Capítulo 17 (final)


Escuché los aplausos, y al mismo tiempo escuché las bromas de Andy sobre cómo siempre terminaba suicidándose por mi culpa. Reí sin poder evitarlo y entrelacé su brazo con el mío al momento de salir a escena y hacer una reverencia tras otra exitosa noche de estreno. Por alguna razón el público amaba cuando actuábamos de pareja, supongo que era difícil olvidarse de nuestra actuación de Romeo y Julieta en el verano. Pero Antígona y Hemón habían sido una historia completamente diferente, otra clase de tragedia, y aún así habíamos emocionado del mismo modo.

En momentos como estos, bajo todas las luces y con mi mejor amigo a mi lado, escuchando el sonido de los aplausos y sabiendo que yo era la causa, la vida valía la pena. Cuando te llueven flores, la vida realmente vale la pena. Y Andy me sonrió con diversión como si pensara lo mismo. Este era nuestro modo de evadirnos, de olvidar todas las complicaciones que teníamos a diario, de pretender ser otras personas aún si ambos terminábamos muertos. Porque mientras estuviéramos dentro del teatro entonces podíamos sentir la magia, y los sueños eran reales y Antígona no era una chica loca sino que una heroína y las preocupaciones quedaban de lado para dejarle lugar a las historias. No había lugar para nada más estando en escena.

Fuimos tras bambalinas y ambos cogimos una copa de champagne para celebrar tal como la compañía hacía siempre luego de un estreno. Maurice dio sus clásicos secos y crueles comentarios sobre nosotros pero si lo conoces tan bien como yo sabes que cuando dice que todavía se podía mejorar en realidad te está halagando por tu excelente actuación. Después de todo Maurice parecía haber nacido sin tener cargado en su diccionario de habla palabras positivas o amables. Al menos durante las noches de estreno Monsieur le directeur se abstenía de insultar a los actores.

—Juro que ese hombre vendió su alma al diablo por el éxito absoluto como director —susurró Andy a mi lado y reí.

—No lo dudes —dije—. ¿Quieres ir por algo cuando salgamos de aquí?

—Me encantaría.

—Si mi hermano no me ha asesinado para entonces...

—¿Por qué lo haría?

—Tal vez le di una entrada a Diana y no le dije nada a él.

—¿Eres chica muerta?

—Posiblemente, conseguí que ella se sentara junto a Ethan.

—Sí, por lo que tengo entendido sobre cómo es tu hermano en ese asunto posiblemente te matará.

—Lo sé. El lado bueno es que ya no le debo nada a nadie. Excepto a ti por cubrirme y darme una mano siempre pero ya tengo asumido que mi deuda contigo es eterna.

—No tienes ninguna deuda conmigo, Em —dijo Andy y sonrió—. Los mejores amigos no tienen deudas entre ellos.

—Te apuesto lo que quieras a que algún día te arrepentirás de esas palabras.

—Por otra parte, los mejores amigos si tienen apuestas entre ellos. ¿Un buen chocolate caliente?

—Has leído mi mente —dije y nos miré—. Creo que primero deberíamos cambiarnos antes de ir.

—Sí, el frío nos matará e ir por allí como si hubiéramos salido de la antigua Grecia en esta época no creo que sea del todo una buena idea. ¿En veinte en el corredor?

Asentí y le sonreí antes de tomar caminos opuestos en el pasillo de los camerinos. Había logrado poner de nuevo en orden gran parte de mi vida, y a solo unos pocos días de las vacaciones de invierno realmente no me podía sentir mejor. Todo lo que podía estar bien lo estaba, a excepción de la percepción de temperatura de Maurice quien hoy había decidido que el lugar debía arder como el infierno. Era mejor que cuando había provocado una segunda era glaciar en el último ensayo. Ese hombre necesitaba ir a un médico de urgencia, algo estaba muy mal en él.

Ethan estaba apoyado frente al camerino de mujeres. A juzgar por cómo tenía los labios fruncidos y la expresión de molestia en su rostro además de cómo se esforzaba en ignorar a Diana quien revoloteaba a su alrededor definitivamente estaba furioso conmigo. Sí, mi hermano jamás admitiría que sentía algo por una criminal. Y Diana jamás dejaría de actuar como si Ethan fuera simplemente otra de las personas con las que estaba constantemente. Eran muy extraños como pareja, créeme. Pero del mismo modo que ella hacía de las suyas para mantener a Ethan ocupado y así evitar que él estuviera en misiones más peligrosas él era capaz de hacer cualquier cosa por cuidarla.

