Capítulo 15


Tuve que despertarla eventualmente cuando llegamos a Londres aunque se volvió a dormir en el bus y en las siguientes conexiones. Al menos aquí no hacía tanto frío como en Rusia. Me sentí terriblemente culpable por tener que hacerle caminar todo el Portobello Road Market desde la calle principal hasta la casa de Josh pero no teníamos otra opción. Era muy entrada la noche del domingo y la mayoría de las personas estaban en sus camas o haciendo la pila de tarea de instituto que yo no había tocado y todavía no sabía cómo me las arreglaría para entregar. Las calles estaban calmadas y silenciosas, la paz del sueño reinaba y era definitivamente mucho más confortante que las calles en San Petersburgo para mí.

Había algo casi familiar mientras caminábamos en la oscuridad de la noche. Una risa en el aire, un recuerdo de travesuras pasadas. La casa de Josh siempre había sido mi refugio, aquel lugar al que ir para que mamá no supiera de las cosas que hacía ni para pasar la noche fuera. Ethan posiblemente no lo considerase del mismo modo. Pero para cuando yo había sabido que la casa de Josh era donde papá había sido asesinado ya había sido demasiado mayor y pasado suficiente tiempo allí como para que me afectara. Y ahora mismo, al cruzar la cerca que separaba la calle de la casa junto con Nana, y al abrir la puerta principal me sentía como aquellas noches que ahora parecían muy lejanas en las que volvía para dormir aquí luego de una descontrolada fiesta.

—¿Emma? —preguntó Josh apenas entramos.

Cerré los ojos y contuve un improperio. ¿Qué clase de hombre estaba despierto un domingo a las tres de la mañana? Ah sí, Josh. Llevaba años conociendo a este sujeto y ni siquiera sabía de dónde sacaba el dinero para vivir, o cómo era posible que siguiera vivo a estas alturas. No existía persona más insustancial que Josh.  Él simplemente era... nadie. Nada más que un artista muerto de hambre que se pasaba todo el día durmiendo, o pintando eventualmente. Pero era un buen sujeto, y durante todos estos años desde que había comprado la casa de papá siempre había estado disponible para mí.

—¿Sí, Josh? —pregunté.

Él se acercó desde su estudio. Portaba su habitual vestimenta: un pantalón holgado y una camisa que le quedaba grande y estaba manchada de pintura fresca al igual que el resto de su cuerpo. Estaba descalzo, como siempre, y su cabello rubio tan despeinado como si se acabara de levantar lo cual no me sorprendería. Un golpe de inspiración a las tres de la mañana, aquello no me sorprendería para nada de su parte. Sus pequeños y rectangulares lentes descansaban peligrosamente sobre la punta de su nariz y el parecía tan somnoliento y distraído como de costumbre como para notar que estos podrían caer en cualquier momento y romperse contra el duro suelo.

—¿Quieres té? —preguntó Josh como si simplemente no me hubiera metido en su casa a altas horas de la noche.

—No, gracias —respondí—. Esta es mi amiga Nana. Iremos a dormir, mañana debemos levantarnos y partir muy temprano.

—Ok, si necesitan algo tan solo avisen —dijo él antes de volver a su estudio.

Personalmente creía que la casa podría prenderse fuego y Josh no lo notaría a menos que se lo dijera pero poco importaba. Guié a Nana hasta el piso de arriba y hasta la habitación de la cual me había adueñado hacía años. Ella se recostó en mi cama y casi al instante se quedó dormida. La cubrí con una manta y suspiré antes de dejarme caer sobre la silla del escritorio. Esto de hacer de niñera era agotador. Sobre todo si se trataba de este tipo de situación. Patee mi bolso lejos y agarré mis cosas de donde las había dejado aquí antes de partir. Era el único lugar donde estaba segura que estarían fuera del alcance de cualquier otro.

Prendí mi teléfono, nada realmente importante fuera de asuntos de instituto y cosas que no involucraban al Servicio Secreto. Prendí mi otro móvil, aquel que Andy bromeaba diciendo que era mi línea de Bright y de chica mala por los contactos que contenía. Un mensaje de texto de un número que no tenía agendado. Con algo de suerte no sería una amenaza. Toqué una sola vez la pantalla para abrirlo. Me pregunté qué diría Peter W. Parson al saber que el viejo Android de su hijo que él lo había obligado a abandonar para reemplazarlo por un Iphone ahora era utilizado para este tipo de cosas.

