo—, yo-o, puedo perder mi pierna-a, Jhon.

—Escúchame, Manuela —Le miro a través de mis vidriosos ojos, no consigo enfocar del todo—, voy a encontrar al mejor cirujano, médico y especialistas para que traten esa pierna de inmediato —Toma con sus manos mi barbilla y juraría que por primera vez deja de ser Jhon Schrödez y pasa a ser un padre—. No va a ocurrir nada, tú vas a seguir con tu pierna y sólo necesitarás un poco de reposo. Vamos a terminar con esto juntos, ¿de acuerdo?

Sé que él quiere mostrarme su apoyo, en cuanto al tema de hospitales se portó francamente bien conmigo, pero no puedo. Yo quiero que sea en España, con mi tía. Rodeada de gente que me quiere.

—Quiero operarme-e en España.

—Manuela, no me hagas esto —Se incorpora, tiene que dolerle la espalda por la posición—, no me obligues a negarte eso. ¡Por el amor de Dios! Sé razonable, te lo ruego.

Su lenguaje corporal no lo demuestra, pero en su voz se nota una gran desesperación; la lucha interna con la que está batallando es notable.

Para mi sorpresa se sienta en la taza del váter una vez la baja y me mira con ternura, siente lástima por mí y creo que eso me gusta; su preocupación, aunque no calma la rabia que le tengo, sí que me tranquiliza. Podría enfadarme por el hecho de que sintiera pena por mí, pero a quién voy a engañar. Adoro ver a mi padre siendo más que un reputado abogado, clasista, cruel e insufrible. Jhon parece que sufre por mí y, por desgracia, me gusta pensar que está preocupado por lo que pueda ocurrirme.

Sigo firme con mi pensamiento. Quiero operarme en España.

>>Manuela, tu tío Wolfgang es neurocirujano, él tiene colegas en el trabajo que sabrán quienes son los mejores profesionales para ti..., sólo te queda una operación y habrá terminado todo... Piénsalo y acepta que es lo mejor.

¿Tenía otra opción? No.

En el fondo sabía que tenía razón, lo sabía, pero el hecho de tener a mis amistades visitándome o a mi tía sujetando mi mano me consolaba y me animaba, hacía todo más fácil.

—Pero... yo-o quiero a mi tía conmigo, a mis amigos...

Se pasa las manos por el pelo y duda en si acariciarme o no, finalmente decide palmear con suavidad mi espalda. Si bueno, mi padre es un poco más extraño de lo que había imaginado, seguramente a Thomas no dudaría en abrazarle. Pero lo entiendo. Existe una barrera entre los dos, somos padre e hija, pero hay demasiado dolor y tristeza como para comportarnos de forma normal. Para actuar como un padre y una hija en una situación complicada.

—Lo hablaremos; veré cómo hacérselo saber a tu tía Isabel.

Eso significaba que él iba a decirle su manera de actuar y mi tía decidiría si adaptarse a lo que Jhon Schrödez proponía, hacer una contraoferta, ceder sin mucha convicción o rechazar lo que él le ofrecía y no asistir a la operación.

—Yo quiero que ella esté en la operación...

—Habrá que buscarle algún hotel o Airbnb.

—Ella no tiene por qué pagar...

—Llegaré a un acuerdo con ella; si te quiere sabrá que lo mejor es que venga ella a verte y no que tú vayas.

Estaba cansada de discutir, por eso decido no quejarme ante su pulla. Ellos son los adultos, no yo. Lo que ellos tuvieran en contra del otro era cosa de ellos, a mí no me tenían que meter mierda y menos Jhon sobre mi tía, que poca decencia como padre había tenido.

Me ofrece su mano una vez se levanta para que yo le acompañe. Sentía un poco de miedo y vergüenza, les había arruinado el cumpleaños familiar y seguro que parecería idiota.

Acepto la mano con cierto temblor y cuando intenta hacer el gesto de abrazarme me muevo un poco para evitarlo. No me sentía preparada para tener esos momentos de padre e hija, no lo consideraba un donante de esperma, pero tampoco un padre; era un punto intermedio.

Permito que me ayude a secarme la cara una vez me la lavo para despejarme y me sonríe cuando le pregunto si estoy hecha un desastre.

—¿Crees que me odian? —pregunto mientras me lavo las manos y me observo: menos mal que me daba igual el maquillaje en estos momentos—. He arruinado la fiesta.

—Les dije que no te encontrabas bien, no quise alarmarles, Wolfie no merece eso en su 50 cumpleaños.