—¿Ya nadie respeta la regla de cero visitas detrás del escenario la noche de estreno? —pregunté al pasar junto a ellos y entrar al camerino.

Ethan no respondió sino que se deslizó rápidamente dentro. El camerino estaba vacío completamente, no había nadie más que nosotros y el desastre dejado por diez actrices que se habían cambiado dentro, corriendo por estar listas a tiempo para entrar en escena. Y al igual que cada vez luego de una presentación, el aroma de las flores impregnaba completamente el lugar. Flores en su gran mayoría de admiradores, aunque también había algunos bombones y otros regalos. Le eché una mirada de advertencia a Diana cuando ella se acercó a los distintos tocadores donde las demás actrices habían dejado sus objetos personales.

—No puedes robar nada —dije—. Si algo falta aquí habrá problemas.

—Qué aburrida —dijo ella.

—No puedo creer que la invitaras —dijo Ethan.

—Si sabes que te encanto —dijo Diana inclinándose sobre él y mi hermano la alejó sin cuidado—. Además, la pequeña Emma no tuvo nada que ver en esto, todavía guardo mis beneficios de cuando trabajé aquí.

—Querrás decir de cuando te acostaste con tres cuartos del personal.

—No estés celoso, sabes que siempre serás mi favorito.

—Ridículo —dijo él y suspiró al alejarse más de ella—. Hablaremos más tarde de esto Em, en lo posible sin Cheshire saltando de un lado al otro. ¡Deja eso!

Diana resopló y dejó unos aretes de diamante de donde los había tomado. Apenas pude contenerme de sonreír, parecían como una vieja pareja de una comedia. Y posiblemente no podían ser más opuestos pero si se querían eso estaba bien, incluso si pretendían la mayor parte del tiempo odiarse. Al parecer Diana también vendría con nosotros. Desde que tenía memoria mi hermano siempre había asistido a la noche de estreno y siempre, luego de la función, me esperaba para luego llevarme por algo de tomar. Últimamente a veces invitaba a Andy para que nos acompañara, al parecer esta noche también estaría una ladrona profesional.

—Necesito que me lo des, Emma —dijo Ethan.

—¿Qué cosa? —pregunté.

—El diario.

¡Gracias Maurice por capacitarme para dar tan buenas actuaciones o no permitir que algo me afectara! No reaccioné al escuchar aquello, simplemente continué quitándome el maquillaje del rostro como si no temiera que él hubiera descubierto que tenía el diario de papá guardado en mi bolso. Ok, culpable, no lo había devuelto a su lugar ni pretendido que nunca lo había encontrado, y lo estaba leyendo con cuidado una entrada a la vez. Había tantas cosas que aprender, papá había sido tan observador a pesar de solo haber tenido catorce años cuando comenzó a escribir el primer diario. Sus pensamientos eran tan detallados, sus observaciones tan exactas. John todavía seguía poniendo exactamente dos cubos de azúcar a su té antes de revolver en el sentido de las agujas del reloj tal como él escribía.

—No sé a qué te refieres —dije.

—Tu anotador, el que siempre escribes cuando haces de las tuyas —dijo Ethan y suspiró—. Escucha, los hombres de traje lo quieren. Así que me lo das a mí o ellos vendrán a quitártelo.

—Como siempre —concluí—. ¿También eliminarán las listas de reproducciones de mi Ipod?

—Si yo me ocupo del asunto ellos no vendrán y no cogerán tu Ipod también. Tu música estará a salvo.

—Ethan, hay cosas comprometedoras en esa libreta —dije y me di vuelta para mirarlo—. Lo sabes.

—También lo había en la otra, y sin embargo no tuviste ningún problema —dijo mi hermano—. Ellos no las leen, simplemente las confiscan y las guardan donde nadie pueda alcanzarlas. Sigues guardando el derecho a privacidad.

—¿Y entonces para qué las quieren?

—Protocolo estándar.

—Ridículo —dijo Diana.

—Sí —dije.

