Dreißig: Me estás haciendo dudar.

Capítulo dedicado a todas vosotras. Mil gracias por acompañarme este 2022, gracias por vuestra paciencia a esta historia y por la emoción con la que comentáis cada capítulo.

Sé que he tardado un poquito más de la cuenta en actualizar, pero es que estoy centrada en los estudios y he tenido que pausar un poco la escritura. 

Espero que disfrutéis del capítulo y feliz 2023♥.

━━━━━━━━※━━━━━━━━

Dreißig: Me estás haciendo dudar.

Sonja mira con recelo a la que un día fue su mejor amiga. Una parte de ella se siente traicionada y la entiendo a pesar de que no tenga sentido.

Cuando una se va con la intención de volver, espera que el tiempo se detenga hasta el reencuentro.

Lo entiendo perfectamente porque dentro de mí, también tengo esa esperanza cuando vuelva a Alicante. Ya sea de forma definitiva o porque quiero volver a disfrutar un poquito de la gente que tuve que dejar atrás.

Sería injusto tratar de ser racional cuando yo misma siento que mi corazón está roto poniéndome en su situación.

Porque sí, porque puede que, si lo analizamos desde fuera, lo fácil sea decir "chica, te fuiste durante años, desapareciste. El tiempo corre y no espera por nadie. La comunicación se perdió y sabemos que no fue tu culpa, pero entiende que las personas tienen que seguir hacia delante".

No obstante, yo no puedo hacer eso.

Supongo que, mi moralismo del que Friedrich se queja tanto, tiene un límite, como todo en la vida. A veces el vaso se sobrepasa antes de darnos cuenta o quizás es que ya estaba lleno y sólo nos esforzábamos por no verlo gotear.

Fuera como fuese, entendía la postura de Sonja. No había creado ningún numerito y se estaba comportando como una señora de pies a cabeza incluso cuando estaba destruida.

Ese abrazo entre Enia y Narciso le había supuesto una bofetada cargada de realidad y de respuestas que o bien no se había llegado a plantear o que había desestimado por miedo a saber qué había pasado.

Sonja y Enia habían sido mejores amigas y cuando se fue a Ámsterdam, ese lugar lo ocupó Narciso.

—¿Me acompañas? —Sonja señala el pequeño balcón en el que Friedrich solía fumar cuando no quería que su casa oliera a tabaco y asiento de inmediato al darme cuenta de que está atemorizada de volver a hablar con Enia—. Gracias por el regalo —Sonríe mientras mantiene las distancias y la noto respirar más calmada al crear una barrera entre el resto de los invitados y nosotras. Sobre todo de ella.

—No hay de qué —Miro de reojo hacia dentro de la casa y asiento con disimulo cuando veo a Friedrich cerca, manteniendo las distancias, pero atento y mostrándome el pulgar hacia arriba en señal de pregunta—. ¿Te encuentras bien?

—No lo sé —confiesa—. Creo que acabo de darme un golpe de realidad. Mentiría si dijera que he echado de menos a Enia cada día de mi vida, pero también creo que esperaba una lealtad por su parte y no sé, no es lo que esperaba, pero tampoco sé decirte qué sí pensaba que ocurriría. Estoy esforzándome por ser racional y no lo estoy consiguiendo.

—No te juzgo —Apoyo las manos en la barandilla y miro al frente. No es una noche cerrada, el buen tiempo va instaurándose por Alemania, al menos lo que ellos consideran como tal. No hace frío, no obstante, siempre refresca cuando el sol desaparece—. Entiendo perfectamente que te sientas... ¿ida?

—¿Tú necesidad por justificar mi comportamiento nace porque te doy lástima, simpatizas conmigo o porque crees que si estoy bien Fritz estará mejor?

Me muerdo el labio inferior, no quiero hacerla sentir mal. No quiero que piense que mis acercamientos hacia ella son porque me da pena. No voy a negar que el que sea la única familia que Friedrich tiene y aprecia sea un gran condicionante, porque es una verdad como un templo.