—Y yo lo he arruinado... —Me sentía mal por Wolfgang, 50 años no se cumplen siempre y yo lo había fastidiado todo.

—No, no has arruinado nada —Me pide que me mueva a un lado y empieza a lavarse él también las manos—. Pero, si te sientes mejor quizá deberías decirle lo de tu operación.

Asiento. Tiene razón. Les debía eso como mínimo, al menos yo me sentía en deuda. Jhon pasa su mano por mi hombro y me da un pequeño apretón como una muestra de apoyo, no iba a hacerle sentir mejor porque yo no lo veía necesario, sin embargo, acepto la tregua que entiendo que estamos teniendo.

Recorremos el pasillo y todos callan cuando escuchan nuestros pasos. Jhon Schrödez carraspea.

—Somos tus hermanos, Jhon, no te pongas en modo abogado. Es mi casa y te lo prohíbo. —Konrad es el primero en hablar.

Ma mère! —Donny realmente ha decidido llamarme así—, ¡me tenías preocupado! —Se levanta y me lleva con él para que me siente a su lado—, ¡qué te ha hecho el orangután de mi hermano que tienes por padre!

Donald Schrödez, conocido por Donny siempre que no se portara mal, era el segundo de cinco hermanos y aun así parecía el más pequeño. Era el menos serio, el que siempre sonreía y quien siempre estaba dispuesto a hacerte sonreír. Probablemente él no lo supiera y ninguno estaba dispuesto a hacérselo saber, pero siendo 5 hermanos y cada uno muy suyos y con personalidad muy marcada, su alegría y su forma de ser los mantenía a flote y unidos.

No es que el resto fueran aburridos, es que, si tuvieras que describir a cada uno de ellos con sólo tres palabras por la primera impresión, dirías que Wolfgang es serio, centrado y muy introspectivo.

De Jhon dirías que es preocupado, hermético y muy pensativo. Él observaba, callaba (excepto conmigo) y jugaba sus cartas siendo siempre el ganador, sabia dónde se metía cuando jugaba y sabía por qué Ases en la manga debía apostar; él no tenía sólo un As, tenía todos los que él quisiera. Eran sus reglas y era su juego.

En cuanto a los gemelos, podrías decir que Konrad era cariñoso, introvertido y soñador, en cambio Günther se notaba que era político porque tenía una oratoria envidiable, mucho carisma, pero era un poco rencoroso por lo que podía haber notado.

Donny no, Donny era hablador, divertido y risueño.

—No me corresponde a mí decirlo, sino a Manuela. —Tras probar bocado de una deliciosa comida que desconozco cuál es veo que todos me miran.

A Jhon le gusta escurrir el bulto, si te dice que algo tienes que decirlo tú, te va a empujar a ello. Iba conociéndole cada vez un poco más y podía estar casi segura de que no era con maldad, era su forma de ser.

Pero también me estaba dando la oportunidad de ser yo la que hablara esta vez e informara de lo que me estaba pasando, o más bien, del problema al que me tendría que enfrentar. 

Caroline está sentada al otro lado y me da una mirada de tranquilidad. Realmente no sé qué le aporta Jhon a ella, pero desde luego que ella a Jhon bastante. Si es verdad que había criado bien a su hijo, pero le había faltado mano dura; ella decía tener todo bajo control, sin embargo, a pesar de tener un fuerte carácter y una personalidad arrolladora se me hacía muy evidente que evitaba enfrentarse a los problemas. Ella prefería escurrir el bulto o en su defecto, restarle importancia.

Thomas se centra en Louise mientras la ayuda a comer y me ignora cuando me aclaro la garganta motivándome a hablar. No sé si lo hace para evitar agobiarme, imagino que no, supongo que me tiene tanto desprecio que no quiere ni mirarme, pero es un gesto que agradezco internamente.

—Me-e tienen que... —Wolfgang entrelaza sus dedos, observándome desde el asiento de anfitrión que tiene, Jhon asiente con la cabeza mostrándome su apoyo, Donny me abraza y los gemelos también me miran con cierto cariño. Vamos, Nela, hazlo tú puedes. Me animo a mí misma cerrando los ojos y soltando la cuchara casi haciendo que la comida rebote y manche a alguien—. Me tienen que operar. —Lo digo rápido, usando la técnica de Jhon, de carrerilla, evitando conectar con los sentimientos.

—¿Qué clase de operación? —El cumpleañero me mira directamente, es evidente que es el que más sabe o que más gente preparada conoce, por lo menos.

