Capítulo 5: Hablando el mismo idioma


Mirabelle fue increíblemente maja hoy y gracias a ella no me di cuenta de que estaba sentada delante de la clase y, aunque eché de menos mis libros en el descanso, he de decir que su compañía era más que interesante.

Ella y su hermano vivieron un tiempo aquí, pero se mudaron a Noruega por cuestión de estudios de su hermano mayor. Ella, aunque seguía en el colegio, decidió irse con Erik, a lo cual su madre no se opuso porque era una oportunidad de conocer mundo y, como Erik era responsable, se fiaba de él.

Más tarde volvieron de nuevo a Londres donde lo primero que hicieron fue intentar contactar con su madre. Todos los esfuerzos que emplearon en ello fueron en vano, había desaparecido sin dejar rastro. La buscaron por cielo y tierra, pero no dio señales de vida. Un tiempo después, y tras varios meses de intensa búsqueda, decidieron poner rumbo nuevamente a Noruega, pues desgraciadamente ya nada los ataba a Londres.

Para su sorpresa, al poco tiempo de establecerse en Noruega nuevamente, les llegó una carta en la que se decía que su madre había puesto la casa en venta debido a que se iba a mudar a otro país.

Ellos se vieron obligados a volver a Londres e intentaron ponerse en contacto con ella. Esta vez tampoco obtuvieron resultado alguno, por lo que Erik decidió comprar la casa de su propia madre para poder vivir en su lugar de origen y así seguir investigando su inexplicable desaparición.

Ante tal revelación me quedé muda y no pude sentir sino mucha pena por ellos. Los pobres estaban solos en el mundo, al menos yo tenía a mi madre y la idiota irresponsable de mi hermana.

Mirabelle me miró más atenta y me dio una palmadita en la espalda.

- ¡Ehhhh! ¡nada de cara largas!, mi hermano y yo estamos genial como estamos, así que no te preocupes...

Entonces, divagando me acordé de la visita que me hicieron el día anterior y caí en la cuenta.

- Oye Mirabelle, entonces, ¿Cómo conoces a Steven? Dijisteis que era un amigo de la infancia...

Mirabelle se puso más seria y me miró con unos ojos un tanto tristes.

- Si, en realidad es así. Es que... el pobre no lo pasó bien. Él siempre ha vivido aquí, pero sus padres eran unos maltratadores. Mi hermano y él se conocen desde siempre, incluso fueron juntos al colegio, pero nunca pudimos ir a casa de Steve, cosa que nunca entendíamos.

Una noche, mi hermano Erik se cansó de tanto hermetismo y vio por la ventana como el padre de Steve le daba una paliza por haber roto un vaso. Mi hermano no pudo soportar ver eso y decidió que era hora de hacer algo. Se prometió a si mismo hacer lo posible para sacarlo de ahí, pero por aquel entonces, éramos muy jóvenes y no podíamos hacer nada. Ya bastante tenía mi madre con nosotros.

Entonces la primera vez que volvimos a Londres, Erik decidió hablar con los padres de Steve para que este pudiese acompañarnos. Pensamos que ellos dirían que sí, pero... -Mirabelle hace una pausa y toma aire-pero...no fue así. Nos cerraron la puerta y nos amenazaron diciendo que nos entregarían a la policía si osábamos volver.

Miraba con atención a Mirabelle y vi como sus ojos se ponían cada vez más vidriosos. Sabía que era un tema un poco espinoso por lo que le dije.

- Eh...Mirabelle... no hace falta que me lo cuentes si no quieres... de verd... -me interrumpió con su mirada insistente.

- No, quiero contártelo de verdad- su cara empezó a suavizarse y continuó.

Verás mi hermano decidió que lo mejor era intentar sacarlo por la noche de su casa por lo que trazamos un plan para ello.

Yo me quedé a vigilar la ventana para ver donde se encontraban los padres de Steve y mi hermano se encargaba de esconder el coche donde sus padres no se percatasen de su presencia.

