Capítulo 3: Una visita esperada


Cuando por fin pude reaccionar ante tal escenario, me dirigí a la ventana para observar qué es lo que podría haber causado que la ventana se hubiera abierto sola.

Me puse mi bata y me asomé para observar la calle.

Todo se encontraba en calma, no había ni un alma, ni siquiera había pájaros, solo había una ligera brisa la cual no era suficiente para abrir la ventana.

Agitada y nerviosa, decidí que ya era hora de salir de aquel baño y ver si mi madre había llegado de sus compras.

Pero extrañamente, ella aún no se encontraba en casa. Mi madre solía entretenerse, pero no tanto, así que decidí ir a la cocina y esperarla.

Bajé las escaleras y me dirigí a la cocina a prepararme un té y me senté en la butaca enfrente de la ventana que daba a la entrada principal de casa.

Miré una y otra vez a ambos lados de la calle; Cada vez la luz del día se iba apagando más, y con ello mi nerviosismo aumentaba. Odiaba que mi madre fuera sola, y más cuando estaba anocheciendo. Para colmo, mi querida hermana mayor Yukiko se había quedado a dormir en casa de una "amiga" y no pudo acompañarla a sus compras.

Entonces me fijé que la ventana del vecino estaba encendida, lo cual era extraño ya que la casa estaba en venta y, por lo que sé, aun no la había comprado nadie.

¡Genial! Justo cuando mi día no podía ser mejor, ahora viene gente nueva a perturbar la zona donde vivo. ¿Algo más va a pasar, va a caer un avión en mi habitación como en Donnie Darko?

Mi frustración iba en aumento y mi té no me relajaba en absoluto, de hecho, ni todos los tés del mundo lo harían.

Al fin mis ojos vislumbraron la lejana silueta de mi madre acercarse por la acera cargada de bolsas y mi preocupación se fue.

- ¡Hola cariño! Perdona hija mía, es que me entretuve con el vecino, la verdad es que mira que es majo.

Vale, perfecto, a mi madre le cae bien, mala señal.

- ¿Nuevos vecinos? No sabía que habían comprado la casa...

- Ya hija, ni yo tampoco. Justo cuando volvía me invitaron a tomar un café en su casa y se presentaron. Por lo que sé vivirán tres jóvenes, por lo que puedes entablar amistades, que bien te hacen falta.

Bien, vamos mejorando por momentos.

- Mamá agradezco tu intención, pero eso no es para mí.

Mi madre como siempre pone ESA cara de "POBRE DE MI NIÑA QUE SIEMPRE VA ESTAR SOLA/SOLTERA/CON GATOS EN CASA" y yo, como siempre, le doy la absoluta razón.

Debido a la agitación del día, se me quita el apetito y decido saltarme la cena ante la mirada preocupada de mi madre. Me disculpo con ella diciéndole que simplemente fue un día cansado.

Ella sabe cómo soy, sabe de mis rarezas y doy gracias a que me entiende. Es la única persona que no me hace sentir con ansiedad y eso me alivia.

Cuando llegué a mi habitación, decidí que ya era hora de no estar semi en bolas y me puse el pijama y, por precaución, decidí cerrar la puerta del baño.

Cuando mis nervios se iban templando y Morfeo me iba ganando oí la puerta de casa sonar.

OHHHH ¿Y AHORA QUIÉN ES? ¿QUIÉN TOCA A MI PUERTA? 

https://youtu.be/siF-aZwLZ5w

Empecé a temblar ante la posibilidad de una visita y de que mi madre me obligase a presentarme ante esos desconocidos, y claro, con la suerte que tenía, eso es justo lo que iba a pasar.

- ¡Nanami hija baja anda, los vecinos están aquí!

- Si mamá, voy enseguida.

Mi gozo en un pozo y mi alegría por la ventana se fue.

Gruñendo como si tuviera la rabia, me puse las zapatillas y me arreglé un poco el pelo, ya que de por sí, mi cara ya daba bastante miedo del cansancio y la animadversión que sentía acerca de aquella visita.

Conforme bajaba las escaleras, comencé a observar a los visitantes que había en mi cocina.

Había un chico y una chica tomando un café y charlando animadamente con mi madre, ¡maldita traidora!!basta de socializar!

Entonces cuando notaron que entré a la cocina, ambos se giraron y me vieron con enorme alegría.

La chica era la primera que se me acercó.



- ¡Hola!, mi nombre es Mirabelle y seré tu nueva vecina, además iremos juntas al instituto. Si quieres podemos ir juntas por las mañanas y así nos hacemos compañía

Nunca había estado delante de una persona con semejante amabilidad.

Ante mi cara atónita, el chico se me acercó.


- Hola buenas noches Nanami, perdona a mi hermana, a veces no controla su efusividad, pero es buena chica, estoy seguro de que os llevaréis bien.

Mirabelle le echó una mirada de esas que te convierten en un témpano andante, pero ante eso, el chico sonrió más y añadió:

- Por cierto, mi nombre es Erik, un gran gusto conocerte y espero vernos más a menudo.

Desde luego la amabilidad está sembrada con esta familia. Lo que no me cuadra es que siendo tan jóvenes vivan solos.

Mirabelle se dirigió de nuevo a mí cuando justo iba a despedirme de ellos y subir a mi habitación.

- ¡Oh Nanami! Se me olvidaba decirte que aún te queda alguien por conocer que vivirá con nosotros. Para nosotros es como nuestro hermano, es un gran amigo de la familia, estoy seguro de que os caeréis genial. Tiene que estar a punto de llegar.

Perfecto, otro más en casa....

Entonces me senté de nuevo en la butaca con una taza de café mientras observaba a mi madre charlar animadamente con aquellos dos desconocidos.

Justo en la cúspide de mi desesperación, tocan la puerta.

- Nanami cariño, abre, debe ser la persona que esperamos.

Odiaba ser anfitriona pero no tenía más remedio. Cuanto antes acabase los formalismos, antes podría enterrarme bajo mis sábanas y olvidar este extraño día.

Fui con paso lento hacia la puerta, como si tuviese miedo a abrir (de hecho, lo tenía y mucho) y puse mi mano en el pomo.

Antes de abrir, respiré hondo y me di fuerzas.

De repente una dulce brisa me rozó la cara y la silueta de un chico me recibió con una sonrisa.

A lo que solo pude decir:

- Hola.

Y entonces su mirada se clavó más en mí....


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