Capítulo 17: No es una buena historia si no tiene su episodio de baños termales.
El descansito fue corto. Los sirvientes del castillo llegaron a los enormes aposentos de los visitantes del Feudo de Uvunu. Y no iban solos, como ya dijo el Señor del castillo, sino que traían varios conjuntos de ropa para cada uno de ellos. Y no se trataba de cualquier baratija. Las telas y los diseños eran de absoluta calidad y detalle. Todos se quedaron impactados. No vieron las reacciones de sus compañeros de viaje, pero cada uno de ellos estaba convencido que el resto reaccionaría igual. Es cierto que muchos de ellos estaban acostumbrados a buenas ropas, pero no es normal que llegues a un sitio que no conoces de nada y te colmen de regalos y de los buenos.
Los sirvientes avisaron de que la comida estaba lista y ya podían bajar al gran salón, en la planta primera. Y que fueran bien vestidos, que en Uvunu se valoraba la etiqueta.
No tuvieron más remedio que ponerse, cada uno, uno de los conjuntos con los que les obsequiaron, a pesar de no haber podido darse una ducha ni nada por el estilo. Recordamos que estamos en una época en la que lo lógico es que las habitaciones de invitados no tengan ninguna zona de aseo, por mucho que se encuentren en un elegante castillo y por mucho que se encuentren en el Reino de Oros.
Oliendo a choto, se pusieron las ropas y salieron de sus habitaciones. Los primeros en salir fueron Caballo de Espadas y Sota de Copas, que se encontraron en el pasillo. Caballo de Espadas no le dedica ni un mísero saludo a Sota de Copas y voltea su cabeza de manera muy visible, sin disimular siquiera que la ha visto.
Sota de Copas: ¿No me vas a decir nada?
Caballo de Espadas, sin ni siquiera girarse hacia Sota de Copas: ¿Qué debería decir?
Sota de Copas: No sé, que me queda muy bien este maravilloso traje que me han regalado por la cara. Lo típico que se comenta.
Caballo de Espadas: No se me da bien mentir.
Sota de Copas: Ah, gracias. Por la sinceridad. Pues a ti te queda muy bien el tuyo.
Caballo de Espadas: ¿Me estás tirando la caña? ¿Estás banalizando con la masacre de miles de individues acuatiques? No me lo esperaba de ti. O, bueno, sí, sí me lo esperaba. Sabía que eras una persona insensible sin ninguna clase de aprecio por las otras especies de nuestra tierra.
Sota de Copas: Ah, anda, no sabía que te preocupaban estas cosas. No me lo esperaba de una persona de armas. No soléis pensar mucho.
Caballo de Espadas ignora completamente a Sota de Copas.
Sota de Copas: Y no te estaba tirando la caña. Se pueden hacer cumplidos sin tirar la caña.
Caballo de Espadas sigue ignorando completamente a Sota de Copas. Entonces, Sota de Espadas aparece por detrás. Llevaba un elegante vestido de color azul oscuro y bordados en negro. Caballo de Espadas se sonroja al verla.
Caballo de Espadas: S...Sota de Espadas... T...Te queda muy b...bien... U...uwu...
Sota de Copas: No le tires la caña.
Caballo de Espadas se sonroja más.
Caballo de Espadas: ¡N...no le estoy tirando la caña! S...solo digo lo que pienso...
Sota de Espadas: Gracias, Caballo de Espadas. A ti también te sienta bien la ropa nueva.
Caballo de Espadas: G...gracias...
Sota de Copas: Te queda genial, Sota de Espadas.
Y se acerca a Sota de Espadas para susurrar a su oído, con la intensidad suficiente para que Caballo de Espadas también lo oiga.
Sota de Copas: Pero me gustas más sin ello puesto...
Sota de Espadas se sonroja. Caballo de Espadas rabia, intentando que no se le note mucho.
Después de que los tres llegaran al gran salón antes incluso que el Señor de Uvunu, teniendo que soportar ciertos momentos de silencio incómodo, van saliendo de sus aposentos los demás. Caballo de Copas se encuentra con Sota de Bastos y Caballo de Bastos, que, sorprendentemente, salen de manera sincronizada de sus respectivas habitaciones.
