Capítulo 39: Fiebre del sábado noche.

Ante los vómitos de Caballo de Bastos todos se quedan estupefactos. No podía parar de vomitar y tenía muy mala cara. Caballo de Copas, en su línea, pone cara de asco. Nadie sabe muy bien qué pasa, ni siquiera el mismo Caballo de Bastos.

Caballo de Bastos: ¿Pero qué c*jones?

Sota de Bastos: ¿TÍO, ESTÁS BIEN?

Caballo de Bastos: No... Me encuentro mal... Quiero vomitar...

Y vomita otra vez.

Caballo de Copas: Qué asco.

El resto no sabe qué hacer. ¿Debían mirar? ¿Debían ofrecerse para ayudar? Todo aquello era demasiado como para tener una respuesta clara. Entonces, ante el estupor de todos, la cara de Sota de Copas se pone verde, como la de Caballo de Bastos. Su expresión se descompone y empieza a vomitar.

Sota de Copas hace sonidos de vómito.

Caballo de Copas pone muecas de asco, para variar.

Sota de Bastos empieza también a vomitar.

Sota de Bastos: J*der, yo también...

Caballo de Copas: Noooo, pobrecito, ¿necesitas algo? Yo te ayudo...

Caballo de Oros vomita.

Sota de Oros: ¿Pero qué es esto? ¿Qué está pasando? Qué asquito, o sea...

Caballo de Copas: Espero que lo limpiéis todo, porque madre mía, menuda guarrería.

Caballo de Espadas: Están enfermos, Caballo de Copas, no es el momento para tus comentarios.

Caballo de Copas: ¿A mí qué me cuentas? Que no se hubieran enfermado.

Sota de Oros: Pero... Nosotros también podemos ponernos malitos de un momento a otro... Transmisión inmediata...

Caballo de Copas: Soy negacionista.

Sota de Espadas: Pues yo creo que es por los muffins que han comido.

Se le quedan mirando, mientras los enfermos vomitan a su rollo.

Caballo de Espadas: Tiene sentido. Como siempre, Sota de Espadas, tienes una gran capacidad de análisis u uwu...

Caballo de Copas se queda pensando. Lo que había dicho Sota de Espadas tenía sentido, y más con lo que él dijo segundos antes de que empezaran a comer los muffins. Mira a los enfermos.

Caballo de Copas: ¡Os dije que tenían que estar caducaos! ¡Toma ya! Os lo dije. Os lo dije y no me hicisteis ni caso. TOMA. ¿Quién es el inmaduro ahora? ¿Eh? ¿Quién es el inmaduro e infantil ahora? Espero que os arrastréis a perdonarme ahora.

Sota de Copas: ...Estamos enfermos... No nos cuentes... Tu vida...

Y vomita.

Caballo de Espadas: Caballo de Copas, eso acaba de ser muy inmaduro por tu parte.

Caballo de Copas: Vaya, el malo soy yo siempre. Para variar.

Sota de Oros: Oye, pero podrán curarse o algo, ¿no? Con magia...

Sota de Copas está vomitando, mareada y agarrándose por cualquier roca que encuentra por allí. No parece estar en muy buen estado. De hecho, está en una situación lamentable.

Caballo de Copas: Pues ya ves, Sota de Copas está indispuesta y nadie más puede curar aquí. Porque yo no puedo hacer curaciones. Lo único que puedo hacer con ellos es hacer una infusión con las hierbas medicinales que tengo guardadas. No puedo poner un hechizo curativo en la infusión, porque no sé hacer magia de curación, pero algo servirá...

Sota de Copas se revuelve de dolor y vomita.

Caballo de Copas: En fin, si alguien fuera a por agua con las copas estas de plata que ha robado Caballo de Bastos al río pues me haría un favor, porque yo a por agua no voy a ir.

Caballo de Espadas y Sota de Espadas se ofrecen a ir, porque son buenos caballeros y tienen un gran sentido del deber. Cuando alguien lo está pasando mal, sus valores son hacer lo posible por ayudar.

Sota de Oros: Ufff, yo lo siento, es que estoy un poco cansado de tanto trote...

Caballo de Espadas y Sota de Espadas vuelven con agua. Caballo de Copas saca unas hierbas de su saco.

Caballo de Copas: No tengo muchas, pero es lo que hay. Si no, que no se hubieran puesto ciegos a muffins.