Me resigné, era mejor darle lo que quería y acabar con esto rápido. Tomé mi bolso y saqué mi anotador. Ethan extendió una mano y se lo entregué, despidiéndome en secreto de mis notas y de más libras que tendría que gastar en uno nuevo. Bueno, al menos podía conservar intacta la música de mi Ipod. Ok, allí iba el caso Nana. Sabía que Enzo y su hermana habían vuelto a Italia y estaban bien. Él me había enviado una postal desde allí, al parecer el poco tiempo que me había conocido le había bastado para que supiera cuánto me gustaban las postales. Y había prometido enviarme más. Incluso Nana me había enviado una.

En cuanto a Noah... Bueno, él había vuelto a reunirse con su madre luego de haberme costado algo así como veinte libras en cookies (realmente era imposible negociar con ese chico). Pero había vuelto a casa, a salvo, y una desesperada agente finalmente había recuperado a su hijo tras perderlo por dos semanas. Y no tenía idea de qué historia había contado Noah o Jack le había dicho que contase pero realmente no había tenido inconveniente de ningún tipo en ese episodio ni me había visto involucrada. Y en cuanto a la célula neo-nazi en Berlín... Tan solo digamos que los integrantes se llevaron una buena sorpresa tras un operativo en conjunto del MI6 y el BND.

—¿Te quedarás mucho tiempo? —pregunté.

—Creo que volveré a París por la mañana —dijo Diana y sonrió con malicia—. Ya sabes, luego de ocuparme de algunos asuntos con tu hermano.

—Luego de que intente robar de nuevo el British Museum —dijo Ethan y Diana me guiñó un ojo.

—Él sigue creyendo que no lo hice —susurró—. Me encanta cuando intenta convencerme de lo contrario. Sus métodos son muy efectivos pero nunca lo logra conmigo.

—Veremos si dices lo mismo cuando finalmente termines en un juzgado —dijo él—. Te darán unos buenos años de prisión si no te acuestas con el juez y todo el jurado para escapar de la sentencia.

—¿Cuánto tiempo llevan juntos? —pregunté.

—¡No estamos juntos! —dijo Ethan.

—¿Dos años? Algo así desde que nos conocemos —dijo Diana.

Miré a mi hermano y luego a Diana intentando comprender la extraña relación que mantenían. No, imposible. Ni Einstein podría. Pero como una obra surrealista, eran una pareja interesante de observar. Y Ethan había guardado ese secreto durante dos años, increíble. Pero yo no lo delataría con los hombres de traje, no era quien para hacerlo y no traicionaría a mi hermano de ese modo, y fuera de los asuntos ilegales Diana era una buena chica. Dejando de lado los robos, la falsificación, sus cuestionables relaciones con todo quien se cruzara en su camino... Ok, definitivamente no podía imaginar cómo Ethan lidiaba con todo aquello. Pero supongo que si estás enamorado de alguien, si realmente lo estás, entonces no te importa cómo el otro sea y lo aceptas tal cual es.

—Realmente los apoyo como pareja pero tienen que aceptar que son extraños —dije.

—Lo sé —dijo Diana simplemente.

—¡No somos pareja! —dijo Ethan y puse los ojos en blanco.

—Lo que digas, hermano. ¿Algo más?

—Sí.

Se acercó hasta mí y sacó de su chaqueta un perfecto sobre plateado. Me sostuvo la mirada al entregármelo y lo examiné sin tener la menor idea de qué se trataba. Estaba cerrado por un perfecto sello de lacre con las iniciales BF es una cursiva demasiado elegante y perfecta. Fue casi un dolor tener que romperlo para abrir el sobre. Saqué la tarjeta que contenía. Se trataba de una invitación, y no una cualquiera. Casi solté el sobre mientras leía sin creerlo cada palabra. Bueno, aquello explicaba por qué mi hermano llegaba siempre la tarde de Navidad a casa y no antes. Levanté la vista y lo miré, intentado asumir el peso de la tarjeta en mi mano.

—Tienes que estar bromeando.

—La cena de Noche Buena es una tradición anual y es casi una obligación asistir —dijo Ethan—. Bienvenida a la familia, Emma.

Él me sonrió y volví a mirar la invitación entre mis manos. Ok, esto era demasiado. Las cenas familiares para las fiestas es lo más normal que debe existir en el mundo aunque, claro, cuando tu familia es una familia de espías te aseguro que no es para nada normal. Y la familia del lado de papá oficialmente me estaba reconociendo como una Bright. No sabía cómo reaccionar a eso. No, en serio, no tenía la menor idea de cómo tomarlo. ¿Significaba eso que oficialmente formaba parte del negocio familiar ahora?

