Capítulo 44: Sentimientos ocultos.
Una vela se apaga en la sede principal de la Sociedad de Cazarrecompensas. Los allí presentes suspiran. Ha ocurrido lo que se venían esperando desde que cambiaron su modus operandi. El hombre sentado en un trono que se encuentra más alto que el resto se queda mirando la llama extinguida, mientras sentencia.
Hombre en el trono alto: Lady Crystal ha sido derrotada.
El resto asiente, aunque ya sabían lo que había pasado desde que la vela se extinguió. Así son las cosas de la magia. Uno de los allí presentes se dirige al hombre del trono, que parece ser el jefe jefazo de la Sociedad.
Cazarrecompensas: ¿Y qué vamos a hacer ahora, J?
El tal J es el hombre del trono.
J: Seguir como hasta ahora. Que Lady Crystal haya sido derrotada no quiere decir nada. Ahora es el turno de Sir Robert Lujia.
A los allí presentes no les parece mal. La intención era seguir con los cazarrecompensas de nivel medio hasta que sonara la flauta y uno consiguiera su objetivo. Si la cosa no va bien, entonces habría que buscar otro plan, que podría implicar incluso que los cazarrecompensas de alto nivel movieran el culo. Lo que fuera, ya se vería.
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En la mazmorra, Caballo de Copas se ofrece a ayudar a Caballo de Bastos con lo de los pines. Este no se lo esperaba para nada.
Caballo de Bastos: ¿¿¿De verdad???
Caballo de Copas, sin hacer contacto visual: Eeem, claro. Al fin y al cabo, ahora me has ayudado. Para estar en paz.
Caballo de Bastos: Bueno, tú me ayudaste en la cueva...
Caballo de Copas: Que sí, lo que tú digas. Luego te ayudo con eso de los pines o lo que sea. ¿Cómo es que has venido?
Caballo de Bastos: Sota de Copas está ahí fuera, quería ayudarla...
Caballo de Copas: A ya. Así que era eso...
Caballo de Bastos: También estaba preocupado...
Caballo de Copas: No me iba a pasar nada, de todos modos. Me sé defender solito. Te recuerdo que sé usar la magia y estoy a nada de convertirme en un gran mago.
Caballo de Bastos: Enhorabuena.
Entonces, Sota de Copas entra en la sala.
Sota de Copas: Bueno, ya he acabado. Menuda tunda le he pegado a ese verdugo... Anda, Caballo de Copas, si estás aquí. Uy, veo que estáis muy acarameladitos. Entonces me retiro y no os molesto.
Caballo de Copas: No estamos muy acarameladitos. ¿Pero se puede saber qué dices?
Sota de Copas: Bueno, entonces nada, me quedo. ¿Qué tal estás, Caballo de Copas?
Caballo de Copas: Aquí, tirando. No sé qué se te pasaba por la cabeza al enviarme a este tipo para "rescatarme"...
Caballo de Bastos: Oye...
Sota de Copas: ¿Así me agradeces el que haya venido a por ti y no te haya dejado aquí en este pueblo tirado? En fin... Cría cuervos y te comerán los ojos. Tú pasa de él, Caballo de Bastos...
Caballo de Bastos: No, si ya...
Caballo de Copas: Bueno, ¿nos vamos ya de aquí? Que huele a choto.
Sota de Copas: Pues sí.
Caballo de Copas: A mi me trajeron por una escalerita desagradable. Encima con la cabeza tapada. Pero aquí detrás tengo una puerta. Yo creo que puede haber una salida más cómoda.
Sota de Copas: Por probar... Alohomora.
La puerta se abre. Parece que da a unas escaleras de subida. Sota de Copas se pone en marcha. Caballo de Copas se acerca a una de las mesas de la sala de torturas.
Caballo de Copas: Espera, que antes me quiero llevar alguna de estas fustas. Están muy chulas...
Sota de Copas: ¿Y se puede saber para qué las quieres?
Caballo de Copas: Pues para usarlas.
Sota de Copas suelta una risita. Caballo de Bastos también se acerca a la mesa.
Caballo de Bastos: Pues yo me voy a llevar esta. Está de p*ta madre.
Caballo de Copas se sonroja, intentando no cruzar ninguna mirada con Caballo de Bastos.
Sota de Copas: ¡Oye, que esto no son las rebajas del sex shop!
