Comida #10

Había mucho movimiento en la cocina, cosas por aquí, cosas por acá. Aunque el bebé solo miraba encajonado en su silla alta con una mano en la boca, había un olor familiar en el aire... Canela. El sonido de vidrios chocar con la rapidez de los movimientos del mayor mientras operaba se parecían mucho a la de campanitas, los murmurros nerviosos y rápidos le recordaban a los pequeños susurros apresurados que solía hacer su padre cuando perdía un montón de hojas con palabras. El olor a leche le recordaba a las noches de lluvia donde la tomaba de forma cálida para amansar el hambre. La movilidad se detuvó en seco al momento que su cuidador soltó un suspiro y giró sobre sus talones acercando un plato de avena hacia la silla alta del bebé. Se sentó a un costado, dejó el plato en la bandeja y tomó la cucharita para comenzar a alimentar a la criaturita. El bebé miró curioso la avena, sobretodo ese humito casi trasparente que salía del plato que chocaba contra su rostro. Una voz alegre lo llamó haciendo que su rostro girara y quedara a centímetros de la cuchara llena de aquel líquido caliente, lo miró un segundo y luego se inclinó con la boca abierta para dejar pasar el alimento. El primer bocado fue saboreado a fondo y tragado con lentitud, el bebé hizo una mueca al sentir la cálidez en su boca sacándole risitas al mayor al ver como reaccionaba casi chillando. Acostumbrarlo no era fácil pero una vez se adaptaba, no paraba hasta dejar un plato reluciente de limpio.