Capítulo 16
Lo genial de vivir en Londres era que resultaba muy fácil encontrar un punto lleno de turistas o mejor dicho testigos para evitar que me mataran en medio de la calle. Y además aquello era ideal si se deseaba esconder a una persona. ¿Ya que qué mejor lugar para esconder un árbol que en medio de un bosque? Lo único malo era que a alguien, por alguna razón, se le había ocurrido cortar exactamente hoy a la mañana el puente de Westminster así que tuve que correr sin descanso hasta el puente más cercano, cruzar, y luego volver hasta el puente de Westminster. Debí haberme dejado puestas mis zapatillas. Otra cosa que tendría que considerar sacrificar por mi nuevo estilo de vida, adiós a mis siete centímetros extra de autoestima.
Nada como el servicio se tránsito londinense para fallarme cuando más lo necesitaba. Aunque solo después, mientras estaba apoyada sobre el barandal junto a las escaleras que descendían hasta el London Eye luego de haber recuperado el aire, se me ocurrió pensar que quizás no era una coincidencia que el puente estuviera cerrado. De un modo u otro, aquí estaba, a primera hora, tal como debía, presenciando el amanecer en vez de estar durmiendo como tanto desearía. Y luego tenía que cambiarme por el uniforme y correr para llegar a tiempo a clases. ¡Amaba los lunes! Nada como tener que correr desde primera hora para exaltar la sangre y conseguir un poco de adrenalina.
Suspiré, maldiciendo que el café que había tomado rápidamente en lo de Josh antes de salir no hubiera bastado para mantenerme del todo despierta. Necesitaba por una vez dormir como se debía. ¿Podría saltar clases? Porque tenía una justificación perfectamente válida para eso y seguro el MI6 desearía tener su código cuanto antes. Nadie moriría si yo faltaba a la mañana para poder dormir, o todo el día. Y los hombres de traje tendrían que cubrirme en eso, después de todo era por trabajo. ¡Y yo podría dormir! Claro, después de terminar con todo lo que tenía que hacer aquí.
Vi a Bel Ami bajar de un bus y acercarse hasta donde estaba. Ya no lucía tan encantador como antes había sido ni me ofreció una sonrisa cuando finalmente se reunió conmigo. Al parecer el hecho que lo hubiera descubierto había acabado con su buen humor. Él se descolgó un estuche cilíndrico de la espalda y me lo pasó. Lo abrí y me fijé en la pintura que contenía dentro, lamentablemente solo sabía identificar si joyas eran falsas pero la pintura no era lo mío. Lo miré con desconfianza, no había nada que me asegurara que él no estaba intentando estafarme.
—Extraño gusto por el arte tiene Janus —dijo Enzo.
—No es mi asunto —dije y miré extrañada la firma en el lienzo—. ¿Quién se supone que pintó esto?
—Hitler —respondió él y por un instante lo miré incrédula.
—Genial, tengo en mis manos una obra de una de las personas que más odio de la historia —dije y volví a cerrar el estuche—. ¿Cómo sé que no la falsificaste?
—No lo hice.
—Pues discúlpame si no te creo. No es como si realmente se pudiera confiar en ti.
—No pretendo engañarte ni tengo ningún interés en hacerlo —dijo Enzo y le sostuve seriamente la mirada—. Tampoco tengo intención de estafarlo a él.
—Tus palabras no me bastan —dije y sostuve el estuche fuera del borde, tan solo bastaba soltarlo y entonces se lo tragaría el Támesis.
—¡No! —exclamó Enzo y sonreí antes de colgarlo de mi espalda.
—Entonces sí es el original. Aprecias el arte así que no soportarías que se perdiera.
—¿Tenías que hacer eso para comprobarlo? —dijo él molesto—. ¡Es un original!
—Era necesario. ¿Y el anillo?
—¿Y mi hermana? —preguntó Enzo.
Tomé mi teléfono y rápidamente busqué entre las fotografías. Le mostré la pantalla para que viera la imagen de Nana tranquilamente durmiendo sobre mi cama hacía unas horas. La desconfianza se borró casi al instante de su expresión junto con cualquier otro sentimiento. Y por eso mismo no podía odiarlo o culparlo por lo que había intentado hacer conmigo, porque en aquel momento no era nada más que un simple joven que había pasado los últimos ocho años de su vida buscando a su hermana, que se había metido en el mundo criminal para eso.