Sota de Bastos: J*der, hermano, hemos salido a la vez. Estamos conectados. Somos los p*tos amos.
Caballo de Bastos: J*der, qué guapo tu outfit, su p*ta madre.
Sota de Bastos: ¿Y el tuyo? Estás to flama, tronco. J*der, te queda de p*ta madre.
Caballo de Bastos: ¿A que sí? Estoy p*to bueno, pero tú tampoco estás mal, j*der, si no fueras mi mejor amigo te daba, c*brón.
Sota de Bastos: Con la p*ta ropa bordada esa pareces un príncipe, hay que j*derse, con esto pillas seguro.
Caballo de Copas: ...
Caballo de Bastos: Jaja, pero yo siempre pillo.
Sota de Bastos: J*der, con esto más, tronco, un poco de amor propio, somos los p*tos amos.
Caballo de Bastos: Sí somos.
Caballo de Copas: ...
Caballo de Bastos: Anda, Caballo de Copas, si estás aquí. Te queda bien el traje. Pareces como más mayor.
Caballo de Copas: Ah, supongo que gracias. Sota de Bastos, a ti te queda genial, la verdad es que tienes toda la pinta de ser alguien con poder, alguien que manda, ya sabes...
Sota de Bastos: Gracias.
Caballo de Bastos: ¿Y yo y yo?
Caballo de Copas: Bueno, pasable, meh. No te daba, la verdad. Pero bueno, eso ni ahora ni nunca.
Caballo de Bastos: Ah, por eso no te preocupes, yo a ti tampoco. No me gustan los pobres.
Llegan al gran salón, donde están Sota de Espadas, Caballo de Espadas y Sota de Copas sentados, por este orden. Cabe destacar el hecho de que Sota de Espadas se sentó en una de las esquinas de la mesa y que, cuando Sota de Copas iba a sentarse a su lado, Caballo de Espadas la apartó "disimuladamente" para sentarse él junto a su compañera de viajes y de sangre. La mesa era una mesa rectangular con cuatro asientos en cada uno de los lados alargados, además de un asiento señorial en una de las presidencias, reservado para el Señor del Feudo de Uvunu.
A Caballo de Copas no le importó que el asiento señorial tuviera toda la pinta de estar reservado al Señor de Uvunu, porque lo primero que hizo al verlo fue plantar sus plebeyas posaderas en el cojín señorial de este.
Caballo de Copas: Yo a presidir.
Todos se le quedan mirando.
Caballo de Copas: Qué cómodo es este sitio. Ahhhh, qué gusto, menos mal, porque con las agujetas que llevo...
Sota de Copas: Ya, supongo que necesitas un descansito...
Caballo de Espadas: ¿Alguien se lo va a decir o se lo digo yo?
Sota de Espadas: Díselo tú, que eres el protagonista.
Caballo de Espadas: Vale.
Pero, cuando Caballo de Espadas se dispone a avisar a Caballo de Copas, aparece el Señor de Uvunu, que, de primeras, no pone muy buena cara. Se queda mirando a Caballo de Copas mientras este se estira y se despereza en su asiento. Todos se quedan de piedra, pero no dicen ni una palabra. Al cabo de unos segundos, el Señor de Uvunu sonríe, sin perder la expresión de enfado. No le gusta nada lo que está pasando, pero intenta hacer como si no le importa.
Señor de Uvunu: Buenas tardes, ¿habéis descansado bien? Bueno, CON SU PERMISO, voy a sentarme aquí...
Y se sienta en el asiento que hay al lado de Caballo de Bastos, que está libre.
Señor de Uvunu: No ha llegado todo el mundo, por lo que veo. Pero, bueno, no pasa nada. La puntualidad dice mucho de cada uno, pero no es ningún pecado.
Caballo de Espadas: Bueno, tengo entendido que por aquí eso de los pecados no se lleva mucho.
"Shhh, pero cállate, no sabemos si esta gente es peligrosa", le avisa Sota de Copas por telepatía.
"¿Ya estás otra vez en mi mente? ¿No decías que te quitaba mucho poder mágico", le responde Caballo de Espadas.
