La última vez

Escapar. Huir. Abandonarlo todo.

Inko Midoriya nunca lo había considerado. Que ella pudiera irse. Que pudiera sobrevivir sin un alfa a su lado. 

Y tal vez no podía.

Tal vez la marca de enlace era aún más terrible de lo que pensaba.

Pero por primera vez, sintió que quería intentarlo. 

Tomó una mochila vieja y a toda prisa la abrió. Pero incluso con toda esa prisa y euforia, no pudo olvidar ser sigilosa, porque ya se había convertido en un hábito. Cualquier cosa por no fastidiar al alfa.

Busca, lanza, busca, lanza. Lanza y guarda. Bollos de ropa arrugados en la mochila. Sería una salida poco planificada.

La omega se da la vuelta.

Se dirige a la salida.

Pero nadie salió de esa casa.

¿Qué pasó?

Ah, la casa maldita.

Incluso sabiendo que la investigación seguía activa, la semana había sido pacífica. Izuku supuso que Todoroki había tenido algo que ver.

Esa era una de las cosas por las que le agradecía, porque aunque el peso en su estómago se hacía presente cuando la imagen del detective Tanaka venía a su mente, el hecho de que no merodeara cerca de ellos era suficiente para poder ignorarlo y no pensar en eso. En el detective.

Desde que Todoroki insinuó que se haría cargo, había cumplido diligentemente, pero su compañía se había reducido con cada día que pasaba, no de manera literal, era sólo que parecía no estar consciente. Como si su mente divagara en algún lugar lejano.

Izuku lo entendió. Y decidió mantenerse al margen.

El día anterior a ese, Todoroki le había dicho que no iría durante las primeras horas a tomar clase. Y aunque Midoriya estaba un poco ansioso al respecto, no sintió tener el derecho a reclamar.

Calló y aceptó.

Pensar, por otro lado, que un suceso como el de la investigación podía pasar desapercibido por algún alumno de esa universidad, era tonto. Pero mientras estaba con Todoroki, era fácil pretender, como él, que los susurros no llegaban a sus oídos.

Ese día en cambio, siendo que Izuku estaba solo, le costó más ignorar todo. Y casi se decantaba por abandonar las clases, sino fuera por la validez de la asistencia dentro del promedio final. Y lo mucho que los docentes se esforzaban por perjudicarlo. Para tener lejos las cosas que se supone no deben permitir.

Al momento del almuerzo, supo que Todoroki aún no había vuelto. Así que tomó su bandeja y se dirigió a los baños. 

Antes de empujar la puerta, inspiró profundamente.

Estaba seguro de que antes no le importaba demasiado el hecho de tener que comer allí. O incluso si lo hacía, era fácil para él pasar por alto ese sentimiento de incomodidad.

Ese día no lo fue.

Entró de manera pesada. Como si sus pies fueran movidos por el odio lento. Por ese odio lleno de impotencia. Como intentando buscar una solución. 

No había.

Se tomó su tiempo eligiendo un cubículo, cosa que nunca antes había hecho, y finalmente se encerró en el más limpio. 

Ignoró las pintas en las paredes y la suciedad del tacho. 

Intentó ignorar los olores esparciendo el suyo. 

Entonces tomó su comida, a punto de darle un primer bocado. Y no pudo.

Un líquido de un olor y textura asquerosos se derramó sobre él. 

Más bien fue echado.

Izuku se congeló. Era la  primera vez que eso le pasaba. Lo de ser acosado en el baño de omegas. Por omegas. 

Siempre había pensado que la manera en que lo ignoraban era dolorosa. Pero no se podía comparar a la manera en que externalizaban su odio y desprecio.

Sintió unos toques en la puerta de su cubículo.

- Cerdito ¿no?- unas risitas se escucharon de fondo. Habían más de tres personas- Realmente no quería hacer esto ¿Sabes? Pero involucraste a Todoroki-kun en algo serio. Y sin importar que sea hijo de un zaibatsu eso afectaría su futuro. 

Claro, excepto que los zaibatsu habían sido disueltos antes de 1945.

- Y, si las conversaciones entre nuestros padres terminan bien, afectarías también al mío- terminó el omega.

La voz empalagosamente dulce y el tono falso le dieron una pista a Izuku. Era Hikaru.

- Espero no llores mucho después de esto- continuó, como si de verdad lo sintiera- Y también espero que no se lo digas a Todoroki. Podría afectarnos en el futuro. Yo sé que ustedes estuvieron pasando tiempo juntos, pero mirándote a ti no puedo ni alarmarme. Aunque tu olor es bueno, la única manera en que Todoroki se interesara en ti sería si estuviera ciego. Lo entiendes ¿no?

Lo entiendo. 

- Seguro que después me lo agradeces, cerdito. Es importante reconocer tu lugar en el mundo. - Dijo Hikaru mientras sus pasos se alejaban- Y eso es muy, muy, muy lejos de Shoto.

Y salió.

Izuku se quedó sentado. Mientras el líquido aún caía por su cabello. 

Le habría sido fácil pasar por alto todo si las palabras fueran más inmaduras o menos ciertas. 

Tal vez si Hikaru le dijera que simplemente estaba celoso, entonces Izuku habría salido, habría intentado limpiarse y le hubiera contado todo a Shoto. Tal vez se habría reído junto con él.

Pero Hikaru simplemente le había dejado en claro que era menos molestoso que un poco de polvo en su zapato. Que era insignificante.

