Capítulo 33: Tensión sexual ¿resuelta? en la colonia élfica.

Después de salir de la celda, a Caballo de Espadas y Sota de Copas solo les queda asimilar la situación. ¿Alguien les había apresado mientras estaban perdidos por el bosque? Sí. ¿Un elfo había intentado devorar a Sota de Copas cuando creían que solo era un simple fetichista de pies? También. La cosa estaba seria, sí, pero todavía había cosas que tenían que descubrir.

Sota de Copas: Lo primero, tenemos que encontrar tu arma. Sin ella no vamos a ninguna parte.

Caballo de Espadas: Y a Sota de Espadas.

Sota de Copas: No sabemos si Sota de Espadas está aquí. Según tú, cuando nos perdimos por el bosque, no estábamos con ella. Probablemente ella esté en el bosque buscándonos, aunque no puedo poner la mano en el fuego. La cosa es que tenemos que encontrar tu arma.

Caballo de Espadas: Y a mi caballo.

Sota de Copas: No creo que lo tengan en el mismo sitio que tu arma. Pero también. Primero buscamos tu arma y después tu caballo. De momento, tendrás que utilizar mi cachiporra de imitación.

Caballo de Espadas: Algo es algo.

Y marchan por los oscuros pasillos de la mazmorra élfica. No se oye un alma. Mirando por las distintas celdas, se enteran de que nadie más está encerrado por allí. Tampoco está su arma guardada en ninguna. Unos pasos después, Sota de Copas se para. Está exhausta. Haber perdido anteriormente su poder mágico le había dejado para el arrastre y aún le quedaba mareo en el cuerpo. Caballo de Espadas se la queda mirando.

Caballo de Espadas: ¿Por qué no te das prisa? No está la situación para andar parándose.

Sota de Copas: No puedo hacer más. Todavía estoy mareada, ¿sabes? ¿Y no crees que estás siendo un poco desagradable?

Caballo de Espadas: No estoy siendo desagradable. Simplemente, trata de esforzarte un poco. Nuestra vida está en juego.

Sota de Copas: Eres realmente muy desagradable.

Caballo de Espadas: ¿Qué sabrás tú?

Sota de Copas: Menudo caballero...

Caballo de Espadas: Ah, que tienes ganas de discutir... Me lo esperaba de ti, no sé por qué me hago el sorprendido. Ya sé la clase de persona que eras. ¿Te estás mareando? Yo creo que lo haces todo para entorpecerme porque no me tragas. Y no quieres que me encuentre con Sota de Espadas...

Sota de Copas: Menuda historia más interesante te has montado en tu cabeza. Deberías probar eso de escribir libros, tienes talento para imaginar... Y el que tiene ganas de discutir eres tú, que eres el que ha empezado.

Caballo de Espadas: ¿Yo? Yo tengo ganas de salir aquí cuanto antes, pero con ese paso de tortuga que llevas es imposible.

Sota de Copas: Ya te he dicho que es lo que hay.

Caballo de Espadas refunfuña, pero no puede perder más tiempo, así que extiende su mano hacia Sota de Copas, entre regañadientes.

Sota de Copas: ¿Pero qué haces?

Caballo de Espadas: Es para que me des la mano.

Sota de Copas: ...

Caballo de Espadas: No podemos permitirnos ir tan lento. Si te vas a caer, coge mi mano, si no hay otro remedio.

Sota de Copas: Bueno, vale.

Y así, Sota de Copas toma de la mano a Caballo de Espadas, que se sonroja y vuelve a sonrojarse. Esa situación no le hacía ninguna gracia, ¿pero qué le podía hacer? Estaban en una angosta mazmorra y lo último que podían hacer era entretenerse. De la mano de Caballo de Espadas, Sota de Copas anda más rápido. Después de recorrer el largo pasillo, consiguen llegar hasta una escalera. Cuando llegan al final hay una puerta.

Caballo de Espadas: Está cerrada. Déjame el juego de llaves que le cogimos al elfo.

Sota de Copas: No... Antes tengo que hacer una cosa... Para asegurarnos...

Sota de Copas se acerca a la puerta. Parece que va a usar su magia.

Caballo de Espadas: Espera... ¿Ya puedes...?

Sota de Copas: Fuera de la celda ya no hay runas, claro que puedo. No tengo toda mi magia recargada, pero merece la pena gastar un poquito... ¡¡¡H*stia p*ta j*der!!!

Los ojos de Sota de Copas se ponen en blanco. Las venas de los alrededores se hinchan. Y ahora puede ver lo que hay detrás de la puerta que separa la mazmorra del exterior. Les conviene hacer esto, porque nunca se sabe si van a dar a una zona muy transitada con elfos armados que les pudieran volver a llevar a la celda de la que habían salido o algo peor. Es mejor prevenir que curar. Caballo de Espadas mira a Sota de Copas con expectación. Cuando Sota de Copas para, sus ojos vuelven a la normalidad.