Me parece un gesto bonito su preocupación y su aparente predisposición para ayudar. Supongo que ellos me consideran más Schrödez de lo que yo misma me considero.

—Una en la que voy a necesitar tu ayuda —Thomas alza la cabeza cuando escucha a Jhon tan serio y se pellizca el puente de la nariz, está pensativo, desde luego—. Luego pediré sus informes médicos, pero es urgente.

—Nos haremos cargo de ello, Nela, vas a estar en las mejores manos, te lo podemos prometer. —Günther es el que me refuerza con sus palabras mientras Donny propone hacer un abrazo grupal a mi alrededor y Carol es la primera en aceptar.

Así es como me veo rodeada hasta por Louise trepando por donde puede y preguntando si también es mi cumpleaños y si puede soplar mis velitas ya que su tito Lobo le ha dicho que él también quiere soplar de las suyas cuando sea su cumpleaños y eso a ella no le parece justo.

Incluso Thomas sé que está por ahí, seguramente para evitar quedar mal, pero al menos sé que tiene ese tipo de educación para hacer el esfuerzo. No debería gustarme, pero me hace sentir arropada y eso, me guste o no, consigue que me sienta un poquito más querida por esta gente.

17 de octubre, 2019.

Estamos frente a la consulta de la Doctora Dabrowska, bueno yo estoy frente a la consulta ya que Jhon le ha pedido entrar primero para hablar con ella y la iniciativa por su parte es algo que a mi terapeuta le ha gustado y que ha recogido con esperanza.

Yo no tenía tan buenas expectativas. ¿Qué Jhon se estaba portando genial con el tema de la operación? Sí. ¿Qué en todo lo demás seguíamos sin tener una tregua y parecía que hubiera una guerra de cuchillos revoloteando alrededor? Cualquiera que nos viera lo sabría.

No me parece una mala profesional, aunque no la he visto tantas veces, sólo un par. Quería hablar con ella porque pronto harían 4 meses desde que todo había ocurrido y necesitaba empezar a trabajar el duelo.

No sé cuánto está Jhon a solas con Odetta Dabrowska, pero a mí me da tiempo para revisar mis redes, contestar algunos mensajes del WhatsApp que no había respondido, ponerme al día con Instagram (por curiosidad le pido amistad a Thomas y a Avery) y a subir una historia del año pasado con mis amigas Alicia y María de "hace un año..." cuando fuimos después de clase al cine. ¡Ay, cómo las echo de menos!

—¿Nela? —La puerta se abre y casi de un brinco me levanto—, ¿nos acompañas? —Le sigo y Jhon está sentado con las piernas cruzadas mientras teclea algo en su móvil—. Tu padre nos dejará en breves por trabajo, así que antes de poder continuar con la sesión las dos, me gustaría hablar con ambos. Sólo conozco la versión de Jhon, luego estaré encantada de escuchar lo ocurrido desde tu punto de vista, pero no podéis seguir así.

—Antes de que me diga nada —interrumpo—, supongo que le habrá dicho que no para de repetir lo mal que me ha educado mi madre, ¿no? —Le miro de reojo y Jhon no me mira. Bingo.

—Pues no, no he tenido el placer de conocer esa parte... —Está reprochándole a Jhon Schrödez, no creo que mucha gente se sienta legitimada o con el valor de hacerlo—. Es un detalle bastante importante, ¿quieres compartir con nosotras por qué lo has omitido?

Jhon entrelaza sus manos, carraspea con indiferencia y responde:

—No es algo que pensara que tuviera importancia.

—¿Sabe lo mucho que puede afectarle a una persona que acaba de perder a su madre que la machaque de continuo?

—¿A ti te afecta? —Lo pregunta realmente en serio y quiero ser irónica, pero es que a veces, Jhon parece un niño sin empatía ni sentimientos.

—Sí.

Tal vez es la seriedad de mis palabras lo que le lleva a pensarse dos veces qué decir o si decir algo.

—Lo siento —Son sus últimas palabras antes de que su móvil suene y disculpándose se levante—, cuando acabes pídele a Thomas que te recoja, yo ya le he avisado. Tengo que irme.

Cuando cierra la puerta, la Doctora Dabrowska coloca bien sus gafas y obtiene toda mi atención.

—Tiene que ser difícil la convivencia.

—Mucho. Yo... sé que no me porto bien del todo, pero Jhon es muy insensible y usa mi dolor para salirse con la suya. A veces creo que lo hace hasta de manera inconsciente, otras que lo hace para hacer daño...