"En este caso merecía la pena gastar. Además, ya he tenido unos momentos de reposo digno en la cama de agua", responde la hechicera.
Caballo de Espadas no dice nada más. El Señor de Uvunu ignora totalmente a Caballo de Espadas. Además, aparece por allí Sota de Oros, que es el penúltimo en llegar.
Señor de Uvunu: Siéntate, siéntate donde te plazca.
Sota de Oros: Gracias.
Y se sienta al lado de Sota de Copas.
Señor de Uvunu: Ya solo falta uno por venir. Espero que no se quede fría la comida.
Al cabo de un rato llega Caballo de Oros.
Caballo de Oros: Perdón... O sea... Me había quedado... Dormido...
Y se sonroja.
Se le quedan todos mirando. El Señor de Uvunu le lanza una mirada de esas que matan durante unos segundos, pero no dice nada. Enseguida cambia su cara a la sonrisa falsa de hace un momento para empezar a hablar de cosas insulsas y sin sustancias de su feudo. Parece mentira que estemos hablando de una ciudad sin ley, porque el Señor de Uvunu solo menciona cosas tan interesantes como el tradicional encaje de bolillos de la zona, los flanes que hacen las ancianas del pueblo o el torneo anual de petanca.
Hay un momento en el que Caballo de Bastos no es capaz de disimular sus bostezos, a pesar de encontrarse al lado del Señor de Uvunu. Y parece que este se da cuenta, porque le sonríe con una mueca no muy amable. Las expresiones del dueño del castillo no pasan desapercibidas para algunos de los comensales.
"¿Te estás fijando en las caras del pavo este?", le pregunta Sota de Copas a Caballo de Espadas por telepatía, a lo que este responde: "¿qué pavo?". Sota de Copas le aclara que se refiere al Señor de Uvunu. Caballo de Espadas responde que sí se ha dado cuenta, pero que no le da importancia.
La cosa se estaba poniendo tensa, pero, por fortuna, los sirvientes traen la comida. Al centro de la mesa ponen una apetecible ensalada cesar bigote. Los allí presentes se lanzan como fieras. Llevaban mucho tiempo sin comer. En menos de dos segundos se lo acaban todo. No dejan literalmente ni el plato. El Señor de Uvunu se queda horrorizado. "¿Pero quién es esta gente?", piensa.
Señor de Uvunu: Oye, que el plato no había que comérselo...
Sota de Copas: ¿Ah no?
Sota de Bastos, mientras se chupa los dedos: Pues estaba rico.
Caballo de Copas: Tú sí que estás rico, papi.
El Señor de Uvunu sigue sonriendo falsamente. Esta vez, con cara de circunstancias. Hasta tenía algunas gotillas de sudor bajando por su frente.
Caballo de Bastos: ¿Cuándo viene el siguiente plato? Tengo hambre.
Al poco tiempo traen el plato principal. Es ni más ni menos que un cochinillo al horno con patatas de esos que encantan a Sota de Bastos y Caballo de Bastos. Ambos lo miran con ojillos y hasta se les cae la baba. Pero el resto también están hambrientos. La ensalada cesar bigote no logró saciar su hambre. Ni siquiera el plato logró saciar su hambre. Así que se lanzan, una vez más, todos a la vez, al cochinillo, sin ni siquiera esperar a servirse cada uno. Esta vez, acabaron en unos segundos con el cochinillo, con las patatas y con la fuente en la que estaba servido. El Señor de Uvunu se estaba poniendo ya de todos los colores.
Y parece que aún se habían quedado con hambre, porque se comieron también los platos individuales. Cuando Caballo de Copas estaba por hincarle el primer diente a su copa, el Señor de Uvunu tuvo que intervenir.
Señor de Uvunu: Pero bueno, que me vais a dejar sin vajilla.
Sota de Bastos eructa. El Señor de Uvunu está que se tira por las paredes, pero intenta mantener la calma como puede.
Y vienen los postres. A cada uno le llega una especie de copa de helado con nata montada. Tiene bien de chocolate.
Señor de Uvunu: Por favor, no os comáis también la copa, me vale para otra v...