El joven echa las hierbas dentro de una de las cuatro copas llenas de agua. Entonces, sujeta la copa con la mano y empieza a echar humo. El humo fluye de lo que es la mano, parece que la copa (y su contenido) se está calentando. Sota de Oros se queda con los ojos como platos.

Sota de Oros: ¡¡¡Wow!!! ¿Qué es ese hechizo? ¡Está super chachi!

Caballo de Copas le mira mal, como con desprecio con toques de aires de superioridad.

Caballo de Copas: No es un hechizo. Estoy concentrando mi poder mágico en la mano y emanando calor.

Sota de Oros: Wow, es sorprendente.

Caballo de Copas: Bah, estos cayetanos se sorprenden por cualquier cosa.

Una vez hecha la infusión, Caballo de Copas se dirige a Sota de Bastos.

Sota de Copas: ¡Pero yo estoy peor que él, c*brón!

Caballo de Copas: Eso lo dices tú, porque, que yo sepa, Sota de Bastos lo está pasando mal. Y su salud es un bien común para todos.

Sota de Bastos: No... Yo estoy mejor que ellos. Ellos están vomitando más.

En efecto, Caballo de Bastos y Sota de Copas se estaban revolcando por el suelo de dolor, mientras vomitaban y se quejaban de sus padecimientos.

Caballo de Copas: Meh.

No tiene más remedio que darle la infusión a Sota de Copas, que se la bebe como si fuera un copazo. Después hace infusiones para el resto.

No parece que nadie mejore, y la noche avanza. Las horas pasan y, aunque no vomitan con tanta frecuencia, siguen encontrándose en la más absoluta miseria. Caballo de Oros y Sota de Bastos, que fueron los que menos muffins intoxicados ingirieron, dejaron de vomitar y simplemente descansan tumbados en un rincón de la cueva. Caballo de Bastos se dirige en innumerables ocasiones a fuera de la cueva a evacuar sus vómitos entre terribles padecimientos. Le cuesta moverse, pero Caballo de Copas no le deja vomitar más en la cueva. Sota de Copas está mareada y tumbada en un rincón en postura de completa agonía. Tiene la cara verde al igual que Caballo de Bastos. Sota de Espadas le pone la mano en la frente y llega a la conclusión de que tiene fiebre.

Sota de Espadas: Tiene fiebre.

La fiebre del sábado noche es una cosa muy común, y si hacías caso a las indicaciones de Caballo de Oros del día anterior, esa noche era de sábado. Aunque, probablemente, ya fuera domingo, porque ya habían pasado las suficientes horas como para habernos adentrado en la más profunda noche.

Caballo de Copas: Lo que faltaba, que ahora se pusieran malos. En fin, a retrasarnos en nuestro viaje.

Sota de Oros: Son cosas que pueden pasar, o sea.

Caballo de Copas: En fin, llegó la hora de limpiar esto, porque vaya pocilga.

Caballo de Copas extiende su brazo hacia uno de los vómitos.

Caballo de Copas: ¡Neutrex!

El trozo de cueva al que apunta queda totalmente limpio, como si nadie hubiese vomitado allí antes. Posteriormente, hace lo propio con el resto de los vómitos. Los allí presentes se quedan flipando (los que tienen consciencia y están en sus plenas facultades).

Sota de Oros: ¡Wow! ¡Es alucinante! Me entran ganas de aprender a hacer magia, si no fuera una herejía y tuviera tiempo, porque soy una persona super ocupada.

Caballo de Copas: Tú te lo pierdes, no me interesa tu vida.

Caballo de Espadas: Gracias, Caballo de Copas, por dejar la cueva limpia como una patena. Las cosas como son.

Entonces, Caballo de Bastos vomita en donde Caballo de Copas había limpiado, al no conseguir llegar a fuera de la cueva. Tiene muy mala cara. Caballo de Copas también tiene mala cara, pero no por lo mismo que Caballo de Bastos.

Caballo de Bastos: P...perdón.

Y vomita otra vez, casi sin que le de tiempo a acabar de hablar. Caballo de Copas está furioso.

Caballo de Copas: Grrrrr... ¿Crees que con pedir perdón basta? El poder mágico no es eterno y por tu culpa voy a tener que gastar un poco más... Es que no tenéis ninguna clase de consideración, especialmente tú... ¡Neutrex!

Los vómitos desaparecen. Caballo de Copas le lanza una mirada asesina a Caballo de Bastos.

Caballo de Copas: Espero que no vuelva a ocurrir...