Ni siquiera la conozco tanto, pero sé empatizar con ella porque también sé lo que es sentirse extraña en lo que un día fue tu hogar. Yo también viví y estoy recuperándome del proceso de haberme sentido muy de Berlín, haberme sentido fuera de lugar cuando regresé y de nuevo estar haciéndome un hueco.

Nuestras historias son completamente diferentes. Ella esperó que el tiempo y las personas se congelaran hasta que volviera y no sucedió.

—Las dos últimas —reconozco tras una pausa innecesariamente larga—. No nos parecemos en nada, Sonja, pero entiendo el dolor que deber sentir al enfrentarte a una realidad que, cuando dejaste atrás, era completamente distinta.

—¿Lo has vivido?

Niego.

—No tardaré en hacerlo. No ha pasado ni la mitad del tiempo que lo tuyo y jamás me atrevería a compararme contigo, ni para bien ni para mal, pero algún día volveré a España y viviré la situación de que mis amigos han seguido con su vida, que me han echado de menos tanto como yo a ellos, pero que la vida debe seguir y no espera. No sería justo aguardar a que ellos se quedaran paralizados mientras yo avanzo, pero admito que el día que me toque vivirlo, va a doler, muchísimo.

—Lo confirmo, creo que es de las cosas más dolorosas que he vivido en estos años y eso que he vivido demasiada mierda...

—Lo siento —Es lo que me nace decir.

—¿Había alguien especial esperando en España por ti? —pregunta de repente, buscando mi mirada y dando un largo trago a su botellín de cerveza—. No me malinterpretes, de ser así, me hace muy feliz que mi hermano te haya cambiado completamente los planes.

Mi primer impulso es darle una negativa, pero me doy cuenta de que sería una mentira tanto a mí misma como a la verdad.

Friedrich siempre será el primero al que decidí darle mi corazón, pero antes de él, yo era alguien. Tenía una vida, tenía unas amistades y sentía las ganas de explorar y conocer por mucho que no me atreviera.

¿Estaba pillada por alguien? No. Pero sentía ese hormigueo en el cuerpo y las ganas de mantener la conversación más viva que nunca con un chico de mi grupo de amigos. Supongo que, si la vida nos hubiera dado tiempo y Narciso nunca hubiera aparecido en mi camino, Álvaro y yo hubiéramos tenido algo, fuese duradero o no, hubiera sido cuestión de tiempo.

—Pudo haber alguien —Las palabras se quedan medio atoradas en la garganta, pero consigo decirlas. No se siente mal reconocerlo, pero es extraño—. Creo que me hacía tilín y creo que pude gustarle, simplemente no tuvimos tiempo para explorarlo, si es que esa palabra es la correcta.

—¿Es de tu grupo de amigos? Sólo tengo curiosidad, te prometo que mi hermano no tiene nada que ver con este interrogatorio.

Álvaro.

Creo que estuvimos a punto de besarnos mientras los bomberos apagaban la primera hoguera de la noche de San Juan y nos preparábamos para hacer el recorrido por las distintas plantàs antes de irnos a hacer botellón.

Siento el corazón apretujándose y me doy cuenta de que acabo de recordar algo de aquella fatídica noche. Si mi timidez no me hubiera jugado una mala pasada, yo habría dormido en casa de Gemma y no me hubiese decidido por llamar a mi madre para que viniera a recogerme.

Mierda.

—¿Estás bien?, ¿Nela?

—Perdón. ¿Qué me estabas contando?, ah sí, alguien especial, ¿no?

—De hecho, eras tú la que me iba a hablar de ello... —Sonríe y palmea mi espalda—. Anda, ve a hablar con mi hermano, que parece que has visto un fantasma y creo... que lo ha notado. Siempre está atento a ti, demasiado incluso, ¿no te agobia?

—Afortunadamente no.

