Capítulo 49: La despedida.
En las sombras, como siempre, el jefe de la Sociedad de Cazarrecompensas mantiene una conversación con Sirocco sobre el plan a seguir y los movimientos a tomar para la captura definitiva de Sota de Espadas. Sirocco no está de muy buena gana, le había tocado el premio gordo sin comerlo ni beberlo. El premio gordo en el mal sentido de la palabra, claro, porque nadie quería ir a capturar a Sota de Espadas. ¿Para qué? ¿Para que los derrotaran? Había mil cosas mejores que hacer. Pero le había tocado a él. Y contra la voluntad del azar no se puede hacer nada.
Sirocco: ¿Y bien?
La penumbra, como siempre, envuelve al jefe de la Sociedad de Cazarrecompensas, manteniendo ese aura de misterio que hace que nosotros, los espectadores, no sepamos cuál es el verdadero aspecto del mayor cazarrecompensas del Reino de Oros. Estamos en vilo.
J: Según mis cálculos, Varyia y compañía llegarán a la ciudad de Indura sobre la tarde de mañana. Es una ciudad importante, asumo que se quedarán allí a dormir. Es necesario que nos traslademos a la guarida de la Sociedad de Cazarrecompensas de Indura y operemos desde allí.
Sirocco: ¿Y hay algún plan?
J: Sí, eso iba a decir. Te agradecería que no me cortases cuando hablo. Te recuerdo que el jefe aquí soy yo. Por muy Sirocco que seas.
Sirocco bufa. A veces no recuerda qué es lo que le llevó a meterse en un antro de buenos para nada como era la Sociedad de Cazarrecompensas. Él era un cazarrecompensas de gran potencial. O, por lo menos, en algún momento lo fue. Incluso su cabeza llegó a ser de las más codiciadas del lejano Reino de Bastos, donde había llevado a cabo las más sangrientas y famosas matanzas. Se relame recordando sus tiempos mozos. A su edad ya no estaba para esos trotes, ya era más difícil matar a una aldea entera de lo que lo era cuando tenía veinte años. Hace diecisiete años participó en una matanza memorable, acabó con toda una recóndita aldea de Bastos en menos de dos minutos. Por aquel entonces tenía 24 años, era todo un chavalín. Pero ahora que tenía 41 la cosa no era lo mismo. Se le resentían las articulaciones y su musculatura no pasaba por su mejor momento, así que lo de capturar a Sota de Espadas Varyia no era ni de lejos una buena idea. Nada se le podía hacer, le había tocado.
J: Verás, he pensado, con mi mente magistral de villano de historia de fantasía épica que, si no podemos atrapar, según se ha visto por los anteriores cazarrecompensas, a Sota de Espadas, tendremos que hacer que se atrape a ella misma.
Sirocco: ¿Ein?
J: Te he dicho que no me cortes. Prosigo. Sota de Espadas le tiene un gran cariño a su queridísimo primo, el primogénito de los Varyia, Caballo de Espadas, también Caballero del Reino de Espadas y de los importantes. La idea es capturarlo. Sota de Espadas vendrá a rescatarlo. Y entonces caerá en nuestra trampa.
Sirocco: Vale, ¿pero cómo capturamos al tal Caballo de Espadas? Si se supone que también es un Caballero del Reino de Espadas de los importantes... Tú mismo lo has dicho.
J: Lo que no he dicho es que, además de ser uno de los más importantes Caballeros del Reino de Espadas, también es fácil de engañar. Su fuerte sentido del honor, más que una ventaja para él, es un peligro. Siempre se guía por lo que cree que es justo y eso le puede llevar a caer en cualquiera de nuestras trampas.
Sirocco: O sea, que tu plan es hacer una trampa para Caballo de Espadas para luego poder tenderle otra trampa a Sota de Espadas.
J: Sí, eres muy listo, Sirocco (es ironía). Aunque lo de Sota de Espadas no es una trampa como tal, porque a Caballo de Espadas lo tendremos secuestrado de verdad, no tenemos por qué inventarnos nada.
Sirocco: En fin.
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Un lindo atardecer en el lago cercano a la posada. Caballo de Copas y Caballo de Bastos se encuentran tendidos sobre la hierba en las inmediaciones de este, junto al coco que los llevó a esta lamentable situación. Ha pasado tiempo desde el impacto y Caballo de Copas abre sus ojos. Está confuso y no sabe bien dónde está. Lo primero que ve es su propio cuerpo desnudo. Lo segundo que ve, el de Caballo de Bastos, que está tendido boca abajo. "Qué alivio, así no le veo el bubujiji", es lo primero que piensa. Lo segundo en lo que piensa es en cómo c*jones ha podido llegar hasta esa situación.