Caballo de Espadas: ¿Qué? ¿Qué has visto?

Sota de Copas: Anda, si sabes para lo que es este hechizo...

Caballo de Espadas: Me lo podía imaginar, no soy del todo tonto, ¿sabes?

Sota de Copas: Pues he visto una especie de pasillo, pero ya no es una mazmorra. Las paredes son de madera y es como si estuviéramos dentro de algo así como en un árbol. Eso sí, de vez en cuando pasa algún que otro elfo, pero no muchos, tampoco te asustes. Creo que podemos con ellos.

Caballo de Espadas: ¿Pero van armados?

Sota de Copas: A simple vista, no parece, pero los elfos a veces hacen magia, hay que andarse con cuidado.

Caballo de Espadas: ¿No puedes percibir su poder?

Sota de Copas: Con el h*stia p*ta j*der no, cuando pasemos la puerta, quizás. No ando muy bien de poder mágico, así que no sé hasta qué punto voy a poder percibir el de los demás. No obstante, te digo una cosa, nos conviene salir ahí, derrotar a dos elfos y quitarles la ropa. Eso nos permitiría pasear a nuestras anchas por este lugar.

Caballo de Espadas asiente. ¿Qué más podían hacer? No se siente muy bien por tener que hacer caso a todos los planes de Sota de Copas, pero no había otra, a él no se le ocurría nada. Se estaba dando cuenta de que su cabeza solo tiene pensamientos para Sota de Espadas y no puede andar urdiendo planes. En eso también estaba en desventaja frente a Sota de Copas. Y los complejos crecen, una vez más.

Sota de Copas: Bueno, vamos a salir...

Caballo de Espadas busca la llave correcta, pero, antes de que pueda encontrarla, Sota de Copas interviene.

Sota de Copas: Alohomora.

Caballo de Espadas: Pero...

Sota de Copas: ¿Qué pasa?

Caballo de Espadas: Es que no me lo esperaba.

Sota de Copas: Ya te he dicho que aquí no hay runas. Y aunque no tenga todo mi poder mágico, tengo más que la media.


----


Tras seguir a los elfos del bosque, Caballo de Copas y Caballo de Bastos llegan a un sitio. Una especie de árboles que se entrelazan entre sí, formando un entramado de viviendas élficas con sus puertas y sus ventanas, es el destino de los elfos caníbales que se encontraron. Todo apunta a que se han encontrado ni más ni menos que con una colonia élfica. Y no cualquiera puede entrar en una colonia élfica. Había guardias en la puerta, además, como si se tratase del castillo de un feudo importante. Claro, los elfos no podían dejar que cualquiera entrase en su cortijo élfico de canibalismo extremo. Para entrar, tenías que ser un elfo. O quitarte de en medio a los guardias.

Caballo de Bastos saca su arma y da un paso al frente.

Caballo de Copas: ¿Pero qué haces?

Caballo de Bastos: Ir a cargármelos. Acabamos antes.

Caballo de Copas: Pero... Espera... No podemos ir así. Tenemos que dejar los caballos por aquí...

Después de un rato buscando un sitio donde encontraran a sus caballos al salir y no los pillaran los elfos, encontraron que la colonia élfica tenía unos establos en la parte de atrás. Y estaban abiertos. La cosa les estaba saliendo a pedir de boca. Pero, lo mejor de todo, es que también estaban ahí los caballos de sus compañeros.

Caballo de Bastos: Mira...

Caballo de Copas: ¡Claramente están aquí! Y todos, además. Madre mía, tenemos que hacer algo.

Caballo de Bastos: De momento vamos a dejar a nuestros caballos aquí. Por dos caballos más que haya, no creo que se vayan a dar cuenta.

Caballo de Copas se queda callado un rato, pero después parece que le ve sentido. No parece una idea tan mala. Además, algo tenían que hacer con sus caballos.

Caballo de Copas: Bueno, tiene sentido.

Caballo de Bastos, después de bajarse de su corcel, ve algo en la sala. Se acerca.

Caballo de Bastos: Oye, aquí hay una puerta.

Caballo de Copas: ¿Crees que llevará a la colonia élfica?

Caballo de Bastos: Tiene pinta. En fin, vamos a entrar a ver.

¿Qué podría pasar? La vida tenía mucha incertidumbre, y a lo mejor esto era menos malo que la idea de ir directamente a por los guardias de la puerta principal. Si suena la flauta, puede que no haya ningún elfo detrás de la puerta. Y la flauta suena. Después de abrir la puerta con un sencillo alohomora de Caballo de Copas, se encuentran con que han entrado a una especie de entramado de pasillos y puertas que se encuentran como dentro de un árbol, o, por lo menos, eso parece por la estructura de las paredes. Y encima no hay un alma por allí.