—Te dejaría a solas con él y volvería dentro, pero... sigue con Enia y no quiero enfrentarla, aun no estoy lista —El estómago se me revuelve aun más y trato de hacer acopio de mi racionalidad para que no se me note insegura—. ¿Están muy unidos? —Juraría que su voz tiembla—, tú sabes sí...

—No —corto sabiendo lo que va a preguntarme—. Nunca han tenido nada, confío en Friedrich y le creo cuando afirma que entre Enia y él no hubo nada.

—¿Y por qué hay tanta complicidad entre ellos? Joder, Nela, yo...

—¡Espera! ¿Estás celosa de él o de ella? Porque si es de ella, necesito una explicación ya porque me está empezando a parecer enfermizo y si es de tu hermano de quien tienes celos pues creo que me sorprende... o sea, no digo que sea sorpresivo que tú... pues sientas algo por una chica, ¿vale? Quiero decir... uno de ms tíos es gay, Hermann le da a todo y es super importante para mí. Yo creo que soy hetero y eso no es que sea más normal que no serlo, pero mira, ¿puedes callarme la boca? No paro de decir tonterías cuando lo único que quiero decir es que si te gustan las chicas es genial, solo que me llama la atención que sea la misma chica que hace años era tu mejor amiga y con la que perdiste el contacto la que siga en tu cabeza, supongo que es romántico, pero es curioso. Que me parece precioso que tu enamoramiento por ella sea tan grande, pero... eso y que nada, que...

—No me gustan las chicas y no tengo parafilias raras con mi hermano —Pone una mano al frente, ofreciéndome su cerveza—. Termínatela y guarda un poco de silencio, por favor, que me estás abrumando con tanta verborrea.

—¿Entonces?

—No lo sé, creo que me da envidia ver lo que antes fue mío siendo de mi hermano. Supongo que es justo, yo le robé su peluche y él me la robado.

—No es por ser aguafiestas, Sonja, pero no me puedes comparar un peluche que por mucho valor sentimental que tenga, sigue sin ser una persona.

—Se supone que Enia debe estar conmigo, debió estarlo..., me alegra que estén en la vida del otro, pero ella debería mirarme con ese amor a mí, no a Fritz.

Mis miedos luchan por aparecer y el pánico a no saber gestionar unos celos infundados me aterran. No quiero esto, no necesito este drama, pero no sé cómo apagar las voces más crueles de mi cabeza que sólo me hacen daño.

Ya le he dado alas, vía libre, capacidad de carcomerme por dentro y destrozarme.

Cálmate, confías en él, Friedrich tiene miles de defectos, pero desde que es claro contigo, siempre ha sido sincero con sus sentimientos. Nunca ha dado cabida a los celos.

—¿Sabes? Creo que no estás segura de qué es lo que sientes y me estás empezando a hacer dudar de lo que han podido sentir el uno por el otro y no me está haciendo ningún bien.

—¿Te sirve si reconozco que sí que estoy celosa y que no sé bien por qué?

No.

—Respóndeme a una cosa, ¿cómo crees que se miran entre ellos?

—Ellos se miran con admiración mutua.

—¿Y a mí cómo me mira?

—Fritz te mira con amor, pero es que el amor no llega a ningún lado. El amor destruye y agota porque por amor se hacen gilipolleces, se deja de vivir y acabas dándote cuenta de que has vivido y cedido tus mejores años por alguien que, o jamás se planteó hacer lo mismo por ti o que acabó renunciando por la misma razón. ¿Por qué se debe renunciar cuando se está enamorado? No me gusta el amor, supongo que porque aún estoy esperando ver qué es estar enamorada y ser otra idiota más.

—¿Y por admiración no?, ¿por fanatismo no se hacen locuras? Porque estoy totalmente en desacuerdo con lo que dices.

—Yo a Rocco Pfeiffer lo admiro, pero no lo amo, por lo tanto, siempre estaré en un peldaño de privilegio a la hora de tratar con él. Creo que a Enia la quiero como mi yo de quince años la quiso y eso me hace débil, me distorsiona la realidad y me lleva al punto de distorsionar la tuya.

