Achtundzwanzig: Escudo humano.
Capítulo dedicado a yamileSc395. ¡No me puedo creer que nunca te lo hubiera dedicado! Muchísimas gracias por leer esta historia y por permitir que los personajes tengan un hueco en ti. ¡Mil gracias por el apoyo!♥.
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Achtundzwanzig: Escudo humano.
27 de mayo, 2020.
Todo está demasiado tranquilo según mi percepción.
Miro a mi alrededor, intentando que Thomas, Caroline o alguno de los guardaespaldas presentes me den alguna pista ya sea directa o indirecta.
Y es en vano.
Sospecho que Carol sabe algo debido a la seriedad que presenta en su cabizbaja mirada. Sea lo que sea, ella conoce un mínimo de lo que ocurre y le da ventaja sobre nosotros.
—¿Y bien? —Mi hermano toma la iniciativa y no se queda callado cuando ve los rostros conocidos de Massimo, Izima, Hans y algunos-más-de-los-que-siempre-olvido-su-nombre en posición de trabajar y no de amistad.
Me alegra ver a Massimo porque desde luego el hecho de haber sido atacados juntos y que estuviera dispuesto a morir por mí ha creado un vínculo entre ambos por mucho que a Friedrich le moleste.
Quiero decir, es su trabajo, pero no todo el mundo tiene la valentía al final del día de ponerse como escudo humano.
Primero lo hizo con Caroline y luego conmigo. Le habían reventado el bazo y aun así no dudó en animarme y pedirme que me mantuviera viva, que siguiera con los ojos abiertos, que no me rindiera.
—Tenemos que hablar. —Jhon trata de ser prudente, como siempre.
No es una persona que se caracterice por expresarse con mucho tacto, pero lo sabe suplir con la cautela.
En lo personal, esa forma de comunicarse tan directa y moderada al mismo tiempo, me pone de los nervios.
Envidio su capacidad en la oratoria y eso no es contradictorio con lo demás. No me lo parece.
Pero cuando estás sentada sin una pizca de información y tu padre lo único que hace es fruncir el ceño y negar mientras busca cómo informar de la situación, pues deja de ser positivo y te entran ganas de pedirle que hable de una puñetera-porque-como-diga-una-palabrota-delante-de-él-me-va-a-tocar-la-típica-charla-de-lo-maleducada-y-malhablada-que-soy vez.
—Si nos vais a informar de que os vais de luna de miel, no tenéis que montar este show. —Thomas parece realmente molesto y puedo comprender la razón.
Está sudado, con ropa de deporte y seguramente haya abandonado su sesión de gimnasio como buen gym-bro (según indica en sus posts de Instagram) para venir corriendo a esta reunión improvisada.
Yo había sido más afortunada porque estaba haciendo fotografías al jardín desde distintos puntos de la casa para matar al aburrimiento.
Dependiendo de las noticias que Jhon nos diera, quizás sería buen momento para pedirle una tableta gráfica para editar y una cámara de fotos buena.
Incluso si aceptaba, podría insinuar jubilar mi Samsung y tratar de conseguir uno de la marca de Steve Jobs. ¡Por probar...!
—Escuchadme con atención porque esto es muy importante —Pide nuestro padre—. Se está difundiendo información nuestra tanto a la prensa como a otros medios.
—¿Y qué van a sacar? ¡Estamos limpios!
—Thomas... —interviene Carol mientras hace un leve movimiento de negación. Las alarmas de mi cabeza se disparan y por algún motivo siento muchísima adrenalina y miedo al mismo tiempo.
Busca en una de las carpetas y saca un par de folios con imágenes.
—Exceso de velocidad y posesión de armas.
—Esa posesión de armas es lícita y te recuerdo que en Alemania no tenemos límite de velocidad.
—Sabes perfectamente que sí las tenemos, Thomas. —Caroline no parece contenta con la insolencia que muestra su hijo—. La exención del límite de velocidad sólo está en las Autobahnen.
—Ya lo sé..., os recuerdo que tengo carné de conducir.
—¿Y por qué no lo demuestras? —Jhon parece realmente cabreado—. ¡¿Tengo que repetirte las normas de conducción del país o te ha quedado claro con la explicación de tu madre?!
Mi hermano aprieta la quijada, controlándose para no responder de mala gana mientras se cruza de brazos.