Entre los pensamientos de Izuku acerca de qué pasaría si un día Todoroki desapareciera, habían escenarios desagradables. Y este en específico le recordó por qué, desde el inicio siempre había parecido una mala idea el ser defendido.

¿Sentimientos? ¿Ilusiones?

Izuku salió del cubículo y del baño, dirigiéndose a cualquier lugar en que se sintiera menos asfixiado.

Lo único que sentía en ese instante era vergüenza por haber creído por un momento que las cosas podían ir bien para él.

- ¿Midoriya?- unos pasos acercándose lo detuvieron. No podía reconocer el olor porque estaba rodeado de ese liquido desagradable, pero el tono le hizo saber que era Todoroki- ¿Qué pasó? ¿Fue Touma?

- No es eso- buscó una salida, algún lugar por dónde escapar- Yo sólo...

Izuku caminó rápido. Dejando atrás a Todoroki, quien hizo exactamente lo contrario.

Lo siguió, quitándose el abrigo que llevaba encima.

-Vamos a otro lugar. Tienes que limpiarte esto -dijo el alfa, mientras ponía sobre él, una prenda que costaba más de lo que Izuku podía imaginar.

Lo vió temblando. Intentando esconder la vergüenza que siempre sentía al ser protegido. Como sintiendo que no lo merecía.

Decidió que descubriría a quien le hizo esto. Y que le haría pagar.

Porque esa era su parte del trato.

- ¿Qué dices?- Izuku cuestionó, incrédulo.

Una semana había pasado desde el suceso del baño. Poco más de 10 días desde que la investigación inició. Y algunos meses desde que conocía a Shoto.

No era un tiempo considerable, pero para Izuku, que usualmente no interactuaba con la gente por tanto tiempo. Era tiempo suficiente para sentir que conocía a Shoto.

O al menos conocía sus manos.

La manera en que los dedos se torcían cuando estaba enojado y abría y cerraba las palmas, como saboreando un golpe. 

Cómo se rascaba los nudillos relajados cuando estaba pensando.

O las veces que estaba nervioso y frotaba sus dedos índice y medio contra el pulgar. Como si se deshiciera del polvo imaginario.

En ese instante, Shoto estaba haciendo el último gesto. Frotando sus dedos contra el pulgar.

Izuku levantó la mirada. Sin abandonar la estupefacción.

- Todoroki ¿Qué acabas de decir?- Hacía mucho no tartamudeaba cuando respondía con ímpetu al alfa. 

Pero le sorprendió que esa vez, incluso viéndolo a los ojos, no se inmutó ni un poco.

Izuku se permitió detallar el rostro de Todoroki, e incluso su cuello.

La manzana de Adán, que siempre había sido notoria -y con siempre se refiere a que estaba allí la primera vez que lo vio- subió nerviosamente y luego regreso a su lugar.

- Me transferirán-  Shoto rehuyó su mirada. Tal vez para que nadie notara que había en ellos un brillo de culpa- Mi padre lo arregló todo. Arregló el asunto de la investigación, pero yo debo irme. 

Se sintió extraño. Como si el oxígeno se alejara de su cuerpo. Como si el aire cercano a él fuera imposible de respirar.

Y en su mente, se sintió como si estuviera en un laberinto y hubiera eligió un camino para seguirlo, sabiendo que era el correcto. Sin mirar atrás ni memorizar el camino. Hasta que se topó con una pared, y luego tres más. Hasta que estuvo encerrado.

Se sintió exactamente así.

Izuku avanzó unos pasos. Hasta quedar frente a Todoroki, que tenía la cabeza inclinada.

Lo miró a los ojos.

 -¿De vedad te irás?- Sus ojos escocían. La clase de escozor que sentía cuando su padre decía cosas desagradables, o cuando lo golpeaba con sus manos violentas.

La clase de escozor que precedía al llanto.

Y gracias a las lágrimas acumuladas, Izuku fue incapaz de distinguir algo en el rostro de Todoroki. 

- ¿Cuándo te vas?-cuestionó una vez más. Con una voz aguda que más bien le pareció débil y tonta.

- Mañana ya no estaré aquí- Los ojos de Izuku, que se paseaban al rededor, buscando sentido en alguna otra parte. Se detuvieron una vez mas en los ojos de Shoto. Sus lágrimas cayeron y su vista se aclaró.

Esa era la segunda vez que lo miró a los ojos.

La última.


HOLAHOLAHOLA

¿Qué tal? ¿Qué hubo? ¿Qué hacen?

Les cuento que estamos cerquita de terminar esta especie de introducción y entrar a la parte de la historia que se centra en el "presente".

¿Pasarán más cosas? SI! ¿Cosas buenas? ...

En fin. Esta es la primera actualización de Narcisista en Marzo ¿No?

Gracias por leer, votar y comentar. Les tkm.

Epa ¿qué creen que pasó en la casa de los Midoriya? ¿Por qué nadie salió? ¿Debemos golpear a Hikaru? ¿Shoto descubrió que Hikaru era el perpetrador? ¿Qué pasará una vez que Shoto sea transferido? ¿Por qué transfirieron a Shoto? 

Todo eso y más en el siguiente capítulo JAJAJJAJSIJSWJJAJ.

Por cierto, un Zaibatsu era la manera de llamar a los conglomerados japoneses antes de la segunda guerra mundial.

Ahora sí, adiós. Cuídense un montón.

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