—No es justo. —Me repongo como puedo, aún tengo la culpabilidad en mi cabeza por lo que acabo de recordar y no sé cómo gestionarlo.

Trato de repetirme una y otra vez desde que las palabras de Sonja abandonaron su mente y habló en voz alta diciéndome que yo no soy la culpable del accidente. Que da igual que hubiera sido valiente o menos tímida. Sanders hubiera encontrado la forma de acabar con nosotras.

Si hubiera hecho caso al plan inicial, me hubiera quedado en casa de mi amiga Gemma y, quien sabe, quizás hubiera pasado algo con Álvaro. Él me atraía y saber que era recíproco, fue lo que necesité para arrepentirme y llamar a mi madre para que viniera a buscarme.

—Lo sé —admite. En otro momento hubiera restado importancia y agradecido que al menos fuera consciente de ello. Ya no es el caso, he pasado por tanto, que estoy cansada de ser un saco de boxeo, ya sea de forma inconsciente o a propósito—. Nunca me lo he considerado.

—Desde luego, no se puede negar que sois hermanos, tenéis un descaro... —No me atrevo a mirarla porque sé que es un comentario bastante desafortunado y sólo con ver una mueca de tristeza ya me arrepentiría de haberlo dicho en voz alta.

—La magia de los Vögel —Se encoge de hombros—. En serio, Nela, te pido perdón, no debería meterte miedos sólo porque yo los tenga, así que, por favor, ve a hablar con él y que te lo esclarezca. Tanto tú como yo somos personas irracionales que lo rumian todo, si por mi culpa vas a crear una brecha con Fritz, yo misma te llevo a hablar con él ahora mismo.

¿Y arriesgarme a que estos dos tengan un nuevo drama familiar donde lo más bonito que se digan es que son unos desgraciados? Paso.

—Déjalo, voy a ver si lo veo yo... —Me giro y veo que entra hacia el pasillo donde está tanto el baño como su habitación—. ¿Estarás bien aquí sola?

—Sí, ahora voy con Hermann, que con suerte consigo engancharlo una tercera vez. —Me guiña el ojo y me siento algo confundida.

Ha estado a punto de colapsar de celos por Enia y ahora quiere tirarse a Hermann otra vez. Ha negado sentir nada por mujeres, pero juraría que hasta ella misma no termina de creerse su afirmación.

Sigo sin disimulo a Friedrich y llego hasta su habitación, se está cambiando la camisa y me llama la atención ver que está manchada de vino.

—¿Ha pasado... algo?, ¿molesto?

¿Qué clase de pregunta es esa? ¡Idiota!

Suelta un suspiro al escucharme y sonríe con su pillería habitual. Se termina de desabotonar la camisa y la tira al suelo antes de caminar hacia mí.

Por inercia doy un paso hacia atrás, logrando que alce una de sus rubias-oscuras-o-castañas-muy-claras cejas y gire la cabeza levemente, confundido.

Preciosa...

—¿Qué le ha pasado a tu ropa?

—Un choque con una copa de vino, Enia me lo ha tirado encima, ¿todo bien con Sonja?

Asiento.

—Bueno, no ha estado mal. Creo que soy de las que mejor le cae.

—Cualquiera con dos dedos de frente te adoraría, no me sorprende.

—¿Y Enia? ¿Dónde está ella?

Frunce el ceño y creo que nota mi retintín al pronunciar su nombre. No soy buena disimulando y no sé por qué sigo esforzándome en intentarlo.

—¿Qué te ha dicho mi hermana?

—¿Por qué crees que debería decirme algo? —Trago saliva—. No es que me haya dicho nada, bueno sí, a ver, hemos estado un buen rato hablando y creo que lo has notado. Lo que quiero saber es por qué me miras como si estuvieras sospechando algo cuando creo que debería ser del revés y no sé, Friedrich, no estoy entendiendo nada, porque yo te juro que creo en ti; o sea, creo que te lo he demostrado infinidad de veces, ¿no?