Entonces, Caballo de Bastos hace un movimiento, como si se estuviera levantando por la mañana. Se da la vuelta y observa su alrededor más inmediato. Un lago, cocoteros, un coco, su bubujiji de considerables dimensiones... Y Caballo de Copas. Cuando ve a Caballo de Copas, que además está desnudo igual que él, se sorprende.
Caballo de Bastos: ¿Qué ha pasado?
Caballo de Copas: Eso me gustaría saber.
Caballo de Bastos: ¿No te acuerdas de nada? Yo lo último que recuerdo es que vine al lago a darme un baño, pero no recuerdo ni haber llegado hasta aquí. O sea, salí de la habitación y tal, creo recordar que me dirigí al lago... Pero ya está...
Caballo de Copas: Ajá, no me cuentes tu vida. Yo solo sé que vine al lago a meditar, pero no sé qué más pasó. Ni siquiera recuerdo haberte visto por aquí. Si te hubiera visto me hubiera marchado. No te lo tomes a mal, simplemente no se puede meditar contigo al lado.
Caballo de Bastos: Qué raro... Yo tampoco recuerdo haberte visto. Hmmm... Tengo que intentar recordar... Pero, oye... ¿Cómo que no se puede meditar conmigo al lado?
Caballo de Copas: Chico, no te lo tomes como un cumplido ni nada por el estilo. Es simplemente que eres simple y escandaloso. Molestas.
Caballo de Bastos: A.
Y se quedan allí sentados, sin más, mirando hacia la inmensidad, intentando asimilar el hecho de que se encontraban allí y lo que les ha podido pasar.
Caballo de Bastos: ¿Crees que nos hemos podido resbalar al ir a meternos en el lago y al darnos el golpe nos hemos quedado inconscientes y nos hemos olvidado de todo?
Caballo de Copas: Sí, puede ser. Lo que no creo bajo ningún contexto es que estemos aquí desnudos el uno al lado del otro porque haya pasado algo más entre nosotros. Es imposible que hayamos fornicado ni nada así. Vamos, yo no fornicaría contigo. Y supongo que tú tampoco fornicarías con un pobre como yo. Ya lo dijiste.
Caballo de Bastos baja la cabecita.
Caballo de Bastos: Sí, supongo. No habrá sido eso.
Caballo de Copas: Es imposible que haya sido eso.
"Aunque en el fondo de mi mente me queda la duda", piensa Caballo de Copas, a pesar de que intenta quitarse la idea de la cabeza autoconvenciéndose a sí mismo con palabras. "No, no ha podido ser eso, porque no fornicaría con este en público, ¿no?"
Caballo de Bastos: Oye, ¿lo de que no fornicaría con un pobre como tú? ¿Cuándo dije eso?
Caballo de Copas: La noche que, por desgracia, tuve que pasar contigo en la posada de la aldea del Reino de Espadas donde está la cueva del Tragón Rojo. Fue un detalle un poco malo, la verdad.
Caballo de Bastos: Vaya, perdón... Estaría enfadado probablemente por lo que dijiste de Sota de Bastos. Tendría que haber pensado en las consecuencias.
Caballo de Copas: ¿Las consecuencias?
Caballo de Bastos: Que te volverías un bully.
Caballo de Copas: Ah, no, por eso no te preocupes, ya lo era de antes.
Caballo de Bastos: ¿Crees que ese coco que hay en el suelo nos puede haber golpeado la cabeza?
Caballo de Copas se toca la cabeza.
Caballo de Copas: Ahora que lo dices me duele un poco. Cuando quieres pensar, piensas. Probablemente viniéramos a bañarnos al lago y después de desvestirnos nos cayó un coco en la cabeza. Seguramente fueran dos cocos y hay otro por allí. No lo sé. O igual simplemente fue del golpe al resbalarnos...
Caballo de Bastos: O nos resbalamos con el coco...
Caballo de Copas: Igual vimos un oso por ahí por el bosque, nos asustamos y salimos corriendo y nos resbalamos con el coco, caímos al suelo y nos dimos un golpe en la cabeza y ¡zas! lo olvidamos todo.
Caballo de Bastos: Sí, tiene mucho sentido, creo que fue eso. Totalmente. Tuvo que ser así.
Caballo de Copas: Tuvo que ser así.
Se quedan unos segundos sentados, se miran y caen en la cuenta de que el tiempo ha seguido corriendo durante todo el rato que estuvieron inconscientes.