—¿Algo más?
—Posesión de armas, Thomas. Tienes licencia para portar una pistola, no armas de guerra y en la foto se te ve con un rifle.
—¡Es de Hugo! Sabes que yo utilizo las Glock 17, no rifles. Simplemente la estaba sosteniendo mientras el cabrón se ataba los cordones de las zapatillas.
—Explícaselo a la prensa, cariño —El tono suave de su madre consigue relajarle por un momento—. Porque las imágenes están ahí y eres tú quien la sostiene.
—¿De dónde han sacado esas imágenes?
Jhon no responde, sino que procede a poner en hilera varias fotografías en blanco y negro impresas en la mesa que está frente a nosotros.
Las primeras que veo son las de Hermann y es evidente que está trapicheando o comprando algo de marihuana. Él no es adicto a ella, pero de vez en cuando consume y esa compra ilegal le puede traer problemas para opositar de bombero.
La siguiente que veo es la de Erlin y no entiendo el contexto hasta que Jhon me lo explica: hace unos años tuvo un momento de rebeldía y acabó robando un bolso de Bimba y Lola. ¡Por Dios!
Otras capturas en las que se ven a los seguratas haciendo prácticas no muy éticas y que, si no explicas cuál es su trabajo sin poner en peligro su integridad y su anonimato, dan a entender que son unos matones o sicarios.
Y por último está Friedrich, curiosamente, de él no hay nada censurable en la actualidad, pero si hay imágenes de él en su adolescencia que prefiero no analizar al detalle por la agresividad que muestra.
Ese no es el Friedrich que conozco, ese es Narciso cuando trabajaba para Sanders y ver cómo están algunas de sus torturas documentadas, me revuelven el estómago.
—¿No hay imágenes de Hugo? —Thomas me da un codazo—. No estoy diciendo que quiera que le inculpen, me alegro de que esté limpio en ese aspecto, pero me resulta sospechoso que de él no haya imágenes.
—Sospechas bien.
A Sanders no le conviene enemistarse con la fuente de su seguridad, con la persona que le garantiza impunidad: Theodore Müller.
—Todos sabemos quién está a cargo de esto, ¿verdad? —El labio de Thomas empieza a temblar de la rabia y mira uno a uno a los presentes.
Nadie dice nada, pero en silencio todos tenemos el mismo nombre en la cabeza: Callum Sanders.
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29 de mayo, 2020.
Parecía mentira que hubiéramos estado un mes separados y ahora estuviéramos como si nada, como si el tiempo se hubiera congelado y abril-casi-mayo nunca hubiera existido para nosotros.
Si tuviera que dar declaración de los últimos treinta días de mi vida sólo me atrevería a catalogarlos como una mierda, pero no sabría decir qué hice o qué pasó más allá de estar llorando por las esquinas por un hombre.
Y visto así, suena ridículo porque, en la actualidad, se nos quiere empoderadas y sin sufrir por tíos. Que en parte estoy de acuerdo y la teoría me parece maravillosa, pero la realidad es bien distinta y cuando algo duele, evoca sentimientos.
—¿Estás nervioso? —Trato de hacerme la raya del ojo por cuarta vez y suelto un grito lleno de frustración al no conseguirlo.
El párpado izquierdo me ha quedado perfecto a la primera y el castigo divino era ser incapaz de hacérmelo bien en el derecho.
—No. —Se levanta mientras se ajusta el cinturón y lo miro acercarse a través del espejo—. ¿Qué te pasa y por qué pareces un pirata con parche?
—¡Qué gracioso eres! —ironizo ganándome una nalgada por su parte.
—A ver, dime —Se pone detrás de mí y aprovecha para abrazarme desde su posición.
No sé cómo se sentirá estar en otros brazos, pero desde luego que sintiéndome tan a gusto a su lado, no entra en mis planes descubrirlo.
—No puedo maquillarme bien.
Frunce el ceño y se da la vuelta para buscar algo.
—Siéntate. —ordena señalando mi cama.
—¿Qué vas a hacer? —Me atrevo a preguntar.
—Calla y cierra el ojo.
Noto cómo pone algo de cinta adhesiva con cuidado y me pide que le dé las pinturas. Está concentrado y aunque tiene que repetir la acción dos veces, lo consigue a la tercera.