—Sí. —No intenta interrumpirme y mucho menos muestra interés en calmar mi ansiedad. Y eso supone que me ponga más nerviosa.

—Narciso, yo sé que tú siempre has dicho que nunca habéis tenido nada, y yo de verdad que lo sé, sé que es tu mejor amiga y sé que la que está mal en este caso soy yo, porque Enia siempre me ha tratado genial, te lo prometo que sé que no tiene nada malo, que la culpable aquí soy yo. Pero es que incluso Sonja piensa que os miráis con admiración y cariño y...

—Admiro a mi mejor amiga, admiro a mis mejores amigos, les tengo un valor incalculable —matiza porque sabe por donde van los tiros y aunque empiezo a sospechar que está cansado de estos celos irracionales, toda la paciencia que no le tiene a nadie, la utiliza conmigo—. ¿Qué te ha dicho Sonja?

—Contéstame a una cosa, Friedrich, sólo a una.

—Sólo dilo, por Dios.

—¿Enia y tú habéis tenido algo alguna vez? —Se contiene una carcajada por respeto, porque sabe que este tema es importante para mí. Si fuese otra persona, su reacción hubiera sido bien distinta—. Sé que estás conmigo y sé que voy por encima de todo, no sé para qué me servirá saber que sí lo habéis tenido, pero lo necesito. Por Dios, Friedrich, necesito saber qué hubo entre ella y tú. Quieres a todos tus amigos por igual, al menos les respetas y cuidas del mismo modo, pero con Enia simplemente sobrepasas límites que con Izima, Thomas u otros, no.

—¿Ponerle un apodo es sobrepasar límites? —Atrapada. Niega con la cabeza y se pone el dedo índice en la boca, como si estuviera mandándome callar—. A Izima también quise ponerle un apodo, pero para Nils era un límite que Izima compartía y yo era su amigo, así que lo respeté. Thomas es mi hermano, Hermann es mi amorcito y Hugo es un cabrón, no necesita otros apodos. ¿Cuál es el problema, Nela? Si para ti es una línea que no debo cruzar lo respeto, pero que sea para todos, no para una persona que sólo tiene buenas palabras hacia ti. Te lo dije una vez, si ella se pasa, soy el primero en cortar toda relación, si es por inseguridades tuyas, déjame ayudarte, trabajemos juntos en ello. Así que, te lo repito, preciosa, ¿cuál es el maldito problema?

No explotes, no explotes. ¡Ni se te ocurra explotar!

—¡Que ella es perfecta y tenéis algo especial! Y yo soy simplemente común, no destaco en nada. Soy irracional, he descubierto que soy celosa sin necesidad y si yo no hubiera aparecido en tu vida, ¿quién sabe lo que hubiera pasado entre vosotros dos?

—Absolutamente nada —Se escucha detrás de mí y ahora comprendo por qué me había pedido silencio, o más bien que bajase el volumen. Empiezo a sentir mis mejillas arder y comprendo que me estoy sonrojando de la vergüenza—. Nela, me honra que pienses así de mí, pero soy todo lo contrario a eso. Si te refieres al físico, le agradeceré a mi dermatólogo todas las cremas contra el acné y seguiré comprando el maquillaje hiper caro porque está funcionando a la perfección.

Joder, qué vergüenza.

—Oh —Sonríe y mira hacia mi novio mientras asiente—. Tenías razón, suena entre dulce y sexy cuando habla español.

—Ya verás cuando la escuches llamarme "invesil".

—¡Cállate! —Me cruzo de brazos porque me siento bastante avergonzada—. Lo siento, de verdad, Enia. Yo..., es que eres guapísima, os entendéis con sólo miraros, haríais una pareja perfecta y...

—Quítate de la cabeza esa mierda, preciosa, yo no estoy guapo al lado de ninguna mujer que no seas tú, joder.