Caballo de Copas: Oye, ¿no se está haciendo como de noche?
Caballo de Bastos mira al cielo.
Caballo de Bastos: Eso parece.
Caballo de Copas: Pues, que yo sepa, y si no has cambiado de opinión, teníamos cena esta noche.
Caballo de Bastos: ¡H*STIA!
Y se empiezan a reír.
Caballo de Copas: JAJDJSJADJASJDJASJDJ.
Caballo de Bastos: JDAJSJDJASDJASJD.
Después de esos lindos momentos no tuvieron otra que levantarse, ponerse la ropa y marcharse a sus respectivas habitaciones para vestirse de manera elegante para la cena de despedida de los de Bastos, que por la situación del cielo, debía estar al caer. Había que darse prisa.
Cuando Caballo de Copas llega a su habitación se encuentra con que Caballo de Espadas sigue ahí. Está vestido de calle y se peina el flequillo como intentando parecer arreglado o algo. Otra cosa "poco común" es que está (aún) más decaído que de costumbre. Caballo de Copas se siente curioso. "Vaya, a este le ha pasado algo con su prima. Voy a ver qué le pasa, a ver si con los dramones ajenos me olvido de los míos".
Caballo de Copas: ¿Qué tal con tu prima?
Caballo de Espadas: Me desprecia...
El mago asume que Sota de Espadas desprecia a su primo porque por fin ha conocido su incestuoso secreto. Sabe que debería tener algo de tacto y de empatía, pero aun así no puede evitar asentir mientras piensa "si es que ya lo sabía yo". Es algo que tarde o temprano tenía que pasar. No le queda otra que hacerse el apenado de forma exagerada.
Caballo de Copas: Ohhhh, de verdad que lo siento mucho mucho... Hay que ver lo poco aceptadas que están algunas cosas tan normales como sentir atracción por tus familiares en esta época, o algo así.
Caballo de Espadas: ¿Qué?
Caballo de Copas: Ya sabes, es que es muy fuerte que literalmente TE DESPRECIEN solo por practicar el incesto. Me parece MUY FUERTE. Y muy intolerable. Yo te apoyo mucho, eh, mucho mucho.
Caballo de Espadas: No me desprecia por eso...
Caballo de Copas: ¿Qué? ¿También le va el incesto? Esto sí que no me lo esperaba. O, bueno, sí, quizás me lo esperaba un poco. Puede que en el Reino de Espadas seáis un poco raritos. No lo digo con intención de faltar, pero me dais esas vibes.
Caballo de Espadas: No es eso, no pude decírselo.
Caballo de Copas: A... No me lo esperaba, la verdad. No se por qué había asumido que sí se lo dirías. En fin... Pero bueno, míralo por el lado bueno, onii-chan, si ya sabes que te desprecia sin necesidad de conocer tu secretito endogámico, no importa ya que lo descubra. ¡Mira qué bien! Uwu.
Caballo de Espadas: Si tú lo dices...
Caballo de Copas: En fin, ella se lo pierde. Que no es gran cosa lo que se pierde, pero ya se pierde algo.
Caballo de Espadas baja la cabecita.
"Ups, creo que me he pasado un poco", piensa Caballo de Copas. "Estaba jugando con fuego, tengo que contenerme".
Caballo de Copas: Bueno, pues ahora nos vamos a ir a cenar de gratis para ahogar las penas. No sé tú, pero yo tengo muchas ganas. Ya sabes, me encanta beber cerveza. Y me encanta mucho más si la paga otro. Se van a enterar, esta noche los voy a arruinar.
Caballo de Espadas: ¿Vas a ir así?
Caballo de Copas: ¿Así? ¿Cómo así?
Caballo de Espadas mira de arriba a abajo el outfit de Caballo de Copas, que llevaba días sin siquiera cambiarse de camisa. La ropa la tenía arrugada e incluso como sucia. No sabe en dónde ha estado Caballo de Copas durante toda la tarde, pero no quiere ni preguntárselo, no le importan los dramas que no son los suyos propios.
Caballo de Espadas: Nada.
Caballo de Copas: A ya.
Cuando bajan al descansillo, donde todos se reunieron para decidir el sitio a donde ir a cenar y lo que surja, se encuentran con que los que han llegado están de punta en blanco. Sota de Copas se ha puesto uno de los múltiples outfits de fiestaca que tiene guardados en su cute bolsito. Sota de Espadas lleva la ropa de Uvunu. Caballo de Bastos también lleva la ropa de Uvunu, aunque con menos parafernalia para poder mostrar parte de su escote. Sota de Bastos se ha cambiado de camisa, que ya es algo. Los de Oros aún no han llegado.