En algunos casos, ya era demasiado tarde. Sota de Bastos, Caballo de Bastos, Caballo de Copas y Sota de Espadas ya habían acabado con sus respectivas copas en un abrir y cerrar de ojos. Pero, al menos, no había sido demasiado tarde en algunos casos. Con las palabras del Señor de Uvunu, los que quedaban por comerse la copa, se frenaron un poco y decidieron comerse sólo lo que esta llevaba dentro. Aunque a Sota de Copas estaba a punto. En el momento en que el Señor dijo lo que tenía que decir, ella ya se estaba metiendo la copa en la boca. Se quedó parada al momento.
Señor de Uvunu: Bueno, qué se le va a hacer, tendré que comprarme una vajilla nueva...
Está llorando por dentro.
Señor de Uvunu: Bueno, pues ya hemos terminado de comer, así que os podéis ir ya a vuestros aposen...
Caballo de Bastos: Esta noche fiesta, ¿no?
El Señor de Uvunu, después de la velada, tenía la intención de que el tema de la fiesta se diera por olvidado, pero parece que sus visitantes no se iban a olvidar tan facilmente. Y, después de haberlo dicho, no se podía retractar.
Señor de Uvunu: Sí, claro, esta noche fiesta. Habrá comida, bebida, baile...
Caballo de Bastos: ¿Y orgía?
Señor de Uvunu: Y orgía.
No podía retractarse de sus palabras.
Caballo de Bastos: J*der, de p*ta madre, llevaba mucho tiempo sin mojar.
"¿Y... yo no cuento?", piensa Caballo de Oros.
El Señor de Uvunu pretende despedirse de sus visitantes, pero entonces le llega un olor terrible que no había percibido con anterioridad por todo el disgusto del momento. Huelen a falta de ducha. A falta de ducha prolongada. No tiene más remedio que soltar una arcada. Después, disimuladamente, saca el tema de la higiene.
Señor de Uvunu: Por cierto, tenemos baños termales en el castillo. Están en la planta baja, siguiendo por el pasillo principal, hasta el fondo, a la derecha.
Caballo de Espadas: Ah, qué bien.
Sota de Bastos: Es que a mí lo de los baños...
Señor de Uvunu: Es de agradecer ir aseados a la fiesta. Gracias.
Sota de Bastos: Pero...
Caballo de Bastos: Venga, vamos y nos lo pasamos de p*ta madre. Nos echamos unas ahogadillas.
Señor de Uvunu: ...
Caballo de Bastos: Por cierto, como hay fiesta esta noche, yo creo que nos quedamos una noche más, ¿no?
Sota de Bastos: Verdad.
Sota de Copas: Me parece bien.
Caballo de Espadas: ...
Sota de Oros: Está bien, un descansito nunca viene, o sea, mal.
Señor de Uvunu: ....................
Caballo de Bastos: Pues, venga, una nochecita más.
El Señor de Uvunu no alcanza a decir nada. No puede decir nada. Él mismo fue quien invitó a sus visitantes a quedarse cuanto quisieran en su castillo, además de a comer todo lo que quisieran, a ir de fiesta y a sentirse como en su casa. Los viajeros abandonaron la sala y el dueño de la casa se quedó pasmado, intentando asimilar todo lo que había sucedido.
Pasado un rato desde la comida, Caballo de Espadas decide bajar a la planta baja a darse un baño en la terma. No había pasado mucho tiempo desde la hora de comer, así que probablemente el resto estuviera echándose la siesta, en el mejor de los casos. Su intención era llegar a los baños termales cuando no hubiera nadie y poder tener un rato de tranquilidad. Quería deshacerse de todos sus problemas por un momento. Una buena terma era lo mejor para tratar de olvidarse de aquellos problemas que lo asolaban. Tal vez allí podría olvidarse del posible hecho de que su amada, Sota de Espadas, estuviera fornicando con Sota de Copas.
