Einunddreißig: En diez años.

Capítulo dedicado a zoyerika. Mil gracias por estar dándole una oportunidad a la historia, por comentar y por disfrutarla. Espero que tu 2023 haya empezado bien y muchas gracias por permitirme tenerte como lectora♥.

━━━━━━━━※━━━━━━━━

Einunddreißig: En diez años.

1 de junio, 2020.

Siempre pensé que las fechas no eran gran cosa. Supongo que nunca daba por hecho que los días representaban algo doloroso, sino como celebración y, cuando tienes un motivo para sonreír, no te estresas, al contrario, te dejas llevar y aguardas incluso antes de tiempo, el siguiente aniversario.

La cuestión se complica cuando llega un aniversario de muerte.

Cuando en tu cabeza hay nuevos recuerdos y tu cerebro te ha jugado una mala pasada; lo que antes eran ráfagas de información, ahora se ha transformado en algo nítido que no te deja vivir y mucho menos descansar con tranquilidad. Llega ese momento en el que agradeces que el psiquiatra haya accedido a medicarte con lormetazepam a pesar de tu corta edad porque sino eres incapaz de dormir más de tres horas sin interrupciones. A veces son pesadillas, en otras ocasiones revives el impacto del asesino de tu madre y cuando tienes suerte, empiezas a comprender por qué tu novio teme quedarse dormido sin medicación al vivir en tus propias carnes la maldita parálisis del sueño.

Suelto un suspiro y trato de quitarme su brazo de la cintura. Apostaba por las horas que llevaba dando vueltas en la cama que no debía ser más de las tres de la mañana.

—Duérmete. —Su voz suena demandante, como siempre, sin embargo, se le nota más adormilado—. Estate quieta... —Noto su aliento en mi nuca y su erección nocturna en algún punto de la parte baja de mi espalda, ya me había acostumbrado a ella—. Preciosa...

—En español —corrijo automáticamente—. Dímelo en español.

—Cállate y ponte a dormir. —Suena adormilado, su voz es casi pastosa dentro de lo bonito que siempre me resulta escucharle hablar.

—Necesito una tila —No contesta y tampoco me suelta. No sé si me está ignorando o es que se ha vuelto a quedar dormido—. Friedrich... —Toca mi cadera en símbolo de reprimenda y cierro los ojos por un instante.

No quiero despertarle, no más de lo que estoy haciéndolo. Pero estoy cansada, quiero dormir y soy incapaz de conciliar y caer en los brazos de Morfeo. Mis pastillas me ayudan a reducir las interrupciones cuando estoy descansando, no se habla nada de paliar el insomnio.

Quizás una infusión de melatonina pueda ayudarme.

Con cuidado trato de quitarme su brazo, responde soltando un bufido y me libera de mala gana.

—¿No te has tomado tu medicación?

—Sí —Tengo la boca reseca, él había dormido plácidamente varias horas y no quería que se despejase. Desde que había vuelto a medicarse gracias a las citas con el psiquiatra, era una persona más funcional, se le notaba algo más apaciguado y rinde mejor. En lo que más se lo noto es en que vuelve a ser el gruñón sin ansiedad a mil—. Sigue durmiendo, vuelvo en un rato.

—No. —Vuelve a pasar su brazo por mi cintura, afianzando su agarre y demostrándome que siempre está atento a mí, por muy perjudicial que sea para él.

—¿No me dejas ir a por la tila o no sigues durmiendo?

Suelta un gruñido que me hace sonreír en la oscuridad y cuando noto que vuelve a aflojar la presión en mi cintura, me escaqueo rápidamente por si cambia de opinión.

Maldito insomnio.

Enciendo las luces a mi paso y me estiro para encontrar la melatonina. Suelto un bostezo y me cabreo conmigo misma por no ser capaz de apagar mi mente y quedarme dormida...

Pongo el agua a calentar y dejo que el intrusismo se cuele por mi cabeza una vez más.

Una de las tantas desde el viernes. Ya he perdido la cuenta.

¿Al final te quedas a dormir en mi casa? Gemma subía ambas cejas y miraba con disimulo hacia Álvaro, quien vivía a una calle paralela de ella, formaba parte de nuestro grupo y era el chico que me creaba algunas mariposas en el estómago por aquel entonces—. No te sientas presionada, Nela No recuerdo si pasó un brazo por mis hombros en forma de protección o si simplemente dijo algo parecido—. No tienes por qué hacer nada con él...