Caballo de Copas: Vaya, vaya, qué tarde llegan algunos siempre. No sé qué tendrán que arreglarse, porque, siempre se ha dicho, aunque la mona se vista de seda...
Sota de Copas niega con la cabeza.
Sota de Copas: No paras, ¿verdad?
Caballo de Copas: Digo las cosas como las pienso, ¿qué le voy a hacer si soy el único que no es un falsete en este grupito de bienquedas? Si tengo que decir que una persona cuyas iniciales son C.O. es feo, lo dig...
Caballo de Oros: ¿Quién?
Caballo de Copas se pega un buen susto al encontrarse con que Caballo de Oros acaba de llegar y lo tiene en la espalda.
Caballo de Copas: Nadie, nadie.
Sota de Copas: En fin, ¿a dónde vamos a ir a cenar?
Caballo de Bastos: Pues hemos estado pensando, hace un rato, porque no nos ha dado mucho tiempo a pensar, que primero vamos a una taberna donde haya cochinillo de p*ta m*dre y después, si nos animamos, perreo en un pub.
Sota de Copas: ¡Wow! ¡Me parece planazo! ¡Y encima pagáis vosotros!
Sota de Bastos: Hasta donde nos alcance el dinero...
Caballo de Copas rechina los dientes.
Caballo de Copas: ¿Perdona? ¿Qué es esto? ¿No se supone que nos invitabais? Ya se están echando atrás. Tenía que habérmelo supuesto. Igual que con el sadomasoquismo en la cueva.
Caballo de Bastos: No hubo sadomasoquismo en la cueva.
Caballo de Copas: ¿Y tú qué sabes si no estabas?
Sota de Copas: Eres el único que piensa que hubo sadomasoquismo en la cueva.
Caballo de Copas: Chica, me dieron en mis propias carnes con ese basto. Es lógico que lo piense. Lo pienso porque ha pasado. Y de este barco nadie me mueve. Pero, bueno, como soy el único que dice siempre las verdades... Qué esperar de gente como vosotros, que con tal de ser unos falsos y quedar bien con todo el mundo, ocultáis lo que de verdad pensáis y de verdad sabéis pero no queréis decir en alto para que no os miren mal. Porque en el fondo pensáis y sabéis que en la cueva hubo más que pala...
Cuando quiere darse cuenta, Caballo de Copas mira a su alrededor y los demás se están yendo hacia donde sea que fuesen a cenar. No tiene más remedio que seguirlos lo más rápido que puede hasta alcanzarlos.
Al final entran en una taberna cualquiera que había por allí. La primera que pillaron. No tenía muy buena pinta, pero al menos había sitio, porque, en contra de todo pronóstico, en aquella aldea había bastante población y estaba todo hasta los topes. Por suerte, en esta había una mesa cuadrada para ocho personas. En cada uno de los lados había dos sillas. Caballo de Espadas va a sentarse en una de ellas y Sota de Oros se le acerca.
Sota de Oros: Yo me siento contig...
Entonces, Caballo de Copas, lo aparta de un manotazo, porque es muy dado a apartar a la gente de un manotazo cuando la situación se presta a ello.
Caballo de Copas: Yo me siento con mi onii-chan.
Sota de Oros se queda a cuadros.
Sota de Oros: Pero...
Caballo de Oros: Siéntate conmigo, ¿o es que no quieres sentarte conmigo? ¿Es porque soy feo?
Sota de Oros: No, no es eso, me encanta sentarme contigo, pero también me gustaría sentarme con Caballo de Espadas de vez en cuando.
Caballo de Oros baja la cabecita.
Caballo de Oros: Ya entiendo, soy un segundo plato...
Sota de Oros: ¡No! ¡Eres mi mejor amigo, Caballo de Oros!
Todos se quedan mirando sin decir nada (y sin saber bien qué decir).
Sota de Copas: ¿Y esta escena dramática tan gratuita?
Caballo de Copas: Me da igual que hagáis una escenita, cielos, yo me siento con mi onii-chan. Y de este barco no me mueve nadie.
Caballo de Espadas no dice nada, no es que le haga gran ilusión sentarse con Caballo de Copas, a pesar de que ahora se suponga que son amigos. Vamos, que si se sienta con él no pasa nada, pero si no lo hace, tampoco. Después de un poco de drama por parte de Caballo de Oros y su fealdad (que nadie más que él había mencionado en esta ocasión) se sientan todos alrededor de la mesa. Caballo de Espadas tiene la mala suerte de que frente a él se sienta Sota de Espadas. Es algo que siempre le hubiera hecho ilusión, pero que esta vez le resultaba curiosamente incómodo.