Caballo de Bastos: Pues qué fácil ha sido entrar.

Caballo de Copas: Todo gracias a mi inestimable ayuda.

Caballo de Bastos pasa olímpicamente de Caballo de Copas y se sigue adentrando en la mansión o lo que fuera eso de los elfos. Ambos están preocupados, porque en cualquier momento puede aparecer un elfo y comérselos, pero no había otra. Tenían que encontrar a los demás como fuese.

Caballo de Copas: ¿Hacia dónde vamos por aquí?

Caballo de Bastos: No lo sé. Pero habrá que ir hacia alguna parte. Y vamos a hablar más bajo, que nos pueden oír.

Caballo de Copas se calla. Puede que Caballo de Bastos tuviera razón. En una casa extraña lo más lógico es hablar bajo no vaya a ser que te pillen. Siguen andando unos pasos, hasta que se empiezan a oír voces. Vienen del final del pasillo, donde hay una especie de cruce que parece venir de otro pasillo. Todo indica que hay elfos a la vuelta de la esquina y en cualquier momento pueden descubrirlos. Menos mal que hay habitaciones a su alrededor. Lo que no se esperan es que al abrir la primera puerta que encuentran se van a topar con una especie de vertedero de huesos. Huesos humanos.

Caballo de Copas se lleva las manos a la boca. Caballo de Bastos intenta no mirar.

Caballo de Copas: ¿Qué... Qué es esto?

Caballo de Bastos: No tienen que ser ellos... No puede ser...

Caballo de Copas: Estos elfos... Estos elfos se han comido a mucha gente... Esto es terrible.

Las lágrimas empiezan a brotar por los ojos de Caballo de Copas. ¿No iba a volver a ver a Sota de Copas y a los demás? ¿No iba a volver a tener una noche de sadomasoquismo extremo con Sota de Bastos? Todo eso que estaba presenciando era horrible.

Caballo de Copas: No puede ser... Esto es demasiado... No puede ser...

Caballo de Bastos: No sé qué decir... Confío en que no les haya pasado nada... No puede haberles pasado nada... Por lo menos aún...

Caballo de Copas: No me lo puedo creer... Sota de Copas...

Entre llantos, abraza a Caballo de Bastos, que no se lo esperaba para nada.

Caballo de Bastos: Ea ea...

Caballo de Copas: No puede ser... ¿QUÉ VOY A HACER AHORA? ¿QUÉ VOY A HACER AHORA?

Caballo de Bastos: Ea ea...

Caballo de Copas: Sin Sota de Copas yo...

Caballo de Bastos: Están bien. Confío en que lo estén.

Caballo de Copas: Snifffff...

Caballo de Bastos: No podemos aquí... En esta sala...

Caballo de Copas asiente. Es cierto que podía haber elfos fuera, pero lo más probable es que ya hubieran pasado de largo. Podían salir de allí y proseguir su camino. Caballo de Bastos pone la oreja en la puerta. Parece que no hay nadie por allí.

Caballo de Bastos: Podemos salir.

Antes de salir por la puerta, Caballo de Copas se gira hacia el montón de esqueletos desechados (lucía como si se hubieran comido a las personas en cuestión y no se hubieran dejado nada, no se quedaron con hambre).

Caballo de Copas: Os vengaré.

Salen de la oscura habitación de los cadáveres. El pasillo vuelve a estar vacío. Consiguen girar el cruce de donde salieron los anteriores elfos. Allí les espera otro largo pasillo igual que el anterior. Siguieron andando un buen rato. Tuvieron la suerte de no encontrarse con nadie en bastante tiempo, aunque la suerte tiene lo que tiene, que se acaba. Voces de elfos vuelven a escucharse en la lejanía. Parece que van a salir de una puerta al final del pasillo. ¿Qué podían hacer? ¿Probar suerte otra vez y meterse en otra sala? Si había suerte, podía estar vacía. Si no la había, pues no. Entre las tres salas más próximas, intentaron escuchar tras la puerta para asegurarse que no hubiera nadie. Solo de una de ellas no emanaba ninguna élfica voz. Nadie les aseguraba que iba a estar completamente vacía. Era posible que hubiera elfos solitarios o elfos callados, pero, ¿qué otra oportunidad quedaba? De perdidos al río. Entraron en la sala.