Mis palabras las recuerdo con claridad.

Quiero... Creo que le gusto.

Y mucho No sé si es un vago recuerdo de mi cabeza para torturarme aún más o si Gemma confirmó mis sospechas. ¿Y a ti te gusta él?

No tardé en responder. Si me preguntaran qué sentía por mi amigo a día de hoy, esa sería la respuesta: no lo sé.

Sí..., diría que sí...

¡Te acabas de sonrojar! ¡Claro que te gusta!

Le pedí que no gritara, pero mis ojos ya habían conectado con los suyos. Un escalofrío de los buenos y ya me estaba escondiendo detrás de mi pelo.

¡Nela! insistió Gemma—, eres la única de nosotros que sí que ha mantenido... relaciones..., ¿por qué estás tan vergonzosa?

Fue una vez... Puse los ojos en blanco—. ¡Ni siquiera cuenta!

Álvaro dio el siguiente paso y se lo agradecí. Era un 24 de junio y estaban a punto de quemar la hoguera del ayuntamiento, pronto empezaríamos el recorrido que nos habíamos propuesto para las fiestas de mi ciudad.

Pasamos bastante tiempo juntos y me sentía cómoda, recuerdo eso. Incluso me dejó su chaqueta de deporte pensando que tenía frío cuando sólo se me había erizado la piel al estar tan cerquita de él.

Estaba muy cómoda.

Pero sentía que me estaba forzando a estar con él, no porque no quisiera disfrutar tiempo a su lado, simplemente quería seguir fluyendo. En ese momento, pensaba que la vida era para siempre y que el tiempo esperaba a quien hiciera falta.

¿Queréis que os acompañe a casa? Se ofreció él y Gemma se encogió de hombros—. ¿Nela?

Yo... Pude haberle dicho que sí y que no intentara nada conmigo, no por el momento; quizás debí haber sido clara o simplemente no haber sido la tonta que quería ir despacio, pero no fue así—. Estoy muy cansada..., creo que voy a llamar a mi madre y nos veremos otro día.

¿Estás segura? Otra del grupo preguntó. A estas alturas no recuerdo cuál de ellas.

Asentí y marqué por penúltima vez el número de mi madre. La última llamada fue cinco minutos antes de subirme al coche porque a partir de ahí ya nos mandábamos audios por WhatsApp.

Si hubiera sido un poco más valiente no estaría de pie en la cocina de Friedrich Vögel, vistiendo únicamente su camiseta y con cicatrices por el cuerpo que sólo a él le permito que me vea.

Si hubiera sido un poco más madura, no estaría pensando en lo que hubiera pasado si me hubiera quedado con ellos y no estaría pensando en el nombre de una persona que simplemente me hacía tilín en medio de la cocina del hombre al que amo.

—Llevas cinco minutos con la mirada perdida —Me sobresalto al escucharle y me reprendo a mí misma por permitirme dejar que vea una lágrima por mi mejilla cuando le veo fruncir el ceño y acercarse con cautela y nervios hacia mí—. ¿Nela?

Cierro los ojos y me muevo hacia atrás cuando noto que se está acercando.

—Necesito espacio ahora mismo, Friedrich, yo... —Pongo las manos al frente y cuando abro los ojos para comprobar que se ha quedado quieto, me doy la vuelta para buscar la infusión—. He recordado algo.

—¿De qué? —Me mira con preocupación—. Estás temblando... —Me mira asustado, esperando a que le dé más información y poder actuar conforme a su pensamiento.

—Del accidente —No necesita que diga nada más. Si algo es Narciso es atento a lo que hago, digo y reacciono. Sabe de qué forma hablo del asesinato de mi madre y soy consciente de que tengo que elegir bien cómo expresarme porque si alguien me confesara lo que estoy a punto de decirle, creo que me dolería—. Tengo que hablar con mi padre —Me adelanto a esclarecer—. Hay puntos que me fallan, que no entiendo. ¿Cómo Sanders sabía que mi madre iría a por mí si el plan inicial era que yo me quedara en casa de una amiga? No tiene sentido, Friedrich, según Jhon nos estaba protegiendo, ¿por qué ese cabrón sabía nuestro paradero?, ¿por qué desde que llegué a Berlín me lo he encontrado tantas veces de forma fortuita? ¿No hay nadie de la confianza de mi padre que no le traicione?

