Capítulo 11


La rueda de prensa terminó para las diez de la mañana, lo cual fue como decirme que esta noche cenaría pizza (lo cual ansiaba y necesitaba urgentemente). Estaba agradecida por el café que me habían proporcionado mientras estaba allí sentada pero con todas las cosas que tenía en mente últimamente, me había sido imposible poder disfrutar de una entrevista política. Ethan lo hubiera disfrutado con placer, pero mi hermano era mi hermano y con algo de suerte se habría resistido al final de levantarse para ir a hablar con el futuro Primer Ministro y discutir sobre sus proyectos. Mas Ethan seguía en Sudáfrica. Tendría que considerar la idea de darle aquella oportunidad a mi hermano, solo ahora comprendía por qué él tenía tanto interés por mis contactos y se tomaba la molestia de entablar relación con ellos. Asistiendo a un instituto de elite, repleto de chicos como Andy cuyos padres eran personas importantes, no era difícil estar llena de contactos y conocer a gente de todo tipo y poder.

Me levanté y tragué rápidamente otro par de aspirinas sin que nadie me viera. Me prometí en vano que sería más consciente la próxima vez que saliera. De todos modos, tristemente, mis tiempos así se estaban acabando. Dejar el alcohol por una vida de constante peligro mortal no parecía para nada un buen trato. Suspiré resignada. Entonces, aquí estaba, alejándome cada vez más de la vida normal (o lo más normal que hubiera podido ser considerando mi familia y entorno), y acercándome cada día un paso más a una vida de agente secreto. Bueno, no del todo como cualquier agente ya que mi trato con los hombres de traje era diferente, pero seguía siendo igual de arriesgado.

Pasamos a una sala contigua, sin ningún arreglo ni todo el público aunque algunos reporteros con pases especiales lograron colarse también. Andy aprovechó esos pocos minutos de descanso para alcanzar a su padre y abrazarlo. Peter W. Parson se mostró completamente sorprendido al ser algo tan inesperado pero terminó sonriendo y abrazando con amor a su hijo. Un par de fotografías del momento. Ok, a él le vendría bien ese tipo de publicidad, fuera del momento padre-hijo. Y tal vez Andy también había pensado en aquello.

Un hombre de traje puso un brazo delante de mí cuando intenté acercarme y me miró seriamente a través de sus oscuros lentes. Me paré firme sobre mis zapatos, las manos en la cadera, y le sostuve la mirada. Lo alejé apenas me puso una mano encima para poder tantearme y registrarme y él frunció los labios con desapruebo. Quise sonreír, definitivamente no había esperado que quien parecía una simple chica de dieciséis años fuera capaz de representarle un desafío. No era por nada pero simplemente no me gustaba ser tocada por desconocidos, no luego de lo que había sucedido en París con ese criminal portugués.

—No puedes acercarte al señor Parson —dijo el hombre—. Medidas de seguridad.

—¿MI5? Por favor —dije y cogí su mano la próxima vez que intentó registrarme, acercándome tanto a él como era posible—. ¿Tienes idea de quién soy? Estoy arriba de ti. Ahora, si me vuelves a poner una mano encima o pones en riesgo mi cubierta me aseguraré que te pongan a limpiar los suelos en la academia. Hazte a un lado y déjame pasar, alguien tiene que ocuparse de la seguridad del hijo del futuro Primer Ministro.

Por un segundo el agente del MI5 consideró que podría estar tomándole el pelo pero luego lo pensó mejor y prefirió no arriesgarse. De todos modos, si no fuera agente, era solo una chica de dieciséis años y él seguía teniendo un revolver oculto en el interior de su chaqueta. Como si ya no hubiera tratado con armas últimamente, sabía lo que era el frío del metal contra mi sien. Me deslicé lejos y lo evadí para poder acercarme a Andy. Nuevamente su padre había sido secuestrado por los reporteros quienes lo apuñalaban a preguntas.

—¿Asunto de agentes allí atrás? —preguntó Andy.

—No. Tan solo no me gusta que me toquen —dije.

—¿Por qué no? Es un registro básico, creí que estarías acostumbrada...

—No. No lo hacen conmigo. Me trae malos recuerdos —dije y suspiré—. Tuve que decirle que estaba arriba para poder pasar.

—¿No te meterás en problemas por eso?