—Pero... pero..., ¿desde cuándo sabes hacer esto? —pregunto anonadada y aunque no ha quedado perfecto ni mucho menos, es mejor de lo que yo he conseguido hasta ahora y no queda horrible.
—Lógica común, supongo.
Pongo los ojos en blanco y le abrazo por la cintura porque estoy muy agradecida.
—¿Le has comprado algo a Sonja? —Niega y se pone tenso—. No te preocupes, sólo era por saberlo.
Esta vez me dirijo yo al escritorio de mi habitación y le doy un regalo envuelto.
—¿Qué es esto?
—Un cuaderno para que haga sus bocetos y pinturas. Sé que la gente usa ahora pinceles electrónicos, pero tendría que haberle pedido dinero a Jhon y entonces él preguntaría y pues, ya sabes, me tocaría dar explicaciones y como quiero pedirle un par de caprichos, no quiero tentar a la suerte y...
—Entendido. —me corta y estoy totalmente agradecida porque me estaba quedando sin aire—. Le va a encantar —sonríe satisfecho—, gracias por pensar en ella.
—Es un regalo de los dos, Friedrich, no es sólo mío.
—Yo no he colaborado en esto, Nela.
—¿Y? Es de los dos y ya está.
—Preciosa...
—Si vas a quejarte, mantente callado porque no me interesa lo que tienes que decir.
—Sí, mi capitana. —Hace el gesto de enderezar la espalda y de saludar al frente como un verdadero soldado.
Me toma de las manos y con cuidado me tumba en la cama para subirse él encima y besarme como sólo él sabe hacerlo. Tal y como me encanta que lo haga.
Demostrando lo mucho que le gusto, lo desesperado que está por juntar nuestras bocas y como el experto que es.
Se hace a un lado y nos quedamos mirando al techo.
—¿Qué te pasa? —Es mi momento de preguntar.
—Nada... —Se queda callado por un momento y decido que no quiero presionarle, no en estos momentos. También hay que saber ceder—. En realidad, sí que me pasa algo.
Doy un pequeño respingo puesto que no me lo esperaba.
—No tienes por qué decirlo, no quiero que te sientas siempre obligado a hablar.
—Bueno, sí quieres, pero no te lo permites. —Esconde su cara en el hueco de mi cuello y su respiración me hace reír—. Han salido fotos mías, no quiero que me vea así.
Me quedo quieta incluso cuando la piel se me eriza al notar las caricias de sus dedos en el vientre.
Ojalá yo tampoco hubiera visto esas imágenes.
—¿Temes que las vea o que sepa lo que hay detrás de ellas?
—Pero qué bonita estás cuando eres tan intuitiva...
Sé que me estoy sonrojando, pero no me dejo achantar por la reacción tan hormonal que tiene mi cuerpo ante sus palabras.
—¿Qué puede descubrir?
—En una de ellas sale Jutta, nadie se daría cuenta porque Jutta solía pasar desapercibida, no eran tan despampanante como Sonja o con tanta presencia como yo. Y nadie se daría cuenta de su silueta, muchísimo menos cuando se me ve con una navaja amenazando a mi compañero.
—¿Qué te llevó a hacer eso? —Esta vez soy yo la que le acaricia para calmarle, para mostrarle que me tiene a su lado y que no está solo.
—Intentó follársela porque decía que era una esclava, que me dejara de tonterías de proteger a la mercancía. Supongo que él dio la voz de alarma para que Sanders se fijara en nosotros y nos viera como amantes y no como lo que éramos realmente: hermanos.
—¿Qué pasó después?
—Sanders la violó —Aprieta los ojos, no quiere llorar ante el recuerdo. Habla rápido, evitando conectar con el dolor, mencionando las palabras en alto, boca arriba, sin mirarme y con la vista fijada en el techo—. Y después me escapé con ella hasta que nos encontró.
—Friedrich, lo siento tanto, yo...
—A veces tengo la teoría de que nunca estuvimos a salvo, de que Sanders siempre supo dónde estábamos y que jugó con nosotros para hacernos creer que éramos libres, hasta que se aburrió. Es una forma más de torturarnos.
—No dejaremos que Sonja se entere, ¿vale?
—No quiero ocultárselo, pero no puedo decírselo. Sé que merece saber la realidad y que le mata sentirse excluida.