—Claro que hay... —Sigue algo adormilado.

—Pues entonces hay algo más que se nos escapa.

Se queda pensativo y se frota los ojos, es evidente que está más dormido que despierto.

—Creo que voy a prepararme un café.

Niego rápidamente.

—Hablemos de esto mañana.

—Llevas días sin pegar ojo, eres más ojeras que persona. Vamos a hablar de esto y lo vamos a hacer ahora.

—Friedrich...

—Pesadita —Usa ese tono demandante que pone a la gente en alerta y yo apoyo el peso de mi cuerpo en una pierna. Esto va a ir para largo—. Hablemos de esto, prefiero perder un día de sueño a que te mantengas en vela una noche más.

Quizás en otra situación me pondría firme y demostraría mi punto de que yo elijo cuándo hablar de mis traumas o ideas. Tal vez podría tratar de convencerle de que no está siendo coherente porque está medio dormido y yo con un insomnio de mierda y con la mente rumiando y sintiéndome culpable.

Pero decido claudicar, lo decido porque es lo mejor, porque ahora mismo tenemos el murmullo que viene y va y ya es tarde para querer dormir como si nada. Aquí hay algo de lo que hablar y luego nos centraremos en otras preocupaciones.

—¿Se te ocurre algo? —Me mira dubitativo—. Sobre lo de que Sanders supiera nuestro paradero. De que sepa todo: la noche del Bierkeller, cuando me lo encontré en el Decathlon, las veces que ha aparecido estando yo con Caroline o incluso en la persecución que hubo cuando estaba con Thomas en su coche y desencadenó en ese tiroteo. Él siempre ha sabido dónde estaba incluso cuando nadie más sabía de mi paradero porque no le había informado a nadie.

—No estoy muy lúcido ahora mismo, pequeña, pero lo único que se me ocurre es que tuvieras el móvil pinchado. —En otro estado, no hubiera dudado de sus palabras, es evidente que está medio dormido y el bostezo que profiere no es más que una señal inequívoca de que estoy en lo cierto.

—¿No crees que mi padre lo hubiera sabido?

—Imagino que lo comprobó, sí. O al menos que lo mandaría comprobar.

—¿Y que hicieran mal su trabajo? Mira, Jhon tiene un montón de defectos, pero es bastante minucioso e intrusivo en cuanto a la seguridad...

Parece que algo ilumina en su mente, como si de una clarividencia en la que no habíamos caído se tratara.

—Creo que ambos tenemos la respuesta... No sólo dan seguridad física, también tecnológica... Hace un año nadie podría sospechar de...

Theodore Müller.

—Déjame adivinar —Repiqueteo los dedos en el mármol de la cocina y le miro a esos preciosos ojos azules—. ¿Müller Security tuvo algo que ver con la investigación del accidente? Por favor, Friedrich, por favor te lo ruego, dime que no se le dio a él mi teléfono móvil.

Forma una línea recta con los labios y asentimos casi al mismo tiempo.

Cualquiera se podría esperar un ataque de rabia de Narciso contra algún mueble, pero no mío y, cuando consumida por la rabia, el dolor y la desesperación acabo pegándole una patada a la puerta de una alacena, se sobresalta.

—Lo siento, lo siento, lo siento... te lo pagaré, no me odies... yo... —Trato de masajearme las sienes y creo que me tranquiliza saber que no está enfadado.

Busca encima del extractor una cerilla y con ella se enciende un cigarro. Hacía bastante tiempo que no lo veía fumar y me aguanto las ganas de recriminarle. No sería lo más lógico tras el numerito que acabo de formar.

—Dame tu móvil. —No dice nada más, noto cómo la vena del cuello se le marca y sé que está controlándose, no por mí, sino porque odia que Sanders controle mis estados de ánimo hasta el punto de transformarme en una persona agresiva.

—Está cargando.

—En cuanto volvamos a la habitación: apágalo y quítale la tarjeta SIM, no me fío de nada ni de nadie. No sé si me entiendes, pero ese móvil me lo quedo yo hasta nuevo aviso.

Asiento.

—Tengo que avisar a mi padre...

—Le avisaré yo, conociéndolo, mañana tendrás un teléfono nuevo y un número de teléfono distinto. Se acabó el prefijo de España, preciosa.

—Es lo de menos, supongo.

Lo que más me dolía era perder los últimos audios de mi madre. Audios que era incapaz de escuchar, pero que me hacía bien tener conmigo.

