Capítulo 19: Nadie se cansa de lo que no es mutuo.

"Un hermano". Las palabras de Sota de Espadas resonaron en los tímpanos de Caballo de Espadas y penetraron en su cerebro como lo que viene siendo una espada. Dicho esto, desconecta por completo del mundo que le rodea, sumiéndose en un trance que le lleva a remontarse a tiempos del pasado. Afloran los recuerdos en su mente. Recuerdos que le llevan al momento en el que era un espermatozoide. Qué pocas preocupaciones tenía cuando era un espermatozoide.

Hace 24 años, una noche nevada de diciembre, en el Feudo de Varyia, Reino de Espadas, nació el joven heredero del señor feudal. Le llamaron Caballo de Espadas.

Al ser el heredero de la familia, todas las esperanzas fueron en él. Desde pequeño fue adiestrado en el arte de la espada, al igual que en el arte de montar a caballo. Tenía que prepararse para ser el Señor de Varyia cuando su padre faltara. Esto a Caballo de Espadas no le gustaba mucho. A él le gustaban otras cosas como ir al campo, mirar las estrellas por la noche, reflexionar junto al lago o su prima Sota de Espadas.

Sota de Espadas siempre estuvo ahí. No existe ningún recuerdo de Caballo de Espadas en el que Sota de Espadas no estuviera presente, aunque sea en sus pensamientos. Sota de Espadas vivió con los Señores de Varyia desde muy temprana edad. Más en concreto, desde su nacimiento. Su madre, la hermana del Señor de Varyia, falleció en el parto, y su padre, Caballero del Reino de Espadas, ya había fallecido en la guerra contra el Reino de Oros dos meses antes de su nacimiento. En el momento en el que se quedó sola, fue enviada desde la Capital de Espadas, donde nació, a Varyia, con sus tíos, donde recibió desde pequeña el amor de una familia y la educación que hubiera recibido su hubiese sido su propia hija.

En el momento del nacimiento de Caballo de Espadas, Sota de Espadas estaba presente, impaciente por conocer a su primo.

Caballo de Espadas nació entre llantos, y los llantos le acompañaron toda su vida, al igual que su prima Sota de Espadas. En el momento del nacimiento de Caballo de Espadas, Sota de Espadas estaba presente, impaciente por conocer a su primo. Desde bien pequeños, en Varyia, Caballo de Espadas y Sota de Espadas recibieron la mejor educación que podía recibir un niño en aquella época: números, letras, historia del Reino de Espadas y de los Cuatro Reinos de Naipes, equitación y manejo de la espada. Además, Sota de Espadas recibía formación para ser una señorita, porque en aquellas épocas ya se sabe. Caballo de Espadas, en cambio, tenía el doble de horas de equitación, para compensar o algo. El caso es que Sota de Espadas y su caballo eran sus mejores y únicos amigos.

Y a medida que pasaban los años, Caballo de Espadas y Sota de Espadas iban afianzando su amistad. Estaban siempre juntos, vivían en familia. Los Señores de Varyia trataban a Sota de Espadas como una hija. Se puede decir que cuando Sota de Espadas dijo que Caballo de Espadas era como un hermano para ella no iba nada desencaminada y se acercaba mucho a la realidad. Ambos recibían juntos su instrucción, ambos jugaban juntos y se apoyaban con los estudios. Sí, para Sota de Espadas era exactamente como ser hermanos. Para Caballo de Espadas no.

Caballo de Espadas no tenía ninguna relación con el resto de niños del feudo. Era el hijo del Señor, era el niño mimado de Varya. No caía muy bien por esos lugares. Eso y su especial personalidad no hacían que tuviera muchos amigos. Eso y que era un poco llorón. Algo le salía mal, lloraba. Perdía al pilla pilla, lloraba. Le ganaban a las justas de niños, lloraba. Sota de Espadas le ignoraba, lloraba. Los otros niños le aguantaron al principio, después se hartaron de él y se reían en su cara. Caballo de Espadas se sentía incomprendido, pensaba que le tenían envidia por ser el heredero de Varyia. Y tampoco le faltaba razón, además de que era un llorón, le daban todo solucionado y si algo le salía mal, lloraba y sus escuderos iban en su ayuda.

Pero nadie le escuchaba. Solo Sota de Espadas. Y llegó un momento en el que las cosas que quería contar no podían ser ecuchadas por Sota de Espadas. El hecho de no tener relación con más gente que con los criados, sus padres y Sota de Espadas llevó a que Caballo de Espadas empezara a verla como algo más que su prima. Para él no era su prima. Era la única razón para despertarse cada día. Quería estar siempre con ella, que no se separara de su lado. Quería ir a donde fuera que estuviera ella. ¿Qué eran aquellos sentimientos?