—Ella está bien —dije—. Y puedo hacer con un simple mensaje que esté aquí si me das el anillo.
—¿Eres siempre así? ¿Tan fría? ¿Solo interesada en tus negocios?
—No soy fría, pero tengo una deuda con la mafia que saldar en este preciso instante y para eso necesito el anillo. Tú mejor que nadie deberías saber que no es bueno tener deudas pendientes con ellos.
—Lamento lo que te hice, no robo por placer.
—Lo sé, tan solo querías asegurarte que no te estafaran. Dime que tienes el anillo y todo quedará olvidado.
Él suspiró, y sacó de su cuello una cadenilla que ocultaba debajo de la ropa y de la cual colgaba un anillo que reconocí a la perfección. Me lo mostró, pero lo mantuvo fuera de mi alcance y yo tampoco intenté alcanzarlo. Le envié un rápido mensaje a Andy para avisarle que ya podía regresar con Nana y luego me apoyé contra el borde. Bel Ami se apoyó tranquilamente a mi lado, ambos mirando el Támesis delante de nosotros. La tensión simplemente se había esfumado ahora que ambos habíamos comprobado las buenas intenciones del otro.
—Lamento lo que te sucedió —dijo él.
—Me pasaron muchas cosas últimamente.
—Sabes a lo que me refiero, la razón por la que no te gusta que te toquen. ¿Cuánto tiempo creíste que me tomaría deducirlo?
—No mucho, no a ti. No si ves al igual que yo.
—¿Él sabe?
—Él mató al hombre luego que este hubiera intentado matarme por resistirme. Fue en el verano. Parece que sucedió hace tanto tiempo.
—¿Llevas apenas medio año metida en esto? —preguntó él sorprendido y asentí.
—Exactamente. A veces ni yo puedo creerlo. Mi vida anterior parece muy lejana.
—Eres muy buena, y fuerte. Llegarás lejos. Quieras lo que quieras, lo conseguirás. Serás la mejor, pero no por tus contactos o tu astucia o el modo en que lees a los demás, por tu corazón de oro. Eso vale más que cualquier otra cosa, Emma. Pero ve un paso a la vez, toma solo lo que puedes realizar. Mi profesor de letras solía decir que antes de ser Victor Hugo debíamos comenzar escribiendo hojas sueltas anónimas.
—Comprendo. ¿Qué harás ahora?
—Lo que siempre planee. Retirarme del negocio, hacerme cargo de mi hermana, brindarle la vida que debió haber tenido. Sabes que puedes contactarme si necesitas algo, te debo demasiado.
—Conserva mi número.
—¿Y tú qué harás? —preguntó y suspiré.
—No lo sé —admití—. Seguiré en esto, intentaré averiguar más sobre lo que le sucedió a mi padre hace doce años. Tengo muchas cosas en las cuales pensar.
—Sabes, cuando dije que me interesabas no era del todo mentira. Eres una buena chica.
—Te sorprendería, hay gente que opina todo lo contrario.
—Ambos conocemos la verdad detrás de eso.
—No importa. Tú tienes tu vida y yo la mía. Tú debes irte y yo quedarme. Quieres una vida normal para tu hermana y para ti, tenla y olvídate completamente de este mundo. Hazlo.
—¿Y olvidarme de ti? —preguntó él y sonreí.
—Es tu elección.
—Al menos responde mi pregunta —dijo Enzo—. ¿Pensabas en él cuando te besé?
—Creí ya haberte dicho que nunca respondería aquello. No me gustan los chicos malos.
—Tu pasado no dice lo mismo —dijo él y me di vuelta para estar frente a frente.
—Yo me enamoré de un espía que luego fue acusado de ser un doble-agente sin serlo realmente y por eso ahora es buscado. No de un chico malo.
—Entonces supongo que esto es todo, aquí nos despedimos —dijo Enzo—. Fue un placer haberte conocido, espero volverte a ver alguna vez en el futuro. Me gustaría hacerlo.
—Lo mismo digo.
Me acerqué y lo besé suavemente. Él se quedó quieto por la sorpresa pero luego puso una mano contra mi mejilla y me devolvió el beso con la misma delicadeza. De todos modos eso era un adiós, una despedida indefinida, y realmente nada me aseguraba que seguiría con vida como para verlo una vez más. Con mi nuevo estilo de vida bien podría terminar muerta para el mediodía. Y tal como él me había dicho, debía simplemente dejar ir el pasado y no preocuparme por el futuro sino que disfrutar de cada segundo porque nada me aseguraba que no sería el último.