Me destrozaba perder muchos recuerdos que había cosechado, algunos no se podían recuperar de la tarjeta de memoria.

Es ridículo no dar importancia a toda la información que nuestro teléfono almacena hasta que toca despedirse de ella.

—Friedrich... —Me sobresalto al escuchar cómo el calentador de agua pita, informándome de que ya puedo servirme el agua hirviendo para la melatonina—. Necesito explicarte qué es lo que he recordado, qué es lo que no me deja dormir, pero tengo miedo.

—¿Por qué? —Se acerca y trata de parecer tranquilo y despierto incluso cuando arrastra los pies mientras camina y va algo encorvado—. Tú no eres culpable de nada, ¿me oyes?

—No lo hagas más difícil... —Giro la cabeza—. Es complicado porque no sé cómo expresarlo sin que suene horrible y es que ya estoy empezando a ponerme nerviosa y eso significa que no voy a saber cómo expresarme y ¡Dios! ¿Por qué tengo que ser tan mala expresándome?

—¿Qué tontería es esa? ¡Eres capaz de comunicarte! A veces de forma errática y es cierto que te andas muchísimo por las ramas, pero eres capaz de hacerlo. La gran mayoría o no queremos o no sabemos cómo.

—Yo...

—Escúchame —Me toma por las mejillas y con los pulgares limpia mis ojos—. Vas a contarme algo crucial de un accidente que te dejó en muy mal estado y en el que perdiste a tu madre, tienes derecho a decir cosas equívocas, a expresarte mal y a confundirte. El hecho de que hayas recordado un suceso traumático ya es mucho.

—¡No! O sea ¡sí!, pero no me refiero a eso, sólo entiende que para mí es muy difícil hablarte de esto porque si yo fuera la que va a recibir esta información no sabría cómo sentirme...

Frunce el ceño y me muevo hacia la isla de la cocina con la taza en la mano, poniendo distancias y dejando que asimile lo que acabo de decirle.

—Friedrich, necesito que entiendas que te amo más que a nada y que siempre te elegiría. Por encima de todos, por encima de cualquiera, pero...

—Joder Nela, ¿vas a hablarme del accidente o de los chicos con los que has estado antes de mí?

—Ojalá fuera lo segundo y no tuviera relación con lo primero —confieso y sé que le duele porque por mucho que ambos hayamos tenido una vida antes de conocer al otro, no es bonito lo que acabo de decir y mucho menos el cómo lo he dicho—. Friedrich yo antes de ti tenía una vida.

—Lo sé.

Y sé que estás conteniéndote las ganas de decirme: al igual que yo también tuve a otras antes que a ti.

Agradezco que por una vez sea él quien opte por una actitud más comedida. Supongo que la ventaja de tener un novio que por no decir no te dice ni la hora es que los momentos en los que podría ser cruel o revanchista, opta por el silencio.

Aunque eso es un pensamiento bastante injusto puesto que, Friedrich, siempre ha sabido actuar desde el punto más sigiloso posible; nunca me ha atacado para echarme en cara nada. Ha cometido mil errores, pero jamás se ha rebajado a un nivel vengativo, no conmigo.

—Si hubiera sido valiente... mi madre estaría viva o quizás yo hubiera acabado muerta y ella seguiría con vida, no lo sé, pero mi cobardía no me permitió salvarla, mi miedo a quedarme a solas con un... chico, no me lo permitió y... desde el viernes tengo ese maldito runrún en la cabeza. ¿Qué hubiera pasado si no hubiera llamado a mi madre?, ¿ella seguiría viva?, ¿yo estaría viva?, ¿Sanders seguiría esperando el momento adecuado para atacarnos? Cabe la posibilidad de que nosotros dos no nos hubiéramos conocido y que si lo hubiéramos hecho yo hubiera estado con otro.

Gira la cabeza y trata de serenarse.

—Eso último tú no lo sabes y no voy a permitir que metas la sombra de una tercera persona en nuestra relación.

—Friedrich, si yo hubiera venido aquí y hubiera tenido pareja, jamás me hubiera acercado a ti. ¿Lo entiendes?

—Pero eso no ha sucedido. Estás conmigo, no con ese idiota.

—¡Eh! —Le freno los pies—. Es mi amigo.

—Me come los cojones, ¿por qué estás hablándome de otro?

—Porque si hubiera sido valiente, mi madre estaría viva...