—¡Cheshire, aleja tus patas de ahí! —dijo Ethan y Diana resopló frustrada antes de alejarse de un collar de oro—. Es peor que llevar a un niño a una tienda de caramelos.

—Vamos, Di.

—¿Al menos puedo llevarme un regalo? —dijo ella—. Nadie notará su ausencia.

Suspiré, era un caso perdido. Guardé la invitación en mi bolso, trataría más tarde con esto. Me quité los zapatos de vestuario y recuperé mis cosas de donde las había dejado. Como siempre, apenas había espacio para apoyar algo en mi tocador. Miré un instante la bella rosa que habían dejado allí y acaricié apenas sus suaves pétalos rosas. Era mi favorita. Cerré los ojos un momento, preguntándome por el público de esta noche. Y quizás aquello era lo más fascinante del teatro, todos te veían y sabían de ti pero no había modo que yo los viera a todos y supiera de ellos. El público eran simplemente espectadores sin rostro ni nombre para mí. Pero para ellos, yo era una actriz, una persona con rostro y nombre.

—No puedo creer cómo la gente le envía regalos a los actores —dijo Diana.

—Lo sé, y no tengo modo de agradecerles del todo —dije y me alejé para recoger mis zapatos de donde los había dejado—. Es por eso que siempre intento dar lo mejor de mí cuando estoy en escena.

—Eres excelente, intenta que el ego no se te suba a la cabeza —dijo Diana y reí.

—No, eso no pasará nunca. No me soportaría a mí misma.

—Yo no la soportaría —dijo Ethan examinando los distintos regalos en mi área—. Ya bastante difícil es tener que lidiar con mi hermana tal como es ahora, si a eso le sumáramos un gran ego no quiero imaginar cómo sería. ¿Todo un ramo de rosas? Creo que tienes un gran admirador aquí.

—Déjalas, seguro están llenas de espinas —Dije.

En realidad, no había pasado por alto el ramo de veinticuatro rosas tan rojas como la misma sangre y de seguro estaban llenas de espinas. Eran peor que veneno. Al menos esta vez las había encontrado solas y el propietario de tal regalo no me había estado esperando. Sabía que eran de su parte, tal como la otra vez. Él había dicho que esperaba ansioso mi próxima presentación. Terminarían en la basura al igual que la última vez, o tal vez pudiera prenderlas fuego. De un modo u otro, esas cosas eran más una trampa mortal para mí que un regalo.

—¿Quién es Lionel? —preguntó Ethan.

—Solo un hombre que a veces viene al teatro —dije sin darle importancia.

Diana me echó una severa mirada pero la ignoré. Ella sabía perfectamente quién era Lionel. Después de todo, había intentado robarle y él no se lo había tomado muy bien. Aquello casi le había costado su vida y nada me aseguraba que ella todavía no seguía en peligro por eso. Pero ese era su asunto, su secreto que mantener. Al igual que mi asunto con Lionel era solo mío, mi secreto que guardar.

—¿Em, quién es Lionel? —volvió a preguntar Ethan con más seriedad.

—Nadie importante, simplemente ignóralo —dije y me quité los diferentes arreglos de encima.

—¡Emma! —gritó Ethan con urgencia y aquello me obligó a darme vuelta—. ¿Quién es Lionel?

No había nada de dócil en su expresión. Vi el pánico en sus ojos junto con la desesperación y lo supe, no había cumplido con mis palabras. Le había mentido, y él lo sabía. Me acerqué a mi hermano y él me miró como si temiera por mí más que nada. No permitió que lo tocara y lo noté al instante, algo lo había roto. Sus ojos brillaban más de lo que debían y estaba notablemente pálido. Miré la pequeña caja entre sus manos pero él la mantenía fuera de mi alcance. Tomé la tarjeta que había venido con ella de donde la había dejado y sentí mi corazón detenerse completamente por el repentino frío.

Emma, es mi última advertencia. Mantente a un lado. No quieres terminar como él.

Lionel.

Miré a mi hermano y por un instante vi al mismo chico que había aparecido en mi dormitorio en el departamento de mamá en la City, en medio de la noche, y se había deslizado dentro de mi cama luego de haber vuelto desde Nothing Hill en medio de una intensa tormenta. El mismo chico completamente aterrado y llorando que había dicho que papá estaba muerto y los hombres de traje vendrían por él. Aquella había sido la última vez que había visto a mi hermano perder el control, que lo había visto temer, y él solo había tenido siete años entonces. Pero ahora, el joven frente a mí se parecía más a ese chico de lo que lo había hecho en los últimos doce años.