Cuando Caballo de Espadas cumplió 7 años hicieron una promesa.

Sota de Espadas: ¡Felicidades!

Caballo de Espadas: Gracias uwu Sota de Espadas.

Sota de Espadas: Te he hecho esto.

Le da un pergamino.

Sota de Espadas: Es un retrato... Bueno, salimos tú y yo.

Caballo de Espadas: Es muy bonito.

El dibujo en cuestión es una obra de arte. Había utilizado los mejores recursos del castillo y se notaba. Sota de Espadas era un prodigio en todos o casi todos los ámbitos de la vida y se notaba. Era considerada un genio a su edad. Con 8 años había hecho un dibujo que bien podría estar expuesto en los mejores museos del mundo.

Sota de Espadas: Te quiero mucho, primito.

Caballo de Espadas: Y... yo también... U uwu...

Sota de Espadas: Vamos a estar siempre juntos.

Caballo de Espadas se sonroja.

Caballo de Espadas: ¿Siempre juntos?

Sota de Espadas: Claro, somos los mejores amigos.

Caballo de Espadas: ¡Entonces te prometo que voy a estar siempre contigo!

Sota de Espadas: ¡Yo también!

Y se dieron un abrazo.

Con el paso de los años, Caballo de Espadas, empezó a descubrir qué significaban sus sentimientos por Sota de Espadas, que día tras día se iban haciendo más intensos. Mucho le ayudaron los libros de la biblioteca del castillo. También descubrió que lo que le gustaba estaba prohibido. Y no tenía a nadie con quien hablar de ello. No podía confiar en nadie. No tenía amigos en Varyia y si contaba que le gustaba su prima... Lo menos malo que le podía pasar es que se rieran de él hasta el fin de sus días. Lo peor era la horca o a saber. Es cierto que en el Reino de Espadas no se practicaba mucho eso de la tortura, pero el incesto estaba terminantemente prohibido y nunca se sabe por dónde te pueden salir. ¿Y el honor de la familia Varyia? ¿A dónde iría a parar? ¿Qué pasaría si se corriera la voz de que el hijo del Señor de Varyia es un perturbado incestuoso? Solo le quedaba culparse a sí mismo de unos sentimientos que no estaban permitidos en la sociedad. Solo le quedaba pensar que era un monstruo por no ver a su prima con los ojos con los que debería hacerlo.

La única persona en la que confiaba no podía enterarse de sus sentimientos bajo ningún concepto. ¿Qué pensaría Sota de Espadas de él? Al fin y al cabo la sociedad y la horca no eran nada si lo comparaba con el rechazo de la persona que amaba. ¿Y si le viera como un monstruo? ¿Y si le viera como un pervertido? "Pero yo no soy un pervertido", pensaba. Era muy fácil pensarlo, pero la sociedad no se andaba con chiquitas y si te tenía que juzgar te juzgaba. Y su prima también podía hacerlo. "Pero ella me quiere... Quizás no como yo a ella, pero me quiere como primo, al menos", pensaba. Aun así tenía miedo de sincerarse.

El tiempo pasaba y Caballo de Espadas seguía manteniendo su secreto, sin que nadie tuviera la más mínima sospecha. Y aprendió a no llamar la atención, y aprendió a guardarse sus sentimientos para sus adentros.

Y llegó el día en el que recibió la buena nueva. Tanto él como Sota de Espadas serían enviados a la Capital del Reino de Espadas, ni más ni menos que a la corte real, donde recibirían una mejor educación e instrucción en el arte de la esgrima. Caballo de Espadas tenía 13 años y Sota de Espadas 14. Los padres de él les avisaron y no se lo tomaron a mal.

Caballo de Espadas: Mientras vaya Sota de Espadas estará bien...

Los Señores de Varyia se alegraron de que se lo tomaran tan bien. Sota de Espadas tampoco parecía disgustada. Les explicaron que Caballo de Espadas sería escudero del Príncipe Zastel y Sota de Espadas sería doncella de la Princesa Helenna. Y, además, entrarían directamente como su escudero y doncella principales. Las cosas de ser personas importantes en el Reino de Espadas y de tener contactos.

Al principio todo era un mundo extraño. El Castillo de Varya era muy de andar por casa comparado con la Corte Real de Espadas, conocida por sus lujos en todo el Reino. Dicen que la de Oros es mucho mejor, más selecta, más chic, con más clase, con más caché, pero la de Espadas no estaba nada mal. Se trataba de un auténtico palacio de cuento.

