Maratón ≈ Especial 1K leídos «3/4» {Atención#★★★}

Atención#★★★

Trabajo.

Era justo lo que ambos adultos pensaban: Trabajo. Mientras caminaban de un lado a otro y se intercambiaban papeles e información. Mientras su pequeño los miraba desde su silla, ir de un lado a otro. No hizo movimiento alguno, los llamó en un par de balbuceos pero solo consiguía que se acercaran por pocos segundos a intentar calmarlo con un juguete o a penas levantarlo entre sus brazos por pocos segundos; comenzaron a recibir llamadas lo que fue el equivalente a perder completamente la atención de ambos adultos, era un caso perdido entre papeles, breves conversas de ambos y el irritante teléfono sonando sin contemplación, su pequeña cabecita no dió más. Reventó en un llanto doloroso, a lo que el cuidador reaccionó en cuestión de segundos colgando el teléfono que había tomado y llendo con mucha rapidez hasta la silla; lo tomó de brazos mientras trataba de calmarlo con su voz, su pareja también había dejado los papeles de lado para acercarse al adulto más pequeño y revisar con cuidado si el bebé no tenía algún problema, la temperatura estaba bien y no parecía haberse lastimado, su llanto continuaba y el cuidador se empezaba a preocupar.

- ¿Estará enfermo?. - soltó sin pensarlo, mientras lo acomodaba en sus brazos de frente a su pareja.

- No lo creo, se ve bien. - le respondió con naturalidad dándole una última chequeada a sus síntomas. El bebé siguió llorando hasta que sus ojitos cayeron sobre la silueta del adulto frente a él.

- Creo que quiere estar contigo.

El niño cambió de brazos a regañadientes del adulto, y aún así, su llanto fue consistente. El cuidador trató de calmarlo con palabras y caricias pequeñas pero no funcionaba, su pareja se dirigió a la puerta con la criaturita en brazos sin decir nada más que siguiera trabajando. El adulto solo pudo tomar unos papeles con las manos temblorosas por su cachorro, de repente, el llanto fue sustituído por el claxon del auto; los papeles quedaron esparcidos por todo el suelo pero nadie se digno a moverlos, el cuidador corrió afuera para ver como su pareja dejaba con total tranquilidad atormentar a todo el vecindario para oir a su bebé reir. Le plantó un beso en la cabecita al pequeño y uno en los labios a su pareja, lo habían conseguido. Había calma y su niño tenía la atención que quería.

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