Caballo de Copas se mete las fustas como puede en los bolsillos, puesto a que no se había llevado su bolsito ni nada. Caballo de Bastos se mete su nueva fusta por dentro de las mallas. En concreto, por la parte del bubujiji. Caballo de Copas se sonroja ante la situación, más de lo que ya se había sonrojado. Y empiezan a subir por las escaleras, que se hacen eternas y tampoco hay certidumbre de que vayan a llevar a alguna salida. Pero cualquier cosa antes que volver a pasar por el minúsculo túnel de antes, que Sota de Copas no tenía los pies como para que se los tocaran más. Después de mucho subir, consiguen llegar a tierra firme. En concreto, la escalera acaba en la parte trasera de una taberna. "Qué cosas", piensa Sota de Copas. Ante la situación, deciden tomarse un carajillo para reponer fuerzas antes de buscar el camino por donde han venido.
Después, para encontrar el caballo de Caballo de Bastos tienen que bordear toda la casa donde se encuentra la taberna.
Caballo de Copas: Pff, lo que me faltaba, andar...
Sota de Copas: Uy, pues igual puedes volver subido en el caballo con Caballo de Bastos. No creo que tenga ningún problema en llevarte...
Y guiña un ojo.
Caballo de Bastos: No tengo ningún problema, si estás cansado, lo entiendo...
Caballo de Copas: ¿Pero se puede saber qué dices? ¿Por qué voy a querer ir yo subido en el caballo de este con este? Vamos, es que no tengo ningún interés. Voy andando que para eso dios me ha dado pies. Para caminar. Los pies son para caminar.
Sota de Copas: A ya, no sabía.
Caballo de Copas: Luego tengo que hablar contigo de una cosa.
Sota de Copas: ¿Ah?
Caballo de Copas asiente y no dice más. Sin decir ninguna palabra van camino opuesto del que les llevó a la sala de torturas. Caballo de Copas reflexiona sobre todo lo que había pasado los últimos días. "¿En qué momento me empiezo a poner así por todo esto? Yo es que flipo. Necesito xat ya. Estoy glp, no j*das, ¿es que no había otro? ¿Qué me pasa? Menos mal que en unos días lo pierdo de vista... Qué horror...", piensa. "No quiero una relación seria... Pero tampoco quiero lo que me puede ofrecer él...", sigue pensando y rayándose hasta que llega a la escena desoladora que tiene montada el resto. Sangre por todas partes. Sangre por la ropa de Sota de Espadas. Sangre en su espada.
Sota de Copas: Madre mía, ¿qué ha pasado aquí? Parece que habéis tenido fiesta.
Sota de Espadas no dice nada. Caballo de Espadas, que estaba edgy y quería mostrar su faceta emo al mundo.
Sota de Bastos: Han venido unos cazarrecompensas y eso.
Sota de Copas: A ya, ya me imagino.
Caballo de Copas: Pues yo no me imagino. Quiero pelos y señales.
Sota de Oros, desde la ventana: Te aseguro que no los quieres. Ha sido muy pero que muy gore.
Caballo de Copas: ¿Y este?
Entonces, Caballo de Oros aparece por la puerta de la posada. Por fin se había dignado a bajar, después de toda la mañanita movidita.
Caballo de Oros: Pufff, qué nochecita. Me merecía un descansito ya, porque menudo trote. Y, o sea, no me diréis que no he madrugado. Porque vaya horitas, no sé cuándo habrá salido el sol, pero seguro que hace muy poquito.
Sota de Bastos: J*der.
Realmente no se había enterado de nada, pero casi que mejor para él. El resto decide, por unanimidad, no contarle nada. Era demasiado inocente para todo lo que había sucedido, tanto para unos como para otros. Cuando Sota de Oros se digna a bajar el resto decide reanudar su camino hacia el Reino de Bastos. Esa noche también tocaría dormir en el feudo de Pulcra, que era de los más extensos del Reino de Oros. Así que tampoco podían hacer magia así como así. O, al menos, no podían hacerla en público.
El camino, como siempre, se amenizaba con las conversaciones de todos. Una vez más, se echaban de menos los frecuentes lamentos de Caballo de Espadas, a los que ya todos se habían acostumbrados. El caballero del Reino de Espadas decidió quedarse por atrás del camino, a sus cosas, ajeno a las conversaciones de los demás. Caballo de Copas, que quería hablar con Sota de Copas de sus temas sentimentales, se encontraba obstaculizado por la presencia de Caballo de Espadas. "Con este tipo aquí al fondo no me puedo venir con Sota de Copas a contarle mis problemas amorosos. Qué oportuno es siempre, echo de menos sus momentos de pagafantas incestuoso, por lo menos no me daba por saco a mí personalmente", refunfuña para sus adentros.
