Ése alfa
Un Omega mira a por la ventana,
Ansía encontrar el amor,
Pero olvidó el cuerpo que le ha tocado,
Y olvidó que para ser amado,
Debes tener gran esplendor.
Se aguantó las arcadas mientras sentía a la gente entrar y salir de los cubículos a sus costados cuando él intentaba darle una mordida a su hamburguesa.
Se sentía miserable por tener que comer en ése lugar para que la gente no se acercara a escupir su comida o humillarlo.
Sintió un olor dulce y supo que se trataba de Alba, una Omega demasiado hermosa que traía a alfas y betas tras ella. Tenía una figura perfecta y una sonrisa encantadora, lo que le daba confianza para soltar sus feromonas libremente sabiendo que nadie se atrevería a lastimarle.
Se sintió dichoso de que escogiera el cubículo de su costado, aún cuando no era consciente de ése hecho.
Hasta que escuchó el sonido.
Eran arcadas.
Pensó que tal vez algo le había hecho daño y necesitaba ayuda.
Escuchó cómo tosía después de eso, le escuchó tomar aire de manera pausada y luego hubo silencio.
Silencio llenado pronto con más arcadas.
Izuku quiso taparse los oídos para poder comer su almuerzo aún si no lo disfrutaba.
- Maldita sea, debo hacerlo rápido - escuchó decir entre jadeos con su voz dulce distorsionada por la desesperación- si lo digiero, engordaré.
Le escuchó sollozar mientras se provocaba arcadas y finalmente lograba su cometido.
Sintió náuseas mientras escuchaba la palanca ser jalada, y esas náuseas no desaparecieron incluso después de que el olor de Alba se hubiera desvanecido de todo el baño.
Izuku se quedó sentado sobre el inodoro.
La bandeja sobre sus piernas pesaba demasiado ahora.
¿Llega la gente hasta ése extremo para verse bella?
Se cuestionaba todo lo que pasaba por su mente con incredulidad.
También lo haría si me sirviera de algo.
Vió la ropa ancha que le tapaba el estómago y las piernas.
Sólo vomitar no podría hacerme lucir bien cuando soy tan repugnante.
Con el asco primando en su cuerpo y las lágrimas cayendo por su rostro, mordió su hamburguesa.
Asco.
Soy asqueroso.
Terriblemente asqueroso.
Empujó todo el almuerzo por su boca para luego pararse y dirigirse a clases, consciente de que desprendía un olor desagradable por haber pasado tanto tiempo en ése cubículo lleno de olores igual de desagradables.
Tocó la puerta mientras maldecía en su mente por llegar tarde.
Siempre intentaba llegar media hora antes a cualquier lugar, de ésa manera podía acomodarse e un lugar invisible con el anhelo de desaparecer también, porque era consciente de que si llegaba tarde todos le verían entrar.
- Ah, lo siento... Perdí la noción del tiempo, yo... - empezó a tartamudear cuando sintió la puerta abrirse.
El docente, que era un alfa, se tapó la nariz sin un ápice de disimulo mientras le miraba con asco.
- Sólo entra de una vez, no me interesa- su voz tosca y el tono amenazador provocó que Izuku quisiera hundirse en su propia piel y ya no sentirse nunca más.
Quiso tan sólo desaparecer.
Buscó un pupitre vacío, que encontró casi al final del Salón.
Pasó caminando de costado, cual cangrejo, para no chocar con las mesas, mientras estiraba su sudadera manchada, intentando cubrirse todo el cuerpo o intentando arrancarla.
Llegó al asiento vacío y se acomodó en él. Apoyó su quijada en su brazo mientras escuchaba al profesor dar su clase.
Cuando un papel arrugado chocó con su cabeza, aterrizando en su mesa, Izuku miró a los costados, pero todos parecían concentrados en la clase.
Pensó que no era para él hasta que escuchó unas risitas maliciosas.
Estiró el papel cuidadosamente para leer lo que había escrito.
¿Llegaste tarde porque estabas asaltando las sobras, cerdito?
Ah, claro.
Después de tres meses de vacaciones encerrado en su habitación, ocultándose del mundo, casi se le olvidaba su apodo.
Cerdito.
Empuñó el papel mientras intentaba controlar sus emociones.
No servía de nada responder.
Eran grupos grandes de gente acostumbrada a acosar a otros.