—Para la buena suerte —susurré y me alejé—. Y Bel Ami podrá no ser mi tipo pero Enzo es un buen chico y estaba pensando en él.
Le sonreí, y él me entregó el anillo tal como debía. Miré detrás de él a Andy junto con Nana y le indiqué que se diera vuelta. Los ojos de ella se abrieron ampliamente al reconocer a su hermano y Enzo corrió hasta abrazarla fuertemente contra él. Andy se acercó hasta mí y se mantuvo a mi lado mientras los observábamos. Miré el anillo en mi mano, nada más que una sencilla pieza de oro blanco y unas décadas de antigüedad. Sonreí, misión cumplida. Le mandé un rápido mensaje a Giorgio preguntando exactamente dónde y guardé mi móvil.
—No hablo italiano —dijo Andy—. La próxima vez que requieras mis servicios como niñero intenta recordar aquello. ¿Entonces ella es la hermana?
—Llevan ocho años sin verse.
—Se siente bien reunirlos.
—Sí, es cierto. Gracias por darme una mano y ocuparte de ella. Necesitaba comprobar que él cumpliera con su parte y no sabía dónde dejarla.
—No es nada —dijo Andy—. Le gustan las manzanas acarameladas. Lo que has hecho es increíble Em, los has reunido después de tantos años.
—No hubiera podido hacerlo sola.
—¿Y ahora qué? —preguntó él y mi móvil sonó en respuesta.
—Ahora a hacer las entregas correspondientes. Todavía tengo tres personas con las cuales cumplir.
—La próxima vez intenta no armarte semejante cadena de favores.
—Lo tendré en cuenta.
Enzo me miró un segundo y susurró un agradecimiento, sus ojos brillosos por la emoción. Asentí y le devolví el saludo a Nana cuando ella agitó su mano débilmente. Los dos hermanos partieron. Estarían bien, lo sabía, él cuidaría de ella y nunca más permitiría que la alejaran de su lado, y Nana podría tener la vida que debía y con el tiempo superaría todo lo que le había pasado. Suspiré y tomé mi teléfono, lamentablemente mi trabajo no había terminado allí y Giorgio me estaba apurando con la entrega. Maldición. ¿Ese hombre no podía siquiera concederme unos segundos? ¡Él podía haberme contratado pero yo era quien había hecho lo imposible por conseguir el anillo para cuando había pedido, incluso si a último momento me había recortado una semana del plazo final!
Me despedí rápidamente de Andy y corrí. ¡Y Giorgio Difaccio realmente había cortado el puente de Westminster un lunes a la mañana! Era prácticamente el hijo del padrino, no debería sorprenderme, y como ya sabía las coincidencias no existían aquí. Reconocí fácilmente a sus hombres, siempre portando al menos un guante de cuero incluso si era verano y con treinta grados en París. El mismo Giorgio siempre portaba un guante. La única dentro de la mansión en Palermo que había visto sin un guante había sido Alicia. Ellos enseguida me dejaron pasar cuando les dije quien era y continué con mi carrera. Sí, debí haberme dejado puestas mis zapatillas.
Ni un auto, ni una sola persona, el puente estaba completamente vacío a excepción de Giorgio que estaba en la mitad apoyado contra el barandal y mirando el río. Debía ser genial simplemente poder darse lujos como aquellos y él debía disfrutar de algún modo de su soledad en aquel lugar. Me acerqué y él sonrió al verme como si fuera un joven normal, como si simplemente no fuera buscado en más de veinte países o no fuera uno de los jóvenes más peligrosos que debía existir por el momento. Lucía impecable con su mejor traje Armani hecho a medida y su cabello prolijamente peinado. Él extendió su mano y le entregué el anillo.
—Sabía que lograrías hacerlo, Emma, y tú te andabas preocupando por el tiempo —dijo Giorgio y me contuve de decirle algo al respecto, seguro no sería nada bueno contestarle a alguien como él—. ¿Sabías que es la posesión más preciada de Alicia? Yo robé este anillo la primera vez, y por eso ella vino por mí. Aquello también lo convierte en la posesión más preciada para mí porque me permitió conocerla.