—Seguramente, no se supone que deba decir ese tipo de cosas, aún si también son una parte del Servicio Secreto. Pero lo comprenderán. Simplemente no me gusta que me pongan una mano encima. John sabe, Ethan también, se encargarán que no tenga muchos problemas si se sabe de esto.

—Lo siento —dijo él—. ¿Puedo saber?

—Quizás otro día, cuando yo esté lista para contártelo.

—Sabes que me tienes a tu lado para cualquier cosa —dijo Andy.

Él sonrió, y yo le devolví la sonrisa. Nos mantuvimos a un lado, lejos de los flashes de las cámaras y los reporteros. Entendía la maniobra de Peter W. Parson al permitir que su familia saliera en los medios de comunicación. Como todo en este mundo, se trataba de un arma de doble filo, pero podría llegar a ser muy efectivo. De todos modos, si alguien decidía ir tras su familia, la encontraría igual aún si no apareciera en los medios pero de este modo la gente los veía y podría reconocerlos fácilmente en caso de ser buscados. Claro, eso si lograban pasar sobre mí para tener a Andy o eventualmente a su familia si yo estaba cerca.

—¿Puedo preguntarte algo? —dijo Andy.

—Ya lo estás haciendo —dije y él sonrió apenas.

—No. En serio, Em.

—Adelante, lo que sea.

—¿Lo extrañas? —preguntó Andy.

—¿A quién? —pregunté.

—Tu padre. ¿Alguna vez piensas en él? ¿Lo extrañas?

—Nunca lo conocí. Nunca lo vi. No tengo un solo recuerdo de él, ni un simple objeto. Ni siquiera un regalo de su parte. Nada. Se tomó muy en serio eso de no tener contacto de ningún tipo conmigo. Si no supiera lo contrario te diría que ese hombre jamás existió —respondí.

—Quizás temía verse tentado de quedarse contigo si te veía —dijo Andy—. O temía que supiera que le importabas si te hacía regalos. Tal vez creyó que era lo mejor y lo más seguro para ti si parecía como si no existió para ti.

—Tal vez. Supongo que es mejor creer aquello a que yo no le importaba ni nada de eso —dije y me encogí de hombros—. Según John él me amaba demasiado y deseaba conocerme más que nada. Mi padre fue amenazado para abandonar a mi familia, por eso se obsesionó luego con el trabajo, porque quería terminar con quien lo amenazaba para poder volver con nosotros. No sé si conmigo pero con mamá y Ethan seguro.

—Contigo también —dijo Andy y suspiró—. Lamento lo de Jack.

—¿Por qué dices eso? —pregunté.

—Porque ayer me contaste que fue Lionel, su padre, quien posiblemente amenazó al tuyo y lo mandó a matar.

—Guarda el secreto, por favor. Nadie puede saber nada de todo esto, mucho menos mi hermano. Y lo de Jack de todos modos no importa. Él siguió adelante y yo estoy haciendo lo mismo. Un romance de verano, nada más.

—¿Quieres apostar? —preguntó Andy—. Porque estoy dispuesto a apostar lo que quieras a que él no lo superó, no si ayer te besó.

—Maldita sea, tengo que dejar de beber.

—Em, él estaba tan enganchado como tú en lo que tenían, y a pesar del estereotipo y lo que se crea los hombres no somos unos insensibles que olvidamos tan fácilmente a una chica —dijo Andy.

—Aún así no importa —dije—. Intentar tener algo con él no es siquiera una posibilidad para mí.

—Tu hermano y Diana lo intentan, en su retorcido y extraño modo pero lo hacen.

—No tengo tiempo para estar con chicos en serio, supongo que volveré a ser la de antes. Tengo cosas más importantes que hacer que descubrir si el amor existe o es una baratija barata vendida por un estafador en la calle.

—Pensé que normalmente las mujeres tenían cierta ilusión sobre el amor.

—Yo no, ya no más. No tengo tiempo para eso. Cuando tratas con las cosas que yo trato los problemas de la vida normal no tienen mucho valor. ¿Cuánto tiempo más queda de esto?

—¿Tienes que irte? —preguntó él.

—John quiere almorzar conmigo y tiene planes para más tarde.

—No debe quedar mucho, solo unos minutos más y ya eres libre —dijo Andy—. Gracias por estar aquí.

—No es nada.