Lo primero que hacen al entrar es suspirar de alivio. No había nadie dentro. Ni vivo ni muerto. Parecía una especie de despensa con escobas y demás utensilios inocuos de limpieza, dentro de lo que se podía limpiar en un mundo como Naipes. También había una especie de puerta a un pequeño desván cochambroso en el que parecían guardar otros enseres de limpieza y demás. Se dedicaron a examinar la estancia y su desván anexo. El desván estaba completamente vacío. Les sorprendió que tuvieran una salita tan inutil allí, pero tal vez en algún momento tuvieran algo guardado. Además de ser inutil, tenía unas dimensiones muy reducidas. A duras penas cabía una persona, como para guardarlo. En general ninguna parte de la estancia parecía un lugar peligroso. No obstante había que mantener la guardia en todo momento, así que se quedaron en la puerta para oír las voces de los elfos que iban a pasar por el pasillo que acababan de abandonar y demás elfos que pasasen por allí, porque nadie les decía que no les fuera a dar por entrar en ese acogedor cuarto de la limpieza en el que se habían asentado.

Elfo 1: Qué ganas de lo de esta noche, tronco, va a estar dabuten.

Elfo 2: Y que lo digas, nos vamos a poner las botas...

Caballo de Copas, susurrando: ¿Están hablando otra vez de lo de antes?

Caballo de Bastos, susurrando: Eso parece.

Caballo de Copas: ¿Crees que se los han comido ya?

Caballo de Bastos: No parece. Creo que esta noche...

Caballo de Copas: Tenemos que hacer algo... No podemos dejar que se los coman...

Caballo de Bastos: De momento escuchar y esperar nuestro momento. Tenemos que buscar un momento y una forma segura de salir de esta sala y llegar a donde sea que esté el resto.

Caballo de Copas: Pero no paran de pasar elfos...

No paraban de pasar elfos, en efecto. Todos hablaban de cosas banales: la cena de esta noche, lo mucho que les gusta la carne, el hecho de que a la parrilla los humanos saben mejor, sobre si les gusta más la carne de persona en los veinte o en los treinta... Cosas varias. Se estaban cansando de espiar, pero era lo que tocaba. Finalmente, la emoción no tardó en aparecer en escena.

Elfo 1: En fin, nos ha tocado la peor tarea.

Elfo 2: Uffff... Odio limpiar...

Elfo 1: Tranqui, tronco, que si nos toca limpiar hoy el próximo día no...

Caballo de Copas y Caballo de Bastos se miran. Y miran a su alrededor. Estaban ni más ni menos que en el cuarto de la limpieza. Si dos elfos estaban hablando de hacer la limpieza, lo más probable es que se dirigieran a donde ellos estaban y, por lo tanto, los pillaran. No sabían la pinta que tenían los elfos, así que podía ser cualquier cosa. Nadie les decía que podían ganar esa batalla con seguridad. Es cierto que Caballo de Bastos iba armado, pero si dos elfos los pillan, aparte de que probablemente también estén armados, llamarían al resto de elfos del lugar y estarían perdidos. La desesperación se palpa en el ambiente. La desesperación, la tensión, la incertidumbre y el no saber qué hacer.

Caballo de Copas: ¿QUÉ HACEMOS? ¿QUÉ HACEMOS AHORA?

Caballo de Bastos: Mierda... Nos van a pillar con las manos en la masa.

Caballo de Copas: Mierda... Mierda... Mierda... Vamos a acabar comidos por elfos...

Entonces, ambos se dan cuenta de una cosa a la vez. Y miran a la puerta que hay al otro lado de la sala. La puerta que llevaba a una especie de microsalita minúscula e inutilizable.

Caballo de Copas: Pero... ¿cabemos ahí?

Caballo de Bastos: Es la única opción que nos queda...

Sin pensarlo más, se lanzan hacia la puerta y entran a duras penas en la habitación, como si de fichas de tetris se tratase. En cuanto consiguen cerrar la puerta de la salita, los elfos abren la de la habitación.

Caballo de Copas: Ufff... Por poco...

Caballo de Bastos: Shhhh... No hagas mucho ruido... Pueden pillarnos...

Se callan. Los elfos merodean por la sala cogiendo productos de limpieza mientras hablan distendidamente de cosas de la vida.

Elfo 1: Pues dicen que dos de los rehenes se han escapado...

Caballo de Copas: !!!

Elfo 2: ¿Cómo? ¡Recórcholis!

Elfo 1: Pues ya ves, los de la celda. Han dejado inconsciente a Elfel.

Elfo 2: Pffff... Nos acabamos de quedar sin cena.

Elfo 1: No pasa nada, todavía quedan los cuatro que tenemos esperando en la parrilla para lo de esta noche. Y tienen muy pero que muy buena pinta. Vamos que nos vamos.

Elfo 2: La monda lironda.

Elfo 2: Pues ya ves truz, dicen que tienen a dos cayetanos básicos, una chica joven y un pavo con pinta de no tener muchas neuronas. En fin, Serafín, que por lo menos estamos servidos.