—Narciso —Le llama ella—, te agradezco tu lealtad, pero deberías habérselo dicho. Si tú confías en ella, yo también lo hago. Si ves que tu relación sufre algún sobresalto por mi culpa, soluciónalo.

—No lo vi necesario —admite sin una pizca de vergüenza mientras se encoge de hombros—. No soy tan comunicativo.

Ambas ponemos los ojos en blanco.

—¿De qué está hablando?

—Cariño, soy lesbiana, yo al cabrón que tengo como mejor amigo no lo tocaría ni con un palo. No estoy interesada, nunca lo estuve y nunca lo estaré. Es guapísimo y sé que entrena como nadie para mantener su cuerpo ejercitado, él es consciente de que está buenísimo y estoy segura de que le encanta que se lo digan, no soy ciega, pero hay nula atracción de mi parte y sé que de la suya hay menos. Si alguna vez pude parecerle atractiva, ni lo sé ni me importa y se acabó el día que te conoció a ti.

Me siento horrible por el alivio que acabo de sentir dentro de mí y eso me hace sentir entre muy bien y muy mal.

—¿Por qué Sonja piensa que vosotros...?

—Sonja no sabe ni lo que quiere y parece que eso no ha cambiado —No me da tiempo a terminar de preguntar, suena incluso hastiada—. Sonja quiere todo y a la vez no quiere nada. Se ha quedado estancada en la niña de quince años que fue y no es valiente para sacar garras, pero se indigna cuando ve que las cosas han cambiado. —Por primera vez noto que Enia habla desde el rencor y me planteo si quizás me he pasado preguntando—. Siempre le voy a tener un cariño especial, siempre va a ser importante para mí. Pero debería darse cuenta de que ella tiene derecho a cambiar y que el resto también lo tenemos.

—¿Te puedo hacer una pregunta?

—Las que quieras.

—¿Me odias?

—¡Ay, por Dios! —Se muerde el labio inferior y mira hacia Friedrich—. En serio, cuídala y quédatela porque sino me la llevo conmigo.

Noto sus brazos rodeándome y atrayéndome hacia él. Me levanta del suelo y deja un beso en mi mejilla antes de decir con su grave voz en su suave acento de Frankfurt:

—Ella es mía, yo la vi primero —Me deja de nuevo tocando tierra y sin soltarme, añade—: Y antes de que hables de mi frase machista, déjame decirte dos cosas: primero, me come los cojones que te parezca un posesivo de mierda y segundo, que ya hemos establecido que nos pertenecemos el uno al otro, eres mi mejor amiga, aguanta con ello y vete, que quiero besar a mi futura esposa.

—Más te vale no invitarme a esa boda porque seré la que se oponga a que se case contigo, hombre de las cavernas.

Schatzilein, puerta.

Enia le saca el dedo del medio mientras niega con la cabeza y riéndose nos deja a solas. No pasan ni diez segundos antes de verme pegada a su armario y con su boca sobre la mía.

—¿Alguna objeción? —Se separa y gime cuando acaricio su torso desnudo—. ¿Alguna petición?

—Házmelo, Friedrich, hazme lo que no hemos terminado, me da igual que la gente esté en tu salón, sólo quiero tenerte dentro.

Y no se lo piensa dos veces. A él le gusta consentirme y a mí me encanta que lo haga.

¡Hola! ¿Qué os ha parecido?

¡No os olvidéis de votar y comentar si os ha gustado!

Bueno, pues un misterio resuelto, I guess. 

¿Creeis que han gestionado bien los celos por parte de Nela y Friedrich?, ¿cómo creeis que le sentará a Narciso saber que si no hubiera ocurrido la tragedia podría haber existido otro? JAJAJAJA

Y recordad que el 1 es el cumpleaños de Friedrich. ¡No os olvidéis de felicitarlo! (y si lo hacéis por redes, etiquetadme jeje. Soy eridemartin en todos lados)♥.

¡Os quiero! ¡Feliz 2023!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top