Pasaron unos minutos más antes que Peter W. Parson finalmente pudiera tomar un respiro y deshacerse de la prensa. Se despidió de todos los reporteros con una perfecta sonrisa y un firme saludo de manos mientras yo me fijaba en los cinco hombres que no tenían nada de corriente estando allí. Intenté buscar algún agente encubierto pero lo cierto era que mi vista todavía no era tan rápida o astuta como para reconocerlos si estaban sin tener contacto. Una vez fuera Peter W. Parson insistió en que los acompañara a almorzar e intenté en vano negarme sabiendo cómo había resultado el mismo asunto a la mañana. Aún con la intervención y ayuda de Andy no pude lograr que me dejara ir. Ese hombre realmente no soltaba un hueso cuando lo tenía. ¿Y planeaba ser el futuro candidato?

No hubiera podido escapar de no ser porque el tío John decidió aparecer en aquel preciso momento. Realmente, había pasado tiempo desde la última vez que había estado tan complacida de ver a John. Su impecable traje azul indicaba que estaba trabajando y tan solo por un instante me pregunté si sería alguna clase de vestimenta obligatoria o mi hermano también portaría uno cuando se encontraba en Londres. John pasó el equipo de seguridad sin ningún problema y una vez a mi lado puso familiarmente una mano sobre mi hombro. Se presentó con una perfecta sonrisa de político y aceptó el apretón de manos de Peter W. Parson.

—Realmente ha sido un placer conocerlo en persona —dijo John luego de una cordial y entusiasta charla de pocos minutos—. Lamentablemente, tengo cosas que hacer con mi sobrina y no podemos aceptar su invitación.

—Nunca acepto un no por respuesta —dijo Peter W. Parson y John mostró otra de sus perfectas e indescifrables sonrisas de espía.

—Tranquilo, nadie sabrá sobre esto. Será un dato confidencial y absolutamente secreto —dijo él.

Me contuve de poner los ojos en blanco. ¿John se estaba divirtiendo jugando con el futuro Primer Ministro? Estaba segura que aquello debía de estar fuera del protocolo para un caso similar. Aunque, para ser sincera, la gran pila de enormes y pesados libros sobre los diferentes protocolos a adoptar según la situación tan solo se estaba llenando de polvo y yo seguía sin tocarla. No lo haría, no luego de haberme quedado dormida en la página veintitrés del quinto tomo y ni siquiera había leído la mitad de la pila. Me pasaba por negarme a ir a una academia y tener que tomar en días lecciones de años.

—Mi tarjeta —dijo John sacando un pequeño cartón de su bolsillo y entregándolo—. Le recomiendo que la guarde, podría llegar a ser muy conveniente.

—¿Affaires internacionales? —preguntó Peter W. Parson leyendo el contenido.

—Siga mi consejo, usted quiere tenerme como contacto —dijo John—. ¿Vamos, Emma? Tenemos una larga lección por delante.

—¿Qué le enseña? —preguntó Peter W. Parson.

—Mi sobrina está interesada por los asuntos internacionales y mi trabajo así que he decidido tomarla como aprendiz y la llevo al trabajo cada vez que puedo —dijo John.

—Eso es magnífico.

Si por introducirme al mundo de los asuntos internacionales que implicaba el trabajo de John se refería a entrenarme como una agente entonces sí, se podía considerar que no había ninguna mentira allí. Andy me sonrió en despedida y yo le guiñé un ojo luego de saludar a sus padres. John tan solo hizo una parada en el camino para comprar el almuerzo en McDonald's. Eso tan solo podía significar una cosa, John no estaba bromeando y realmente no deseaba perder el tiempo el día de hoy. Intenté analizar su expresión, buscando algún mal presagio, pero la expresión de un espía siempre era indescifrable así que era imposible saber lo que estaba pensando mientras no se quebrara.

—¿Le das la misma excusa a mamá cuando pregunta por qué pasamos tanto tiempo juntos últimamente? —pregunté mientras buscaba en la bolsa la pequeña hamburguesa con queso, nada como las secuelas de una noche fuera de control para no tener hambre al día siguiente.

—Le dije que estás interesada en mi trabajo y que sentías curiosidad por tu padre —dijo John y no respondí—. No es mentira.

—Todos sientes curiosidad en algún momento. ¿Verdad? —dije casi en un susurro.