—Nela, no —Niega y aprieta los puños—. Quítate esa culpabilidad: no habrías salvado a tu madre por estar con un chico, Sanders no es menos hijo de puta porque tú estés con alguien. Quizás él pensaba atacar esa noche en tu casa y aprovechó porque pensó que podría atacaros a las dos, quizás su propósito desde el principio fuiste tú y llamándola salvaste tu vida.

—¡Al precio de la suya! ¡Mi madre está muerta!

Se acerca y me arrima a su cuerpo.

—Y tú no eres la culpable, por el amor de Dios. Puedes sentir culpabilidad y sentirte mal por muchas cosas, tienes ese derecho, aunque no sea cierto. Ya lo trabajarás con la Doctora Dabrowska y estaré sosteniéndote cuando sea necesario, pero no pienso permitir que te creas responsable de lo que os pasó a tu madre y a ti.

Me quedo en silencio, dejando que las lágrimas campen a sus anchas por mis mejillas, empapando su pecho desnudo y refugiándome en el abrigo que son sus brazos. Rodeo con los míos su cintura y me quedo bien pegadita a él. Le amo, joder, le amo mucho y sé que no estoy sabiendo gestionar esto.

Preciosa, hazme un puto favor y no vuelvas a insinuar cambiar el destino de tu madre estando con otro que no sea yo. El destino no se puede cambiar y me mata saber que piensas que lo nuestro es sólo una consecuencia que se pudo evitar.

—Lo siento, de verdad que lo siento...

Me abraza. Ignoro durante cuánto tiempo se queda acariciando mi cabello y serenándome. Trata de evitar todo el tema de Álvaro, ni siquiera le interesa saber su nombre. Es como si esa parte de la historia nunca la hubiera escuchado.

Sin embargo, lo ha hecho y le duele. Y quiero hablarlo con él.

—Friedrich, te quiero muchísimo y lo que siento por ti no creo poder volver a sentirlo por nadie en la vida. —Sé que no está preparado para escuchar cuánto le amo, así que juego con la barrera del idioma.

—¿Has sentido alguna vez por ese lo que sentías por mí al principio? Sólo respóndeme a eso.

No entiendo su pregunta al principio, después consigo comprenderla en su completa totalidad. Necesita saber hasta qué punto pude haber tenido futuro con Álvaro.

Y si lo analizo, tengo clara la respuesta: no.

Con Álvaro sentía ese cosquilleo adolescente, bonito, amable y que pudo haber sido una experiencia preciosa, una que nos duraría toda la eternidad o tal vez un período corto de nuestras vidas. Pero ya está. Si le preguntaran a Nela-antes-de-Alemania mi respuesta quizás sería otra, porque no sabría definir qué es el amor y qué se siente estar enamorada. Sabía lo que era un beso, lo que era perder la virginidad y lo que era que me gustara alguien.

Si pude enamorarme o no de Álvaro, no es algo que me interese ni que me quite el sueño.

—No. Es totalmente distinto.

—¿Mejor o peor?

—Me caías mal, me dabas miedo y aun así quería seguir conociéndote, creo que pocas personas pueden causarme ese rechazo-atracción al mismo tiempo. Así que, juegas con ventaja.

Noto su sonrisa en mi piel, pero se mantiene en silencio. Tengo la oreja pegada a su pecho izquierdo y me tranquiliza notar cómo los latidos del corazón se le van ralentizando poco a poco. Como si hubiera pasado de una adrenalina absoluta a una calma que le ha serenado.

—¿No vas a decir nada? —Me atrevo a preguntar.

—No.

Me separo para mirarle a los ojos y me doy cuenta de que están rojos, ha estado controlando las ganas de llorar y aunque lo ha conseguido, me duele.

—Lo siento, lo siento, no he querido hacerte daño, no sé cómo decirte todo lo que siento por ti y que me creas. Yo..., por favor, no sé cómo hacerte entender que eres tú, siempre eres tú y siempre serás tú...

—Nela —Niega con la cabeza con una diminuta sonrisa que no llega a ser sincera; es más bien altiva—. Si crees que he estado a punto de romperme por culpa de otro tío, cambia de mentalidad, preciosa, lo que me mata por dentro es pensar que te crees responsable de una muerte de la que sólo eres una víctima más.

El corazón se me encoge y sonrío sin poder evitarlo. ¿Acaso no es consciente de lo mucho que me hace sentir cuando se sincera y abre en canal?