Y parece que no va a ocurrir, porque Caballo de Bastos cae desplomado al suelo, sin poder defenderse ni decir nada.

Sota de Bastos, tumbado en su rincón: ¡Caballo de Bastos!

Caballo de Espadas: ¿Estás bien?

Caballo de Bastos no dice nada. Solo tiembla.

Sota de Oros: Yo no me acerco, no vaya a ser que me vaya a pegar algo.

Caballo de Copas: Sí, la mononucleosis.

Sota de Bastos no puede moverse porque se marea, así que no puede ir a ver qué le pasa a su amigo. Aunque esté enfermo como el resto, no había ingerido tanto muffin, así que podía razonar y hablar, cosa que el resto no hacía. Caballo de Oros no lo hacía porque no quería, porque había mejorado su estado con respecto a anteriormente, al igual que el pelirrojo.

Sota de Bastos: ¿Pero nadie va a ir a ver qué le pasa?

Sota de Oros: ...

Caballo de Espadas: No me queda más remedio que ir, porque soy un caballero y tengo unos valores...

Caballo de Copas: Voy yo.

Caballo de Copas se adelanta a Caballo de Espadas y se aproxima a Caballo de Bastos, que está tendido en el suelo mientras tirita y convulsiona. Le pone la mano en la frente. Todos se le quedan mirando con expectación, como si fuera un experto en medicina o como si tuviese alguna clase de conocimiento en algo que no fuese magia.

Caballo de Copas: Simplemente tiene fiebre. Tiene que reposar un rato y ahora le hago otra infusión...

Caballo de Bastos: G...gracias...

Sota de Oros: Ay, si habla y todo.

Caballo de Bastos: T...tengo sueño...

Caballo de Copas le da unas palmaditas en la espalda, un poco bruscas para estar tratando una persona enferma.

Caballo de Copas: Venga, pues a descansar un rato, ea, ea.

Y le echa encima la manta que el de Bastos tiene guardada entre sus cosas. No le hace una nueva infusión.

Sota de Espadas: Sota de Copas, ¿tú estás bien?

Sota de Copas: Mejor...

Sota de Espadas vuelve a ponerle la mano en la frente. Sota de Copas, que ya es más consciente de lo que ocurre a su alrededor, se sonroja.

Sota de Espadas: Sigues teniendo mucha fiebre. Es mejor que descanses.

Sota de Copas cae exhausta al suelo. Se da un buen coscorrón, pero no parece importarle mucho. Probablemente sea porque esté inconsciente.

Sota de Copas va a coger su mantita y se coloca al lado de Sota de Copas.

Sota de Espadas: Yo voy a hacer noche aquí para cuidarla. Buenas noches.

Caballo de Espadas: ¡Pero! ¡Sota de Espadas! Puede que te pegue algo...

Sota de Espadas: Lo único que le pasa es que le han sentado mal los muffins.

Caballo de Espadas: Igualmente... No puedes asumir esa responsabilidad tú sola...

"No puedo dejar que duerma con ella esta noche. Puede que sean simples celos de una persona despreciable e inmadura, pero no soportaría que pasara esta noche con esa persona, por mucho que estemos en una cueva... Todo esto me consume por dentro", piensa Caballo de Espadas mientras coge su mantita y se dirige a donde están Sota de Copas y Sota de Espadas.

Caballo de Espadas: Me pondré aquí. No es justo que cuides tú sola a Sota de Copas.

Caballo de Espadas coloca su manta al lado de Sota de Copas, salvando un par de palmos de distancia, lo suficiente para que por razones de decoro no fuera a pasar nada entre su prima y la hechicera convaleciente. "Así no harán nada", piensa. "Soy ridículo, ¿por qué hago esto?", sigue pensando. Sota de Espadas le mira con mala cara, aunque no sabe ni qué decir. Simplemente se tapa, mirando hacia Sota de Copas, y no dice más.

Y se queda ahí tumbado, mirando al techo, mientras se percata que no se den ruidos extraños a su alrededor más inmediato.

Por otro lado, el resto está también cansado, especialmente los enfermos. Sota de Bastos se duerme sin decir nada a nadie, ahí en medio de la cueva. Caballo de Oros ya estaba dormido en un rincón, la infusión le dejó tranquilito. Ante la situación, Sota de Oros ve que ha llegado el momento de darse un buen descansito después de tremendo trote.

Sota de Oros. Yo también voy a dormir. Buenas noches. Estoy agotado, o sea.