Caballo de Copas: En fin.
Al ver que Caballo de Espadas no se iba con el resto, Caballo de Copas se adelanta para llamar a Sota de Copas, que estaba teniendo una agradable conversación sobre cervecitas con Sota de Bastos.
Caballo de Copas: ¿Puedes venir un momento?
Sota de Copas: Vale, vale... Hasta luego, Sota de Bastos.
Caballo de Copas: Qué amiguita de Sota de Bastos eres ahora.
Sota de Copas: Yo es que me hablo con todo el mundo.
Caballo de Copas: En fin, vamos al fondo, que quiero hablar de una cosa.
Sota de Copas: Sí, yo también quiero hablar de una cosa.
Se colocan varios pasos más atrás de Caballo de Espadas, que va avanzando como un alma en pena con su caballo.
Caballo de Copas: Eh, tú, ahora haz el favor de no escuchar.
Caballo de Espadas pasa olímpicamente. Está a sus cosas y a sus pensamientos. Y lo que pudieran hablar Caballo de Copas y Sota de Copas no le importa lo más mínimo.
Caballo de Copas: En fin, supongo que eso es que no va a escuchar.
Sota de Copas: ¿Qué? ¿Qué ha pasado entre Caballo de Bastos y tú?
Caballo de Copas: ¿¿¿Entre Caballo de Bastos y yo??? ¡¡¡Nada!!! ¡¡Rotundamente nada!!
Sota de Copas: ¿Entonces qué era lo que me tenías que decir?
Caballo de Copas: Bueno, eso... Es que anoche tuve un sueño... Ya sabes, un sueño con contenido +18.
Sota de Copas: Ajá.
Caballo de Copas: Con Caballo de Bastos. Se ponía una fresa en la ***** y hacíamos *****, ****** y *******.
Sota de Copas: Tampoco hacía falta entrar en detalles. ¿Y qué me quieres decir con eso? Esos sueños los tiene todo el mundo. No es como si nunca hubieras soñado cosas de esas.
Caballo de Copas: Pero es que ha sido con Caballo de Bastos. O sea, iughh... Ya sabes. El caso es que desde entonces, o desde no sé cuándo, lo veo con otros ojos. Pero no sé con cuales...
Sota de Copas: Tú sabrás. La verdad es que yo shippo un poco. El otro día en la cueva... Os despertasteis juntitos. Qué monos.
Caballo de Copas: Iughhh... No me lo recuerdes. Tuve que hacer de tripas corazón para cuidar a ese. ¿Y por qué? Porque es un coñazo de tío. Si no se hubiera puesto a lamentarse en un idioma extranjero... Paso. Paso.
Sota de Copas: Pero no pasaste tanto si la noche siguiente tuvieste sueños húmedos con él...
Caballo de Copas: Eso... ¡Es que yo no quiero tener esos sueños! Pero cuando vino a salvarme... Me pareció tan guapo, tan atractivo, tan sexy... Y no quiero pensar eso. Mi cerebro me traicionó... ¿Qué puede querer de mí una persona así? Yo no quiero algo como lo que él busca. Lo nuestro es imposible, porque yo no busco una relación seria, pero no quiero a alguien que me va a hacer daño como él.
Sota de Copas: ¿Lo que él busca? ¿No es acaso lo que tú buscas?
Caballo de Copas: ¿Lo que yo busco?
Sota de Copas: Tú mismo has dicho que no quieres una relación seria.
Caballo de Copas: Aun así no quiero a un tipo como él. Ya sabes, un tipo promiscuo que se acuesta con alguien distinto cada noche.
Sota de Copas: ¿Entonces reconoces que te gusta pero que te echa para atrás por eso?
Caballo de Copas: ¡Yo no estoy diciendo eso!
Sota de Copas: No lo parece. En fin, Caballo de Bastos es buen chico. ¿Por qué asumes directamente cosas que no sabes si van a ser así?
Caballo de Copas: Sí que sé que se acuesta con alguien distinto cada noche. No estoy como para empezar algo con alguien que me va a hacer daño.