—Sí, eso escuché.
—Eres una buena chica, es bueno que seas parte de la familia —dijo él y sacó del bolsillo de su saco un diminuto pendrive que me entregó—. La invitación para la reunión. Contiene el código y todo lo que tu gente puede necesitar para mandar a un infiltrado. Tan solo les pediré que por favor eviten de tener problemas conmigo.
—Es su asunto, no mío. Prefiero estar en buenos términos contigo. Después de todo Alicia es mi prima —dije y él sonrió.
—Lo sé —respondió Giorgio—. Yo también prefiero estar en buenos términos contigo. Ella estará muy contenta de tenerlo de vuelta, gracias por haber cumplido.
—No es nada.
—Y tu deuda conmigo, está saldada. Olvídate completamente que existió, es cosa del pasado.
—Está saldada la deuda por tu ayuda en París, no solo conmigo —dije sosteniéndole la mirada y él frunció los labios—. Tu intervención en París ha sido pagada.
—Eso no era parte del trato —dijo Giorgio.
—Dijiste que harías cualquier cosa para recuperar el anillo. Anula la totalidad de la deuda, no solo mi parte. Estoy pagando por tu intervención, no solo porque salvaras mi vida.
—Qué giro tan interesante le has dado al asunto —dijo Giorgio y me miró con soberbia—. Está bien, toda la deuda está saldada y no solo tu parte.
—Gracias —dije simplemente.
—Veo que te subestimé al creer que no te darías cuenta de aquello.
—Puedo llevar poco tiempo en esto y no saber exactamente cómo funciona tu mundo pero tomaré todos los cuidados y precauciones posibles al momento de tratar con otros.
—Puedes visitarnos cuando quieras, siempre serás bienvenida. Ahora vete, Alicia debe llegar en cualquier momento y quiero estar a solas con ella. Tengo el tiempo prolijamente calculado para esto.
—Lo imagino, no puedes simplemente cortar el puente de Westminster y no llamar la atención —dije y él sonrió.
—Era necesario —dijo Giorgio—. Tengo una sorpresa preparada para ella y quiero que sea simplemente perfecto.
—Seguro lo será, no esperaría menos de alguien como tú. Mándale saludos de mi parte.
—Eso haré. Hasta la próxima vez, Emma.
—Por favor no, estar metida en asuntos de la mafia no es de especial agrado para mí —dije y él sonrió.
—Entonces hasta la próxima reunión familiar.
—Posiblemente.
—Será antes de lo que crees —dijo Giorgio y sorpresivamente tomó mi mano y la besó—. Muchas gracias por tu servicio.
—La próxima vez intenta tener en consideración que tengo una vida y no puedes quitarme una semana de tiempo como si nada. Adiós, Giorgio.
—Ciao, Emma.
Me alejé en la dirección contraria por la que había venido. Un rápido vistazo al Big Ben me confirmó que apenas eran poco más de las siete. Y mi prima estaba saliendo con un hombre que simplemente se había levantado un lunes por la mañana y decidido cortar uno de los puentes más importantes de Londres. Solo yo mantenía relación con este tipo de gente. Y posiblemente nadie jamás sabría lo que estaba sucediendo allí. Aunque, debía admitirlo, se sentía bien caminar sola por aquel puente completamente vacío. Tenía una belleza única entonces sin los autos pasando constantemente y las personas cruzando. Casi parecía sacado de un sueño. De no vivir en Londres y conocer el lugar tan bien como toda la ciudad entonces la sensación hubiera sido maravillosa. La misma sensación que seguramente tendría Alicia y que era el regalo que Giorgio le estaba dando.
Mi móvil volvió a sonar y por tan solo un segundo consideré tirarlo al Támesis aquella mañana. Lo tomé y leí el mensaje de parte de Byte. Puerto. ¿Qué? Obedecí sin dudar, todavía tenía un cuadro que entregar y luego ir con los hombres de traje para darles el código y terminar mi misión. Y luego se suponía que debía asistir a clases, aunque eso no era tan urgente y quizás no pasara nada letal si me ausentaba para dormir algo. Bajé las escaleras hasta el puerto de donde salía el barco que recorría todo el Támesis. No había mucha gente y un viento frío proveniente del río hacía el lugar mucho más fresco que la calle.