A Sota de Espadas también le resultaba incómodo, además de sentirse culpable por el comportamiento que horas atrás tuvo con su primo. Sí, vale, su primo se había portado mal con ella. Había sido pasota e incluso desagradable, pero ya se había disculpado y por su expresión se notaba que no lo estaba pasando bien. ¿Qué necesidad tenía de "mantener la dignidad" y tratarlo como lo había tratado? Ninguna. Y, conociendo a Caballo de Espadas, todo aquello no le dejaría dormir. ¿Qué más podía hacer ahora que agachar la cabeza para no intentar cruzar miradas con su primo? Nada.
Sota de Bastos: Bueno, ¿qué pedimos? Un cochinillo de p*ta m*dre, ¿no?
Caballo de Bastos: Claro, nos despedimos por todo lo alto. Y también unas cervecitas de p*ta m*dre. Cerveza para todos.
Caballo de Oros: ¡Un momento!
Caballo de Bastos: ¿Sí?
Caballo de Oros: ¿Puedo pedir otra cosa que no sea cerveza? No me gusta, sabe a pipí.
Sota de Oros asiente.
Caballo de Bastos: Sí, claro, dime qué quieres.
Caballo de Oros: Don Perignon, por supuesto.
Sota de Oros: Sí, yo también quiero otra botellita de Don Perignon, por favor.
Sota de Bastos: ¿Pero qué c*jones? Que no tenemos dinero eterno.
Sota de Copas: JXASJDJADJ encima se piden una para cada uno.
Caballo de Bastos: Lo siento, pero no tenemos tanto dinero. Eso si lo queréis os lo pagáis vosotros.
Caballo de Copas: Me parece un poquito de intentar abusar de vuestra hospitalidad, pero, por otro lado, ya que decís que invitáis, deberíais invitar de verdad. Digo yo...
Caballo de Bastos: Donde no hay, no hay.
Sota de Copas: Pues a mí me parecería injusto, además, que invitaran a un Don Perignon a cada uno. Si es así, que me inviten a un cochinillo exclusivamente para mí.
Caballo de Copas asiente.
Caballo de Copas: Cuando tienes toda la razón, la tienes.
Al final, después de mucha conversación, la tabernera les obligó a pedir, ya que estaban ocupando una mesa de ocho así como así para pasar el rato. Caballo de Oros y Sota de Oros tienen mala cara. Les ha tocado pedir cerveza.
Caballo de Oros: ¿En qué momento hemos tenido que pedir esto?
Sota de Oros: ¿Por qué no se nos ocurrió pedir una zero light en el momento?
Caballo de Copas: Porque sois tontos. Puede que nadie os lo haya dicho, pero ya os lo digo yo.
Sota de Copas: No seas bully, Caballo de Copas.
Caballo de Copas: Si me has enseñado tú, chica.
Sota de Copas: En fin, ¿qué pensáis hacer los de Bastos cuando os vayáis?
Caballo de Bastos: Pues antes, cuando fuimos al herrero a vender los pines vimos un cartel. Resulta que unas aldeas más al oeste están pidiendo recompensa por derrotar a un grupo de trolls que tienen secuestrada a la hija del alcalde. La recompensa es buena, así que mañana vamos a madrugar mucho para llegar pronto.
Caballo de Espadas: Entonces os marcharéis antes.
Caballo de Bastos: Sí. Nos marchamos cuando salga el sol.
Caballo de Copas: Qué bien. Cuanto antes, mejor.
Sota de Bastos: Pues sí, cuanto antes, mejor.
Sota de Copas: Entonces iremos a despediros.
Sota de Bastos: Tampoco hace falta que os desveléis para eso.
Caballo de Espadas: Qué va, qué va. Nos despedimos. ¿Qué clase de caballero acepta la invitación a una cena para luego no despedirse? ¡Yo desde luego que no! Hemos tenido nuestras diferencias, pero soy un caballero ante todo.
Caballo de Bastos: Gracias, Caballo de Espadas, eso te honra.
Una lagrimilla cae por su mejilla.
Sota de Bastos: Sí, entiendo que no te caigamos bien, porque, ya sabes, hubo el percance con Caballo de Bastos, pero has dado una lección de madurez y saber estar.
Caballo de Copas: Por favor, ya estamos con el falserío otra vez.
Sota de Copas: Ya no te cortas ni con Sota de Bastos.
Caballo de Copas: Para lo que queda en el convento... Se va a ir sin siquiera reconocer que hubo más que palabras en la cueva de las tentaciones...
