Capítulo 13: No vale la pena lamentarse por cosas que han pasado hace tres años.
NARRA CABALLO DE BASTOS.
Conocí a Sota de Bastos hace cinco años. Tenía 19 años y, después de un arduo entrenamiento en la academia de las Tropas del Reino de Bastos, por fin me había graduado e iba a obtener mi primera misión. Había llegado a la Capital de Bastos desde la zona donde hice el entrenamiento y todo aquello era nuevo para mí. Antes de que se nos asignara la primera misión, había unos días en los que no teníamos nada que hacer. Yo no conocía a nadie por allí, así que intenté pasar los días lo mejor que pude. Conociendo mundo, echando una canilla al aire. Ya que estaba allí, un mundo nuevo de posibilidades se abría ante mis ojos y tenía que disfrutarlo.
Conocí a Sota de Bastos en una orgía. Yo estaba emparedado entre un orco y un goblin. Y entonces lo vi. Estaba penetrando a un minotauro mientras lo cogía por los cuernos. Lo único que pude sentir fue una enorme admiración hacia él. Nuestras miradas se cruzaron y fue un momento mágico. Se formó una complicidad única. En ese momento supe que tenía delante al p*to amo.
No volvimos a cruzarnos en la orgía, pero sentí verdadera admiración por él. No tuvimos ninguna clase de contacto. Ni sexual ni de otro tipo. A pesar de eso, llamó mi atención, me pareció el p*to amo. No sentí atracción, sólo admiración.
Siempre había querido ser el más fuerte. Todos los años anteriores había estado entrenando para convertirme en el más fuerte. Y, hasta ese momento, yo era la persona más fuerte que conocía. Cuando lo vi a el supe que había algo más, que había alguien así en el mundo. Una persona a la que admirar.
Pensé que nunca más volvería a verlo, pero al día siguiente tenía que ir a la Fortaleza Real para que me asignaran mi primera misión. Allí nos encontrábamos todos los recién graduados esperando a que nos mandaran a alguna parte. Nos esperaban grandes personalidades del mundo de la guerra y la estrategia del Reino de Bastos para adjudicarnos la misión. Cuando me tocó a mí, también me asignaron un compañero.
No me esperaba que mi compañero iba a ser el mismo tipo tan fuerte y tan asombroso que había visto en aquella orgía. Me quedé mirándolo embobado. Parecía que él no se había acordado de mí, así a primera vista.
El Mando Superior de los Caballeros del Reino de Bastos nos asignó como primera visión la vigilancia de una de las torres de la fortaleza de la Capital de Bastos. No era una gran misión, pero es lo que me esperaba. Al fin y al cabo, había acabado de entrar en las Tropas del Reino de Bastos y no provenía de ninguna familia noble ni de ninguna estirpe de caballeros ni nada por el estilo. Sabía a lo que iba. Esto solo era un primer paso en mi camino hasta convertirme en Caballero del Reino de Bastos, en el más fuerte de entre todos los Caballeros. Además, tenía el aliciente de que en el puesto de vigilancia de la torre iba a estar con una persona verdaderamente interesante.
Aunque me esperaba, por su reacción inicial, que Sota de Bastos no me había reconocido en la Fortaleza Real, una vez en la torre me encontré con todo lo contrario.
Sota de Bastos: Oye, tú eres el pavo de la orgía, ¿no?
Me sonrojé. Se había fijado en mí. Me había reconocido. La persona más p*to molona que había visto en mi p*ta vida me había conocido. Y perdón por el lenguaje, pero me emociono siempre que lo recuerdo. Fue un honor para mí.
Caballo de Bastos: ¿Te acuerdas de mí? J*der, me flipó cómo cogiste al minotauro con los cuernos. No te lo dije entonces porque estaba fuera de lugar, pero, j*der, el p*to amo. Me pareció la h*stia.
Sota de Bastos: Jaja, no fue nada, tronco.
Y así empezamos una amistad. Sota de Bastos me contó que venía de una aldea cercana a la frontera con el Reino de Oros, junto a la ladera de la Montaña del Pico de las Mil Reencarnaciones, allí donde la nieve no deja de caer y el frío es tal que congela hasta el alma. También me dijo que provenía de una familia humilde de pastores. También que su tía tenía una taberna y que solía pasar por allí para olvidar el frío de su tierra.
Yo siempre escuchaba sus historias y sentía curiosidad por esa aldea que le había visto crecer.