J dice misma hora mismo lugar para la entrega del cuadro. Espero lo entienda porque yo no. Byte.

Pd: besaste a mi hermano otra vez!?

Puse los ojos en blanco pero terminé por agendar el número como B y responderle que cumpliría con la reunión. Tiré el teléfono lejos sobre el escritorio y luego tomé mi anotador. Prolijamente escribí toda la información, todo lo que había hecho con el caso Nana hasta el momento como siempre solía hacer. Tomé el Ipod, me puse los auriculares, le di play a una de las listas de reproducción y simplemente me concentré en escribirlo todo. Quería tener un reporte de todo lo que hacía, algo que mostrara que mi elección no había sido en vano, que no arriesgaba mi vida por nada. Y a pesar de que libretas concerniendo el caso Pandora y el caso Valentino habían sido confiscadas por el MI6 confiaba en que podría conservar esta ya que nadie sabía al respecto.

—¿Es un diario? —preguntó Josh.

Levanté la vista solo para ver que estaba apoyado en el marco de la puerta. Se había limpiado la pintura del rostro, o al menos la mayor parte de ella. Y había atado mejor su largo cabello, desde que lo conocía nunca se lo había cortado. Por alguna razón ya no parecía tan somnoliento. Quizás este hombre fuera descendiente de los búhos. Suspiré y miré una vez más todo lo que había escrito. Realmente estaba todo allí, como siempre. Aún faltaba para el amanecer y Nana seguía durmiendo pacíficamente en mi cama.

—Algo así —dije.

—¿Es de familia? —preguntó él.

—¿Qué? —pregunté y lo miré.

—Que si es de familia escribir diarios —dijo Josh simplemente—. Solo tengo curiosidad. ¿Tu padre escribía diarios?

—No lo sé.

—Pensé que quizás lo hiciera si era profesor. Lamento si tocar ese tema te incomoda.

—Al contrario, sería ridículo que no pudiera hablar al respecto.

—No, no lo sería Emma —dijo Josh—. Es normal que hablar sobre los seres amados que hoy ya no están a nuestro lado nos incomode o nos haga sentir mal.

—La historia con mi padre es un poco más complicada que eso —dije y suspiré.

—Lo sé, esta casa no estaba a mitad de precio por nada cuando la compré. Tal vez no lo conociste pero de seguro él te amaba. Es imposible que un padre no ame a sus hijos.

—No sabes la gente que conozco.

—Si era un buen hombre entonces te amaba. Y tú eres una buena chica, Emma, por lo que estoy seguro que él era un buen hombre. Y eso es todo lo que necesitas saber.

—Sabes, todo el mundo siempre me dice eso. Pero supongo que es imposible hablar por un muerto.

—Nada es imposible. ¿Por qué escribes?

—Porque necesito algo donde poner lo que sé, donde descargar mis pensamientos —dije y entonces lo comprendí—. Porque estoy sola, y no puedo simplemente callar todo. Tengo que ponerlo en algún lugar para no cargarlo pero para conservarlo. Necesito anotar lo que veo para luego poder estudiarlo. Del mismo modo que tu retratas en tus pinturas.

—Comprendo. Sabes que si quieres hablar estoy yo, posiblemente lo olvidaré para la mañana así que puedes confesarme cualquiera que sea tu problema de adolescente —dijo Josh y sonreí.

—Mis problemas no son los de cualquier adolescente —dije.

—Emma, todos pasamos por esa etapa, y todos creímos que nuestros problemas no eran como los de los demás y los mayores no podían comprendernos. Yo también fui un adolescente aunque no lo creas, bastante problemático por cierto.

—¿Realmente? —pregunté.

—Digamos que no me juntaba con gente de lo mejor —respondió Josh—. Me metí en muchos problemas por eso. Pero sabes cómo funciona esto, te metes en problemas y eventualmente sales de ellos o alguien te ayuda y te saca. ¿Entonces?

—¿Entonces qué?

—¿Entonces cuál es tu gran problema de adolescente? —preguntó él—. Sabes que puedes contarme lo que sea, no tengo a nadie a quien contarle tus secretos y tampoco es como si encontrara algo de interesante en eso. ¿Entonces?

—¿Alguna vez has estado enamorado, Josh? —pregunté y él resopló con cansancio.