—Me dijiste que la historia no se repetiría, Emma —dijo él y me mostró el contenido de la caja, sofoqué un grito sin poder evitarlo—. ¿Sabes qué son? ¿Sabes a quién le pertenecían?

—Ethan...

—¡Yo sí! —exclamó él y su voz casi se quebró—. No quiero volver a pasar por esto, no quiero perderte. ¿Quién es Lionel?

—Hay cosas que realmente no quieres saber, es por tu bien —susurré—. Yo lo sé, y mira dónde terminé por eso. No puedo hacerlo hermano, no puedo responderte. Si la historia realmente va a volver a repetirse entonces tú no formarás parte.

—No puedes hacerme esto —dijo él y lo miré al arrebatarle la caja de sus manos.

—Pues mírame hacerlo. Es mi asunto.

—Emma, por favor no me obligues a presenciar esto de nuevo sin poder hacer nada.

—Diana, ve a buscar a Andy, debe estar esperándonos desde hace rato. Hazle un poco de compañía.

—Comprendo —dijo ella.

Diana miró con preocupación una última vez a Ethan y luego partió, dejándonos solos en el camerino. Miré un segundo más los gemelos manchados con sangre y entonces cerré la caja para quitarlos de mi vista. Le había prometido a John que mantendría a Ethan a salvo, fuera del asunto. Debí haber sabido que Lionel no pasaría por alto mis acciones. No podía ir más lejos, tendría que pensar muy cuidadosamente mis siguientes pasos. Tendría que actuar totalmente por mi cuenta, y asegurarme que nadie más supiera al respecto para que Lionel no lo hiciera. Realmente estaba condenada a leer solamente los diarios de papá para poder investigar por mi cuenta.

—Lo mejor será que nadie sepa de esto —dije y arranqué la tarjeta antes de pasarle la caja—. Tuyos. Supongo que por ley de herencia te corresponden y sé lo importantes que son para ti. Quédatelos.

—Creí que no habría secretos entre nosotros —dijo Ethan y lo miré.

—Es por tu bien. ¿Ok? Nadie sabe exactamente, y John sabe que ando metida en algo por el estilo y me hizo prometerle que no te diría nada. No quiero perderte, Ethan. Olvídate lo de Lionel. Sigue ese consejo, y yo haré lo mismo.

—¿Cómo quieres que me olvide de él? Te amenazó.

—No, me dijo que me alejara y eso es exactamente lo que haré. Lionel sabe que soy una amenaza para él, y por eso quiere mantenerme lejos. Creo que no le gustó que una simple chica de dieciséis años le hiciera una grieta a su perfecto negocio criminal.

—Emma, uno no simplemente se gana un enemigo así como si nada.

—¡Yo no sabía lo que estaba haciendo! ¿Ok? —dije y lo miré—. Yo no sabía las repercusiones que mis actos tendrían. Por favor, Ethan, no soy tan estúpida como para molestar al sujeto más peligroso del mundo por simple placer. Yo no sabía.

—¿Y qué hiciste para molestarlo? —preguntó Ethan.

—Le quité su contacto dentro del MI6, ahora ya no hay nadie que lo cubra —respondí—. Y poco a poco sus negocios están quedando al descubierto por eso, como pasó con el caso Valentino. Y aquello no le gustó nada, y al igual que papá me negué a aceptar su oferta y pasarme de su lado.

—Debiste tener más cuidado. No debiste haberte metido en esto. Sabía que jamás debí permitirlo. Lionel fue por papá y ahora te quiere a ti...

—No tienes modo de saber si él es culpable de su muerte.

—Creo que el mensaje fue bastante claro.

—Eso no indica que sea el asesino. Él tan solo quiere asustarme, asegurarse que no me vuelva a meter en su camino. Me olvidaré de Lionel, Ethan, pero necesito que a cambio tú me prometas que harás como si esto nunca sucedió.

—No puedes pretender que simplemente me olvide del hombre que amenazó a mi hermana y de este modo. Puedes decirme lo que quieras, Emma, pero tú no estuviste allí esa noche. Papá siempre tenía puestos estos gemelos, eran sus favoritos. El hombre que lo mató se los robó. Los estoy buscando desde entonces, cada día de mi vida, porque no soportaba la idea de que estuvieran en manos de su asesino. No soportaba la idea de imaginar que él los estaba usando. Y aquí están ahora. Terminaron en tus manos junto con una amenaza. Y pretendes que simplemente me olvide de este Lionel.