Caballo de Copas: Pero si no has hecho nada i'm...

Caballo de Copas no tiene más remedio que irse a dormir también, aunque prefiere estar vigilante ante la situación. En su opinión, él era el único que podía ayudar a esos pobres inmaduros que estaban dando las últimas por sus ansias de tener una noche de diversión. Lo que había que aguantar. Así que se quedó recostado en una de las paredes de la cueva desde donde podía vigilar al resto si pasaba algo, tapado por una mantita. Aunque estaba tan exhausto que no tardó en caer en los brazos de Morfeo.

Caballo de Copas: A... mimir...

Y se queda dormido.

Aunque al poco rato se despierta por unos ruidos que vienen de otra parte de la cueva. Al percatarse de lo que le rodea, Caballo de Copas se da cuenta de que los ruidos son las convulsiones, temblores y quejidos de Caballo de Bastos, que parece estar teniendo las últimas. Iluminando el lugar de forma tenue con una llamarada mágica que localizó a la altura de su vista, consigue divisar que el guerrero del lejano Reino del Norte tenía muy mala expresión, además de estar sudando a mares.

Caballo de Copas: Tsk.

"Qué pesado, me va a dar la nochecita, hay que fastidiarse", refunfuña para sus adentros. No estaba por la labor de levantarse a ver qué pasaba, pero entonces empiezan a emanar palabras en un extraño idioma extranjero y desconocido de la boca de Caballo de Bastos. Eso hace despertar la curiosidad de Caballo de Copas, que no tiene otra que levantarse para acercarse al gigoló profesional.

Cuando se encuentra a su lado, Caballo de Bastos sigue diciendo alguna que otra cosa en el extraño idioma impronunciable, como si hablara en sueno. "Parece que está teniendo delirios febriles", concluye Caballo de Copas, que se mantiene a su lado, a pesar de no reconocer que se está interesando por su compañero de viaje.

Caballo de Bastos: Sgjaskar... Kahjskwe... Bswsdreve...

"¿Qué está diciendo?", se pregunta Caballo de Copas, mientras se preocupa por el estado de Caballo de Bastos, que está sudando la gota gorda y tiene su rostro pálido salvo por lo que es la zona de la nariz y las mejillas. Caballo de Copas se le queda mirando un rato y empieza a pensar en lo inocente que parece Caballo de Bastos en esa situación. "Está muy mono", piensa, mientras se pone soft. Caballo de Bastos tiembla y convulsiona. Caballo de Copas se preocupa. "Parece que tiene mucha fiebre del sábado noche..." No le queda otra que acercar su mano a su frente.

Lenta y tímidamente acerca su mano a la frente sudada de Caballo de Bastos. Traga saliva. "¿Por qué me estoy poniendo tan nervioso?", piensa. La palma de su mano está apunto de tocar la frente de Caballo de Bastos. Entonces, los ojos del enfermo se abren. Las miradas de Caballo de Bastos y Caballo de Copas se cruzan. Caballo de Copas se sonroja.

Caballo de Bastos: ¿Qué... haces?

Caballo de Copas: ¿Yo? N...nada... Solo iba a... Ya sabes... A tomarte la temperatura. Parece que tienes mucha fiebre. Antes estabas diciendo cosas raras en extranjero. Me estabas dando la noche. Qué molesto...

Caballo de Bastos: A...

Caballo de Copas pone la mano en la frente de Caballo de Bastos, que le mira a los ojos. Caballo de Copas se sonroja e intenta mirar hacia otro lado, pero cae en la cuenta de que Caballo de Bastos tiene los ojos verdes. Nunca se había fijado en ello. Nunca se había fijado bien en la cara de Caballo de Bastos, o nunca había querido hacerlo.

Caballo de Bastos: ¿Qué?

Caballo de Copas: ¿Qué de qué?

Caballo de Bastos: Que si estoy bueno.

Caballo de Copas se sonroja.

Caballo de Copas: ¿QUÉ? ¿Pero tú de qué vas? Te estoy tomando la temperatura, ten un poco de consideración, porque me estoy preocupando por ti en vez de dormir, cosa que no debería hacer. Un poco de respeto. Y no estás bueno, qué asco. Te lo tienes muy creído, ¿sabes?

Caballo de Bastos: Digo de salud... Que si ya no estoy malo...