Sota de Bastos: ¿Y por qué tendría que reconocer algo que no ha pasado?
Caballo de Copas: Y sigue erre que erre con que no ha pasado. Qué pesadito.
Sota de Copas: En fin, echo la vista atrás y recuerdo los buenos momentos que hemos pasado con los de Bastos y me pongo verdaderamente nostálgica. Ahhh... Cómo olvidar aquellos días en el Feudo de Uvunu. Qué bien nos lo pasamos. Sobre todo cuando me pensaba que me había acostado con Sota de Bastos y le acusamos públicamente hasta ante los candelabros. Qué momentos, qué momentos.
Sota de Bastos: Se supone que no es un recuerdo bonito.
Caballo de Bastos: Lo del candelabro... Qué vergüenza... Uwu.
Sota de Bastos: Ni que a ti te dieran vergüenza esas cosas.
Caballo de Bastos: Ya, pero...
Sota de Copas: Y qué recuerdos en el Bosque de los Lamentos.
Caballo de Copas: Sí, cuando Sota de Bastos estuvo a punto de palmarla. Y GRACIAS A MÍ no lo hizo.
Caballo de Espadas: ¿Gracias a ti? Será más gracias a mí y a Sota de Oros.
Sota de Oros: Bueno, técnicamente fue gracias a mí. Tú no hiciste nada.
Caballo de Espadas: La intención es lo que cuenta.
Sota de Copas: Bueno, la intención la intención tampoco la tenías. Además, técnicamente lo salvé yo.
Sota de Oros: Pero sin mí no hubiera sido posible, o sea.
Sota de Copas: En fin, simplemente estoy recordando bellos momentos. Seguro que vosotros también tenéis.
Sota de Espadas: Caballo de Bastos quiso matarme.
Caballo de Copas: No quiero defender a Caballo de Bastos, pero normal.
Sota de Copas: Pero -
Caballo de Espadas: Caballo de Copas, n...no faltes el respeto a Sota de Espadas...
Sota de Espadas se sonroja.
Sota de Espadas: Gracias.
Caballo de Copas: Ella te lo falta a ti todos los días. En fin, menos mal que estoy yo para poner a cada uno en su sitio.
Caballo de Oros: Pues yo también tengo lindos recuerdos con Caballo de Bastos uwu.
Se sonroja.
Caballo de Oros: En concreto, en la cueva de las tentaciones.
Se vuelve a sonrojar.
Sota de Copas: A nadie le interesa.
Caballo de Copas: Qué pesado, chico, qué manía con querer tener tu momento. No le interesas a nadie.
Caballo de Espadas: La verdad es que ese es un recuerdo que, concretamente, tenemos todos.
Caballo de Copas: Por desgracia. Ojalá no haberlo visto.
Sota de Oros: Sí... Lo siento, Caballo de Oros, soy tu amigo, pero no me gusta ver a gente fornicando en público. Estoy a favor del decoro y la intimidad.
Caballo de Oros: Pero... La intención no era fornicar en público.
Caballo de Bastos: La intención simplemente era fornicar.
Caballo de Copas: Y qué asco.
Caballo de Oros se sonroja. Tal vez no debería haber mencionado nada, si en verdad siempre había sentido vergüenza de que lo vieran fornicando y en el momento exacto estuvo deseando con fuerzas que lo tragara la tierra. Se vuelve a sonrojar. Igual lo ha mencionado en alto porque le gusta la atención más de lo que le gustaría reconocer. Y se vuelve a sonrojar otra vez.
Caballo de Oros: ¿Es porque soy feo?
Caballo de Copas: Pues sí. Por más que lo preguntes, la respuesta siempre va a ser la misma.
Sota de Oros: Yo recuerdo también un lindo momento con Sota de Bastos. Cuando nos iban a comer los caníbales... Estábamos al borde de la muerte y empezamos a contarnos nuestros secretos más ocultos... Uwu...
Se le quedan mirando.
Sota de Oros: El mío era que me excita el hecho de que una serpiente me muerda una pilila...
Le siguen mirando, pero con cara rara.
Sota de Copas: Pues ahora ha dejado de ser un secreto.
Caballo de Copas: Y qué asco.
Sota de Oros se sonroja.
Sota de Oros: Ups... No quería decirlo, no era mi intención...
Caballo de Espadas: Bueno, Sota de Oros, no te preocupes, tampoco es para tanto. Hay pensamientos aún más impuros que ese, por desgracia...
Y se pone a mirar hacia el horizonte mientras un nubarrón negro se posa sobre su cabeza y solo sobre su cabeza. Nadie le hace caso. Puede dramar en soledad para sus adentros.