—Oh querida, lo mío no son los asuntos del corazón —dijo Josh y sonreí ante su reacción—. No tengo uno y nunca tuve, tú eres posiblemente la persona con la que he llegado a ser más cercano y eso es porque te he visto crecer.

—¿Nadie? ¿Amigos? ¿Familia? ¿Pareja? —pregunté y él negó con la cabeza.

—Te dije que era un chico problemático a tu edad, demasiado —dijo Josh—. ¿Entonces qué sucede contigo? Y te recuerdo que solo tienes dieciséis años así que puede parecer para ti la gran tragedia amorosa pero te aseguro que no es así y tendrás muchas más, seguro peores algunas. Así que piensa muy bien lo que estás a punto de decir.

—Ningún drama exagerado como crees, Josh —dije sonriendo—. Tan solo... tal vez alejé al chico correcto por su bien.

—¿Y qué hay de malo en eso?

—Que fui mala, y aún así él me sigue cuidando.

—Entonces no te lamentes por ello —dijo Josh—. Es un buen chico si sigue cuidando de ti. Lo heriste pero por su bien. Y es mejor un pequeño corte ahora que algo mucho peor más tarde. Son jóvenes, se enamoran y se desenamoran constantemente. Y sé que la primera vez puede parecer la más fuerte pero es tan solo una ilusión.

—Pero él no se merecía aquello —dije.

—A veces, al coger la rosa más hermosa del jardín, nos cortamos por accidente con sus espinas, pero vale la pena con tal de tenerla un momento en nuestra mano —dijo Josh.

Lo miré en silencio durante un momento al escuchar aquello, ocultando el modo en que las palabras me golpearon. ¿Por qué todo el mundo parecía utilizar metáforas que incluyeran rosas al hablar conmigo? Lionel lo había hecho cuando nos habíamos conocido, más bien cuando él me había estado esperando en mi camerino luego de una actuación para que eventualmente lo encontrara. Había dicho que era una cita de mi padre. Y miré a Josh un segundo antes de desechar la estúpida suposición que cruzó mi mente.

—Sí, supongo —dije—. ¿Crees que crecemos para parecernos a los que nos precedieron?

—Creo que eventualmente todas las generaciones siguen de alguna forma el mismo camino solo que cada vez es diferente, tal vez mejor —dijo Josh—. ¿Por qué preguntas?

—Porque últimamente no dejan de decirme que cada día me parezco más a mi padre. ¿Crees que sea cierto?

—No tendría modo de responderte, no lo conocí. Creo que el mayor temor, cuando eres joven, es parecerte a uno de tus padres. Y todos tienen aceptado que eso es casi un hecho inevitable pero lo que no comprenden es que, no hay forma en que seas exactamente como uno de tus padres. Sí, heredaste algo de él seguro, y tal vez puedas parecerte físicamente, tal vez realmente seas como él en muchas cosas, pero eres una persona nueva. Es tu vida, tus decisiones, tus errores y tus aciertos. Entonces no importa lo que digan los demás, no les prestes atención. ¿Es eso lo que tanto te quita el sueño a esta hora?

—En parte. Gracias. Tal vez debería hablar contigo más seguido. Eres bueno con las palabras.

—No Emma, no lo soy, soy tan solo un ermitaño que pasa la mayor parte de su vida durmiendo cuando no está pintando —dijo Josh—. Pero me gusta ayudarte en lo que pueda. ¿Haremos como si esta charla nunca sucedió?

—Por favor —dije y él sonrió.

—Como quieras —dijo Josh.

Él se dio vuelta y partió. Tomé otra vez mi libreta y continué escribiendo hasta que simplemente todo estuvo allí, hasta que ya no hubo nada más que escribir, hasta que el sueño comenzó a reclamarme y a hacerme cabecear. Lamentablemente, no tenía tiempo para dormir. Tomé el cuaderno de matemáticas y me ocupé rápidamente de hacer los ejercicios que debía. Me resigné a no dormir el resto de la noche pero a hacer toda la tarea que debía. Maldije esto. Seguramente Ethan nunca tuvo que lidiar con tarea de instituto y su vida secreta. Así que insulté a una larga lista de profesores y materias pero terminé por hacer todo, desde el informe de biología hasta el ensayo para francés pasando por las aburridas ecuaciones de química y los análisis de geografía. Hubo un tiempo en que esto era un verdadero asunto de importancia para mí.