Caballo de Copas: Tienes fiebre. Además bastante. Diría, así a ojo, que tienes entre 39 y 39'756, pero no lo sé, Sota de Copas sí que puede medir la temperatura con precisión.

Caballo de Bastos: Ah... Gracias... Caballo de Copas...

Caballo de Copas: No me las des... Solo he venido porque estabas dando el coñazo...

Caballo de Bastos cierra los ojos.

Caballo de Bastos: Igualmente, gracias...

Caballo de Copas le vuelve a poner la mano en la frente.

Caballo de Bastos: ¿Eh?

La mano de Caballo de Copas se congela.

Caballo de Bastos: ¿Qué estás haciendo?

Caballo de Copas: Estoy tratando de bajarte la fiebre.

Caballo de Bastos: Gracias... Otra vez... ¿Cómo haces eso?

Caballo de Copas: Emano mi poder mágico por una parte de mi cuerpo, en concreto, esta vez, por la mano. Puedo hacerlo en forma de frío o de calor, y esta vez lo hago en forma de frio...

Caballo de Bastos: Wow... Es... Asombroso...

Caballo de Copas se sonroja.

Caballo de Copas: Gracias... Pero no es nada del otro mundo.

Caballo de Bastos cierra los ojos.

Caballo de Copas: ¿Ya estás algo mejor?

Caballo de Bastos: Un poco...

Caballo de Copas se queda un rato observando, aunque no pasa nada. Caballo de Bastos parece estar algo mareado y cansado y ni siquiera abre los ojos. Intentando no hacer mucho ruido, Caballo de Copas se empieza a levantar para marcharse a su sitio, pero Caballo de Bastos se da cuenta.

Caballo de Bastos: Quédate un rato...

Caballo de Copas se sonroja. ¿Qué es esto? ¿Por qué le pide que se quede? Por alguna razón no se podía negar, así que se sienta en el suelo de la cueva para posteriormente abrir la mantita que está usando Caballo de Bastos y tumbarse junto a él. "¿Qué estoy haciendo?", piensa. "Quedándome a dormir con este tío solo porque me lo pida... Cada día cayendo más bajo". Caballo de Bastos no dice nada, aunque su expresión es apacible. Parece que ha caído en los brazos de Morfeo al sentirse más tranquilo con la presencia de Caballo de Copas. "Hay que j*derse", piensa el mago. Pero, a pesar de sentirse molesto por hacer noche junto a Caballo de Bastos, se le queda observando mientras duerme. Y se enternece al verlo. "Después del c*ñazo que has dado, qué plácidamente duermes", le dice para sus adentros.

Y, con el paso de los minutos, Caballo de Copas también cae, poco a poco, en los brazos de Morfeo.


----


En otro lugar del Reino de Oros se encuentra la sede de la Sociedad de Cazarrecompensas. En algún lugar tenía que existir esa sede, porque si no no sería una sociedad seria. Allí, los altos cargos de la escala piramidal se llevan las manos a la cabeza. "Los Varyia han derrotado a más de cien cazarrecompensas de alto nivel", "¡nos están dejando sin personajes de relleno!", "esto es un escándalo, ¡un escándalo!", se oye por allí.

El más alto cargo de la Sociedad, cuyo rostro y aspecto se encuentra oculto por una gran sombra negra para que haya misterio, observa un pergamino en el que se esquematizan todos los cazarrecompensas que controla la asociación. Muchos de ellos han sido tachado. No tiene otra cosa que abrumarse ante la amenaza que están suponiendo los Varyia para su preciada y fructífera sociedad. Niega con la cabeza ante la situación que le estaba tocando vivir. Aquello era demasiado.

A uno de los altos cargos que estaba por allí se le ocurrió una fantástica idea. Una idea que se le hubiera ocurrido a cualquiera, o quizás no tanto, porque tal vez lo más sensato hubiera sido pasar del tema y dejar a Sota de Espadas Varyia vivir en libertad. "Deberíamos sacar a cazarrecompensas de nivel medio-alto", dice. Nadie parece negarse. ¿Qué otra cosa podían hacer? Aparte de dejar en paz a los Varyia y seguir a sus misiones cutres. Los allí presentes empezaron a asentir y a decir que era lo mejor. Ante esta situación, el jefe de la Sociedad, aún oculto por la sombra negra y subido en una especie de trono hortera, da la autorización. "Está bien, vamos a ir con todo. De esta no se escapan", sentencia. Y la Sociedad de Cazarrecompensas se pone a la obra.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top