Cuando llega, se encuentra con que hay unos vestuarios, separados por "damas" y "caballeros". Al entrar en su vestuario, no hay nadie más. Siente alivio, tenía razón cuando pensó que no habría nadie más a esas horas. Lo que no se esperaba al salir es que se iba a encontrar a Sota de Copas, tapada por una toalla, aunque sola. Nunca creía que se fuera a alegrar de ver a Sota de Copas, pero en este momento lo hizo. Si estaba allí quería decir que al final no había ido a fornicar con Sota de Espadas. Y si estaba sola, quiere decir que no había ido con Sota de Espadas a los baños. Una enorme felicidad le inundó por dentro, hasta que Sota de Copas abrió la boca.
Sota de Copas: Anda, cómo tú por aquí. Te queda muy bien el albornoz.
Caballo de Espadas: ...
Sota de Copas: Tampoco tienes que ignorarme siempre. Desde lo del bosque pensé que íbamos a ser amigos...
Caballo de Espadas: Pensaste mal.
Los baños se encontraban también separados por "damas" y "caballeros". Eso también alegró a Caballo de Espadas, que no tendría que soportar la presencia de Sota de Copas ni un segundo más.
Sota de Copas: Bueno, aquí se separan nuestros caminos. No se te ocurra espiarme mientras me baño.
Caballo de Espadas: ...
Cuando Sota de Copas está entrando por la puerta, se gira hacia Caballo de Espadas.
Sota de Copas: No me espíes, eh.
Caballo de Espadas: No tenía ninguna intención de hacerlo. No hace falta que me lo repitas. Adios.
Caballo de Espadas entra en los baños de caballeros. Se encuentra varias piscinas de baños termales en una amplia sala decorada con marmol del bueno y adornos en dorado. No sabemos si los adornos en dorado son de oro del bueno, pero suponemos que sí. Eso no importa mucho, lo que importa es que la estancia estaba completamente vacía y Caballo de Espadas podía tener sus momentos de paz y tranquilidad.
Lo primero que hizo fue probar la temperatura de las distintas piscinas, porque todo indicaba que no sería la misma. Después se metió en la más alejada de la entrada de todas, que era la que tenía el agua templada, y también la que se encontraba pegando con el tabique que separaba el baño de caballeros del de damas.
Allí, empezó a pensar. ¿Hacían bien en quedarse allí más tiempo? ¿Estaban abusando de la hospitalidad del Señor de Uvunu? ¿De verdad el Señor de Uvunu era una persona de fiar? Eran muchas cosas para pensar. Y, poco a poco, se va hundiendo en sus propios pensamientos. Y una cosa llevó a la otra, lo que empezó como un tiempo para relajarse, acabó como un tiempo para hacer lo mismo de siempre: pensar en Sota de Espadas, en lo mucho que le gusta y lo bien que le quedaba el vestido que llevaba al mediodía. Pero era su prima. No podía tener esos pensamientos sobre ella y lo sabía bien. Pero, aun así, no podía dejar de pensar en ella. Y aunque no fuera su prima, Sota de Espadas nunca lo amaría, por mucho que intentara engañarse a sí mismo. "¿Y si no fuera su primo?", piensa. "Pero eres su primo", se dice a sí mismo. "Igualmente, aunque no lo fuera, ella no me quiere a mí, ¿pero cómo saberlo?". Una parte de su corazón le dice que tal vez, si las cosas fueran distintas, como en el Reino de Bastos, tal vez, Sota de Espadas, podría mirarle con otros ojos.
Entonces, oye un ruido que le distrae de sus pensamientos.
Caballo de Bastos: J*er peazo bañeras, h*stia p*ta.
Sota de Bastos: J*DER CÓMO MOLA. BOOOOOOOMBAAAAAA.
Y se tira en bomba en la primera piscina que pilla, salpicándolo todo. Algunas gotas bien frías llegan a donde está Caballo de Espadas (la otra punta de la sala).
"Espero que no me hayan visto", piensa. Esos dos podían perturbar su momento de relax y, de hecho, lo estaban haciendo.
Caballo de Bastos: Venga, que voy yo.
Sota de Bastos, No salpiques mucho, c*bronazo sjjfsjafjas.
Caballo de Bastos: ¡Salto del tigreee!
Y lo salpica todo.
Sota de Bastos: J*der, cómo la has liao.