Dentro de la salita, Caballo de Copas y Caballo de Bastos se van enterando de las cosas. Como todo indicaba, sus compañeros habían sido secuestrados y parece que eran los ingredientes principales de la cena de esta noche. Además dos de ellos, que parecían ser Sota de Copas y Caballo de Espadas, por la descripción que habían dado de los de la parrilla, se habían escapado. No todo estaba perdido. Caballo de Copas lanza un suspiro de alivio, los demás no habían muerto, por lo menos todavía. Caballo de Bastos le mira con amabilidad. "¿Ves como no les había pasado nada?", piensa, aunque también piensa que no las tenía todas consigo y se los podían haber comido ya. En fin, las cosas no estaban tan mal como parecían.

Los elfos siguen hablando por allí de manera distendida. No parece que digan nada interesante aparte de las ganas que tienen de consumir a los allí presentes. Después se van, pero tampoco da tiempo a que Caballo de Copas y Caballo de Bastos salgan de allí, porque distintos elfos van entrando en la sala. Hay buen trajín, como si hubiera mucho que recoger en el cuarto de las escobas. Debía ser la zona con más actividad de la colonia élfica. Los comentarios se van haciendo monótonos y aburridos, y el estar recluidos en una sala de pequeñas dimensiones empieza a cansar.

El hecho de desconectar de las conversaciones de los elfos de fuera, que eran siempre lo mismo, hace a Caballo de Copas y Caballo de Bastos tomar consciencia de su situación: estaban en una sala de muy pequeñas dimensiones y no había prácticamente un ápice de aire entre ellos. Vamos, que estaban juntos y en buena compañía. Sus cuerpos se rozan y el mismo movimiento de la respiración del otro hacía que fuera aún menor el espacio entre ambos.

Caballo de Copas, al darse cuenta de todo eso, se pone nervioso. Su respiración se agita, sus mejillas se sonrojan, sus pensamientos empiezan a volar hacia lugares en los que nunca se había imaginado estar. "Estamos demasiado juntos... Esta situación... Me pone muy nervioso... Y a la vez me resulta muy excitante", piensa, a la vez que se siente mal. "Y encima me tiene que pasar esto con este tipo... Me excita la situación, pero me hubiera gustado más que fuera con otra persona". Sí, se siente mal por todo lo que le está pasando por la cabeza, pero no puede parar de darle vueltas a la cabeza. "El hecho de estar aquí encerrado con esta persona... Me pone a 100", piensa. Sí, se siente mal porque esa persona sea Caballo de Bastos, pero la situación era demasiado para contenerse. Caballo de Copas levanta la mirada hacia el rostro de Caballo de Bastos. "Pues es bastante guapo", piensa. Nunca se había dado cuenta de eso, o no había querido darse cuenta. Quizás tenía los ojos puestos en otra persona. Quizás le irritaba demasiado como para pensar en eso. Quizás no quería admitir sus verdaderos sentimientos. El caso es que su respiración se hace más agitada. Su corazón empieza  a latir. Y la bragueta de su pantalón está a punto de estallar.

Le estaban entrando ganas de fornicar con Caballo de Bastos. "Encima me he empalmado". Lo último que le faltaba era eso. "Qué vergüenza, por favor, encima se va a dar cuenta... Esto me pone más".

Para Caballo de Bastos esta no es la primera vez que se ve envuelto en una situación de alto contenido picante, aunque lo de encontrarse de imprevisto con algo así tampoco es que fuera el pan de cada día. Cuando dejó de prestar atención a lo que hablaban los elfos, empezó a prestar atención a lo que tenía a su alrededor más inmediato. Y lo que tenía a su alrededor más inmediato era Caballo de Copas y solo Caballo de Copas. Bueno, y tres paredes y una puerta. Y tomó consciencia de la situación. "Estoy aquí encerrado... En esta habitación tan minúscula... Con este tipo... Y nos pueden pillar en cualquier momento". Para él era todo una situación con alto contenido erótico. El hecho de que le pudieran pillar hacía que se saltaran todas sus alarmas y a la vez se disparara toda su adrenalina. "Esto es muy excitante...", piensa, aunque no quiere pensarlo. Es desconsiderado pensar así con otra persona al lado a la que todo esto podría molestar. Y más sabiendo que esa persona es Caballo de Copas, que no le puede ni ver. Aun así, todo eso le parecía de lo más interesante. Entonces, se da cuenta de que Caballo de Copas tiene su respiración acelerada y su rostro completamente rojo. Además, le está mirando con deseo. La expresión de Caballo de Copas hace que algo más despierte de Caballo de Bastos.

"Pero..." Caballo de Copas no cabe en su asombro. Empieza a notar que algo se abulta en la parte baja de Caballo de Bastos. Eso sí que no se lo hubiera esperado para nada. "Así que él también está como yo". Ahora se siente un poco menos mal. "Y es bastante grande... ¿Qué digo? Es enorme". No puede hacer otra cosa que sonrojarse y hacer que su imaginación vuele.