Sota de Bastos: Bueno, no te preocupes, ya te lo dije en su momento, cada uno tiene sus cosas. Aunque fue impactante...
Caballo de Copas: Lo impactante fue en la cueva de las tentaciones... Tú y yo... Sexo...
Sota de Bastos: Cállate...
Sota de Copas: ¿Tú no tienes ningún recuerdo (de verdad) con los de Bastos, Caballo de Copas?
Caballo de Copas: Pues mira, con Sota de Bastos, ese que acabo de decir. Un grato recuerdo, por cierto, me dejó el cuerpo dolorido. Eso quiere decir que fue buen sadomasoquismo. Con Caballo de Bastos, pues no, a decir verdad, es curioso, pero no guardo ningún recuerdo.
Sota de Copas: ¿Ninguno?
Caballo de Copas niega con la cabeza.
Caballo de Copas: Ninguno.
Caballo de Bastos: Pues yo sí que tengo recuerdos con Caballo de Copas, eh.
Caballo de Copas: ¿Sí? A ver, ilústrame.
Caballo de Bastos: Pues así en el momento se me ocurre cuando estuvimos en el Bosque de los Lamentos. Cuando derrotaste al Lamento de la Mentira. Fue sorprendente, la verdad. Nos salvaste la vida.
Caballo de Copas se sonroja.
Caballo de Copas: Ni siquiera era el Lamento de la Mentira de verdad.
Caballo de Bastos: Aunque no lo sea, si no hubiera sido por ti, hubiéramos muerto. Me pareció la p*ta h*stia.
Sota de Copas: Qué bonito. Cómo shippo.
Caballo de Copas: Tú te callas.
Sota de Copas: Y cuando shippé a tope fue cuando te llevaron a la sala de torturas. Ufff, ahí Caballo de Bastos super preocupado ofreciéndose a ayudar a salvarte. Fue super bonito. Tú no lo viviste todo.
Caballo de Bastos: Solo quería ayudar por buena intención. Nada más.
Caballo de Copas: No fue un momento bonito. Me estaban torturando. ¡Lo pasé mal!
Sota de Copas: Bueno, Caballo de Bastos también lo pasó mal para salvarte, eh...
Caballo de Bastos se sonroja. Va a ser exposeado.
Sota de Copas: Tuvimos que bajar por una trampilla horrorosa.
Caballo de Copas: Ah, sí, a mí me empujaron por ahí para bajar.
Sota de Copas: Pero a Caballo de Bastos le daba miedo.
Caballo de Bastos: Me da miedo la oscuridad. No es algo de lo que avergonzarse.
Caballo de Oros: En la cueva no...
Caballo de Bastos: No es lo mismo, me da miedo cuando no hay nadie a mi lado...
Caballo de Copas: ¿Pero no estaba Sota de Copas?
Caballo de Bastos: Estaba, pero encima de mí. Era una escalera. Yo necesito sentir que hay alguien a mi lado, pero no estábamos en el mismo plano...
Sota de Copas: Sí, y le tuve que dar un pie para que no se asust...
Caballo de Copas y Sota de Espadas, al unísono: ¿Que le dejaste tocarte los pies a Caballo de Bastos?
Sota de Copas: Eeem, sí, claro, era para que no pasara miedo...
Caballo de Copas: ¿Cómo haces eso? Estoy...
Sota de Espadas: Pero... No esperaba...
Y baja la cabecita. Se pone triste. Primero lo de su primo y ahora esto, lo que lee como una especie de traición. Aunque, ¿hasta qué punto es traición? No tienen nada formalizado ni mucho menos han llegado a pactar exclusividad. ¿Podía permitirse echarle en cara cosas?
Caballo de Copas tiene cara de mala leche. Aquello le había sentado como un tiro. Conociendo a Sota de Copas y sus nuevas experiencias con los pies, a todo le podía sacar un contexto kinky. Y también estaba enfadado con Caballo de Bastos, porque con él también le podía sacar un contexto kinky a todo.
Caballo de Copas: ¿Es que de qué vais? ¿Cómo osas tocarle los pies a Sota de Copas?
Caballo de Bastos: ¿Yo? Solo tenía miedo... Ni siquiera pensé en la situación... No podía hacer otra cosa. No fue nada extraño, te lo prometo.
Caballo de Copas: Y tú...
Se gira hacia Sota de Copas de manera dramática.
Caballo de Copas: ¿Cómo le puedes dejar tan alegremente que te toque los pies? Es que simplemente estoy flipando. ¿No tienes amor propio? Estoy flipando y muy decepcionado por todo esto.