Con el paso del tiempo, nuestra amistad se hacía más y más fuerte y nos ayudábamos mutuamente para sobrellevar mejor nuestra vida en la ciudad. Se puede decir que en esta época empezamos a ser amigos del alma. Yo tenía mucho éxito entre la gente de por allí, había conseguido admiradores y admiradoras por mi belleza y mi cuerpo escultural, así que muchas veces bajaba a la zona base de la torre a f*rnicar, y Sota de Bastos cubría mi puesto. Era un buen amigo. Cuando él hacía lo propio, yo también le cubría.
Y por las noches nos íbamos a alguna taberna a relajarnos después de un duro día de trabajo. Y después, ya lo que surgiera, pero eso no tiene nada que ver con Sota de Bastos. Y así es como ese tiempo en el que estuvimos en la Fortaleza de la Capital de Bastos se nos hizo mucho más ameno. El tiempo se pasó muy rápido.
De vez en cuando intentaban entrar intrusos poco relevantes, pero un buen día hubo un ataque por parte de los Minotauros del Norte y tuvimos que intervenir. Nosotros, a pesar de tener un trabajo simple en la torre, seguíamos entrenando por nuestra cuenta para volvernos más fuertes y los p*tos amos, así que no fue un gran problema la movida de los minotauros.
En un pispas nos deshicimos de ellos y nos aplaudió toda la ciudad. Hasta salió el Rey a aplaudirnos. Y, bueno, nos nombraron Caballeros del Reino de Bastos. Todo iba de p*ta madre. Al ser Caballeros del Reino de Bastos nos iban a poner misiones serias, misiones en condiciones. Se acabaron aquellos días en la torre de la Fortaleza. Tocaba luchar de verdad.
Habían pasado ya dos años desde que nos conocimos. Hoy en día habrán pasado tres años desde ese momento. Nos mandaron en primera línea a luchar contra los Minotauros del Norte. Aún quedaba tiempo para la batalla, así que podíamos prepararnos y, como somos los p*tos amos y no nos hacía falta entrenar mucho, Sota de Bastos quería hacer una visita a su familia. Yo lo acompañé.
Allí me presentó a sus padres y su hermano, me enseñó su granja y su pueblo. Después, fuimos a la taberna de su tía. No me esperé lo que me iba a encontrar allí. Sota de Bastos me presentó a su prima Iriana. Era una chica no muy alta de pelo rubio recogido en dos trenzas bajas y apariencia amable. Nunca antes había sentido un terror tan grande al ver a una persona. Por alguna razón, Iriana emanaba una energía terrorífica que congeló mi alma. Estaba ac*jonao.
Sota de Bastos: Esta es mi prima Iriana.
Iriana: H-hola... U...uwu...
Me quedé helado.
Se presentó de manera amable y lucía como una persona tímida. Cada vez que Sota de Bastos decía algo, Iriana se sonrojaba. Sota de Bastos era amable con Iriana e Iriana era amable con Sota de Bastos. Y no es que no fuera amable conmigo, solo que tenía los huevos por corbata. Daba un miedo de la h*stia, por alguna razón.
No sabía cómo hablarle a Sota de Bastos de ello. Él siempre se portaba muy bien con ella y parecían muy cercanos. Al fin y al cabo yo era un penco al que había conocido dos años atrás. Y ella era su prima. No podía decir mucho.
Durante el tiempo que estuve allí me dediqué a observar la situación. Parece que Iriana tenía sentimientos por Sota de Bastos. La manera en la que lo miraba lo decía todo. Tengo buen ojo para esas cosas.
Nuestra última noche en la aldea, Sota de Bastos se acostó con su prima. Lo sé porque me lo contó durante nuestro viaje hacia las tierras del Norte. Según él, se encontró con algo que le dejó pensando durante toda la noche. Algo que no le dejó dormir. Por lo visto, tuvieron un encuentro muy apasionado. Al acabar, Iriana le dijo algo que no esperaba.
Iriana: Te quiero mucho, primito.
Sota de Bastos: ...
Iriana: ...
Sota de Bastos: Me tengo que ir a mi casa a dormir...
Iriana: ¿Me prometes que soy la única para ti?
Sota de Bastos: ...
Iriana: ¿Me prometes que no te vas a acostar con nadie más que conmigo?
Sota de Bastos: No puedo prometer e...
La cara de Iriana cambió por completo. Sota de Bastos me dijo que, por primera vez, sintió miedo de su prima. Supongo que pudo percibir ese aura de maldad que sentí desde el momento en que la conocí. Antes de que Sota de Bastos acabara su frase, Iriana lo besó apasionadamente.