"J*der, encima me he empalmado, la cosa no puede ir peor", piensa Caballo de Bastos. "Supongo que esta situación es incómoda, tanto para él como para mí". Aun así, no podía pensar en frío. Y la expresión de Caballo de Copas le excitaba aún más. Y aún más le excitaba el hecho de que también pudiera notar un bulto no muy prominente en los pantalones de Caballo de Copas.

Caballo de Copas: Oye... Lo que te dije antes... En realidad no creo que huelas mal. Hueles mejor que la media.

Ninguno dice nada más, simplemente surge la pasión entre ambos. Como un imán, sus labios se unen y se funden en un apasionado beso, haciéndose aún más ajenos al mundo que les rodea, pero, a la vez, siendo conscientes de estar en una minúscula sala cuya puerta se podría abrir en cualquier momento. Eso les excitaba más.

Caballo de Copas: No esperes y f*rnícame, vamos, vamos, no aguanto más.

Caballo de Bastos: Shhhhh...

Y se acerca al oído de Caballo de Copas.

Caballo de Bastos: No hagas ruido, nos pueden pillar.

Caballo de Copas se sonroja. El hecho de que Caballo de Bastos le susurrara al oído le había excitado aún más. Y el hecho de que pudieran pillarles también.

Sí, les podían pillar, pero eso hacía que su fuego ardiera aún más en su interior. No tuvieron otra que dar rienda suelta a su pasión.


----


Sota de Oros: ¿Y qué se supone que es "shibari"? O como se diga, o sea.

Sota de Bastos: Pues una técnica milenaria en temas de cama... Ya sabes, s*xuales.

Sota de Espadas: ¿Y qué pinta una técnica sexual aquí?

Sota de Bastos: No lo sé, pero os digo que esto es shibari por c*jones. Sé muy bien lo que es el shibari y esto lo es.

Sota de Oros: ¿Y no puedes hacer nada?

Sota de Bastos: No, j*der, yo sé desatar a otros, pero no sabría desatarme a mí mismo.

Sota de Espadas: ¿Y entonces para qué nos sirve saber cómo se llama?

Sota de Bastos: No lo sé, j*der, si tan solo estuviera Caballo de Bastos aquí...


----


Caballo de Bastos: Uffff uffffff.

Caballo de Copas: Mmmmm...

"Me está costando no gritar", piensa Caballo de Copas, que estaba disfrutando el momento como si no fuera a volver a vivirlo nunca más. Y en parte era así. ¿Quién sabe qué pasaría con la relación de Caballo de Bastos y Caballo de Copas a partir de ahora? "No vale la pena pensar en el mañana, vale la pena pensar en el ahora, y el ahora me gusta mucho".

Caballo de Copas: Mmmmm... Ahhhh... Sigue, por favor, más rapido...

Caballo de Bastos: Shhhh... No hagas ruido...

"Ups", piensa Caballo de Copas. La emoción del momento le había dominado, aunque en esos instantes prefería que Caballo de Bastos le dominase. "Unos cuantos azotes no estarían de más", pero, claro, no había espacio como para andarse con azotes. Sea como fuere, no podía desaprovechar la oportunidad que la vida le estaba brindando y debía disfrutar al máximo.


----


Sota de Espadas: Pero Caballo de Bastos no está aquí, y nosotros tenemos que quitarnos de estas ataduras como sea.

Sota de Bastos: Y a mí qué me dices, yo no puedo hacer más. Solo he informado.

Sota de Espadas: Nos conviene liberarnos antes de que enciendan la parrilla de aquí abajo.

Sota de Oros: La parrilla de aquí abajo... Casi me había olvidado de ella...

Sota de Espadas: Como para olvidarse...

Sota de Bastos: J*der, estamos bien j*didos...

Sota de Espadas: Y si levantamos la vista aún más...

Una especie de banquete con sus mesas, sus platos y sus cubiertos bien preparaditos se alza ante sus ojos. Era una especie de convite de una boda. Y ellos eran el plato principal. Todo estaba preparado para que les comieran vivos, y encima con show cooking, las cosas no podían ir peor.

Sota de Oros: ¡Y nos van a comer aquí! Es que flipo, por lo menos que no nos cocinen delante de ellos, qué poca consideración.

Sota de Espadas: Nos van a comer, no se andan con consideraciones.

Sota de Bastos: Pero el shibari se lo han currado de p*ta m*dre.

Sota de Oros: Sí... Me roza... Es vergonzoso...