Y él era un omega demasiado débil como para defenderse.
Las personas al rededor no harían nada para defenderle.
Caminarían por su lado y pasarían de largo sin siquiera dirigirle una mirada.
Se reirían de las bromas que dijera él resto sobre él.
Lo señalarían con el dedo mientras sus maliciosas miradas le perforaban el cuerpo.
Arrugó el papel y ocultó su rostro entre sus brazos apoyados en el pupitre.
Sólo quiero dormir por siempre.
...
- Que asco hermano ¿está muerto?
- JAJAJAJA Seguro se ahogó en medio de toda esa grasa.
- Despiértalo, no queremos que apeste el Salón con su olor a baño público.
- Agh, no quiero ni tocarlo, ¿tienen algún palo cerca?, siento que si lo toco terminaré sucio.
Cerró sus ojos con fuerza mientras escuchaba esas voces al rededor.
Se sentía humillado.
No sabía qué hacer.
No importaba que hubiera pasado por éso toda su vida, aún no sabía cual era la mejor respuesta.
Si levantaba su cabeza ahora, se burlarían de él y tal vez empezarían a golpearlo.
Si seguía fingiendo estar dormido, entonces lo golpearían para despertarlo y tal vez no pararían incluso después de eso.
Había una tercera opción pero era la menos probable. Nunca antes nadie había siquiera...
- ¿Qué hacen aquí? - una voz grave llegó a sus oídos.
- Ah, no es nada, sólo no sabemos cómo despertar a éste cerdito.
- ¿Cerdito? ¿A quién llaman así?
- Vamos hombre, no es posible que no lo sepas. Todo el campus está enterado de la masa grasienta que se arrastra por los pasillos siempre.
Escondió aún más su cabeza.
Si había alguien que aún no lo conocía por ése apodo, entonces deseaba que se quedara de ésa manera.
- Yo no hablo con gente como ustedes- escuchó decir a la persona - son una pérdida de tiempo.
No supo por qué, pero algo en esa indiferencia le resultaba atrayente. Incluso cuando se sentía temeroso y desconfiado por ser defendido por primera vez.
- ¿Cómo dices bastardo? - sintió en el aire las patéticas feromonas de uno de los alfas que se burlaba de él antes.
Como si intentaran intimidar a alguien.
- Digo- la voz habló al tiempo que un olor agobiante y fuerte se adueñaba del ambiente - que son una pérdida de tiempo.
Incluso un Omega como él sabía que esas feromonas eran de un alfa dominante.
Sabía que ésas feromonas estaban pensadas para ser intimidantes y pesadas, pero por algún motivo lograban en él el efecto contrario.
Lo calmaban.
- Tsk, maldito bastardo atorrante- escuchó decir al alfa patético- vámonos chicos, aquí no saben divertirse.
Escuchó los pasos alejarse, pero el olor no se desvanecía.
- Oye, ya deja de fingir, ya se fueron.
Se encogió en su sitio sin saber qué hacer a continuación.
¿Debería agradecerle?
¿Huir para que no le viera el rostro avergonzado?
Levantó un poco su cabeza para encontrar al alfa que le había ayudado.
Si su olor era atrayente, su apariencia era definitivamente lo que sigue de etérea.
Tenía el cabello de dos colores, dividido exactamente por la mitad y sus ojos eran también de distintos colores. Su espalda era ancha, aunque no tanto como la de los alfa promedio y era bastante alto.
Sintió a su Omega ronronear complacido pero lo calló porque él no tenía derecho a pensar así de nadie.
- Gracias- bajó la mirada mientras salía del salón, intentando por todos los medios evitar cualquier roce con el alfa.
Ésa había sido la primera vez que vió a Todoroki.
También la penúltima que se permitió verle a los ojos.
A fin de cuentas, él era tan asqueroso que quedarse al lado de Todoroki sólo le hacía daño, porque le recordaba que omegas como él no podían compartir el mismo aire que alfas como Todoroki.
Era insultante para ellos, era inalcanzable para Izuku.
Holaaa
Éste capítulo estaba listo desde mucho antes, pero primero quería tener el separador listo.
No es una maravilla pero creo que basta JAJAJAJ.
Uh... Nos vemos el siguiente martes! No sé si aquí o en otra novela. Ustedes deciden!
Gracias por leer y votar, les tkm.
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