Allí, Sota de Espadas, como doncella de la Princesa, debía acompañarla, ayudarla en sus quehaceres (que era básicamente todo, desde peinarla, hasta ir al baño, pasando por ponerse la ropa) y protegerla. Para esa protección recibiría instrucción extraordinaria en esgrima. Mucho mejor que la de Varyia. En Palacio estaban los mejores espadachines del Reino y se notaba. Todos ellos se dedicaban tanto a la protección real y a la instrucción de las futuras promesas del Reino de Espadas.

Caballo de Espadas también se encargaba de la protección del Príncipe, además de su ayuda de cámara (al igual que su prima, tenía que ayudarle prácticamente en todo). Se supone que también sería su escudero cuando montara a caballo, se preparara para justas y otros eventos de la alta sociedad del Reino de Espadas, y todo eso, pero el Príncipe Zastel no tenía muy buena salud, por lo que pasaba la mayor parte de su tiempo en su habitación. Caballo de Espadas tenía que ayudarle en prácticamente todo, por lo que no salía mucho de allí. El poco tiempo libre que tenía intentaba ver a Sota de Espadas, pero Sota de Espadas dedicaba grandes esfuerzos a practicar con la espada, lo que hacía que cuando no estuviera practicando estuviera cansada. Así, la relación entre los dos se hizo más distante.

Eso no impedía que, cada vez que salía a pasear con el Príncipe, cada vez que tenía que hacer un recado, en las comidas, en las cenas, cada vez que iba a recibir instrucción observara a Sota de Espadas. Aunque hablaran cada vez menos, su amor por Sota de Espadas se iba haciendo más y más fuerte. Sabía que era un amor imposible, sabía que nunca sería aceptado por nadie, sabía que en Palacio sería todo un escándalo... Pero aun así no lograba quitársela de la mente.

Y se culpaba a sí mismo. Y se revolvía en sus pensamientos. Y dejó de dormir por las noches. El príncipe Zastel, que no tenía muchas cosas que hacer en la vida y pasaba mucho tiempo con Caballo de Espadas, se dedicó a observar todo lo que le rodeaba, pensando que algo se le escapaba. Las miradas, las sonrisas... Ahí pasaba algo, pero no lograba descifrar el qué.

Pasó el tiempo y siguió observando cómo se desencadenaban los acontecimientos y cada vez se encontraba más cerca de una conclusión. Antes de que pudiera asegurarse de nada, ya se encargó Caballo de Espadas de confirmar. La desesperación le inundaba, hasta tal punto de no centrarse en sus tareas. Era insostenible para él. Un día, Caballo de Espadas decidió sincerarse.

Puede que lo hiciera porque no podía aguantar más con todo el pesar de su interior, porque necesitaba sacar hacia afuera todo aquello que le atormentaba desde años atrás. Puede que el hecho de que su relación con el Príncipe fuera cada vez más cercana hiciera también lo suyo. El caso es que un buen día, mientras peinaba al Príncipe, decidió que lo que mejor podía hacer para romper el hielo era hacer una confesión.

Caballo de Espadas: Estoy enamorado de mi prima.

Simplemente, lo dijo. Las palabras salieron de su boca como si nada. Así, con total naturalidad. El Príncipe Zastel no dijo nada de primeras, aunque tampoco se le veía sorprendido.

Caballo de Espadas: Qué a gusto se queda uno después de soltarlo...

En ese momento, Caballo de Espadas sintió por primera vez la satisfacción de contar tus penas, la satisfacción de que alguien supiera lo que se pasa por tu cabeza, la satisfacción de desahogarte. No sabía por qué, pero se sentía bien. Se había quitado un peso de encima. Aunque no fuera aceptado, aunque a partir de este momento pudiera pasarle cualquier cosa, había logrado desnudar su alma. Y esa sensación le reconfortó tanto, que siguió desnudando su alma.

Caballo de Espadas: Piensas que soy un depravado, ¿verdad? Soy un degenerado y te lo estoy contando así, sin más. Ahora lo lógico es que me eches, no me merezco otra cosa, al fin y al cabo este era un castigo que tenía que recibir tarde o temprano, no vale la pena atrasarlo más tiempo. No podía aguantar más con este secreto guardado en mi interior, a ojos del mundo soy un perturbado incestuoso, pero no puedo hacerle nada. Si lo que me espera es la cárcel, si lo que me espera es la horca, lo aceptaré...