Caballo de Espadas se esconde un poco en el agua, hundiendo más su cabeza. "Qué mala suerte, tenían que venir justo estos dos pesados cuando estoy meditando", piensa. Y sigue intentando que no le vean, en un intento desesperado por descansar pacíficamente sin que nadie interfiera en sus meditaciones. Poco dura su tranquilidad.
Sota de Bastos: Oye, ¿ese de ahí no es Caballo de Espadas?
Caballo de Bastos: H*stia... ¡Eh, Caballo de Espadas!
"Mierda", piensa Caballo de Espadas. Le habían pillado, y no se contestaban con llamarle desde la lejanía, sino que, por lo que se oía, habían salido de su piscina para ir hacia la suya.
Sota de Bastos: Estabas aquí, no te habíamos visto jajaja perdón.
Ya habían llegado.
"No hace falta que pidas perdón", piensa Caballo de Espadas. No había nada que hacer, ya le habían pillado, ahora ya no podría estar tranquilo como quería. Y ya no tenía más sentido ignorarles, ya le habían pillado, tenía que saludar, así que se gira hacia ellos. Lo primero que se encuentra es que están completamente en pelotas, no se habían puesto ni una toallita para taparse las partes bajas. No dejaban nada a la imaginación. Caballo de Espadas se asusta y se sonroja. "Y encima ahora me siento acomplejado, en todos los sentidos", piensa. Si se comparaba a sí mismo con Caballo de Bastos y Sota de Bastos no quedaba muy bien parado, por lo menos desde su propia percepción. Un motivo más para sentirse mal consigo mismo.
Caballo de Bastos: J*der, ¿no nos vas a saludar ni nada? Te has quedado callado.
Caballo de Espadas: Eeem... Sí... Hola...
Sota de Bastos y Caballo de Bastos se meten en la misma piscina que Caballo de Espadas.
Sota de Bastos: Este agua está mejor.
Caballo de Bastos: Se está de p*ta madre.
Caballo de Espadas: Eem... Sí...
"Estaría más de p*ta madre si no hubierais venido", se dice para sus adentros.
Caballo de Bastos: ¿Estás enfadado conmigo por lo de antes?
Caballo de Espadas: Ni me acordaba de lo de antes.
Caballo de Bastos: Ah, bua, me quedo más tranquilo. Como estabas así, pensaba que estabas de mala h*stia conmigo...
"Estoy de mala h*stia contigo, pero no por eso", piensa Caballo de Espadas.
Sota de Bastos: Bueno, ¿te has declarado ya? En el bosque, digo.
Caballo de Espadas: No. No me dio tiempo.
Sota de Bastos: J*der, pues aquí tienes tiempo, eh, que estamos de vacaciones pagadas.
Caballo de Bastos: ¡J*der! ¡La fiesta de esta noche! Es tu oportunidad.
Caballo de Espadas: ¿En la fiesta? ¿Y que le digo?
Caballo de Bastos: Te plantas frente a Sota de Espadas y le dices :D
Caballo de Espadas: ¿Y le digo qué?
Caballo de Bastos: :D
Caballo de Espadas: J*der, eso te funcionará a ti. A mí no.
Entonces, aparecen Sota de Oros y Caballo de Oros por allí.
Caballo de Oros: Jopetas, qué deluxe es todo esto. Se nota que el Reino de Oros es otra movida, y no es porque sea mi tierra, es porque es otra movida. Mira este mármol. Esto sí que es otra cosa, es otra cosa.
Sota de Oros: Ayshhh, ya me siento como en casa. O sea, y el olor a jabón, el olor a limpio, creía que ya se me iba a olvidar de tanto pasar tiempo con esta gente...
Caballo de Oros: Hablando de esta gente...
Sota de Oros: ¡Hola! ¡Caballo de Espadas!
Caballo de Espadas sonríe al ver a Sota de Oros. A pesar de no querer compañía, la presencia de Sota de Oros era un remanso de paz, y más teniendo que aguantar a los otros dos en discordia. Los de Oros se acercan a donde está el resto.
Caballo de Oros: Ugh, qué mal huele por aquí. Echaos un poco de jaboncito, o sea...
Nadie dice nada, se hace un silencio incómodo. Los de oros se meten en la piscina.