Iriana: Cuando vuelvas te estaré esperando u...uwu...
Sota de Bastos: Eeem... Sí... Estaré mucho tiempo fuera. Y también me pasaré por la Capital cuando acabe esto...
Iriana: Te estaré esperando...
A nuestra partida, se despidieron como toda la familia. No sé hasta qué punto la familia de Sota de Bastos conocía lo que sea que tuvieran entre ambos, aunque en nuestra tierra el incesto no está prohibido y ni siquiera mal visto. Tampoco es importante este dato.
Durante la batalla contra los Minotauros del Norte conseguimos grandes hazañas. Lideramos a las tropas del Reino de Bastos hasta hacernos con la victoria. Evidentemente, esto nos trajo más fama en nuestro país y con la fama vinieron las largas noches de fornicación (no entre nosotros), de éxito, de invitaciones a las más prestigiosas orgías del reino. Éramos verdaderas celebrities. Éramos los p*tos amos y cada vez más gente lo sabía.
Pero a veces la fama es tan pesada que hay que darse un descansito. Y nos lo dimos, porque llevábamos un trote... Fuimos a la tranquila aldea de Sota de Bastos, donde, evidentemente, Iriana esperaba a Sota de Bastos como agua de mayo.
La llegada fue normal. No llamó mucho la atención. No pasó nada que fuera digno de recordar, o, por lo menos, yo no me acuerdo de mucho. Allí pasamos unos días agradables. Era el momento de darse un descansito de tanto trote. Aunque lo que empezó como un descansito, acabó como una tragedia.
Una noche me aburría. No había nadie por allí que quisiera darme calor ante el frío de la tierra de Bastos (fornicar, para quien no me entienda), así que fue a buscar a mi mejor amigo Sota de Bastos, a ver si tenía algo que contarme. Al acercarme a sus aposentos vi algo que me dio muy mala espina. Iriana estaba tras una de las paredes cercanas, mirando hacia la habitación de Sota de Bastos. Su puerta estaba entreabierta y emanaba una cálida luz. La expresión de Iriana no era precisamente de felicidad.
No me acerqué mucho porque esta muchacha siempre me dio, por algún motivo, muy mala espina. Intenté enterarme de todo desde la lejanía. Pude percibir gemidos en la distancia. Gemidos que provenían de la habitación de Sota de Bastos. Soy un experto ninfómano y sé muy bien de qué se trataban esos gemidos. Y entonces até cabos con la cara de mala h*stia de la prima favorita de Sota de Bastos.
Cuanto más avanzaba la cosa, la expresión de Iriana se iba poniendo peor. Su aura de maldad y mala h*stia aumentaba por momentos. Yo no tenía ninguna intención de quedarme por ahí. No tenía ningún interés en las fornicaciones de Sota de Bastos, pero entonces me inundó la curiosidad. ¿Qué es lo que pasaría? ¿Iriana le montaría el pollo? ¿Con quién estaría montándoselo? Nunca he sido muy de cotillear, pero esta situación lo merecía. Así que me quedé escondido detrás de otra de las paredes esperando al momento álgido de la noche.
Tuve que esperar un buen rato a que pasara algo interesante. Aunque durase menos que yo, parecía que Sota de Bastos duraba también bastante. Cuando acabó lo que estaba haciendo, parece ser que Iriana percibió que iban a salir de la habitación, así que salió de allí c*gando h*stias. Yo tuve que esconderme aún más en la oscuridad para que no me pillara. Me llevé una gran decepción al ver que no iba a montar ningún pollo. Pero bueno, ya que estaba allí, me quedé un rato más a ver con quién estaba Sota de Bastos.
Pude ver cómo Sota de Bastos salió a la puerta de la habitación y se despidió amablemente de una joven elfa. Habiendo visto esto, me fui a mi habitación. No tenía nada más que hacer allí.
Lo más interesante aquí fue lo que ocurrió tres noches después. Nuestra última noche en la aldea antes de volver a la Capital de Bastos. Todo esto lo sé porque me lo contó Sota de Bastos, así que no puedo hablar por mi experiencia propia.
Era la última noche y Sota de Bastos la iba a pasar con su prima Iriana, así que quedaron en el establo para tener la que sería su última noche de pasión. Sota de Bastos no se esperaba lo que iba a suceder allí y, como de costumbre, se quitó su ropa, tal y como hizo su prima, y tuvieron maracaná desenfrenado en unos pajares. Fue su noche más alocada, una despedida por todo lo alto.
