Voz#★★★★

Ambos estaban en la cama junto a el niño que solo balbuceaba en un intento de repetir lo que su padre le decía. Le pedía nombres, "papá" y por molestar, "mamá", el cuidador se sentía maravillado de ver como se esforzaba en poder complacer al mayor, le sonreía ampliamente cuando sus ojitos caían en él buscando aceptación. Una dulzura que andaba y comía. La delicada criatura subió a voluntad en las piernas del cuidador y éste peinó un poco sus pequeños cabellos, el adulto más grande revisó en sus memorias al ver a su pareja haciendo aquel delicado acto. Se sonrió al recordar cómo hacia eso mismo y... Le cantaba un poco de forma enamorada. De un segundo a otro, no pudo evitarlo.

— Canta.

— ¿Qué?.— el cuidador dibujó una sonrisa confundido.

— Canta. Me gusta cuando lo haces.

— Oh, por favor. Tengo una voz horrible. — se negó el adulto más pequeño tomando a su niño entre los brazos, incluso se dirigió a él. — ¿verdad, tesoro?.

— Dile que no. — ordenó el mayor a lo que su bebé obedeció de forma adorable. — Dí: "Mamá no canta feo".

— Ya basta. — pidió el cuidador.

No funcionó pues seguía la insistencia. El niño solo hacia caso a su padre, el cuidador se negaba aún incluso cuando el bebé comenzó a babearlo y a llamar su atención. Su pareja aún le miraba paciente de escucharle, con una mirada brillante de amor, no se pudo negar más y cedió ante su público.

Les cantó. Cómo lo deseaban, le cantó una canción de cuna al niño que fue cayendo dormido en sus brazos lentamente, el cuidador siguió incluso cuando ya había visto que sus ojitos ya estaban cerrados. Intentó ponerse de pie pero su pareja se recostó de sus piernas con un rostro adormilado. La canción no solo funcionaba con el niño, también con los adultos, pensó el cuidador.