Me vi obligada en un momento a levantarme y bajar a la cocina para prepararme un poco de café o volvería a quedarme dormida mientras leía uno de los libros que tenía de tarea para el MI6. Suspiré mientras revolvía la taza y continuaba leyendo sobre los diferentes músculos del rostro que eventualmente pueden delatar una mentira de parte de alguien. No era como si en realidad el Servicio Secreto no hiciera cada interrogatorio con un detector de mentiras extremadamente avanzado encendido pero, al igual que mi profesor de matemáticas me obligaba a hacer todos los cálculos posibles con mi mente en vez de una calculadora, debía aprender esto a la antigua y del método manual en vez del práctico y tecnológico. Estaba de acuerdo con la parte de la calculadora, estar de acuerdo con lo del detector de mentiras a esta hora por otra parte era un asunto completamente diferente. Pero si no leía ahora, no lo haría nunca, y de todos modos tenía que hacer tiempo.

Bebí hasta la última gota esperando que aquello me ayudara a mantenerme despierta, aún faltaban unas horas para el amanecer. Mi móvil comenzó a sonar mientras estaba subiendo las escaleras de regreso al piso superior y casi tiré la taza de café por el susto. Me apresuré a silenciarlo, no sabía si Josh estaba en su estudio o durmiendo pero sí sabía que arriba tenía a una chica muy cansada y que no quería despertar. Respiré profundamente al responder, sabiendo desde ya lo que seguramente me esperaba. Tan solo una persona tenía como tono de llamada un tema de los Foo Fighters.

—¿Ethan, quién demonios llama a esta hora? —susurré.

—Bueno. ¿Quién demonios contesta a esta hora? —dijo él—. ¿Dónde estás?

—En lo de Josh —dije mientras me apresuraba a subir las escaleras—. ¿Sucede algo?

—Sí, mi hermana simplemente desapareció durante más de veinticuatro horas luego de decirme que tenía una cita con un sujeto que no quería conocer —dijo él y sonreí ante su fraternal preocupación—. ¿Cómo quieres que eso me tenga? Te estuve llamando todo el día, me tenías al borde de un ataque.

—Tranquilo, estoy bien.

Miré a ambos lados una vez en el piso de arriba antes de abrir la puerta y deslizarme dentro de un viejo closet que nadie nunca usaba desde hacía años. Tiré del cable para encender la bombilla y me contuve de toser ante la gran cantidad de polvo. Me senté en el suelo, rodeada de viejas prendas que colgaban sobre mí y parecían haber venido con la casa por su antigüedad. Había pasado mucho tiempo desde que había dejado de jugar al escondite en esta casa y abandonado completamente este closet.

—Pues podrías haberme avisado, al menos un mensaje —dijo él.

—Lo siento, no tengo cobertura en Rusia.

—¿Rusia? ¿Qué demonios hacías en Rusia?

—Son mis asuntos, hermano, no importa.

—No, Em. Una cosa es que me digas que saliste a la noche, otra cosa muy diferente es que me digas que estabas en Rusia.

—Tenía un par de cosas que hacer allí, un asunto pendiente.

—¿En Rusia?

—Sí, bueno, chicas normales tienen asuntos pendientes en un café en Picadilly Circus, yo tengo asuntos pendientes en Rusia —dije.

—¿Y qué pudo haberte llevado hasta Rusia?

—Eso no importa, y olvídate de Rusia. Ya estoy aquí. ¿Ok? Y estoy en una pieza por si te interesa. Por otra parte el ballet ruso parece bastante prometedor. ¿No te interesa?

—Los hombres no van al ballet, Em —respondió él.

—¿Ni siquiera los espías? —pregunté y él suspiró.

—No Em, ni siquiera los espías —dijo Ethan—. ¿Cómo fue tu cita?

—Tal como esperaba —dije tranquilamente.

—¿Es decir?

—Él creyó que simplemente podía tratar con alguien como yo y salirse con la suya, y yo le di vuelta el juego completamente y ahora sabe que debe tener más cuidado si no quiere que ese error le cueste todo —dije y me encogí de hombros—. ¿Qué puedo decir, hermano? Lo de siempre. Los hombres son tan idiotas al creer que pueden conseguir cualquier cosa de una chica con solo sonreír.