Sota de Copas: Tranquilo, que simplemente le di un pie, no le saques conclusiones fuera de contexto. ¿Por qué te preocupa tanto? No es que me vaya a pegar la mononucleosis, como me has dicho otras veces.
Caballo de Copas: ¡Te pegará hongos de los pies! ¡Yo qué sé!
Sota de Copas: En todo caso se los tendría que pegar yo a él, que fue quién me tocó los míos. Además, llevaba puestas las botas.
Caballo de Copas: ¿Y qué? Eres una traidora sin remedio. Grrrr, es que no sé cómo hago que siempre me fío de ti, siempre confío para que luego tú me acabes pegando la puñalada. Eres una bicha traicionera y mala. ¡Falsa! ¡Traidora! ¡Mala!
Sota de Copas: No te permito que me hables así, Caballo de Copas.
Caballo de Copas: ¿No me lo permites? ¿Y quién te crees tú que eres? No eres mi madre.
Sota de Copas pone mala cara.
Sota de Copas: Tienes razón, no soy tu madre.
Y se calla. Y se hace el silencio durante toda la cena. Caballo de Copas simplemente rabia por todo lo que le estaba tocando vivir, pero para sus adentros. ¿Por qué motivo, si tanto los shippaba Sota de Copas a él y a Caballo de Bastos, coge y le deja tocar su pie de fetichista de pies? No le cabe en la cabeza. "Es una traidora", rabia. Y también rabia hacia Caballo de Bastos, por tocarle los pies a Sota de Copas, aunque rápidamente se intenta quitar la idea de la cabeza. Por Caballo de Bastos no se tiene que molestar, al fin y al cabo, lo odia. No volvería a verle más en esta vida después de esta noche. "Y gracias a Dios", piensa, a pesar de no ser muy religioso. "No quiero volver a verlo más en la vida", vuelve a pensar. Pero cuanto más lo piensa, más dolido se siente por todo.
Al acabar la cena, todos se van a sus habitaciones. No hay ánimos para salir de fiesta. Además, los de Bastos tenían que madrugar y el resto también lo iba a hacer para despedirlos. Cuando cada uno se mete a su habitación, Caballo de Copas lo hace sin decir palabra y de forma dramática. Caballo de Espadas prefiere no decir nada e intenta dormir para reponer fuerzas. Mientras tanto, Caballo de Copas apoya su cabeza en la almohada y se echa a llorar. ¿Por qué tenía que pensar en ello? ¿Por qué tenía que sentirse dolido por una persona a la que no iba a volver a ver? No podía soportarlo. Así que se queda llorando toda la noche.
Por la mañana, al amanecer, los de Bastos bajan afuera con todas sus cosas, y hasta sacan al caballo del establo. Todos van a despedirlos. Todos menos Caballo de Copas, que se ha quedado llorando en la habitación, rayándose por sus dilemas internos e intentando convencerse de que su vida será mejor sin ver a Caballo de Bastos. Pensando en que, si no se despide, pasará el duelo por su despedida de manera más llevadera. Sota de Copas se preocupa al no encontrarlo en la entrada de la posada al amanecer. Se sentía mal al haber herido sus frágiles sentimientos. Al fin y al cabo era como su hijo y no quería verlo sufrir.
Finalmente, no llega. Caballo de Espadas dice que se encuentra mal y no va a bajar, que es lo que le dijo Caballo de Copas que dijera cuando aquel salió de la habitación. Y, así, todos acaban despidiéndose de Caballo y Sota de Bastos, de manera emotiva, puesto a que nunca más se van a volver a ver. Les da pena, a pesar de que no todos hayan tenido una gran relación entre sí. Unos se despiden de forma más efusiva que otros. Sota de Copas incluso le da un abrazo a cada uno. Y, además se dirige a Caballo de Bastos.
Sota de Copas: Disculpa a Caballo de Copas, por favor... Me despido yo de su parte...
Caballo de Bastos: No pasa nada... No te preocupes.
Sonríe con tristeza, todo muy dramático.
Y, finalmente, ahora sí que sí, Caballo de Bastos y Sota de Bastos se marchan. Y caminan hacia el horizonte mientras, en la entrada de la posada, todos les despiden con los brazos. Caballo de Copas, en su habitación, en un arranque de arrepentimiento, se levanta para mirar por la ventana y ver a Caballo de Bastos una última vez. Pero se está yendo. Está muy lejos. Está en el mismísimo horizonte. Y las lágrimas vuelven a brotar por sus ojos.
Se ha ido. Y ya es demasiado tarde.
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