Príncipe Zastel: Ya me lo imaginaba.

Caballo de Espadas: ¿Qué?

Príncipe Zastel: Que te gustaba tu prima.

Caballo de Espadas: Entonces, ahora que lo has confirmado, puedes hacer lo que sea que tuvieras pensado.

Príncipe Zastel: Mira, no comparto los pensamientos incestuosos, pero cada cual allá él con su vida. No me voy a meter. No voy a mandarte a la cárcel ni a la horca, más sabiendo que has tenido el valor de abrirme tu alma de esta forma. Ha debido ser duro para ti. Puedes descansar tranquilo, tu secreto está en buenas manos conmigo.

Caballo de Espadas: Príncipe Zastel...

Las lágrimas brotaron por los ojos de Caballo de Espadas. Por primera vez en la vida se había desahogado y le habían aceptado. No cabía en su gozo, tanto que se lanzó a abrazar al Príncipe sin avisar.

Príncipe Zastel: Tampoco te pases.

Caballo de Espadas se aparta.

Caballo de Espadas: Perdón, me había emocionado.

Desde ese momento, la vida de Caballo de Espadas cambió. Empezó a ver las cosas de otra manera, el mundo le sonreía, era posible que hubiera personas que lo aceptaran. Incluso podría ser posible que Sota de Espadas lo aceptara en algún momento... Aunque se quitó rápido esa idea de la cabeza, eso era demasiado. El caso es que veía el mundo de color de rosas, y eso se le notaba. Tenía mucho más entusiasmo con todo, era mucho más simpático con todo el mundo y empezó hasta a saludar a la gente por los pasillos.

Todo iba genial... Hasta que un rumor empezó a oírse por los salones de palacio. "Dicen que es un prodigio con la espada y la van a hacer Caballero, así, de la nada". "Es increíble, en tan poco tiempo... Y ya en los Caballeros del Reino de Espadas". "Tiene que tener mucho talento". Las malas lenguas ya empezaban a hablar: pensaban hacer a Sota de Espadas parte de los Caballeros de Espadas. Todo eso llegó a los oídos de Caballo de Espadas. Y eso solo podía significar una cosa: Sota de Espadas iba a tener que abandonar palacio.

"Pero... No tiene por qué ser así, no tienen por qué referirse a ella, o decir la verdad... Y, de todos modos, aunque la hagan Caballero del Reino de Espadas, no tiene por qué irse de aquí... No tiene por qué...", intentaba convencerse a sí mismo, pero la noticia no tardó en llegar.

Sota de Espadas: Caballo de Espadas, tengo que decirte una cosa.

Caballo de Espadas se temía lo peor.

Sota de Espadas: Van a hacerme Caballero del Reino de Espadas. Sé que es repentino, pero me lo han dicho así. Y voy a partir a la próxima expedición a la frontera oeste...

Caballo de Espadas: Pero... ¿Así? De repente... ¿Sin casting?

Sota de Espadas: No voy a pasar casting. Van a nombrarme directamente, y me voy la semana que viene.

Caballo de Espadas: Pero... ¿no hay trámites? ¿No hay tiempo para pensárselo? ¿Es sí o sí?

Sota de Espadas: Es sí o sí, Caballo de Espadas, no hay marcha atrás. Partiré a la frontera con el Reino de Oros a defender nuestras fronteras...

Caballo de Espadas: No me digas que no volveré a verte... No me lo digas.

Sota de Espadas: No lo sé, Caballo de Espadas, no lo sé. Si todo va bien, volveré antes de la siguiente expedición, pero no estaré en la Corte.

Caballo de Espadas no tiene palabras. Era una verdad que no quería conocer. Era posible que no volviera a ver a Sota de Espadas. Era posible que perdiera la vida en la frontera oeste. Era posible que se quedara para siempre sus sentimientos en lo más profundo de su corazón. ¿Era este el momento en el que debía confesarse? ¿Debía decir todo lo que sentía antes de que se fuera? Pensó que sí, pero no pudo decir nada.

Sota de Espadas: Eh, pero no llores...

Caballo de Espadas: No puedo asimilarlo... No puedo asimilarlo... ¿Por qué? ¿Por qué? Me niego a que esto sea así... Me niego...

Sota de Espadas: Lo siento... No pude cumplir mi promesa...

Y se fue. Evidentemente, esta no fue la última vez que se vieron. Aunque la relación estuvo tensa entre ambos hasta el momento de la partida. En un principio, Caballo de Espadas no quería despedirse, no tenía ganas de levantarse de la cama. Su gran amor se iba a ir, y tal vez para siempre. No tenía fuerzas para nada.