—Te recuerdo que yo soy uno —dijo Ethan y sonreí.

—Pero tú eres mi hermano, tengo derecho a insultarte, y fuera de eso sabes que eres un idiota. ¿O me dirás que no eres un idiota con tu escurridiza novia?

—Ella no es mi novia, y no es nada más que una criminal que no sabe mantener quietas sus manos.

—Cheshire, eres hermosa sin importar cómo luzcas y nunca creeré lo contrario —dije y reí sin poder evitarlo—. Por favor, estás muerto por ella y lo sabes. ¿Fue así desde la primera vez?

—Esa es una historia que no compartiré contigo, hermana —dijo él.

—Vamos, tú sabes cómo conocí a Jack.

—Y no necesito saber los detalles —dijo Ethan y suspiró—. Fue en una fiesta, una exhibición. Ninguna misión seria, tan solo estaba allí como parte del equipo de seguridad para asegurarme que no se robaran las joyas. Y ella simplemente apareció, como si fuera una invitada más, y... Bueno, creo que sabes que es difícil decirle que no.

—Sí, no necesito los detalles. Te quedaste completamente como un tonto mientras ella te seducía y robó las joyas delante de tus propios ojos.

—Para cuando me di cuenta las joyas ya no estaban y ella había partido —dijo Ethan—. Por supuesto que la encontré, en París, y también las joyas. Escapó antes que los demás llegaran para llevársela pero al menos recuperé lo que debía. Desde entonces ha sido siempre así, ella roba y escapa antes que se la pueda atrapar pero recupero lo que toma.

—¿Quieres saber un secreto? —susurré y sonreí—. Yo sé que tú la dejas escapar. No te creo cuando dices que nunca la has podido atrapar, no tú. Te conozco, Ethan, eres mi hermano, y no por nada dicen que eres el mejor en tu trabajo. Y sé que nunca lo admitirás y siempre la trataras como lo que es, como una criminal y tú un agente, pero eres capaz de hacer cualquier cosa por ella. Te importa mucho y lo sabes.

—Demasiada imaginación, Em.

—Sigue negándolo Ethan, ambos sabemos la verdad.

—¿Y tú?

—Parece que los dos caímos en París. Empezaré a creer lo que dicen de esa ciudad. Sabes que te apoyo en lo que sea, incluso en esto. Y Diana es una buena amiga.

—Que te contactó con Bel Ami —dijo Ethan y cerré los ojos al ser descubierta—. ¿Creíste que ella no me lo diría en una de sus cartas?

—Bueno, si en realidad las desecharas sin leerlas como dices en vez de tenerlas perfectamente guardadas entonces tal vez no lo habrías sabido. ¿Así que sí lees su correspondencia? Pero no le respondes, eres un idiota y además niegas que te importe.

—No cambies de tema, Emma. ¿Bel Ami? ¿En serio? ¿Tienes idea de lo peligroso que es ese sujeto para ti o la clase de hombre que es?

—Por supuesto que sí, fue mi cita de ayer. O anteayer. Lo que sea. Y ya sabes cómo resultó así que relájate. Sé cómo tratar a los hombres.

—¿En qué andas metida? —preguntó Ethan.

—Información ultraconfidencial, si te dijera tendría que matarte —susurré con diversión.

Terminé la llamada sabiendo que de todos modos mi hermano no volvería a insistir en lo que quedaba de la noche. Le envié un rápido mensaje a Andy esperando que lo viera a tiempo, necesitaba que me hiciera un favor a la mañana. Aún faltaba para el amanecer. Era increíble cómo ahora me sobraba el tiempo y sin embargo no tenía asegurado de ningún modo que las cosas saldrían bien mañana. Si Bel Ami no me daba el anillo estaría jodida, y realmente esperaba que él hubiera escuchado mi amenaza y obedeciera porque de lo contrario no sabía lo que haría.

Eché la cabeza hacia atrás y la golpee contra el muro. Me quedé quieta al escuchar un ruido sordo. Ok, eso no había sonado como una pared normal. Me di vuelta y golpee con mi mano, escuchando el mismo sonido, sintiendo que había algo detrás. Busqué con necesidad en el suelo algún modo de correr el panel. Me puse de pie y tantee a ambos lados necesitando encontrar lo que buscaba. Tuve que ponerme de puntillas para alcanzar más alto. Encontré una pequeña ranura, demasiado pequeña para que mis ya destrozados dedos entraran. Miré rápido a mi alrededor y cogí una percha. Sin pensarlo introduje la punta en la ranura y tiré.