En el momento álgido de la noche, una inmensa aura maligna inundó el establo. Sota de Bastos quedó inmovilizado. Iriana comenzó a recitar una serie de extrañas palabras impronunciables. Todo indicaba a que estaba echando una maldición
Sota de Bastos: ¿Qué dices? ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué no me puedo mover?
Iriana: ¿No recuerdas la promesa que me hiciste la última vez que nos vimos?
Sota de Bastos: ¿Qué promesa?
Iriana: No hagas como si no sabes nada. Es demasiado tarde.
Sota de Bastos: ¡Yo no te prometí nada!
Iriana: Me prometiste que sería la única para ti. Que nunca te acostarías con nadie más.
Sota de Bastos: No prometí nada. Te lo vuelvo a repetir. Suéltame.
Iriana: Ya es demasiado tarde. A partir de ahora, no podrás volver a tener sexo con nadie que no sea conmigo. Porque si tienes cualquier clase de contacto sexual, aunque sea el más mínimo, aunque sea un simple beso, morirás irremediablemente.
Sota de Bastos: ¿¿¿¿Qué????
Iriana: Como lo oyes. Me has hinchado las narices. Veamos si aguantas vivo mucho tiempo, porque ya se ha visto que sin fornicar no aguantas mucho.
Sota de Bastos: ¿¿¿Cómo me haces esto???
Iriana: Me has traicionado, Sota de Bastos. Has herido mi corazón. Ahora mismo no tienes ni idea de cuán inmenso es mi odio. Jamás amaré a otra persona como te he amado a ti. ¡¡¡Pero tú me traicionaste!!! Ahora pagarás por ello. Pagarás por todo el sufrimiento que me ha causado tu traición.
Sota de Bastos: Yo nunca te he traicionado. Nunca te juré amor eterno. Suéltame.
Iriana: Y por si acaso, te voy a poner esto.
Iriana saca un instrumento metálico y lo coloca en el miembro viril de Sota de Bastos.
Iriana: A partir de ahora, tampoco podrás usar tu querido bubujiji. Y alégrate de que no te lo he cortado.
Sota de Bastos: ¿Qué es esto? ¿Qué me has hecho? ¡¡Suéltame!!
Iriana: Ah, esto es un cinturón de castidad mágico. Como ves, con ello te va a ser muy difícil meter la p*lla en ningún sitio. Deberías darme las gracias, con esto te va a ser mucho más fácil no ser víctima de la maldición que te he echado hace un rato. Ah, y no te lo va a poder quitar nadie más que yo.
Sota de Bastos: ¿Por qué me haces esto? ¿Por qué? ¡¡Lo siento, Iriana!! Lo siento, haré lo que quieras, pero no me hagas esto...
Iriana: Ahora es demasiado tarde.
Iriana se levantó, se acicaló y se dirigió a la puerta del establo. Antes de salir, le dedicó unas palabras a su primo. Unas palabras que jamás olvidaría.
Iriana: Sobrevive, recapacita sobre tus errores y recuérdalos toda tu vida, porque te perseguirán hasta el último de tus días. Y tampoco estabas tan bueno.
Dicho esto, se fue.
Sota de Bastos se quedó pasmado e inmóvil. No pudo moverse hasta pasado un rato. Cuando lo consiguió, se puso sus ropas y salió de allí. No supo muy bien qué hacer lo que quedaba de esa noche. Al día siguiente partiríamos una vez más hacia la Capital del Reino de Bastos, pero lo que había ocurrido no se iba a quedar allí en la aldea. Los efectos de la noche afectarían irremediablemente a la vida de Sota de Bastos a partir de ese momento.
Cuando pudo tener sus cosas en orden, vino a mi habitación. Yo no sabía muy bien qué pasaba y por qué tanta preocupación, hasta que me explicó toda la historia, Después de hablar y pensar un rato en lo que íbamos a hacer a partir de ese momento, se nos ocurrió abandonar la casa de la familia y la aldea esa misma noche, sin decir nada. ¿Cómo íbamos a despedirnos de Iriana al día siguiente como si nada? Lo sentimos mucho por los padres de Sota de Basto y por el resto de su familia, pero tuvimos que despedirnos solo con una carta en la que explicábamos que nos habíamos tenido que ir por un asunto inaplazable. De esto habrán pasado aproximadamente dos años y medio.