—Tienes derecho a tener curiosidad, y nadie te juzga por eso. Cualquiera en tu situación desearía saber más. Tan solo... no lo fuerces. ¿Ok? No presiones, no vayas muy lejos si es peligroso. Una cosa es sentir curiosidad por un padre muerto y desear saber más de él, otra cosa muy diferente es ir tras su enemigo. No lo hagas sola Emma, por favor te lo pido. Si algo te sucede yo...

—Tranquilo, no pienso tirarme de cabeza al agua todavía —dije—. Tan solo estoy investigando un poco, fijándome su temperatura, viendo qué tan profundo es, lo necesario antes de zambullirme.

—Ok. Confío en ti —dijo John—. Sabes que si me necesitas estoy aquí, por cualquier cosa. Y sabes que puedes confiar en mí.

—¿En quién más sino?

Me pregunté si John sospecharía siquiera todo lo que en realidad yo sabía sobre la situación, todo lo que estaría callando. Quizás él también callaba algo. Entendía perfectamente por qué se debía mantener a Ethan fuera del asunto, lo último que necesitaba era a mi hermano yendo tras Lionel. Sabía que mi hermano era excelente en lo que hacía, pero también sabía que Lionel disfrutaría matarlo con placer y disfrutaría también mi reacción por eso. Así que por el momento era solo yo metida en esto, y John siendo consciente de la investigación que estaba llevando por mi cuenta. Y así se quedaría porque confesarle a John todo lo que sabía implicaba confesarle el asunto con Jack entre muchas otras cosas que no sabía si él guardaría o se lo diría a sus superiores. Seguía jugando por mi propia cuenta.

Contuve una sonrisa al creer averiguar el código de este día en menor tiempo de lo que esperaba, la próxima vez definitivamente tomaría el tiempo. John me miró con un ligero interés pero pretendí indiferencia, como si en realidad no me desafiara cada vez a mí misma a descifrar lo más rápido posible el código de acceso de ese día. Se suponía que yo no era capaz de hacer algo así, y se suponía que tampoco debería hacerlo. A pesar de todo, seguía siendo considerada como una persona de riesgo para el MI6 en quien no se debía confiar del todo y que era una potencial amenaza. ¡Gracias legado familiar femenino! La prueba más reciente de por qué el Servicio Secreto no confiaba en las chicas Bright era mi prima quien los había traicionado y ahora andaba metida en la mafia.

—¿Qué toca hoy? —pregunté.

—La lección que temí jamás dar en mi vida —dijo John tras suspirar.

—Eso sonó bastante dramático. Y se supone que yo soy la actriz de la familia, no tú.

—Emma, no es un secreto que cada persona se destaca en algo —dijo él—. Siempre habrá algo en el que alguien es bueno por naturaleza y no importa cuánto se entrene o practique el otro jamás podrá igualarlo. Cada uno tiene... facilidad para ciertas cosas que tal vez los demás no tienen.

—Ya he escuchado aquello antes —dije alejando oscuros pensamientos.

—Entonces no debería sorprenderte cuando digo que tengo un puesto que asignarte pero para el cual prepararte primero.

Él caminó con seguridad por los distintos pasillos internos mientras yo lo seguía a su lado. Había algo, en el modo en que las personas despejaban su camino, en que se paraban con firmeza cuando pasaba cerca y en que lo miraban, y también había algo en el paso firme de John o su mirada al frente que jamás vacilaba ni un instante. Me llevó al mismo cuarto de control que la otra vez solo que ahora estaba completamente vacío y con todos los equipos apagados. Una vez allí cogió la llave de la puerta que llevaba al cuarto de interrogatorios y me hizo entrar.

—¿Qué tan importante es tu puesto dentro del MI6? —pregunté.

—No puedo decirte por el momento —dijo John.

—Pero lo es.

—Sí, lo es. Emma, debes saber que los grandes puestos están reservados para miembros de esta familia. No miento cuando digo que somos importantes aquí, que tenemos historia. ¿Crees que ahora mismo no están preparando la placa para tu hermano? Es joven todavía, pero cuando ya no lo sea...

—No bromeabas con el legado familiar.

—No. Somos los mejores, e incentivamos a nuestros parientes a seguir lo que les gusta, aún si no son buenos en ello. Por suerte, muchas veces lo que nos gusta también es para lo que tenemos talento. Si hubiera sabido que era inevitable que terminaras aquí te hubiera cogido de pequeña y del mismo modo que Ethan te enseñó con sus juegos yo hubiera hecho lo mismo contigo. Obligar a un chico, aplicarle una disciplina despiadada con tal de hacer que mejore, no es bueno. Esta familia se basa en la unión y el amor, y del mismo modo nos ayudamos y protegemos entre nosotros y enseñamos a la próxima generación.