Caballo de Oros: Bueno, Caballo de Espadas, ¿qué te cuentas? ¿Hablaste con Sota de Espadas?
"¿Por qué no paran de preguntarme cosas?", piensa.
Caballo de Espadas: Depende de a lo que te refieras por hablar.
Caballo de Oros: Ya sabes, confesarle tus sentimientos. Este es un buen lugar.
Caballo de Espadas: No. No he confesado mis sentimientos.
Caballo de Oros: Vaya, hombre.
Sigue la conversación de forma ligera, sin avanzar mucho hacia ninguna parte. Caballo de Espadas no sabía dónde meterse. Quería estar en tranquilidad, pero cada vez había más gente a su alrededor. El último en unirse fue Caballo de Copas, que llegó más tarde que el resto. Al entrar en los baños, se fijó expresamente en Sota de Bastos. No pudo ver mucho porque estaba en el agua, para su desgracia, aunque su imaginación ya hacía todo el trabajo por sus ojos.
"Ioioio, menuda suerte que he tenido. Está Sota de bastos en la piscina. Y en pelotas. Y yo voy a compartir piscina con él". La impaciencia corre por sus venas y en menos de lo que canta un gallo se planta en la piscina de repente, sin que nadie se esperase su presencia.
Caballo de Copas: Hooolaaaa, ¿qué hacéis? Espero que cosas interesantes, como ahogadillas o mediros el bubujiji.
Sota de Bastos: No estamos haciendo nada de eso.
Sota de Oros: Eso. No somos críos. Iugh.
Caballo de Copas: Vaya, ya habló el aburridillo. En fin.
Y se calla la boca para colocarse en un rincón, sin intervenir en la conversación. No interviene pero mira. "No se ve mucho, pero se puede ver que Sota de bastos tiene los músculos bien tonificados...". Y se recrea comiéndose con la mirada a Sota de Bastos, observando cada uno de los músculos de su cuerpo mientras se relame sin ninguna clase de pudor ni de reparo. "Y ahora todo mojado me pone más ioiooio brrrum brrrum, como diría el payaso ese que nos encontramos el primer día". Pero Sota de Bastos se percata de que le está mirando.
Sota de Bastos: ¿Tú qué c*ño miras? ¿Tengo monos en la cara?
Caballo de Copas: ¿Yo? ¿Mirar? Serán imaginaciones tuyas. En fin, me voy a bucear.
Se le quedan todos mirando.
"A bucear a ver si veo algún bubujiji", piensa.
Sota de Bastos: Esta piscina no es para bucear.
Caballo de Copas sale del agua exaltado.
Caballo de Copas: AYYYY, SE ME HA METIDO AGUA EN LOS OJOS.
Caballo de Espadas: ¿Os queréis callar?
Caballo de Copas: Se me ha metido agua en los ojos, me escuece, me escueceee. ¿Qué c*jones tiene este agua?
Sota de Oros: Lo más probable es que sales de baño. No sé dónde os bañaréis los pobres, pero vamos, es lo más probable.
"Pues ahora no he podido mirar bien los bubujijis. Si lo sé me traigo las gafas de bucear", piensa Caballo de Copas.
Entonces se oye algo. Al otro lado del tabique.
Caballo de Copas: ¡Un momento! Oigo algo.
Y pone la oreja en el tabique.
Caballo de Copas: Viene de aquí...
Caballo de Espadas: Es que ahí está el baño de las chicas.
Caballo de Copas: Uyuuyuuuyu, lo que estoy escuchando.
Caballo de Espadas: No se te ocurra espiar. Es de mal gusto y de mala educación y no es lo que hacemos los caballeros.
Caballo de Copas: Me da igual lo que hagáis los caballeros, esto está interesante. Y está Sota de Espadas.
Caballo de Espadas: ¿Qué?
Sota de Oros: A ver, a ver.
Y pone la oreja.
Sota de Oros: Flipooo, flipooo. Pero, ¿o sea, qué están haciendo?
Caballo de Copas: A saber, yo soy muy inocente para estas cosas.
Caballo de Espadas: H...he dicho que no escuchéis.