Una vez hecho, mi hermano empezó a subir por el canalón que estaba cerca de la ventana de Steve. Juro que lo pasé fatal, pensé que en algún momento se caería-Dijo con una mezcla de risa y miedo. Pero fíjate, el idiota de mi hermano es más ágil de lo que pienso y consiguió llegar a la ventana de Steve. Él estaba sentado en su escritorio, con la cabeza en un libro, entonces mi hermano hizo un pequeño ruido en la ventana para llamar su atención.

Cuando Steve lo vio en la ventana, su cara se transformó, por primera vez vimos alivio en su mirada cansada y dolorida, sabía que era el principio del fin, que dejaría cosas atrás pero no le importaba-dijo sonriendo. Entonces Steve cogió lo necesario para ir lo más ligero posible, y pudo escapar con Erik por la ventana.

Doy gracias al cielo de que sus padres estaban lo suficientemente borrachos, algo común en ellos, como para no darse cuenta de nada. Entonces nos montamos en el coche y pusimos la música a todo volumen, cantando a pleno pulmón nuestra victoria.

https://youtu.be/h7SbCXS1-AI


Reímos y lloramos de alegría durante todo nuestro trayecto, pero éramos conscientes de que, a partir de ahora nos buscarían, pero no nos importaba. Necesitábamos alejarnos un tiempo de Londres para que las cosas se calmaran, por lo que volvimos a Noruega un tiempo. Eso fue antes de recibir la carta de que mi madre iba a vender la casa.

Por esa razón volvimos los tres. Nuestra prioridad entonces era atender los asuntos concernientes a la búsqueda de nuestra madre y, en el caso de no poder contactar con ella, efectuar la compra de la casa familiar. Pasados unos días, Steve, que se interesó por lo que había sido de sus nefastos padres, nos confesó que sus padres habían sido ingresados en una clínica de desintoxicación ya que estaban llegando a unos términos en los que la integridad de su salud se estaba resintiendo. Por lo que pudo averiguar, la tormenta continua de alcohol que salpicaba continuamente a sus padres erosionó sus cerebros dando lugar a que fuesen tratados, según los médicos, por algo semejante a un principio de demencia.

Conforme Mirabelle me iba contando la historia de Steve, se me iba formando un nudo en el estómago. La pena me invadía por todo mi ser y yo sabía que la próxima vez que lo viese, no lo vería de la misma forma.

- Pues he aquí nuestra historia, aunque la versión más corta para no aburrir- dijo riéndose. Así que ya ves, ahora si que podemos decir que estamos tranquilos.

Ante tales confidencias, admito que Mirabelle me empezaba a caer mejor, a pesar de tener un humor un tanto...exaltado, pero bueno como dice el refrán, "hay un roto para un descosido", quizás era verdad que necesitaba a alguien que complementase mi amargo humor.

Las clases acabaron, por lo que nos pusimos en marcha de vuelta a casa. Un trozo del camino lo pasamos en silencio, hasta que una idea salió de la cabeza de Mirabelle.

- ¡Ah! Nanami se me olvidó comentarte que me encantaría que mañana, ya que es sábado, vinieses a casa, queremos hacer una pequeña fiesta de bienvenida y me encantaría que estuvieses- paró de hablar ante mi mirada asustada y añadió- ¡eh! pero tranquila, solo estaremos nosotros, no más gente.

Bueno al menos se estará relativamente tranquilo. Respiré hondo y le respondí a Mirabelle que sí que iría.

- ¡AHHHH QUE BIENNNN!, Me alegra tanto que vengas, verás como no te arrepientes, por cierto, empieza a las 17:00, no faltes...

- De acuerdo Mirabelle, estaré allí puntual no te preocupes.

Y entonces con una sonrisa se despidió de mí.

La vi alejarse dando pequeños saltitos, a lo que no pude evitar reír.

- Es muy divertida, la verdad, y me hizo pasar un buen rato.

Y justo cuando iba a entrar a casa me giré en dirección a la casa de Mirabelle y allí estaba él.

Steve me miraba fijamente, y cuando yo lo miré, éste me mostró una sonrisa capaz de parar el tiempo, la cual no era necesario traducir para saber lo que quería decir, era como si hablásemos el idioma del silencio.

Y entonces entré en casa con una sonrisa aún mayor.

Sabía que mi cara generaría muchas preguntas, pero no me importaba, hoy el día fue absolutamente genial.

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