—¿Por qué piensas eso?

—Le he visto cómo actúa con el hijo de su novia —Me relamo los labios—, con él se comporta más como un padre...

—Creo que pediré cita para que venga él un día y trabajar esa actitud, sin embargo, cuéntame en qué punto estáis ahora.

Y así es cómo me paso un buen rato contándole la historia que comparto con Jhon Schrödez, su falta de interés, su cambio abrupto, su manera de actuar...

Hablo largo y tendido y consigo llevar a mi terreno la situación preguntándole sobre el duelo y reservamos los últimos 20 minutos de ello para centrarnos y me promete que la próxima vez comenzaremos con ello si así lo quiero. Sí, es lo que quiero y lo que necesito.

En vez de vernos en 15 días, decidimos que nos veremos el martes a primera hora de la tarde para que no pierda clase, ya que las retomamos el 21.

Voy a recepción para que me anoten bajo el papelito que la terapeuta me da y me indica que Jhon ya se ha encargado de pagar la sesión; menos mal, porque dinero no llevo.

Estoy tentada a ir caminando, pero decido ser prudente y le mando mi ubicación a Thomas por WhatsApp, sólo me responde que ya sabe dónde estoy y que no me mueva.

Cuando reconozco el coche de su madre, cojo fuerzas y abro la puerta de copiloto.

—Ponte detrás —No le veo los ojos porque lleva unas gafas de sol puestas—, no hagas que me arrepienta.

Salgo de mi bloqueo momentáneo y antes de que pueda retractarse ya estoy abrochándome el cinturón en el asiento derecho de la parte de atrás.

18 de octubre, 2019.

Termino por fin los pocos deberes que me quedan. El puente había sido largo y habíamos obtenido como regalo muchos deberes. Por suerte me había podido organizar y gracias a Erlin, Daniella y Dian había podido ponerme un poquito más al día.

Me falta una tarea de matemáticas que no entiendo y que estoy muy tentada a bajar al comedor y pedirle a Narciso que me la preste para que la copie. Porque sí, Thomas y sus amigos están en casa.

Hoy es día de jornada futbolística así que Jhon y Caroline han decidido ir a cenar en plan romántico. Bueno, me habían ofrecido ir, pero honestamente no me apetecía ser sujetavelas de mi padre. Eso sería el culmen de lo patético. Así que sí, era una cita romántica para ellos dos.

El no aceptar implica que Thomas se haga cargo de todo. Jhon Schrödez lo ha dejado muy claro. Debemos apoyarnos en todo momento. En fin. Había dejado la puerta de mi cuarto abierta, no solo sin pestillo, sino abierta por completo para enterarme cuándo me llamaban para cenar.

Hoy juega el equipo de Narciso y han quedado aquí para ver al Eintracht Frankfurt (su equipo) contra el Bayer Leverkusen. Me gusta el fútbol, pero no seguía tanto las ligas de otros países, a mí con que al Valencia le fuera bien me sirve.

Preciosa —Pronuncia el apodo en español con su precioso acento alemán y su ronca voz—, ¿vienes? Herman acaba de llegar con los kebabs.

Me habían preguntado cómo me gustaba y como a mí me encantaba de por sí, pues no había puesto pegas.

—¿Es el que consideran el mejor de Europa?

—No, ese tiene colas interminables de horas y no aceptan encargos a domicilio —Hago un mohín mientras se acerca con una bolsa en mano, quería volver a probarlo. Recuerdo haberlo hecho con 10 años o así y me gustó bastante—. Otro día te llevo.

Está muy guapo, lleva un polo con cuello redondo de color negro y con alguna imagen estampada en ella. Su cabello está engominado, realmente me gustaba cómo lo llevaba siempre; ya fuera con tupé y arregladito, despeinado y revoltoso o peinado haciéndose la raya casi al medio de la cabeza y colocando su negruzco flequillo en una especie de ola.

—¿Aguantarías la cola por mí? —pregunto emocionada.

—No —responde con brusquedad—, encontraremos la forma de que nos dejen estar los primeros o iremos en el momento en el que no haya nadie.

—¡Pero eso no se sabe!

—Bueno, si vives en Berlín, sabes cuándo está más o menos concurrido —Se encoge de hombros—, cierra los ojos —me dice. Desobedezco—, va, ciérralos —Le hago caso y noto cómo da vuelta a mi silla de escritorio—. Sube los brazos —Noto cómo pasa algo por mis brazos y mi cabeza—. Bueno, sin el pijama gordo que llevas debajo quedaría mejor.