Sota de Oros: Ni que escuchar fuera mirar, o sea. Escuchar es simplemente para enterarse de cosas.
Caballo de Copas: Claro, la regla número uno del cotilla.
Sota de Oros: Pero flipo que hagan, o sea... Eso... En un baño.
Caballo de Espadas: ...
Caballo de Copas: ¿¿¿Hola??? ¿Pero eso puede hacerse? ¡Qué poca vergüenza!
Caballo de Oros se acerca.
Caballo de Oros: Yo también me quiero enterar.
Pone la oreja y, acto seguido, se sonroja.
Caballo de Oros: ¡La gente no tiene pudor!
Caballo de Bastos: Bah, qué vidas más tristes tenéis que tener para sorprenderos con cualquier cosa que escuchéis detrás de una pared. Me compadezco.
Caballo de Espadas: Y que lo digas. Eso te honra.
Sota de Oros: ¿¿Hola?? ¡Esto es muy fuerte!
Caballo de Copas: No os imagináis lo que está pasando, es increíble. Cotilleo cotilleo.
Sota de Bastos: J*der, qué p*tos pesados. No será para tanto.
Se acerca y pone la oreja.
Se queda callado.
Caballo de Espadas: ¿¿¿Qué pasa??? ¿Por qué te quedas callado?
Caballo de Copas: Si tanto te quieres enterar, ven tú.
Caballo de Espadas: -
Caballo de Bastos: Sota de Bastos, di algo.
Sota de Bastos: Me quedé helade.
Caballo de Bastos: J*der, ¿pero qué c*ño pasa? No me j*das que voy a tener que ir.
Y va a poner la oreja.
Caballo de Bastos: J*der, tampoco es para tanto.
Caballo de Espadas: Gracias. Me quedo más tranquilo.
Caballo de Bastos: Yo he hecho cosas peores. Hacer esto en unos baños es muy normal para mí. No sé por qué flipáis tanto, j*der. No es nada del otro mundo.
Caballo de Copas: Menudo fantasma.
Sota de Oros: Dilo. Ya sabemos que tú lo has hecho en sitios peores como en cuevas.
Caballo de Oros: Shhh, calla.
Caballo de Espadas al final pone la oreja en la pared y acaba oyendo lo que menos quería oír pero, por desgracia, más se esperaba...
Sota de Copas: Mmmmhhhh... Qué buenas manos tienes... Ahhhh...
Sota de Espadas: ¿Así te gusta?
Sota de Copas: S...sí... Ahhhh... Nyaaa... Pero... Un poco más hacia arriba... Ahhhh... Mmmmm...
Los ojos de Caballo de Espadas se ponen llorosos. Había escuchado justo aquello que no quería. El resto se le queda mirando, como si no supieran cuál iba a ser su reacción. Y, en parte, no lo sabían. Nadie se esperaba que Caballo de Espadas se iba a poner a llorar desconsoladamente y se iba a salir corriendo de la piscina y de la sala de baños, llorando y olvidándose por completo de su albornoz.
Caballo de Espadas: ¿Por qué? ¿Por qué? Era feliz en mi ignorancia... ¿Por qué? ¿Por qué tuvieron que venir todos? ¿Por qué?
Y llora y llora, y corre y corre por los pasillos del Castillo de Uvunu, ajeno a todo lo que le rodea. Sin ninguna vergüenza y sin apenas tener conocimiento de sí mismo. Sin percatarse de que está completamente desnudo. Además, lo va dejando todo perdido de agua.
Hay un momento en el que se cruza con el Señor de Uvunu, sin ni siquiera advertir su presencia. Pero el Señor de Uvunu sí que advierte la suya. Se queda completamente impactado. No solo había mojado toda la alfombra de lujo y había dejado sus pisadas por ahí, sino que Caballo de Espadas estaba corriendo desnudo por su castillo. No le queda otra que desmayarse.
Mientras tanto, en el baño...
Sota de Copas: Ahhh... Sí... Sí... Sí... Nsgh... Ahhh... Mmmmmm...
Sota de Espadas: Pero tampoco es para ponerse así... Solo te estoy frotando la espalda.
En efecto, solo le estaba frotando la espalda. Todo legal, nada raro.
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