Era extraño escuchar aquello. Dudaba mucho que Lionel hubiera aplicado el mismo método para los miembros de su familia. Parecía como si con cada día que pasara, tan solo notara más la diferencia entre su familia y la mía, además de lo evidente de estar en lados opuestos de la ley. Y sabía lo que me esperaba. Aquí estaba yo, Emma Stonem, a punto de ser iniciada en el negocio de la familia Bright y pasar a cargar también su legado. El único contacto directo que había tenido con el lado de la familia de mi padre había sido el tío John, luego podía contar con una mano la cantidad de veces en toda mi vida que había visto a algún otro pariente con tal apellido y difícilmente recordaba algo.

—¿Entonces? —pregunté.

—No sé si el plan de mi hermano era o no este, si al igual que como hicieron con nosotros planeaba contarles, cuando tuvieran la suficiente edad y supieran guardar el secreto, la verdad sobre esta familia. Solo sé que Orlando los amaba, no sé si planeaba enseñarles a ser buenos espías e introducirlos en este mundo —dijo John—. Y dejo este mundo sin revelar aquello. Pero de un modo u otro ambos terminaron metidos en esto, y es mi deber tomar el lugar que él debería ocupar ahora. ¿Por qué estamos aquí?

—Porque en cinco minutos le saqué más información a un detenido que ustedes en horas de interrogatorio.

—Han pasado años desde que hemos perdido al último destacable interrogador que el Servicio Secreto y la familia ha tenido. Lo siento, no puedo enseñarte como él, no soy él, pero puedo hacer lo mejor que pueda y esperar que tú hagas el resto por tu cuenta. ¿Quieres intentarlo, Emma?

—¿Qué sucede si no sirvo para esto? —pregunté y él sonrió.

—Eres la indicada, créeme. Sabes observar a la gente, sacarle sus secretos, ver más allá de lo que muestra. Temo que has aprendido eso a causa de tu soledad y demasiado Sherlock Holmes, al igual que Orlando.

—Quieres que tome el lugar de mi padre.

—No. Quiero que tomes tu lugar —dijo John—. Eres una Bright, y como tal tienes derecho a elegir. Eres un miembro de esta familia, tú eres Emma Bright.

—Es difícil creer aquello cuando todos me miran como la próxima Alicia —dije apoyándome contra la única silla que había en el cuarto.

—Confío en que el caso de Alice no se repetirá en ti. No eres ella.

—No, no lo soy, pero no evita que todos crean que así es. Yo podría haber traicionado al Servicio Secreto, John, y lo sabes muy bien, y al contrario de lo que todos esperaban no lo hice sino que lo puse sobre todo. He puesto siempre una misión en prioridad, incluso a costa de mi vida.

—Lo sé —dijo John y tomó un profundo respiro—. Emma, escucha. ¿Ok? Lo que sucedió con Alice fue demasiado fuerte. Ha habido mujeres en esta familia que han hecho cosas incluso peores que Alice. Así que es difícil confiar del todo en una Bright, sobre todo en tu caso ya que apenas te estás iniciando. Pero lo estoy intentando, todos lo estamos intentando, más que cualquier otra cosa. Quieres que sea sincero contigo y lo seré. Estoy confiando en ti, aún si sé que no siempre debería del todo, aún si sospecho en algunas cosas. Pero del mismo modo que Orlando rompía la ley por su lealtad a su corazón, y sé que tú haces lo mismo, también sé que eres una buena chica. Y los demás poco a poco están comprendiendo eso también.

—John, me estás pidiendo que acepte a una familia que me ignoró completamente hasta este momento.

—Por tu bien, y no te ignoramos —dijo él—. No te estoy pidiendo que lo aceptes, te estoy pidiendo que lo tengas en consideración. ¿Ahora, quieres seguir con esto o no?

—No pierdo nada con intentarlo —dije tranquilamente—. ¿Entonces qué? ¿Me enseñarás a interrogar a una persona?

—Te enseñaré lo que sé y lo mejor que pueda por más que este no es mi fuerte —dijo él y señalo la silla—. Siéntate.