—Friedrich, entiendo tu punto y lo comparto: saber la verdad no le aportaría nada, al contrario, le haría un daño colateral y le hará sentir culpable. Estoy a favor de ir con la verdad por delante, siempre...
—Tú y tu moralismo... —sonríe y le doy un beso en la mejilla.
—Pero digamos que entiendo que esta es una excepción.
—También estoy nervioso por otra cosa.
—¿Qué ocurre?
—Enia.
Mi corazón se acelera y me obligo a mí misma a no ponerme en el peor lugar posible. Creo que lo nota por la tensión que irradio y se explica rápidamente.
—Ellas dos eran mejores amigas, preciosa. Y ahora Enia y yo somos mejores amigos.
—¿Y eso qué significa?
—¿Acaso no le he quitado suficiente ya a Sonja? Jutta y yo hicimos el dúo Vögel, como si nos hubiéramos olvidado de la hermana del medio. Y el que ha mantenido contacto con la que fue su mejor amiga en el orfanato, soy yo.
Friedrich temía que Sonja pensara que había absorbido lo mejor de su vida, como si hubiera hecho desaparecer a la mediana de los Vögel cuando la realidad era bien distinta.
No obstante, entendía ese pánico por una razón muy simple: todo apuntaba a que esa era la meta de Narciso y cualquiera podría malinterpretarlo.
Sonja era una bomba de relojería y estallaba cada poco tiempo y sin prevenir.
Por el bien de todos, había que rezar para que hoy no fuera uno de esos días.
—Ese pensamiento es injusto. Tú no le quitaste nada y ella no se fue por voluntad propia. Va a ser complicado porque los dos tenéis un temperamento terrible —Trata de ocultar una sonrisa y lo consigue a medias—. Pero vamos a hacerlo lo mejor posible, intenta no tener tanta complicidad con la que es vuestra mejor amiga para que no se sienta atacada, no sé, id poco a poco. Ellas eran muy amigas, seguro que queda algo.
—No lo sé, Nela, no lo sé —Se despeina los rizos y estoy tentada a acompañarle en ese gesto—. No es lo mismo vivir de recuerdos que del presente. Forzar una amistad por lo que fueron, no es la mayor astucia del mundo porque entonces no les quedará nada, ni si quiera un buen recuerdo.
—Tú no tienes miedo de que se lleven mal, tu temor es por decepcionarla y Enia está asustada de no congeniar con la que fue su mejor amiga.
—Piénsalo, ¿crees que sería lo mismo si vieras a tus amigos después de tanto tiempo? Y solo ha pasado un año.
Casi un año. Faltan 26 días exactos para que se cumpla el primer aniversario del asesinato de mi madre. El primer aniversario de todos los que vendrán.
—Yo no soy la misma que hace un año, ni siquiera soy la misma que hace seis meses, Friedrich.
—¿Y cómo eras hace un año?
—Extrovertida, no tenía miedo y era bastante confiada. Siempre he sido un poco insegura, pero jamás tuve el miedo de hablar en público ni me ponía a temblar cuando llamaba la atención de alguien —confieso y niego, no quiero centrarme en mí, quiero que se siga sintiendo cómodo—. Claro que entiendo a lo que te refieres, pero tú no eres culpable de que ellas dos dejaran de tener contacto.
—Pero soy culpable de haber entablado amistad con ella y todo porque me sentía culpable de no haberme despedido de Sonja, joder, me acerqué por interés a Enia y acabó convirtiéndose en una de las personas más importantes de mi vida, en mi mejor amiga.
—Para —Planto mis manos en su pecho y le freno un poco—. Tú no sientes nunca remordimientos, el hecho de que te preocupe cómo puede sentirse Sonja con esto, implica que no eres tan malo como crees. Relájate, Friedrich, porque no has hecho nada malo.
—Sabes que no voy a relajarme.
—Pero tengo que sacarte del bucle en el que estás entrando. —Nos sonreímos al mismo tiempo y él aprovecha para auparme y sentarme en el escritorio. No me quejo, sé que su espalda lo agradecerá.
—Я схожу по тебе с ума.
«Me vuelves loco».
—¿Qué?
—Ты выйдешь за меня?
«¿Te casarás conmigo?»