Toqué inconscientemente el estuche en mi espalda solo para comprobar que lo tenía. ¿Había acertado con el lugar de encuentro? No era como si simplemente pudiera mandarle un mensaje o algo. ¿Qué tan mala tenía que ser nuestra comunicación como para que tuviéramos que usar a Byte de intermediario? Cerré más mi abrigo y registré mejor el lugar. Tan solo había un joven, del otro lado, apoyado sobre le barandal y mirando el río junto a un niño que luchaba por mantenerse a la altura para poder ver por unos binoculares.
El niño se dio vuelta al escucharme y tiró del brazo de su acompañante para que también me viera. Era extraño encontrar a Jack sin que estuviera portando lentes de contacto para ocultar el verdadero color diferente de sus ojos, y también era imposible no reconocerlo de ese modo. Un ojo azul, un ojo gris. No me gustaba que los ocultara, no porque para mí eran preciosos y no tenía nada de malo la heterocromía, y lo comprendía si lo hacía para mantener una cubierta pero sabía que en realidad lo hacía porque le costaba aceptarse como era en ese sentido. Algún día el ser humano comprendería cómo burlarse de otro podía llegar a afectarle.
—Es una lástima que no haya traído nada que lanzarte para devolverte lo de la botella de agua —dije al acercarme.
—Te dije que no estaría contenta de verme —le dijo Jack al chico y él sacudió la cabeza.
—Yo tampoco estaría contento de verte si la última vez me lanzaste una botella de agua. Eso no prueba nada —dijo él y volvió a colgarse de los binoculares.
—¿Tienes la pintura? —preguntó Jack y le entregué el estuche, al igual que yo él lo abrió para comprobar el contenido y sonrió al ver la firma.
—¿Para qué puedes querer esa pintura? —pregunté.
—Porque la estaba buscando hace tiempo —dijo él—. ¿Conseguiste cumplir con todo a tiempo, Bright?
—Lo sabías, que Giorgio me había quitado el tiempo.
—No es muy difícil saber cómo actúan los de su tipo —dijo Jack y volvió a apoyarse sobre el barandal—. Es siempre lo mismo, creen que son los dueños de todo y pueden hacer lo que quieran porque saben que los demás siempre buscarán el modo de cumplir porque les temen. Eso y que había reservado una habitación en Londres para la noche del domingo, supuse que querría el anillo para cuando estuviera aquí.
—No tenías razón para hacer lo que hiciste —dije y él se encogió de hombros.
—Era mi deuda también y realmente prefiero no deberle nada a ese sujeto —dijo Jack—. ¿Está saldada?
—Completamente —dije apoyándome a su lado.
—Es bueno escuchar aquello. Y reuniste a Nana con su hermano.
—¿Hace cuánto tiempo estás aquí?
—El suficiente —dijo Jack y me contuve de hacer una mueca—. Sabía que cumplirías con todo. ¿Tuviste muchos problemas en Rusia?
—No demasiados, solo dos hombres inconscientes —respondí y él sonrió.
—Siempre dije que eras más un peligro para los otros que ellos para ti. ¿Por qué lo hiciste, Bright? ¿Por qué decidir trabajar para los hombres de traje? Creí que no lo deseabas. De hecho, me mandaste al diablo por eso.
—De todos modos no había vuelta atrás y hay sujetos malos que alguien debe detener. ¿Por qué me ayudaste realmente? Y no me digas que fue por tu deuda con Giorgio porque ambos sabemos que podrías haberla saldado perfectamente por tu cuenta.
—No me costaba nada hacerlo.
—Tú no haces las cosas por nada Jack, te conozco.
—Y yo a ti. ¿Por qué saldar también mi parte de la deuda? Podrías solamente haber arreglado para saldar la tuya.
—Salvaste mi vida aquella vez.
—Y luego tú a mí, creí que estábamos a mano. ¿Entonces por qué lo hiciste?
—No soy una chica despechada.
—Eso no tiene lógica considerando que fuiste tú quien me alejó.
—Tampoco tiene lógica que tú me ayudaras si no querías saber nada de mí. Saldé tu parte de la deuda también porque me parecía lo correcto. Gracias por advertirme de Bel Ami. Eso sí que no tenías motivo para hacerlo.
—Tu familia, Bright, es una que respeto mucho y aprecio. Le prometí a tu hermano una vez que siempre cuidaría de ti. Tal vez debí haber pensado mejor mis palabras, Ethan tiene razón al decir que el corazón intoxicado promete cosas que luego son difíciles de cumplir, pero le tengo el suficiente respeto a tu hermano como para mantener mi palabra a pesar de la situación actual.