Obedecí y le sostuve la mirada con calma pero con firmeza. John me miró y le sonreí apenas. Ok, este era un juego que estaba dispuesta a jugar. ¿Qué tenía planeado hacer? ¿Interrogarme para así enseñarme? Por favor, era una adolescente, sabía cómo esconder cosas de los adultos y mentir al respecto. Y era una actriz, sabía cómo hacer que me creyeran sin importar cuan disparatada fuera la historia que estaba sosteniendo. Cuando me había metido en este mundo por primera vez el joven que había estado a mi lado me había dado posiblemente los consejos más valiosos que hubiera podido tener al momento de tratar con otros y uno de esos era aferrarme con mi vida a mi cubierta, aún si me habían descubierto.

—Es importante que sepas que no todos a quienes interrogues estarán dispuestos a hablar, y que algunos incluso trataran de mentirte —dijo John—. Hay casos y casos. Pero lo que debes saber más que nada es que mientras estés en este cuarto a solas con el interrogado jamás debes perder el poder de la situación o mostrarte débil. Aquí mandas tú, y es tu obligación llevar el interrogatorio por donde tú quieres.

—John, no necesito que me digas eso para saberlo.

—No es tan sencillo como suena Emma porque habrá gente aquí, sentada en el mismo lugar que tú estás ahora, que intentará dar vuelta el juego en tu contra. Son extraños los casos, pero existen. Y para ser un buen interrogador no solamente tienes que tener una fuerte actitud sino que estar preparado para eso y mantenerte inquebrantable, al menos cuando estés aquí. ¿Entiendes eso?

—Perfectamente. Por fin las peleas con esos idiotas del instituto servirán para algo —dije y John sonrió.

—Realmente eres como él. Te amo, Emma. Ahora, debemos ponernos serios y continuar con esto. ¿Sabes cuál es la forma más efectiva de hacer hablar al interrogado si se niega?

—Eso es simple, debo romperlo —dije y él asintió—. Una vez que se ha roto entonces es fácil quitarle información haciéndolo hablar. Eso si ya no le quité la información a partir de los datos que tiene el MI6 y lo que veo.

—Eres posiblemente la persona más capacitada para este puesto. Lo intenté una vez con Ethan pero digamos que tu hermano simplemente no sirve para interrogar —dijo John y fue mi turno de sonreír.

—Mi hermano difícilmente sirve para quebrar el espíritu de alguien. Él es demasiado bueno para eso, no podría, no sabe lastimar a una persona de ese modo y no se atrevería. Y no sabe observar a las personas como yo.

—Lo sé. Ahora las reglas básicas que debes saber. Lo más importante, mientras estés aquí adentro haciendo lo tuyo, es que no puedes dañar de ningún modo físico o atacar al interrogado. Aún hay derechos que respetar —dijo John—. La segunda cosa que debes saber es que mientras estés aquí adentro estás noventa y cinco por ciento segura.

—¿Y el otro cinco por ciento? —pregunté.

—Bueno, eso depende de ti. Se supone que el sujeto estará completamente desarmado y con las manos atadas, en el peor de los casos la seguridad será mucho más. El caso en que esa persona pueda atacarte es casi inexistente, sobre todo ahora que la agencia ha sido limpiada de doble-agentes. Y aún así, confío en que sabes defenderte.

—Perfectamente.

—Entonces no tienes nada que temer. Y recuerda Emma, por ti y por tu hermano soy capaz de hacer cualquier cosa.

Quedé libre alrededor de las cuatro, luego de horas de lección con John. Buenas y malas noticias respecto a eso. La buena es que realmente me divertí con los supuestos casos que me presentaba el tío John, la mala es que fue evidente que era mejor de lo que demostraba en esto de ver más allá de los demás. Y el problema con eso es que si sabes descifrar a alguien como yo sabía, entonces también sabes cómo hacer para engañarlo y ocultarle tus secretos. Yo era ese caso particular en donde de ser la interrogada daría vuelta el interrogatorio y terminaría por quebrar al otro. Y el tío John ya tenía asumido en cierto modo que yo consideraba la ley bastante... flexible.