—Sé que no es tan sencillo, y no intentes convencerme de lo contrario porque solo yo sé cuánto daño este hombre le ha hecho a nuestra familia y a muchas personas más, pero si los dos queremos vivir entonces tenemos que hacerlo.

—Tú no estás entrenada para esto, yo...

—¡Tú tampoco lo estás! —grité—. No vayas tras él.

—¿Y qué me asegura que él no vendrá por ti mientras tanto?

—Yo te lo aseguro. Puedo cuidarme. Pero si vas tras él, Ethan, entonces terminarás como papá.

—No haré ojos ciegos a esto.

—No tienes ninguna oportunidad contra Lionel. Los años que tú tienes de entrenamiento, él los triplica. Y no está solo.

—Em, no me subestimes, no todos...

—¿Qué? ¿Fueron entrenados desde chicos como tú? ¿No todos asistieron a una academia especial para preparar futuros agentes? ¿Pues adivina qué? Lionel lo hizo. No miento cuando digo que no tienes ninguna oportunidad, Ethan. Ninguna. Años lleva siendo posiblemente el criminal más peligroso que anda allí afuera. Papá no pudo con él, no cometas el mismo error. Por eso el Servicio Secreto no puede con él, porque fue entrenado para ser un espía pero se pasó del otro lado al creer que no había recompensa en ello.

—¿Y tú tuviste el descuido de meterte con alguien como él?

—Yo no sabía. No tenía la menor idea de lo que estaba haciendo en realidad. No creí que algo así fuera posible. Tan solo era una chica a la que le gustaba un chico —dije y bajé la voz—. No sabía. Pero ahora Jack no quiere saber nada de mí y John me matará porque he dejado que sepas lo que no debes y tú no me escucharás si te pido que te mantengas a un lado. No quiero perderte, Ethan. Porque ya perdí a papá, y solo ahora que sé la verdad su pérdida comienza a dolerme. Y tuve que alejar a Jack porque no quería perderlo, tenía miedo de hacerlo. Pero a ti no te puedo alejar, y si te pierdo entonces realmente ya no tendré nada.

—No entiendes que no puedo quedarme sin hacer nada ante algo así —dijo Ethan y tomó mis manos—. Emma, siempre supe que eres lo más valioso que tengo, y no te puedo perder. Así que no me pidas que haga lo mismo que aquella vez. No me pidas que observe y no haga nada. No me pidas que vuelva a ver cómo matan a alguien querido frente a mí. No quiero que la historia se repita.

—Pero si haces lo que dices entonces tú serás la víctima esta vez.

—Eso no sucederá —dijo él y me sonrió apenas—. Te prometo que no será así.

—No puedes prometer eso. Olvídate de él y yo haré lo mismo.

—No haré ese trato contigo.

—¿Por qué no?

—Porque te conozco, y sé que no cumplirás —dijo él—. Era el hombre de la otra vez. ¿Verdad?

—Eso no importa.

—Lo era —dijo Ethan—. Por eso decidiste aceptar el trabajo para los hombres de traje. ¿Y pretendes que te crea cuando me dices que lo olvidarás si yo hago lo mismo?

—Lo intentaré, y pretendo que tú hagas lo mismo —dije y suspiré—. Hay muchas cosas que no sabes, partes de la historia que desconoces y ni siquiera yo sé totalmente. Solo sé que él me considera una amenaza, y le molestó bastante lo que hice.

—Emma, no me importa. Porque cuando entregaste el programa Pandora al MI6 el barrido acabó con todos los doble-agentes. Y tú no tienes la culpa de eso. Él no es nadie para amenazarte solo por eso.

—No hermano, no entiendes —dije y lo miré a los ojos—. No sabes. ¿Por qué crees que a Jack le fue fácil meterse dentro del Servicio Secreto? No mentía al decir que su padre había sido espía. Y sabes que él odia a su familia. La única razón por la que los cubría al ser agente y evitaba que el MI6 los descubriera era para que no los relacionaran con él. Lionel no se tomó bastante bien que por mi causa su hijo quedara al descubierto.