—No deberías hacerlo si no quieres.
—Tú dijiste que la próxima vez que me volvieras a ver me entregarías a los hombres de traje. No lo has hecho.
—Te prometí que nunca ellos sabrían algo de ti de mis labios. Tiendo a cumplir con mi palabra.
—Yo también. Estamos en la misma, Bright.
Permanecí en silencio unos segundos, odiando que ya no fuera como antes. Pero era lo mejor así, aún si me moría por al menos tomar su mano. Yo solo... No quería perderlo. No quería ser la causa. No quería más dolor. No quería tener que lidiar con aquello, no directamente. Y era mejor así, soportar la idea de esta separación que ahora había entre nosotros a perderlo para siempre. Y aún así, lo horrible de esta vida, era que nada me aseguraba que esto serviría de algo. Quizás estaba asustada, quizás realmente le temía al compromiso pero le temía más a tener su sangre en mis manos.
El chico se acercó y sin levantar la vista del suelo tiró de la manga de Jack para llamarlo. Él le dio el cambio que necesitaba para seguir utilizando los binoculares y el niño rápidamente volvió a lo suyo. Me fijé sobre el puente solo para ver a Giorgio y Alicia juntos, hablando. Mi prima estaría tan en desacuerdo sobre la decisión que yo había tomado. Según ella, mientras uno no se arrepintiera, la decisión tomada siempre sería la mejor a pesar de no ser la correcta. Pero aquella no era una opción para mí, no cuando tomar la decisión incorrecta podía costar la vida del otro o la misma.
—No estás usando lentillas —dije.
—Quería mostrarle a Noah que no tiene nada de qué avergonzarse, tiene heterocromía parcial —dijo Jack—. No quiero que sea como yo en ese sentido.
—Tal vez deberías escucharte a ti mismo.
—No es tan sencillo luego de tantos años, si puedo evitar que él pase por lo mismo y se sienta igual entonces mejor. No tiene por qué ocultar sus ojos de los demás, son hermosos como cualquier otros.
—Entonces hazme un favor y mírate al espejo, tal como estás ahora, y repite las mismas palabras. No seas hipócrita, no quiero que lo seas.
—Crecí con la gente equivocada y estos no dudaron en hacerme saber lo que pensaban de mí. No quiero que Noah se oculte ni que vuelva a pasar por lo mismo. Que sea diferente no quiere decir que sea malo. Es lo que he estado tratando de hacerle entender estos últimos días.
—¿Te has pasado los últimos días cuidando de un chico de nueve años? —pregunté.
—Diez —corrigió él—. Y alguien debía hacerlo. Hay una célula neo-nazi en Berlín.
—Lo sé, los hombres de traje se están ocupando de eso.
—Ya lo sé, pero como frustraron un atentado y capturaron a uno de los suyos entonces ellos respondieron. Es el hijo de una agente. Está desaparecido hace dos semanas. Lo rescaté el jueves. No necesitas detalles para saber cómo la debe haber pasado al estar en manos de esos sujetos y ser en parte como yo.
Casi me estremecí de solo imaginarlo pero me contuve a último momento. Miré un segundo a Noah y luego pensé en el hombre que yo misma había interrogado. El chico lucía feliz ahora, y en buen estado. Sabía que Jack lo debía haber cuidado bien, no dudaba de él en eso. No cuando él había tenido por misión una vez cuidar de mí y había cumplido perfectamente con ello. Y sonreí apenas de solo mirar al pequeño chico con su cabello chocolate despeinado por el viento. Y lo supe con solo mirarlo que seguramente sería un futuro agente, por la calma con la que estaba ahora a pesar de la situación vivida.
—¿Puedes hacerme un favor? —preguntó Jack y lo miré—. Llévalo con su familia. Yo no puedo hacerlo pero tú sí.
—Y dicen que no tienes corazón. ¿Es eso en lo que estuviste metido últimamente? ¿En desactivar la célula neo-nazi en Berlín?
—Alguien tenía que rescatar al chico, seguramente los hombres de traje lo deben querer de regreso.
—Sigues haciendo el bien, y ellos te buscan como si realmente fueras un criminal. Qué poco sentido tiene este mundo.