Los primeros días en la Capital del Reino de Bastos fueron horribles para Sota de Bastos. Ambos estábamos acostumbrados a tener una vida sexual demasiado agitada. Mientras yo podía seguir fornicando todas las noches y asistía a todas las orgías a las que me invitaban, Sota de Bastos se quedaba en su casa y tenía que rechazar todas las invitaciones de orgías que le llevaban. Además le costaba mucho frenar sus necesidades sexuales. Por supuesto, cualquier clase de contacto sexual podía llevarle a la muerte. Hasta el contacto sexual consigo mismo. Una p*tada.
Cuando tuvimos unos días libres, acudimos a un retiro espiritual en las montañas del Norte. Se trataba de una especie de templo donde te entrenaban para rechazar los pensamientos impuros y llevar una vida de celibato. Vamos, una especie de terapia para adictos al sexo. Yo acompañé a Sota de Bastos, como buen amigo de soy. Y, de paso, porque me vendría bien para mi adicción al sexo.
Tras quince días de duro entrenamiento, Sota de Bastos consiguió olvidar por completo toda clase de pensamientos sexuales, dejar atrás toda clase de necesidades relacionadas con el sexo y perder la totalidad de su deseo sexual. En mi caso no funcionó. Me echaron por fornicar con el monitor.
Después de esto, volvimos a la Capital del Reino de Bastos y pudimos seguir con nuestras misiones. Victoria tras victoria, nos íbamos haciendo más fuertes, pero, con el tiempo, nuestra fama fue desapareciendo. Es lo que suele ocurrir cuando algo se pone de moda, que las modas se van. Sí, seguía participando en orgías y teniendo una vida sexual muy activa, pero ya no era lo mismo. Cada día nos íbamos convirtiendo más en personas normales del Reino de Bastos. Un día nos llamó el Rey de Bastos. Tenía algo muy importante que decirnos.
Rey de Bastos: Buenos días. Supongo que os sorprenderá que os llame aquí directamente.
Caballo de Bastos: Sí, un poco, la verdad, ejeje.
Rey de Bastos: Pues hay un motivo. Tengo una importante misión secreta que daros.
No nos lo esperábamos mucho. El hecho de que nos llamara personalmente el Rey nos impactó bastante. Sí que debía ser importante la misión.
Rey de Bastos: Veréis, necesitamos dos espías en el Reino de Oros, y se me ha ocurrido que vosotros os desenvolveríais bastante bien. Es bien conocida vuestra capacidad para "relacionaros" con mucha gente, con gente de todo tipo. Y quiero que aprovechéis esa habilidad. Quiero que la utilicéis para obtener información importante sobre el Reino de Oros. Cualquier cosa que afecte al Reino de Bastos, posibles ataques, posibles estrategias...
Sota de Bastos: Pero, yo no...
Rey de Bastos: ¿Alguna objeción? Si no puedes por algo, dilo, irá Caballo de Bastos solo...
Sota de Bastos me miró. Estaba claro que él ya no podía "relacionarse", pero no dijo nada más. Me sentí halagado, porque sé que lo hizo para no tener que separarse de mí en esta misión, una misión que nos mantendría separados durante mucho tiempo.
Al día siguiente, partimos al Reino de Oros como espías. De esto hace ya un año. En su momento, el Rey de Bastos nos dijo, antes de marchar, que volviéramos, con o sin noticias, en un plazo de, como mucho, seis meses, para ver cómo iba la cosa y qué información habíamos logrado o no recolectar. Evidentemente, no lo hicimos, porque aquí estamos. Al llegar al Reino de Oros comenzamos a tope con la misión, pero, a medida que pasaba el tiempo, nos iba dando más pereza.
A eso se le juntaba que la vida que llevábamos allí tenía su rollito. En el Reino de Bastos ya habíamos terminado nuestros días de gloria y solo nos quedaba el aburrimiento de ser un juguete roto pasado de moda. En el Reino de Oros éramos fuertes y atractivos extranjeros que se ganaban la vida como cazarrecompensas y vivíamos de p*ta madre. Así que, al pasar seis meses, no volvimos a nuestro país. Seguimos viviendo como cazarrecompensas, yo me ganaba un dinerillo extra como gigoló, y olvidamos por completo nuestra misión. Y en nuestro Reino también se olvidaron de nosotros. Nadie nos echó de menos en los seis meses de más que llevamos aquí. Así que probablemente nos den por muertos o, simplemente, no se acuerden de nosotros. Y si volviéramos, probablemente no nos recibirían muy bien.
Y, a día de hoy, aquí estamos. El único conocimiento que tengo es que he encontrado a Sota de Bastos inconsciente en los dominios del Lamento de la Lujuria.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top