—¿No te duele lo que te he dicho?

—No. Me da rabia.

—¿Por qué?

—Déjalo, en serio.

—Por favor, Friedrich...

—No puedo decírtelo, no me pidas que lo haga —Me mantiene bajo su abrazo y le escucho suspirar—. Nela, estás rota porque piensas que eres un poco culpable del asesinato de tu madre, no seas tan ingenua de preguntarme cómo me siento respecto a ti con otro hombre.

—¿Por qué no?

—Porque no quieres que sea un capullo y lo último que quiero es ser un maldito egoísta en lo que a tu duelo respecta.

—Friedrich, tú eres el único.

—Pero piensas que si no hubiera sido así tu madre seguiría con vida y estás con la dualidad moralista que te caracteriza de tener que elegir.

—Yo... —No puedo negarlo, pero tampoco aceptarlo. No es exactamente tal y como lo acaba de decir, no obstante, el "y sí..." no sale de mi cabeza.

Pensaba que decirlo en voz alta me haría entender lo estúpido que suena y no ha sido así. No paro de pensar que Sanders siempre quiso matarme a mí y que mi madre solo era una víctima colateral.

Preciosa, claro que me duele y me destroza que pienses que la solución a tus problemas hubiera sido liarte con un español de mierda, pero no pienso dejar que te convenzas de ello. Primero porque es imposible cambiar lo que ocurrió, segundo porque tú eres mía y eso significa que no te permito pensar en ese capullo que no tuvo los cojones de besarte en el momento adecuado.

—¿Tuya?

—¿Algo que objetar? —Alza la ceja y yo pongo los ojos en blanco—. Espero que no, porque vas a reventar mi ego como me compares con un cabrón que no supo aprovechar la suerte de que te hubieras fijado en él.

Oh, oh, esto sí que no.

—Perdona, pero tú te tardaste lo tuyo en besarme, me rechazaste varias veces y encima me hiciste sentir fatal cuando lo hiciste —Pone los ojos en blanco—. Fue un muy buen primer beso, tengo que reconocerlo, pero entre que iba coja, te comportaste como un capullo y estabas con eso de sili-tiinis-diicisiis-iñis, no eres el más indicado para hablar. ¡Por no hablar de que un día apareciste con un chupetón!

—No éramos nada en ese momento y sólo fue magia de Hermann para entrar en Dschungel Breck —Aguanto la arcada que amenaza con salir en el momento en el que pronuncia ese maldito pub lleno de degenerados—. Y si me preguntas qué hacía ahí, te recomiendo que recuerdes que es un sitio que Sonja frecuenta y había rumores de ella por allí.

—¡¿Y qué hay de todo lo demás que te he dicho?! —No le grito, pero sí alzo la voz y le recrimino.

—Teniendo en cuenta de que a día de hoy me sigue costando procesar que no tienes 18, déjalo en que intentaba no sentirme peor por perder el culo por una chavala de 16; en mi conciencia me siento bastante mejor pensando que estas a poco de cumplir la mayoría de edad.

—Hablas como si me llevaras más de quince años cuando la realidad es que sólo me llevas dos.

—Técnicamente.

—Friedrich, soy del 2002 y tú del 2000, no hay tecnicismos de por medio: dos años.

—Enero contra noviembre son casi tres. El que sabe de matemáticas soy yo —Pongo los ojos en blanco—. Te recuerdo que ahora tengo veinte y tú sigues con diecisiete.

—La cuestión es que acabaré 2020 con 18 años y tú con 20. Por lo tanto, son 2 años —Levanto dos dedos, demostrando mi punto de forma visual.

—Técnicamente. —repite y me cruzo de brazos.

—Eres imposible, eh.

—Nunca lo has entendido, ¿verdad? —Sonríe con tristeza.

—¿El qué?

—Dieciséis era la edad de la gran mayoría de chicas tenían y tienen en esa organización criminal...

—Pero yo... —Me quedo callada porque ahora lo entiendo todo. O al menos creo hacerlo.

El problema no es que yo tuviera dieciséis. Es que él teniendo la mayoría de edad se sentía igual de despreciable que los puteros que trabajaban para Sanders.

—¿Y qué cambia que yo tenga diecisiete?