Me levanto para ver qué ha puesto y es una camiseta de su equipo. Sonrío con timidez, debe quedarme horrible bajo el pijama.

—¿Quieres que me la ponga?

—¿Por qué no? —Se encoge de hombros, restando importancia a un detalle que a mí me parece muy tierno—. Tal vez te conviertas en nuestro amuleto de la suerte.

—¡Podemos hacer un trato! —exclamo—, tal vez si me dejas tus deberes de matemáticas yo pueda intentar ser vuestro amuleto de la suerte...

—Yo no hago tratos, preciosa —Se pone de cuclillas y pone sus manos en mi escritorio, haciendo una jaula momentánea—, pero, puedo pensarme el dejarte mis ejercicios si el Eintracht Frankfurt gana.

Asiento, dando por hecho que así lo hará.

Le insto a que se vaya y me pongo la camiseta una vez se ha ido y recojo un poco el desorden en el que he convertido la mesa de mi habitación.

Es el minuto 80 del partido y Bas Dost marca el tercer gol. Narciso se lleva la cerveza a la boca y sonríe con suficiencia, para después hacer un gesto de victoria cerrando el puño y lanzándolo hacia arriba. Hasta para celebrar se contiene.

—A ver cuándo te pones una del Hertha BSC —Me anima Hermann—, igual puedes darnos suerte, españolita.

—¡Si hombre! ¡Que nos gafa! —bufa Thomas llevándose su lata de cerveza a los labios.

Cuando termino de comer y termina el partido ayudo a recoger la mesa y a colocar la vajilla en el lavaplatos.

Me despido de ellos y mientras subo las escaleras para ir a mi habitación le mando un mensaje por Instagram a Narciso preguntándole si ya que han ganado me dejará los deberes. Espero que cumpla su parte del trato, aunque no le conozco tanto para saberlo.

No me responde, pero me deja en visto. ¡Eso es de mala educación! Al menos pon un corazoncito, no sé.

Me vuelvo a poner el pijama y entro al baño que tengo en mi habitación. a lavarme los dientes. Cuando vuelvo a entrar Narciso está tumbado en mi cama.

—¿Quieres que te devuelva la camiseta? —Es lo primero que pienso.

—Nah —niega—, guárdala para el próximo partido que veamos juntos.

—Entonces, ¿qué haces aquí? —Intento lo de levantar una ceja, aunque como me esperaba, es en vano.

—Qué me das a cambio de mis deberes.

—¡He sido vuestro amuleto! —Ríe y se saca un cigarro—. No voy a acompañarte. Tengo frío.

—Te dejo dos ejercicios sólo por haberte puesto la camiseta.

—Estás muy generoso para no hacer tratos, ¿no?

Sonríe con picardía y con su dedo índice me pide (o exige) que me acerque. Mi cuerpo reacciona antes que mi mente y me muevo hacia él. Tira de mí hasta posicionarme a su lado, inclinándose hacia mí dejándome bajo su cuerpo y aparta un poco mi pelo para tener acceso a mi oreja.

—Se notaba que no llevas sujetador —Muerde el lóbulo de mi oreja y yo me retuerzo del gusto bajo él—, cómo no voy a dejarte un par de ejercicios después de ese regalo, preciosa.

Me sonrojo y sé que es así por la sonrisa felina que Narciso tiene en su cara y porque noto el calor llegar a mis mejillas.

—¿Y por el resto de los ejercicios? —Trago saliva, él realmente me afecta.

—Háblame de tu operación —Me tenso cuando pronuncia esas palabras.

—¿Qué sabes tú de eso?

—No me mires así, eres la hermanastra de mi mejor amigo. Y yo quiero saber todo de ti —Pasa su mano por mi pelo, quitando el mechón que me cubre uno de los ojos y lo pone detrás de mi oreja—. Me interesas, preciosa.

Bas Dost: Ex jugador del Eintracht Frankfurt, equipo de fútbol del que Narciso es hincha.

Hertha BSC: equipo de fútbol perteneciente a la ciudad de Berlín y al que Thomas, Hermann y Hugo animan.

¡Hola! ¿Qué os ha parecido la actitud de Jhon y el resto de la familia en este capítulo?, ¿creeis que habrá un acercamiento entre su padre y Nela?

¿Qué os parece el cómo avanza la relación entre Nela y Narciso?

¿Os gusta el fútbol?, ¿a qué equipo animáis?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top