Sota de Copas: Tú sabrás. Eres tú quien tiene que poner en orden sus sentimientos, yo no puedo hacer nada más.
Caballo de Copas: ¿No puedes hacer una poción para que deje de tener pensamientos obscenos con él? No me importa tener pensamientos obscenos, quiero decir, pero con esa persona...
Sota de Copas: No, no puedo.
Caballo de Copas: ¿Pero cómo no vas a poder? Si sabes hacer de todo.
Sota de Copas: Si pudiera hacer eso ahora mismo sería millonaria y estaría tomándome un colococo en un hotel de lujo en la Península Bubujiji. La de pasta que le podía sacar a ese...
Y mira a Caballo de Espadas. Caballo de Espadas sigue a su rollo, en sus pensamientos, intentando evadirse de todo lo que había pasado esa mañana. Sota de Espadas había estado genial en batalla, aunque eso no era extraño en ella. Lo extraño había sido que tardase tanto tiempo en derrotar a la Lady Crystal esa. Podría decir que estaba desconcentrada con algo, él lo sabía bien porque conocía a su prima demasiado bien, no cualquiera había convivido con ella durante toda su vida y sabía todo sobre ella. Así es como lo creía Caballo de Espadas, él conocía a Sota de Espadas a la perfección. Era una persona perfecta, la mejor espadachina del reino, la mejor dentro de los Caballeros del Reino de Espadas, la mejor en general. Pero en esa batalla hubo algo que le descolocó. No sabría decir el qué, porque estuvo genial. El desenlace de la pelea fue maravilloso, un auténtico espectáculo de lucha y perfección, propio de Sota de Espadas.
Pero no podía quitarse de su mente su mirada final. Su mirada al rebanar los pies de Lady Crystal. No sabría explicar bien esa mirada. ¿Era una mirada como de satisfacción? ¿De placer? ¿El placer por la clara victoria? Pero, sobre todo, lo que le descolocó fue la frase que pronunció después. ¿"Ahora que no tengo distracciones, podemos seguir el combate"?¿Qué quería decir eso? ¿Distracciones? ¿Qué distracciones? No sabía qué quería decir eso... Aun así, otra cosa que le llegó a la patata fue que Sota de Espadas se lanzó a defenderlo cuando Lady Crystal lo difamó de manera gratuita. Y el enfado de Sota de Espadas cuando su contrincante amenazó con cortarle la cabeza. Eso hizo que volvieran a despertar en su interior los sentimientos que durante esos días se había empeñado en ocultar. ¿Podría seguir más tiempo ignorando a su prima sabiendo que su corazón latía cada vez más fuerte con ella? ¿Podría tratarla de esa manera después de que le defendiera como le defendió esa mañana?
El corazón le late a mil. Había estado evitando hasta el contacto visual con su prima, intentando mirarla lo mínimo posible, pero durante la batalla solo podía poner sus ojos en ella. Y ahora que estaba caminando no podía apartar la vista de su espalda. Estaba conversando con Caballo de Bastos. ¿Desde cuándo se llevaban tan bien esos dos? Rabia para sus adentros. "Pero si hace unos días la quería entregar. Grrrr". No lo soportaba. Pero se da cuenta de una cosa. De vez en cuando, Sota de Espadas se gira y lo mira. Caballo de Espadas intenta esquivar la mirada, no podía rendirse tan pronto. Debía separarse de ella de verdad. No podía cruzar miradas, no podía tener ninguna clase de contacto, ni siquiera visual. A pesar de que su corazón latiera tan rápido hasta estar a punto de escapar por su pecho cada vez que su prima lo miraba. "Oh, Sota de Espadas, lo que daría por haber nacido en otra situación, en otra parte, lejos del mundo tóxico que nos rodea, y no haber estado unido a ti por este lazo de parentesco que apresa mis sentimientos... Quizás podría decirte todo lo que se me pasa por la cabeza. Quizás podría estar a tu lado como algo más que tu primo... ¿Por qué tuve que ser tu primo? ¿Por qué tuve que ser un Varyia?", se lamenta para sus adentros.
No era tan fácil ignorar sus propios sentimientos.