Ethan se sentó en el suelo y sostuvo su cabeza entre sus manos. Y supe que él había hecho la conexión, que sabía que el mismo hombre que ahora me estaba amenazando a mí era el mismo por el que la vida de Diana corría peligro y posiblemente el mismo que había estado involucrado en el asesinato de nuestro padre. Y debía ser devastador para él simplemente presenciar como el mismo hombre ponía en peligro todo lo que amaba. Me senté a su lado y apoyé mi cabeza sobre su hombro. Realmente no tenía idea sobre lo que la situación debía ser para mi hermano.

—No lo hagas —susurré—. Por favor no sigas el mismo camino que papá. No quiero perderte, Ethan. Prométeme que no lo harás.

—No puedo hacer eso, Em —dijo él y cerré los ojos.

—Entonces me aseguraré que no lo hagas. No lo permitiré. Se suponía que nadie supiera sobre esto.

—¿Y qué hay de John? —preguntó Ethan.

—Sabe en lo que andaba pero nada más. No tiene idea de lo que yo sé, de Lionel. ¿Qué haremos?

—Lo que mejor hacemos —dijo Ethan y con cuidado me rodeó con un brazo—. Somos espías. Callaremos. Guardaremos el secreto hasta que sepa qué hacer. Si realmente Lionel es como tengo entendido y tiene tan buenos contactos entonces lo mejor es ir con cuidado. Y tú por el momento no harás nada que pueda ponerte en peligro con él. No te prometo que simplemente me olvidaré de esto y no haré nada pero te prometo que por el momento, hasta que no haya un buen plan, no habrá acción.

—No me dejes de lado.

—No hagas lo mismo.

—Tan solo quiero cuidarte —dije y él suspiró al abrazarme contra su cuerpo.

—La verdad puede doler Emma, pero es necesaria —dijo Ethan.

—No. No es cierto. Hay cosas que a veces es mejor si no sabemos. ¿Cómo te sientes ahora al saber la verdad?

—Me hubiera sentido peor si la hubiera descubierto cuando ya fuera demasiado tarde.

—No me respondió —susurré.

—¿Quién? —preguntó Ethan.

—Jack —dije—. Le pregunté si su padre realmente había matado al nuestro y él me dijo que no quería saber la verdad sobre aquella noche, que eso me destrozaría.

—Algunos secretos, Emma, deben aprenderse a su debido tiempo, cuando estés lista —dijo Ethan—. Cuando puedas aceptarlos y no dejar que te afecten. Si ahora me estoy aferrando a ti es para no ir por ese hombre, y quiero que te asegures que no lo haga porque no confío en mí. Es mejor no saber la verdad cuando esta puede tener poder sobre ti. ¿Entiendes lo que te digo?

—Sí.

—Quizás no necesitamos saber la verdad tras esa noche, no por el momento. Es por nuestro bien.

Él me abrazó más, y alejé los fantasmas del pasado que amenazaban con alterarme. Era mi hermano. Era seguro. Confiaba en él, no me haría nada. Y además su abrazo se sentía reconfortante. Suspiré, intentando no atormentarme con lo que nos deparaba el futuro ni por los males del pasado. Tenía a Ethan, eso era todo lo que importaba, y por el momento nadie había muerto a causa de esto. Debía disfrutar aquello mientras durara, porque era una ilusión pensar que Lionel tan fácilmente saldría de nuestras vidas. Me acomodé mejor contra mi hermano, disfrutando de aquel pequeño momento como si realmente estuviera a salvo entre sus brazos.

—¿Ethan? —dije y él hizo un sonido de pregunta—. ¿Sabes qué es Ligeia?

—Es un nombre —respondió él—. Es el personaje de un cuento de Edgar Allan Poe.

—Eso ya lo sé. ¿Pero no hay nada más? No significa nada su relación con Poe.

—Es el nombre de una sirena —dijo Ethan y suspiró—. Es el nombre de una de esas sirenas que atormentaban a Ulyses. ¿Por qué preguntas?

—¿Qué es el caso Ligeia? —pregunté y él guardó silencio durante varios segundos.

—Tú —dijo luego de un rato—. Sabes de la fama que tienen las mujeres Bright. Por eso a cada una se le pone un nombre de sirena. Tu expediente está bajo el nombre de Ligeia. Significa la de voz clara, porque no dudas en hacerte oír cuando quieres; brillante, susurrante. ¿Por qué preguntas?

—Por nada en especial —susurré.

*********************************************************************

Por favor no te olvides de dejar tu voto, y puedes encontrar más historias de todo tipo en mi perfil.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top