—Te dije, Bright, que tengo pensado recuperar mi trabajo, y encontraré el modo. Pero de momento supongo que seguiré siendo un fugitivo y seguiré haciendo trabajos en secreto para ellos. No te preocupes, Noah sabe qué decir para que no te veas involucrada ni te metas en problemas por esto.
—Que venga conmigo, de todos modos debo ir a ver a los hombres de traje hoy para completar una misión. ¿Sigues entero?
—En parte.
Levanté una mano y corrí su bufanda para poder ver su cuello. La herida seguía allí, y los puntos eran diferentes esta vez. Era evidente que se había vuelto a abrir y definitivamente estaba peor que como la recordaba. Toqué apenas con la punta de mis dedos su piel allí y él enseguida tomó mi mano y la detuvo antes que pudiera notar qué tan grave era en realidad. Me miró a los ojos y le sostuve la mirada sin poder evitarlo. Él no soltó mi mano y yo tampoco la deslicé fuera de su agarre. Era más de lo que me podía permitir pero no me importaba.
—Dejara una buena cicatriz —susurré.
—Otra más para la colección no cambia nada, ya tengo varias —dijo Jack.
—No te vuelvas a distraer, por favor —dije y él cerró su mano alrededor de la mía.
—Eso haré. ¿Puedes prometerme algo?
—¿Qué? —pregunté.
—Intenta no conseguir ninguna de estas —dijo Jack—. Por favor Bright, cuídate.
—Sabes que lo hago.
—Hablo en serio, tan solo has visto una parte de este mundo y no tienes idea de lo peligroso que puede llegar a ser —dijo él y se acercó más—. Mantente entera.
—Entonces haz lo mismo.
—A veces me pregunto por qué lo hiciste, por qué me culpas de haber arruinado tu vida.
—Jack, tú no...
—¡Se arrodillo! —exclamó Noah.
—¿Qué? —exclamamos ambos a la vez.
Noah asintió y enseguida nos indicó que nos acercáramos. Jack fue el primero en mirar por los binoculares y luego yo. Sí, evidentemente Giorgio se había arrodillado y sí, era lo que parecía a juzgar por cómo luego Alicia se colgó de su cuello para besarlo. Retrocedí unos pasos, pasmada. Ok, mi prima se iba a casar con Giorgio Difaccio. Y él lo había hecho, le había propuesto matrimonio tal como ella siempre había deseado, con el anillo de su madre. Y yo había corrido y arriesgado mi vida para que él pudiera hacerlo. Bueno, al menos aquello explicaba por qué me había pedido de mantener el asunto del anillo entre nosotros dos y conseguirlo cuanto antes.
—Bueno, supongo que ahora realmente Giorgio será parte de la familia —dije.
—No puedo creer que lo hiciera —dijo Noah—. Creí que Giorgio Difaccio no se arrodillaba por nadie.
—Los hombres hacemos cosas muy locas cuando estamos enamorados, lo aprenderás en unos años —dijo Jack y suspiró al despeinar el cabello de Noah—. Es hora de que vuelvas con tu familia.
—¿Y no podré volver a verte? —preguntó Noah con tristeza.
—Temo que no por el momento —dijo Jack.
—Entonces no quiero irme —dijo el chico y cruzó los brazos sobre su pecho—. Es muy pronto. Todavía tienes cosas que enseñarme para que pueda ser tan bueno como tú.
—Lo serás —dijo Jack y se agachó para estar a su altura—. Escucha, ya hemos hablado de esto. Tienes que volver con tu familia, no puedes quedarte conmigo. Y mientras los hombres de traje me sigan considerando como un fugitivo lo mejor será que no me vuelvas a ver. Pero no pienses en ello, y aprenderás muchas más cosas si vas con ellos. Seguramente tu madre te inscribirá en una de las academias. Y entonces podrás entrenarte, del mismo modo que lo hice yo. Y las cosas que yo aprendí por mi cuenta tú también lo harás con la experiencia.
—Pero no quiero no volver a verte —protestó Noah.
—Lo harás. Volveré a trabajar para los hombres de traje —dijo Jack y sonrió—. Tarde o temprano ellos se darán cuenta de cuánto me extrañan y me querrán de regreso. ¿Ahora recuerdas qué decir?
—Perfectamente —dijo Noah asintiendo—. Tú me indicaste dónde encontrar a la chica, ella nunca se vio contigo ni mantuvo contacto.