Sota de Espadas conversa con Caballo de Bastos. No es que quiera tener un especial contacto con él. No es que le agrade tener esa conversación. Ella sólo puede pensar en su primo. No de la manera en la que este piensa en ella, pero sí con una preocupación tan intensa como la de este. No puede quitarse de la cabeza su nueva actitud. Sus desplantes. Sus rechazos. No podía estar a las cosas tan interesantes que le estaba contando Caballo de Bastos porque sí. De vez en cuando se gira para ver cómo está Caballo de Espadas, con la esperanza de cruzar una mirada, de descifrar sus sentimientos en sus ojos cristalinos. Pero no era posible. Caballo de Espadas nunca miraba hacia donde estaba ella. Eso le partía el alma. Claramente la odiaba.
Claramente la despreciaba. Y ahora más al haber visto su lado más depravado durante la pelea con Lady Crystal.
Caballo de Bastos: Cuando llegues al Reino de Bastos tienes que probar la sopa de nieve, está de p*ta madre. Yo no estaré por aquel entonces, pero te recomiendo la que hacen en las aldeas de cerca del Desfiladero de Hielo. Supongo que pasaréis por allí. También dile al resto que están de p*ta madre. Ya veréis...
Sota de Espadas: Ajá... Sí, sí.
Caballo de Bastos: Todo eso acompañado con unas cervezas de p*ta madre. No es por fardar, pero no hay comparación con las que hay aquí. Las de mi país son mucho mejores, sobre todo para entrar en calor en un clima tan frío...
Sota de Espadas: Sí, sí... Ajá...
Caballo de Espadas la despreciaba. Había descubierto, no se sabe cómo, su lado oscuro. Y eso es algo que la carcome por dentro. ¿No iba a volver a ser nada lo mismo? ¿No iba a tener con su primo la complicidad que había tenido siempre? Es cierto que cuando está con él no para de hablar y ella no escucha la mitad de las cosas que este le dice. Es cierto que en muchas ocasiones le parece irritante y desea que se calle. A veces incluso le contesta mal a posta para que cierre la boca de una vez. Le parecía realmente pesado y muchas veces insoportable, pero aun así echa de menos todo aquello. "¿Acaso soy una mala persona?", piensa. "¿Y si lo que en verdad ocurre es que se ha cansado de mí?". Siempre había querido mucho a su primo, pero es consciente de que muchas veces le irrita al hablar y no callar, así que, por primera vez en su vida, se pasa por su cabeza la posibilidad de que su primo se haya hartado de sus desplantes.
Sota de Espadas: He asumido su devoción...
Caballo de Bastos: ¿Qué?
Sota de Espadas: Ah, nada, nada...
Después de una larga caminata, que para unos se hace más larga que para otros, el cielo se oscurece y toca hacer noche, cómo no, en medio del bosque. Habían encontrado un lugar que parecía seguro, con sus arbolitos para resguardarse, con su río para lavarse y rellenar las cantimploras, ligeramente alejado del camino para que nadie les molestase... Todo un chollo.
Caballo de Oros: Yo no estoy conforme.
Caballo de Copas: Es lo que hay. No se puede andar derrochando el dinero por la vida.
Caballo de Oros: El dinero no lo es todo en la vida.
Caballo de Copas: ¿Por qué los que dicen que no les importa el dinero son los que más dinero tienen?
Sota de Copas asiente.
Caballo de Copas: En fin.
Una vez asientan su campamento, Caballo de Copas suspira. Antes de cenar tenía que acercarse a hablar con Caballo de Bastos. El mejor momento para fundir sus pins de la Sociedad de Cazarrecompensas es ahora que no le ve nadie hacer magia. Y esto es algo que no puede atrasar eternamente, porque desea separarse de Caballo de Bastos cuanto antes. "Antes de que sea demasiado tarde", piensa.
Caballo de Copas: Caballo de Bastos, ¿puedes venir conmigo un momento?
Caballo de Bastos: ¿Pa qué?
Caballo de Copas: ¿Pues para qué va a ser?
Caballo de Bastos arquea la cabeza.
Caballo de Bastos: ?
Caballo de Copas: Dios, para lo de los pines. Se te tiene que explicar todo. Vienes, me los das y te vas.
Caballo de Bastos: Ah, vale, vale.
Y se coge una de sus bolsas. Caballo de Copas le guía hasta un lugar un poco apartado, entre los árboles.
Caballo de Copas: No puedo correr el riesgo de que me pillen haciendo magia. En fin, dame eso.