—Estoy segura de que no has dicho lo mismo que la primera vez.
—Tienes razón —Baja la cabeza para darme un beso y cuando le hago la cobra reniega, manteniéndome en el sitio y presionando su boca contra la mía—. No me niegues lo que es para mí.
—Qué forma tan bonita de reclamarme como a un objeto —Pongo los ojos en blanco y empiezo a reírme cuando me hace cosquillas en forma de castigo—. ¿Qué me has dicho? —Paso las manos por su cuello.
—Que aprendas ruso al igual que yo me busco las formas para saber el significado de tus insultos en español.
—Friedrich —Paso la lengua por los labios y soy consciente de cómo sus ojos persiguen con atención el movimiento—. ¿Me has insultado?
—¿Yo? —Se señala a sí mismo mientras separa mis piernas y se coloca entre ellas. Sólo nos separa la ropa y a mí me parece demasiado. Todo lo que no sea estar piel con piel a su lado, me parece una falta de respeto y punto—. ¡No se me ocurriría!
—Lo acabas de insinuar... —murmuro con diversión mientras juego con los pliegues de su camisa.
—Nunca pondría una mala palabra hacia ti en mi boca, Nela —Su mirada es firme y la oscuridad de sus claros ojos azules me hacen sentir un poco más pequeña—. Y cuando digo nunca, es nunca.
Trago y siento que la conversación va a cambiar de tono. No es que sea malo, al contrario, pero me asusta alejarme de la burbuja que él y yo creamos cuando estamos juntos y nos toca enfrentarnos a la realidad.
—¿Me estás advirtiendo de algo? —Frunzo el ceño cuando asiente.
—Qué inteligencia tan bonita tienes... —Su pulgar delinea mis labios y su suspiro me pone en alerta—. Si llegado el momento y... —Niega y sus dientes acarician mi mentón como forma de distraerse. Me estremezco al sentir el contacto de su lengua en un punto de la piel tan sensible y tengo que mantenerme firme para no caer una vez más en la tentación.
—Si llegado el momento, ¿qué pasaría? —Le animo a continuar cuando me sujeta la cara con ambas manos.
—Que si llegado el momento y de mi boca solo sale desprecio hacia ti: no me creas, no soy yo quien lo hace.
—Friedrich...
—Preciosa —Me detiene antes de que pueda replicar—. Esto no es un juego y no podemos esperar nada bueno de Sanders, no tengo tantos contactos ni tampoco la mitad de su poder: tengo veinte años y demasiados errores a mis espaldas. Protegerte siempre será un acierto y mi prioridad, pero tenlo claro, Nela, si tengo que rebajarte para asegurarme de que estarás bien, no te lo creas, por mucha convicción que haya en mis palabras y por mucho que te mire a los ojos cuando las pronuncie.
—Eso es injusto, eso es...
—Te estoy pidiendo demasiado cuando no sé si llegaremos a esa situación, pero tú querías respuestas y yo te estoy siendo sincero.
—Puedes ser muy persuasivo, puedes conseguir lo que te propongas con ese don que tienes a la hora de hablar y puedes ser tremendamente cruel. No me pidas que llegado el momento tenga que escucharte decir un discurso horrible hacia mi persona y que no me afecte, no es justo.
—Yo nunca lo he sido, pero tienes que confiar en mí, Nela, tú eres la inteligente de los dos.
¡Hola!, ¿qué tal?
¡No os olvidéis de votar y comentar si os ha gustado!
Si veis algún error, no dudéis en señalarlo porque a veces se me pasan🖤.
¿Podemos hablar de Narciso pidiéndole a Nela que se case con él hasta en ruso?😂 ¿Vosotras le diriáis que sí o que no? JSJSJS
➡️¡Levante la mano quien más echaba de menos los momentos de ellos dos!
¿Cómo creéis que responderá Jhon, Friedrich y compañía ante las filtraciones? ¿Os esperabais que Erlin hubiera robado un bolso?, ¿y la confesión de Friedrich acerca del fotograma en el que aparece Jutta y su temor a que Sonja lo vea?🥺
➡️Well, sólo para crearos un poco de histeria compartida quiero deciros que estamos entrando en la recta final de esta historia... Aún quedan muchos #JuevesDeNarciso pero dudo que más de 10-12...
¡Os quiero!
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