Sakura suspiro sonriente, su corazón ya no estaba acelerado como cuando estaba encerrada en aquellas tres paredes y la reja. Desde hace semanas ya no sentía tanta claustrofobia, gracias a la ayuda de los dos peludos tripulantes Mugiwara's. Ahora podía dormir tranquilamente en interiores, aunque claro, el interior tenía que ser espacioso. Así pues, tomo una almohada y una manta, luego camino hacia una cama y callo muerta al contacto con el colchón. Si sucedía algo lo dejaría en manos de sus amigos.

Kurosagi miró a la pelirrosa dormida en la cama, quiso acompañarla pero desistió, ella de veía muy cómoda tirada a lo largo sobre el colchón. Prefirió salir a tomar un poco de aire, después de todo no tenía mucho sueño. Saltó algunas cajas vacías y llegó al tejado de la casa donde se hospedaban, a lo lejos vio a su capitán escarbar un ollo en la arena, con gusto lo ayudaría pero sus garras aún eran muy débiles.

La luna resplandecía sobre su cabeza, aquella silueta marcada sobre la superficie le hacía recordar su promesa de volverse una leyenda. El pequeño conejito tomo ese collar que le había entregado Shukaku, acaricio el nagatama de oxidiana para luego guardarlo entre su pelaje. Kurosagi se volvería un gran conejo, aunque el destino aún es incierto y puede cambiar de muchas maneras, tanto buenas como malas. Por lo menos sus nakama's siempre estarán con el.

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—Lo siento, Vivi-chan. No debiste haber visto algo así.. –se disculpo aquel ancianito de Yuba–

Todos los Mugiwara's estaban apunto de partir, solo estaban en la salida despidiéndose del abuelo. Kuro estaba sobre la cabeza de Sanji, aunque a cada rato este estornudaba por el humo del tabaco, así pues el rubio apagó su cigarro...

—¡No, para nada!.. –dijo la princesa apenada de ver al abuelo disculparse– ..Ya nos vamos..

—Ah, Luffy-kun, lleva esto contigo, por favor.. –dijo el abuelo antes de que se retiraran. Luffy acepto aquel pequeño contenedor con agua que el amable viejo le ofrecía–

—¡Agua!.. –gritó el capitán a coro con Usopp–

—Anoche, justo después de quedarte dormido cavando.. –contó el viejito. Kuro los recordó excavando ya muy entrada la noche– ..Llegamos al nivel del agua. Pude sacar un poco de agua y destilarla..

—Uuu eso suena complicado, pero gracias.. –agradeció el capitán feliz–

—Autentica agua de Yuba.. –el viejito sonrió, aunque un tanto apenado con el muchacho– ..Perdoname, pero es todo lo que puedo darte..

—¡Lo beberé con cuidado!..

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—(Una duna, dos dunas, tres dunas y muchas dunas).. –contaba Kurosagi mentalmente, aún sobre la cabeza de Sanji–

No es que no quisiera caminar, el caso es que sus almohadillas no son lo suficientemente fuertes como para soportar el calor abrazador de la arena, no eran como los cascos de Chopper. Aunque eso no importaba mucho, Sanji no estaba enojado con el, después de todo Kurosagi no pesaba nada.

De un momento a otro Luffy ya estaba debajo de un pequeño árbol ya marchito en el desierto. Usopp, por tal acción, se enfado y comenzó a reclamarle, aunque el capitán hizo oídos sordos ante los gritos de su tirador. Todos estaban muy consternados con el extraño comportamiento del moreno, aunque no Zoro, el entendía un poco lo que su capitán estaba haciendo...

—Renuncio.. –solo dijo eso, simplemente un "renuncio" muy quitado de la pena, como si el conflicto armado que estaba por suceder fuera meramente un juego de niños–

Kurosagi no entendía los conflictos humanos, en un segundo estaba sobre la cabeza de Sanji (intentado este levantar a su capitán) y en un segundo ya estaba sobre la arena comiendo de está. El pequeño conejo escupió la arena y miró con enojo a su capitán...

—Oe!! ¡¿Qué demonios haces?! –gruñó Kurosagi, aunque nadie le entendió, solo escucharon un pequeño gruñido–

Enserio que Kurosagi no entendía a los humanos. No son como el, no son Laphan. Quería entenderlos, quería ser como ellos, pero no podía ser un humano. Ellos tienen emociones más haya del enojo o la tristeza, ellos se apoyan los unos a los otros, se golpean para hacerse entender. Cómo el capitán, quién comenzó una pequeña pelea contra la princesa, ella no quería ver a su gente muerta, pero en una guerra siempre hay muerte.

La gente muere...

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—¡¡¡No puedes simplemente detenerlos!!!

Gritos, ecos que retumbaban contra las paredes. Pequeños murmullos de personas a lo lejos. El caminaba por el extenso pasillo mientras era seguido por alguien mas...

—¡¡¡La gente muere!!! –sus paso se detuvieron antes de subir en una pequeña plataforma de cristal–

—¡Y es lo que nosotros debemos detener!

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—Al final, no pude hacer nada.. –la boca le sabía a sangre, el pecho le quemaba y no sentía las extremidades inferiores–

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—Kuro, ¿Estas bien?.. –preguntó Sanji al peludo animalito arriba de su cabeza–

Desde hace horas las orejitas del conejo estaban caídas a los lados y parecía triste.

Ante la pregunta del rubio Juro simplemente asintió, no tenía ganas de gruñirle algo y mucho menos de escribir.

El no entendía a los humanos. Los conejos mueren. Párese que fue hace días cuando perdió a su madre, una hermosa coneja de pelaje blanco.

Hasta hace poco el solo comprendía la tristeza y el enojo, pero desde que empezó a navegar comenzó a entender la frustración, curiosidad y admiración. Sentía admiración por su capitán, quería ser algún día como el...

—(Haaa~ tengo hambre..) –gruño el conejito sobre la cabeza del cocinero. Sanji no entendía el lenguaje de los Laphan, pero si otra clase de lenguaje–

—Toma.. –dijo el cocinero teniéndole una bolsa con zanahorias picadas–

Las orejitas del conejo se levantaron al igual que su expresión, Kuro tomo aquella bolsa y comenzó a comer las zanahorias. Sanji sabía que algo así iba a suceder, el jamás dejaría que alguno de sus Nakama's tuviera hambre...

—Aquí es.. Raibase..

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Kuro, tan esponjocito como siempre 🥰

Espero que les haya gustado.

Nuestra Reyna a hablado 😢