Solo un momento después se me ocurrió que quizás aquello no era del todo una buena idea pero el panel simplemente se deslizó a un lado, con dificultad por el tiempo y la falta de uso. Lo ayudé hasta que desapareció completamente y retrocedí un paso para observar lo que había detrás. Posiblemente Narnia no me hubiera sorprendido tanto. La pared de detrás estaba llena de diarios, desde arriba hasta abajo de todo, y todos con el mismo formato y encuadernados con tela. En los lomos estaban garabateados con oscura tinta los años que concernían y el orden en que habían sido escritos. Durante unos segundos no supe qué creer, y me acerqué para tocarlos solo para comprobar que eran reales y la falta de sueño no había llegado al punto de provocarme alucinaciones.

Quizás, al momento de buscar escondites secretos cuando niños, Ethan y yo debimos comenzar por aquí. ¿Pero quién usaba como escondite un closet en medio del pasillo del piso superior? Hubiera sido más evidente un escondite secreto en el estudio, o tal vez el dormitorio. Pero, de nuevo, los miembros de esta familia siempre iban contra lo esperado. Como mi hermano quien al jugar ser un espía, siéndolo realmente, había conseguido que creyera imposible que sus juegos fueran reales. ¿Ya que qué espía jugaría a serlo? Eso podría delatarlo.  Y del mismo modo aquí estaba, en el único lugar donde nadie jamás buscaría un escondite secreto, un sencillo closet lleno de polvo y con cosas olvidadas.

Me estiré para alcanzar el primer tomo y este cayó desde donde estaba. Lo tomé entre mis manos y lo abrí. Las páginas estaban un poco amarillas por los años pero increíblemente se conservaban bien. No había necesidad para que lo leyera, lo sabía sin necesidad de nada más, pero de todos modos me fijé en la información de la primera página. Orlando Bright. Febrero—Mayo '82. Su letra era perfecta, se notaba que se había esforzado en escribir la primera página. Y tan solo por un instante pensé en la libreta que había dejado abandonada sobre el escritorio de mi dormitorio.

Pasé la página, el diario estaba completamente escrito. Miré todos los tomos delante de mí sin creerlo. El trabajo de una vida, al alcance de mi mano. Dejé el primero a un lado y tomé el último sin pensarlo. Lo abrí en la primera página. Sabía de qué año era, estaba escrito en su lomo. 1999. Y al abrirlo tan solo encontré el mes de Julio, el mes de finalización no estaba porque él nunca había terminado de escribirlo como los otros. Lo volví a guardar en su lugar. Retrocedí y me apoyé sobre la puerta, observando aquello e intentando asimilarlo.

Ethan. Debería decirle a mi hermano. Él merecía saber esto. ¿Y entonces qué? Allí posiblemente estuvieran todos los secretos de nuestro padre. Y John me había hecho prometerle que Ethan no sabría la verdad tras el motivo por el cual papá nos había dejado y por qué había muerto. Conocía a mi hermano, él querría leer todo esto, no se resistiría de hacerlo y entonces encontraría la verdad que no debía. Y antes que pudiera detenerlo él mismo estaría yendo tras lo mismo que papá y no quería perderlo, no también. Le había dicho a John que lo mantendría a salvo y mamá no podía simplemente perder a Ethan, no podía volver a pasar por eso.

Abracé el primer tomo contra mi pecho y cerré los ojos. Tendría que ocultarle aquello a mi hermano, no tenía otra opción. No importaba cuánto me doliera hacerle aquello, no importaba la culpa. Era por su bien. Esta vida estaba llena de secretos. Ethan y Diana. John y la verdad tras la muerte de sus hermanos. Yo misma guardaba varios secretos de ellos. Y nada me aseguraba que ellos no hacían lo mismo conmigo. Incluso papá seguía guardando sus propios secretos al parecer, aún muerto. ¿Debía decirle a John? ¿Qué demonios tenía que hacer con lo que acababa de descubrir? No era como si simplemente acabara de descubrir que todavía quedaba helado de cookie en el refrigerador.