—Eres bueno en esto —dijo Jack y se levantó—. Aprovecha que eres un chico, te creerán por eso.
—¿Y cómo sé que ella es buena en lo que hace y podrá llevarme a casa? —preguntó Noah.
—Ella es Emma Bright, y pertenece a una de las familias de espías más importantes que existen, la mejor en mi opinión —dijo Jack—. Y es muy buena en lo que hace, te llevará a casa.
—No le dirás a mi mamá sobre esto. ¿Verdad? —preguntó Noah mirándome.
—Por supuesto que no —dije.
—¿Y tampoco delatarás a Jack o serás mala con él? —preguntó Noah y levanté mi mano.
—Tienes mi palabra.
—Entonces por mí está bien —dijo Noah y cogió una mochila del suelo—. Pero iré contigo si me prometes que antes de llevarme a casa me comprarás una cookie.
—Es imposible negociar con este chico —dijo Jack.
—Ok, cookie —dije y Noah saltó y corrió lejos—. ¡Pero espera!
—¡Noah! —dijo Jack y el chico se detuvo al pie de las escaleras que llevaban a la calle para esperar—. No le gustan las despedidas, eso es todo. Gracias por hacer esto.
—No es nada. ¿Conseguiste la información que te pedí?
—Sí —dijo él.
—Cuéntame —dije.
—No —dijo Jack y simplemente se alejó unos pasos.
—Teníamos un trato —dije molesta y él se dio vuelta para mirarme—. Te pagué por adelantado.
—No cumpliré con mi parte del trato, Bright, hay ciertas cosas que es mejor si no las sabemos —dijo él seriamente.
—Entonces es cierto, Lionel mandó a matar a mi padre.
—No, y no vayas por ese camino. Olvídate de mi padre, olvídate de todo lo que te pudo haber dicho, olvídate de lo que sucedió en el pasado entre él y Orlando. Es lo mejor, créeme.
—Deberías decirme. Tengo derecho a saberlo.
—Pues ahí tienes otra cosa por la cual culparme. Tú misma lo dijiste, no deseabas saber nada más de mi familia ni de mí. Tan solo estoy cumpliendo con lo que me pediste esa vez.
—Es mi padre de quien estamos hablando.
—Y es mi información la que pides y yo dispongo de ella como quiera y no quiero compartirla contigo —dijo él.
—No te atreves a decirme.
—Sí Bright, es exactamente por eso y no porque me importas lo suficiente como para querer protegerte de una verdad que no necesitas y no quieres saber, es porque soy un cobarde que no te cuento lo que averigüé sobre esa noche y no porque sé que si te lo digo aquello te destruiría —Dijo Jack molesto—. Pero después de todo aquello no debería sorprenderte ya que según tú soy un cobarde que no es capaz ni de mirarse al espejo.
Jack se dio vuelta y se alejó sin mirarme una última vez. Cerré fuertemente mis manos mientras me contenía de correr tras él y alcanzarlo. No debía. No debía. No debía. Me repetí aquello una y otra vez mientras me recordaba que él no debía importarme. Y quizás realmente no quería saber la verdad. Tal vez era mejor así, a pesar de que me estaba matando por saber lo que había sucedido aquella vez. ¿Pero realmente quería que la situación cambiara? Si Lionel se había visto de algún modo involucrado en el asesinato de papá... ¿Entonces cómo vería a Jack? Porque, si sabía, entonces no habría vuelta atrás de aquello, y tal vez me arrepentiría.
—¡Jack! —dije pero él no me escuchó—. No eres un cobarde...
Me odié por mis palabras meses atrás y por nuevamente dejarlo ir sin que supiera lo que realmente creía. Así que hice lo que mejor sabía hacer, respiré hondo y conté hasta tres antes de empujar todos mis sentimientos al fondo de mi corazón y determinarme a permanecer firme y no permitir que me afectara. Aún si a él le seguía importante, aún si él me seguía importando... Me reuní con Noah y le sonreí antes de poner una mano sobre su hombro. Él me devolvió la sonrisa, sus ojos eran color caramelo pero el derecho estaba manchado con verde en una parte. Estaría bien, lo llevaría de regreso con su madre.
*********************************************************************
Por favor no te olvides de dejar tu voto, y puedes encontrar más historias de todo tipo en mi perfil.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top