Pero después de mucho pensar y mucho dramar en soledad, se dio cuenta de que no podía dejarla ir sin una confesión. Tenía que soltar todo lo que llevaba dentro antes de que se fuera. Como en aquellas películas románticas en las que alguien está a punto de coger un avión. Mucho estaba en juego. En pijama, Caballo de Espadas salió espantado. Sota de Espadas iba a marcharse y tenía que llegar como fuera.

La expedición iba a partir. Sota de Espadas estaba triste, su primo no había ido a despedirse de ella. Odiaba que las cosas fueran a terminar así. Pero había que asimilarlo, Caballo de Espadas se había despedido de ella. Y ahora tocaba irse.

Se ponen en marcha.

Entonces, una voz se oye a la lejanía.

Caballo de Espadas: ¡¡¡¡SOTA DE ESPADAS!!!!

Caballero random: ¿Quién es ese tío en pijama?

Sota de Espadas se gira.

Sota de Espadas: ¡¡¡¡Caballo de Espadas!!!!

Caballo de Espadas corre hacia Sota de Espadas y Sota de Espadas corre hacia Caballo de Espadas. Y se abrazan. Y lloran. Y se dicen sus últimas palabras de despedida.

Caballo de Espadas: Yo aún no he incumplido mi promesa...

Sota de Espadas: Volveré... No sé cuándo... Pero volveré...

Caballo de Espadas: Te prometí que siempre estaría contigo... Y así será.

Después de mucho drama y despedida, finalmente, Sota de Espadas tuvo que partir. Y Caballo de Espadas al final no se declaró.

"Me he puesto nervioso y no le dije nada", pensó. "Pero se lo diré cuando vuelva. Porque volverá".

Con la marcha de Sota de Espadas, Caballo de Espadas se puso las pilas. Había un casting para Caballeros del Reino de Espadas a la vuelta de la esquina. Y él lo tenía casi todo para presentarse: era escudero del Príncipe y el heredero de una importante familia de nobles del Reino. Sólo le faltaba el talento. Pero el talento se puede suplir con esfuerzo. O por lo menos iba a intentarlo.

Desde ese momento, Caballo de Espadas entrenó día y noche para convertirse en el mejor espadachín del Reino de Espadas y convertirse en Caballero. Sus ratos libres los dedicaba a pelear con la espada. Dejó de dormir, dejó de tener contacto con los demás aparte del contacto que tenía que tener rutinariamente con el Príncipe, y empezó a pasar la mayor parte de su tiempo entrenándose.

Caballo de Espadas: Voy a conseguirlo. Se lo prometí. Voy a estar con ella. Voy a ser el mejor espadachín del casting, y entonces podré ir a la misión que quiera... Y estaré con ella. Y entonces... ¡¡Entonces le diré lo que siento!!

Caballo de Espadas hablaba solo durante sus duros entrenamientos para que se le hiciera todo más ameno. Así, además de desarrollar una gran habilidad con la espada, también desarrolló una gran habilidad para desnudar su alma.

Y los días y las noches pasaban. Le salieron callos en las manos y juanetes en los pies, pero mereció la pena. Cuando llegó el momento del casting iba bien preparado. Los padres de Caballo de Espadas se enteraron de que se iba a meter con los Caballeros del Reino de Espadas y al principio no les hizo ninguna gracia. Por carta intentaron frenarlo. "¿No tienes suficiente con ser el heredero de Varyia? ¿No te vale con el título de noble? ¿Qué hemos hecho mal? ¡Vas a jugarte la vida! Nuestro único hijo...". Pero Caballo de Espadas estaba obcecado con su objetivo y nada le frenó de presentarse al casting. Aunque los Señores de Varyia tenían la esperanza de que la prueba fuera un completo fracaso, no fue así. Caballo de Espadas había alcanzado un nivel de élite y superó el casting con la mejor puntuación. No tuvieron más remedio que aceptar su decisión e incluso alegrarse por él.

Cuando Sota de Espadas volvió, con éxito, de su primera misión, Caballo de Espadas la recibió con la noticia de que había sido nombrado Caballero del Reino de Espadas y que iba a partir con ella en la siguiente misión.

Caballo de Espadas: Te prometí que siempre estaría a tu lado.

"Ahora sí que sí. Por fin confesaré todo lo que siento. Por fin le diré que la amo", pensó.

A día de hoy, Caballo de Espadas no ha confesado sus sentimientos.

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