—Que te quiero y no podía soportar más la idea de no estar contigo. Si me preguntas si me siento cómodo con respecto a tu edad: no. No soporto que seas menor de edad, no soporto sentirme con más poder que tú, no en ese aspecto. Estoy deseando que tengas ya los dieciocho para dejar de sentirme una basura por estar enamorado de ti. No me gusta y no lo tolero, pero es que no puedo no estar contigo.

Y ahora empiezo a comprender todas las reservas e inseguridades (porque sí, por mucho que Narciso lo camuflara, las tenía y no eran pocas) que él tiene en nuestra relación. Porque se ha dejado llevar aún siendo contrario a todas sus creencias y valores por lo que siente por mí y yo no sé si catalogarlo como un valiente o un suicida, pero está conmigo y apuesta por mí tanto como yo por él.

—Friedrich.

—¿Vas a volver a mencionar a ese crío? Porque estoy esforzándome por ser coherente y racional.

Sonrío y le pido que se agache, a lo que él responde subiéndome encima de la encimera y posicionándose entre mis piernas.

—Eres increíble —le digo y el gruñe y me pellizca en respuesta—. Bueno, pues eres una mierda, si te sientes más cómodo haciéndote creer eso...

—Atrevida —Muerde mi labio inferior y ríe cuando le saco la lengua—. Yo me siento bien contigo, ¿podemos cambiar tu fecha de nacimiento al 2 de enero?

—Ni de coña me vuelvo yo capricornio.

Se separa abruptamente de mí.

—¿Estoy saliendo con la loca del horóscopo?

—Y con la lectora de Wattpad, fanática de BG.5 y aficionada de la fotografía.

—Bueno, todo eso ya lo sabía. ¿Algo más?

Un nudo se queda en mi garganta cuando asiento y sin poder controlarlo, dejo que las palabras vayan más rápidas que mis propios pensamientos.

—En diez años... —empiezo—, cásate conmigo en diez años.

Se queda paralizado, como si estuviera procesando la información que acabo de darle, como si no tratase de creer lo que acaba de escuchar y yo me limito a asentir, confirmándole que no está sordo y que ha oído perfectamente.

—1 июня 2030 г.

«1 de junio de 2030».

—¿Ya estás con el ruso?

—¿Y cuándo he dejado de estarlo?

Imbécil.

—я твой.

«Y tuyo / soy tuyo»

—Lo mismo para ti, por si acaso.

—Me parece perfecto. —Su sonrisa me confirma que seguramente me haya dicho algo bonito y que le parece estupendo ser correspondido.

Nos quedamos abrazados y no sé cuánto tiempo pasa hasta que noto que estoy quedándome algo adormilada, ya no siento esa presión en el pecho tan fuerte porque hablando se entiende la gente y, sin haber sido mi mejor forma de expresarme, hemos llegado a una conclusión. Una muy buena y una terrible, apoteósica y que me atemoriza.

Mis pies no tocan el suelo y doy por hecho que me está cargando en brazos hasta su habitación.

Juraría que le escucho decir que va a apagar mi móvil y quitar la tarjeta SIM y de memoria. Y menos mal que estoy prácticamente dormida porque si hubiera estado un poquito despierta, le hubiera escuchado decir que mañana hablaríamos con mi padre de varios asuntos donde el posible rastreo a mi ubicación y que Sanders supiera dónde encontrarme la gran mayoría del tiempo, iba a ser uno de los puntos primordiales del día.

¡Hola! ¿Qué os ha parecido?, ¡espero que vuestro 2023 haya empezado genial!

¡No os olvidéis de votar y comentar si os ha gustado!

➡️Tu tercer emoji define cómo te has sentido leyendo el capítulo.

DEJA UN COMENTARIO SI NUNCA TE HE DEDICADO UN CAPÍTULO Y QUIERES QUE LO HAGA.

¿Cómo creeis que han gestionado Friedrich y Nela el momento de tensión?, ¿creeis que Nela ha sabido cómo expresarlo o creeis que los nervios han podido un poquito con ella?

¿Odiamos más a Theodore, a Sanders o casi por igual?👀

Creo que este capítulo es bastante importante porque da respuesta a muchas dudas que había o cosas que no terminaban de cuadrar, ¿cómo lo veis vosotras?

✨Por cierto, ¿le habéis dado ya la oportunidad a Liberté? Es mi otra historia que está COMPLETA y tiene a una protagonista grumpy y a un empresario muy sexy... Por si queréis darle la oportunidad, ¡sois más que bienvenidas!

¡Os quiero!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top