Cerré con cuidado el panel y me aseguré que estuviera bien en su lugar. Me fui de allí, el diario aún abrazado contra mi pecho. ¿Debía leerlo o no? Eran sus secretos, su vida, existía algo llamado intimidad y que normalmente incluía un diario. Pero él estaba muerto. ¿Entonces cómo saber si estaba bien o no leerlo? ¿Un muerto seguía guardando su derecho a confidencialidad? Ni siquiera debería estar preguntándome aquello. ¡Era morboso! ¡Estaba hablando de mi propio padre! Y sin embargo, aquel viejo diario junto con todos los demás era todo lo que tenía de él, el único modo de llegar a conocerlo y saber la verdad detrás de su vida. Y posiblemente el único modo de aprender de alguien que al igual que yo había aprendido a observar a las personas como consecuencia de su soledad.

Me volví a sentar en la silla del escritorio y desde allí miré el diario sobre la mesada. Mantuve distancia, luchando contra la tentación de tomarlo y leerlo. Lo miré fijamente sin medir el tiempo, preguntándome una y otra vez si debía hacerlo o no. No mataría a nadie si yo lo leía. ¿Cierto? Pero tal vez contenía cosas que no deseaba saber, tal vez realmente no debía leerlo. Quizás era mejor la ignorancia, después de todo se decía que esta era felicidad. ¿No? Pero había vivido en la ignorancia durante mucho tiempo y esta definitivamente no había sido felicidad para mí. Desde que había sabido la verdad, desde que le había vuelto a poner orden a mi vida luego de eso, estaba mucho mejor. Era más unida con mi hermano, con John, había aprendido que realmente podía hacer una diferencia, y también había aprendido más sobre mi padre.

Y allí estaba él de algún modo, a solo un brazo de distancia. No me costaría nada coger el diario y leerlo. Era el primero, no se suponía que papá se hubiera metido en muchos problemas siendo más joven que yo. ¿O sí? ¿Realmente quería saber? Y entonces me pregunté lo que posiblemente alguien más maduro me hubiera preguntado al verme en esta situación. ¿Estaba lista para saber? Porque lo que podría encontrar bien podría no gustarme para nada, o quizás al contrario. ¿Quería conocer la vida de mi padre? ¿Quería conocerlo a él? Lidiar con el fantasma de un nombre era sencillo, la mayor parte de mi vida tan solo había sabido que él y mamá se habían divorciado y que él estaba muerto. Nada más. Y tampoco me había importado. Un nombre, solo eso, un hombre que había hecho su parte para que yo existiera pero que nunca había conocido o sabido nada de su parte.

Y todo eso había cambiado. Y ahora cada vez todo tan solo se hacía más complicado y difícil. ¿Quería ser cercana a él? ¿Quería darle la oportunidad que no había tenido? Una cosa era que John me contara sobre él, otra cosa muy diferente era leer sus palabras. Y sinceramente no sabía qué hacer. Ethan los leería, y posiblemente me dejaría que los leyera. Jack me diría que era mi decisión qué hacer pero que la tomara con cuidado. Después de todo, no había vuelta atrás si decidía coger el diario y leerlo. Aún por más poco que lo hiciera. Nada borraría aquellas palabras de mi mente. Y del mismo modo, nada me daría una oportunidad similar. ¿Entonces qué hacer? ¿Devolverlo a su lugar y pretender que nada de aquello había simplemente pasado o abrirlo y dar un paso al vacío, cruzar la línea que muy cuidadosamente había trazado de pequeña entre papá y yo? Si decidía aquello realmente no había vuelta atrás.

Me levanté y me dirigí al baño. Tomé una larga y caliente ducha para intentar despejar mi mente y relajarme. Me tomé mi tiempo para secarme, pasarme crema sobre mi piel, vestirme. Estaba retrasando tener que enfrentarme de nuevo a ese diario tanto como pudiera. Me peiné con cuidado, me maquillé, comprobé que nada estuviera fuera de lugar. Volví y el diario simplemente seguía allí, mirándome desde el escritorio. Cómo si simplemente hubiera sido un sueño, Em. Me acerqué y lo metí dentro de mi bolso de mano solo para no tener que verlo más. Miré mi libreta, también sobre el escritorio, e intenté no pensar en cuánto me parecía a él. No quería lamentarme por eso pero no sabía qué sentir.

*********************************************************************

Por favor no te olvides de dejar tu voto, y puedes encontrar más historias de todo tipo en mi perfil.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top