----


Caballo de Espadas y Sota de Copas cruzan la puerta que les saca de lo que parecía el sótano de la colonia de los elfos. El primer pasillo está desierto, de momento. Con mucho cuidado, van cruzando esquinas, intentando no encontrarse con nadie y confiando en su sentido del oído. Hasta que ya es imposible aguantar más tiempo sin ver un alma. Un elfo y una elfa pasean conversando. Dicen algo de una cena, pero tampoco pueden detenerse más tiempo a escuchar. Caballo de Espadas saca el nuevo arma que se ha agenciado y, antes de que los elfos tuvieran tiempo para reaccionar, los deja inconscientes.

Sota de Copas: Pues ya estaría. Me alegro, porque no he tenido que hacer nada. En fin, cojámosles sus ropas.

Caballo de Espadas: ¿Les vamos a dejar desnudos aquí?

Sota de Copas: No, hombre, no, vamos a dejarles un poco apartados, que no queden en medio del camino.

Caballo de Espadas: A ya.

Con rapidez, se ponen las ropas élficas de los elfos inconscientes. Ahora tienen un aspecto élfico y swag. También dejan a los elfos un poco apartados, pero no mucho.

Caballo de Espadas: ¿Tú crees que con esto pasaremos por elfos? Porque yo creo que no.

Sota de Copas: Ahora me toca a mí dar el toque de gracia.

Sota de Copas toca las orejas a Caballo de Espadas.

Sota de Copas: Morfis.

Las orejas de Caballo de Espadas cambian para volverse puntiagudas. Caballo de Espadas nota un cambio y se lleva las manos a las orejas de forma inmediata.

Caballo de Espadas: Pero esto...

Sota de Copas: He cambiado la forma de tus orejas. Es un hechizo de cambio de cuerpo sencillo, no como el mío, este no dura más de un día y no gasta mucho poder mágico, así que tendremos que hacer lo que tengamos que hacer rápido.

Caballo de Espadas está sorprendido. Sabía que con magia se podía hacer prácticamente de todo, y también sabía que Sota de Copas había cambiado todo su cuerpo, pero no se esperaba eso.

Sota de Copas: Bueno, yo no puedo hacer hechizos sobre mí misma, pero no creo que me pillen, me peinaré de manera que no se me vean las orejas...

Caballo de Espadas: Pero corres peligro...

Sota de Copas: No hay otra cosa que podamos hacer, quizás si supieras hacer magia... Pero parece que aún no te leíste lo que te mandé.

Caballo de Espadas: No, no me lo leí.

Sota de Copas: Pues entonces. En todo caso, no hay tiempo que perder.

Y siguen andando por ahí. Ahora tienen la seguridad de parecer elfos y nada les puede parar. De vez en cuando se encuentran elfos por el camino, pero ahora nadie les dice nada, aunque eso no les quita la tensión momentánea de poder ser descubiertos. Entonces, empiezan a poner atención a las conversaciones de sus élficos vecinos.

Elfo 1: Arreando, que es gerundio, que no llegamos a la cena.

Elfo 2: ¿Sabes? Dicen que la comida de hoy tiene pinta de estar de rechupete. Hay un chaval morenito que dicen que tiene pinta de estar como un queso... Y otro pelirrojo que...

Elfo 3: Yo he oído de una rubia.

Elfo 2: Sí, sí, sí, luego hay otro que está por si nos quedamos con hambre, que no tiene muy buena pinta...

Caballo de Espadas se queda aterrorizado y espantado y todos los calificativos acabados en ado después de oír todo eso. ¿Qué estaba pasando? Lo que habían presenciado en la celda ya les daba una pista, pero ahora estaba quedando más que claro. Mira a Sota de Copas esperando una reacción. La hechicera no le dice nada, simplemente le devuelve la mirada. No podían mencionar nada de lo que estaban escuchando hasta que estuvieran más solos.

Pero pasan y pasan elfos por allí. Y todos hablan de la cena de esta noche. Y mencionan lo apetecible que parece estar Sota de Espadas. Caballo de Espadas no puede tolerarlo. ¿Se pensaban comer a su prima? Tenía que hacer algo. Cuando llega un momento de paz, Sota de Copas lo aparta a un rincón.

Sota de Copas: Pues ya has oído.

Caballo de Espadas: Se quieren comer a mi prima.

Sota de Copas: Sí, y al resto, aunque entiendo que te preocupe más tu prima.

Caballo de Espadas: ¿Qué hacemos? ¿Quién es esta gente?

Sota de Copas: Todo apunta a que son elfos caníbales.

Caballo de Espadas: ¿Elfos caníbales?

Sota de Copas: Sí, como los humanos caníbales, pero en elfos.

Caballo de Espadas: Pero, si son elfos y se comen humanos, técnicamente no son caníbales.

Sota de Copas: También los hay que comen elfos, aunque estos no lo sé, no les he preguntado. El caso es que no nos podemos andar con tecnicismos, tenemos que encontrar a los demás cuanto antes o tendremos una desgracia...

