Prólogo

Un grupo de jóvenes corría por un bosque, sus jadeos los aturdían lentamente. Llegaron a un claro donde fueron interceptados por dos ejércitos, de dos razas distintas, los 8 se miraban de reojo, mientras dos amantes se tomaban de las manos con fuerza, sin saber que podría ocurrir ahora.

―Es mejor que dejes de huir dulzura, tus amigos la pagaran por tus asquerosos crímenes. ―Un hombre alado se acercaba lentamente al grupo de 8 personas, una joven de cabellera rojo fuego se puso frente a sus amigos, mirándolo fijamente.

―Con gusto, pero nadie puede explicarme cual ha sido mi crimen.

―Has traicionado a la Deidad Suprema, ¿Necesitas una razón más?

―Es obvio que necesito más razones, porque yo no la he traicionado, Ludociel.

En ese momento, el arcángel se lanzo contra ella. Por obvias razones, el grupo de 8 se alisto y comenzó la batalla. Todo iba de maravilla, lograban hacerles frente sin mucho esfuerzo y manteniéndose unidos. Cuando menos se lo esperaban una fuerte explosión ocurrió al lado del grupo. Los hijos del Rey demonio venían apareciendo.

― ¿Qué está pasando?

―Por ordenes del Rey demonio y la Deidad suprema, los condenamos al encierro

― ¡Ludociel, detente!

―Ustedes no se metan, la perra debe pagar

Los gritos de Ludociel hacia Mael, le dieron tiempo al grupo de escapar. Los 4 arcángeles y los hijos del rey demonio no tardaron en seguirlos. No iban a escapárseles de nuevo.

―Búsquenlos, no deben estar tan lejos.

Mientras seis de los ocho integrantes del grupo seguían corriendo, dos de ellos tomaron otro rumbo, apretando sus manos con firmeza, no se alejarían de este cruel destino, ellos pagarían para que sus amigos pudieran escapar. Sé detuvieron un momento, detrás de los arboles para recuperar el aliento. Se miraron a los ojos y se abrazaron, ya no tenían escapatoria, ella estaba cansada y él estaba muy herido. Se dieron un dulce y amoroso beso antes de continuar corriendo.

―Te encontré― Tomaron a la joven por la raíz del cabello y se elevaron al cielo con ella.

― ¡No! Am...― él fue noqueado, sus ojos se cerraban lentamente, viendo como se llevaban al amor de su vida frente a él, incapaz de ir a salvarla.

Los gritos de 7 personas inundaron el bosque, 7 enormes cristales de color azul salieron del piso aprisionándolos para siempre. Dos sellos, uno colocado por el rey demonio y otro por la deidad suprema los detuvieron para siempre, o eso creían.

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