Bueno, quizás había tomado tranquilamente el desayuno con mi prima y su novio en su mansión en Palermo siendo consciente que ambos se trataban de una pareja de mafiosos altamente peligrosos y buscados (Alicia en 6 países y Giorgio en más de 20 según tenía entendido), y tal vez tenía como amiga a una ladrona y falsificadora de arte y joyas que había pasado por todas las camas de personas importantes (hombres y mujeres) y que de algún modo retorcido y que yo aún no llegaba a comprender salía con mi hermano, y era probable que hubiera tenido algo con un supuesto agente que luego fue descubierto como un doble-agente a pesar de no serlo realmente y que ahora era buscado por todo el MI6...

Ok, no era exactamente un modelo a seguir y mucho menos como agente. Y como si aquello no fuera suficiente aquí estaba yo, en medio de Trafalgar Square, sentada junto a una de las cuatro estatuas de leones, esperando a un joven con el cual no debería juntarme. No solamente porque Bel Ami era un ladrón extremadamente peligroso, aquello no era nada, la verdadera razón por la cual no debería verlo era porque lo había besado la noche anterior. ¿Cómo simplemente olvidar aquello? Maldita sea, había bebido un poco y quería olvidar a Jack y... Y besé a Bel Ami. ¿En qué clase de chica me convertía eso?

—Hey —dijo él.

—Hey —dije.

Bel Ami me dedicó una de sus sonrisas y se sentó a mi lado. Lucía como un chico normal, al igual que yo. Para los ojos de cualquiera tan solo éramos dos adolescentes pasando el tiempo junto, era imposible saber en realidad todo lo que ocultábamos. Pero dejando de lado el asunto ladrón-espía, esto realmente era incómodo como cualquier asunto chico-chica luego de una noche que se fue un poquito de control. Se supone que los affaire de una noche son exactamente eso, de una noche, y nunca más los vuelves a ver.

—¿Cómo estás? —preguntó Enzo.

—Creo que diré en vano que no volveré a beber —dije y él sonrió.

—Tomé más que tú, créeme que sé a lo que te refieres.

—Sí, bueno, no tuviste que levantarte a primera hora seguro ni ser obligada a ir a la rueda de prensa de un político por no agregar que el resto del día no ha estado menos cargado.

—¿Estás aquí hace mucho tiempo esperando?

—Necesitaba un poco de aire y soledad, solo para poner mi cabeza en orden y pensar.

—Te entiendo —dijo él y suspiró antes de levantar ambas manos—. Escucha, respecto a lo que sucedió anoche...

—Nada sucedió, lo sé —dije y respiré profundamente—. Intentaré simplemente no pensar en eso y olvidarlo. No debió pasar, no debí permitirlo. Yo había tomado y...

—Emma —dijo él interrumpiéndome y mirándome a los ojos—. No quiero pretender que lo que sucedió anoche no sucedió nunca porque no me arrepiento. Al contrario. Y si te he citado aquí es porque me he pasado todo el día pensando en cómo demonios te diría esto pero quiero intentarlo contigo.

—Bel Ami...

—Enzo —dijo él—. Y verás, el punto es, que no quiero ser un Bel Ami para ti. Y temo que aquello no será posible contigo. ¿Estabas pensando en él cuando me besaste?

—Señor, tú realmente no acabas de preguntarme aquello —dijo y cepillé con una mano mi cabello hacia atrás—. No puedes simplemente preguntarle a una chica si estaba pensando en otro cuando besó a un chico.

—Eso no responde a mi pregunta.

—Y no responderé —dije mirándolo—. Hazte un favor y no te enganches conmigo porque siempre termino lastimando a los chicos. Puedes preguntarle al último si necesitas un consejo.

—No lo haré —dijo él y cogió mi mano deteniéndome cuando me levanté e intenté irme—. Quiero intentarlo contigo Emma, como se debe, y eso incluye no besarte solo porque ambos hubiéramos bebido y estuviéramos en una fiesta. Y, por favor, seamos realistas, somos grandes como para este tipo de juegos. Si tú realmente no tuvieras interés de ningún tipo entonces no estarías aquí.

—Tú me pediste de vernos.

—Y tú aceptaste. Volveré en una semana con el cuadro, espero que para entonces tu ex haya encontrado a mi hermana.

—Él no es mi ex. Es solo un chico con el que...

—No me importa. Y quiero que nos veamos, pero fuera de negocios.

—Estás pidiendo más de lo que puedes tener, Bel Ami —dije y deslicé mi mano fuera de su agarre.

—Eso no fue un no —dijo él.

—Tampoco fue un sí —dije—. Nos vemos.

Au revoir mignone.

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