Caballo de Copas se sienta en el suelo. Caballo de Bastos se pone en cuclillas, abre la bolsa y echa los pines al suelo, frente a Caballo de Copas.
Caballo de Copas: Vale.
Caballo de Bastos se le queda mirando.
Caballo de Copas: ¿Qué haces ahí mirando? Vete ya, fus fus...
Caballo de Bastos: Pero quiero verlo...
Caballo de Copas pone mala cara, aunque con la expresión de felicidad de Caballo de Bastos costaba negarse.
Caballo de Copas: Está bien, quédate, pero no molestes.
Caballo de Bastos: De p*ta madre.
Caballo de Copas: Bueno, pues para estar seguros voy a hacer una barrera de invisibilidad. Esto quiere decir que mientras estemos dentro de la barrera no nos verá nadie. Voy a gastar un poco de poder mágico, pero vale la pena en esta situación.
Caballo de Bastos: Ah, ahora no nos verá nadie, h*stia p*ta.
Caballo de Copas: Sí, no hace falta que lo repitas. ¡Barrera de invisibilidad!
Una especie de domo empañado se forma alrededor de ambos. Caballo de Bastos está flipando.
Caballo de Bastos: J*der, esto es la h*stia, tío.
Caballo de Copas: Pues sí. Ahora voy a hacer lo de los pines. En lugar de hacer lo de emanar poder mágico en forma de calor por las manos, directamente voy a usar un hechizo sobre los pines. Gastaré poder mágico, pero así es más fácil y rápido.
Caballo de Bastos: ¡Wow! Realmente es fascinante. Ya sabes, la magia y todo eso. Jeje.
Caballo de Copas se sonroja. Al mirar a Caballo de Bastos su corazón empieza a latir más rápido. Y consigue canalizar poder mágico como para reponer lo que había gastado en la barrera. Aunque ni siquiera se sentía excitado. "Qué raro", piensa, pero no le da más importancia, puesto a que puede haberse excitado ligeramente sin llegar a notarlo. "Por lo de estar a solas en un sitio en el que nadie nos ve, supongo, bah".
Ante los ojos de Caballo de Bastos, que se iluminan como los de alguien que presencia la magia por primera vez, Caballo de Copas pone ambas manos sobre el conjunto de los pines y empieza a recitar un largo hechizo en un idioma desconocido para su invitado. Debía ser alguna clase de jerga antigua de los hechiceros del Reino de Copas. Cuando acaba de recitar, Caballo de Copas aparta sus manos de los pines, que habían empezado a quemar.
Caballo de Copas: Ya esta. He echado un hechizo sobre los pines para que les suba la temperatura. En unos segundos subirá tanto que se fundirán todos ellos. Después se solidificará. Y ya está.
Caballo de Bastos: ¡J*der! Es la p*ta h*stia, tío. ¡Eres el p*to amo!
Caballo de Copas se sonroja.
Caballo de Copas: ¿Soy el p*to amo?
Caballo de Bastos: Claro, j*der, esto es la h*stia. La magia es la p*ta h*stia y tú eres el p*to amo. Mira las cosas que haces, j*der, está de p*ta madre.
Caballo de Copas: G...gracias... Tú también tienes tus cosas.
Caballo de Bastos: Gracias, j*der, pero no podría hacer esto ni aunque quisiera. Lo que haces es muy de valorar...
Caballo de Copas está rojo como un tomate. Ya era incómoda la presencia de Caballo de Bastos, pero más incómoda se hacía si empezaba a adularle sin parar. Para su fortuna, los metales por fin se funden.
Caballo de Bastos: J*der, qué rápido.
Caballo de Copas: Sí, ahora espera unos segundos. Si he conjurado bien, debería enfriarse y quedar como una placa de metal, todo junto.
Caballo de Bastos: De verdad, eres la h*stia. Muchas gracias.
Los metales se enfrían. Tal y como dice Caballo de Copas, no queda rastro de los pines, ahora todo ello es un solo cuerpo metálico.
Caballo de Bastos: ¡¡J*der!! ¡Realmente funciona! ¡Es la p*ta h*stia! La repanocha. Muchas gracias, Caballo de Copas, eres el p*to amo. Por supuesto, te daré la mitad de lo que gane con esto.
Caballo de Copas: No tienes que darme nada. Te lo hago como un favor.
Se levanta, deshace la barrera y se va a donde está el resto.
Caballo de Bastos: A ya.
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