Caballo de Espadas asiente, ¿qué más podía hacer? No les queda otra que seguir avanzando por pasillos, buscando algo sospechoso, algo que les haga encontrar el paradero de sus compañeros. Todo el mundo por allí menciona "la cena de hoy", pero la cosa es dónde se celebraba esa cena. Parecía que quedaba un rato, porque había elfos andando en todas direcciones. Aún quedaban esperanzas de que no se habían comido a sus compañeros.


----


Caballo de Bastos y Caballo de Copas siguen a lo suyo. El espacio es reducido, pero su pasión no lo es. El ambiente se hace más y más acalorado por momentos.

Caballo de Copas: MMMMMMM...

Caballo de Bastos: Ufffff...

Caballo de Copas: Ahh ahh... Vamos... Sí...

Caballo de Bastos vuelve a acercarse a su oído.

Caballo de Bastos: No puedes hacer ruido, nos van a pillar...

"¿Cómo me dices esto? Eso me pone aún más", piensa Caballo de Copas, al que le cuesta no hacer ruido. La situación le sobrepasa. No solo está haciéndolo en un lugar de dimensiones reducidas donde le pueden pillar, sino que debía estar calladito. Era el culmen de la excitación. Y Caballo de Bastos era muy bueno. "Se nota que es gigoló profesional". Era una situación excitante a la par que placentera.

Con el paso de los segundos y los minutos y, casi, las horas, el sexo se va haciendo más intenso. Las embestidas provocan que las paredes de la minúscula habitación tiemblen y que se empiece a notar algún que otro golpe en la puerta. Pero ambos son ajenos a ello, no podían hacer otra cosa que disfrutar.

Caballo de Copas: ¡Sí!

Caballo de Bastos: ...

Caballo de Copas: Ups... Perdón...

Caballo de Bastos, al oído: No puedes seguir así...

Caballo de Copas: Pues cállame.

Caballo de Bastos tapa la boca de Caballo de Copas con su mano. Caballo de Copas se sonroja aún más. Eso era lo que faltaba para que llegara al clímax. "Esto es demasiado... Esta dominación... Estoy al límite. Encerrado, en un sitio reducido, nos pueden pillar, y me tapa la boca... Siento que asciendo a los cielos".

Caballo de Copas: MMMMMMMMMMMMMMMMMMMMM.

Y se produce una explosión de placer. La pared queda un poco sucia, pero poco les importa, no es su casa.

Caballo de Bastos, al oído: ¿Puedes seguir?

Caballo de Copas: S...sí...

Pero, entonces, la puerta se abre. Tres elfos miran estupefactos a Caballo de Bastos y Caballo de Copas que, con los pantalones bajados, se quedan sin palabras al percatarse de lo que estaba pasando.

Caballo de Copas: Nos han pillado.

Caballo de Bastos: Ya lo veo.

No tuvieron tiempo de reaccionar. Caballo de Copas no pensó en ningún hechizo (a pesar de que podía canalizar una gran cantidad de poder mágico por sus niveles de excitación) y Caballo de Bastos no tuvo tiempo de agarrar su arma. Los elfos utilizaron magia para atarlos y que quedaran completamente inmovilizado. Caballo de Copas y Caballo de Bastos se postraban en el suelo ante tres elfos, que los miraban sin saber muy bien qué hacer.

Elfo 1: Habrán escuchado todo...

Elfo 2: No podemos dejarlos ir...

Elfo 1: Claro que no, pueden ser el plato de sustitución de los que se escaparon... A ver si vuelve Elftor con los refuerzos...

Al segundo llegan varios nuevos Elfos. Parece que los habían avisado por si las moscas. Parecen fuertes. Caballo de Bastos y Caballo de Copas ven pasar la situación ante sus ojos sin saber muy bien qué va a ser de ellos. ¿Los comerán al horno con patatas o a la parrilla? "A la parrilla sabe mejor", piensa Caballo de Copas, pero tampoco podían andar con exigencias. Encima estaban con los pantalones bajados, por si no fuera todo demasiado vergonzoso.

Un elfo con pinta de importante se acerca a ellos y los mira con detenimiento.

Elftor: Están muy apetecibles.

Caballo de Copas: Gracias.

Elftor: Vamos a utilizarlos esta noche. Pero no podemos dejar que sepan todo lo que han tenido que oír estando allí...

"Pero si no hemos oído nada", piensa Caballo de Copas. Poco le sirve pensar.

Elftor: Han accedido a demasiada información que deben olvidar...

Elfo 1: Entonces... ¿Hacemos que lo olviden todo?

Elftor asiente.

Elftor: Efectiviwonder.

Uno de los elfos, con pinta de esmirriado, sale de atrás del resto, y se acerca a Caballo de Copas y Caballo de Bastos. Levanta sus brazos y, entonces, pronuncia las palabras mágicas.

Elfo 3: Oviblia.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top