Capítulo 20

Subía las escaleras detras de un hombre alto con gafas. Estaba descalza, sentía el frío de las baldosas debajo de sus pies, las escaleras se le hacían eternas mientras su mente se hacia miles de preguntas por segundo y apretaba el borde de la toalla que tenia sobre sus hombros intentando contener los nervios que sentía, tenia mucho miedo, no tenia ni la minima idea de que sería de ella una vez que llegarán a "La habitación de arriba".

Tropezó hacia adelante en el último escalón llegando al piso de destino con la cara de lleno al suelo. El hombre continuo caminando sin darle importancia a su caida. Una de las heridas de su rodilla se había abierto nuevamente y ahora estaba goteando sangre.

"No" pensó "No tengo que ensuciar nada". Tenía miedo de que la golpearan o hiciera enojar al dueño de la casa por ensuciar el suelo del lugar con su sangre así que iba secandose la herida con la toalla a medida que esta comenzaba a sangrar. Sentia como se le agolpaban las lágrimas en los ojos así que iba intentando mirar hacia arriba para evitar que estas se le escapasen, ya le habían dicho que parara de llorar y temia por la manera en que se lo dirían la próxima vez.

El hombre se detuvo en frente a una puerta y volteo por primera vez en todo el trayecto hacia ella. Tenía las mejillas sucias de algún tipo de salsa.

-Entra.-Dijo.

Ella asintió y paso delante de él, vio una habitación con una cama marinera un armario para la ropa y una puerta que por lo visto conducía a un baño. La fachada daba a entender que ese cuarto le habia pertenecido a un chico anteriormente, ahora estaba desocupado.

-Volvere por ti en treinta minutos.-Le dijo y cerró la puerta.

Ella se quedó mirando la habitacion, ¿Por que la habian traído hasta ese lugar?, ¿Quién era ese tipo de plumas rosas de hace un rato?. Antes de continuar haciendose mas preguntas corrió hacia la ventana, iba a escapar.

"¿A donde ire?" se detuvo a pensar antes de abrir la ventana "No hay lugar en esta ciudad en la que pueda quedarme, todo esta destruido". Volteo hacia la cama ya con lagrimas recorriendole todo el rostro, vio encima de ella un pantalón corto negro y una blusa gris, era ropa de hombre, unos zapatos negros también estaban ahi, en el suelo. Vio unas cosas sobre la cama, shampoo y jabon. Supuso que para eso le habían dado la toalla, para que se bañara.

"Como sea, no tengo nada que perder, ningún lugar al que regresar" pensó "Al menos quiero bañarme", tomo los productos de higiene para dirigirse al baño.

En la ducha pudo observar mejor su cuerpo y los moretones que tenía en las piernas. Tenía un gran corte en las costillas debajo de su seno derecho, se lo habia hecho al salir por una ventana rota. Se miro las manos mientras la sangre, mezclada con agua y burbujas de jabón, recorria sus dedos. Tenia los nudillos magullados y un dolor increíble en el dedo meñique de su mano izquierda, se le había dislocado.

Cerro el agua y fue a la habitación para cambiarse. Fue al baño con la intención de arreglarse el cabello, pero muy poco había por peinar: Tenía el cabello disparejo, mechones desprolijoss, otros quemados, unos mas largos que los otros, con tan sólo pasarse el peine por el cabello este comenzaba a caersele. Se quebró frente al espejo, tenia la cara horrible, llena de rasguños y golpes, su vida se había arruinado, el fuego le habia quitado todo lo que la hacia feliz, le habia quitado a su familia, a sus amigos, su hogar y para colmo, le había dejado heridas que en cuanto cicatrizaran le harían recordar día a día el infierno del que se salvo pero que hubiera preferido que la consumiera. Arrojó el cepillo de cabello hacia la pared y este rebotó dándole en la cara. Ahogo un grito de furia y abrió el botiquin del baño, arrojo todo lo que había en el interior al lavabo hasta que dio con lo que estaba buscando, unas tijeras. Tomo un mechón de cabello y lo corto con rabia, tomo otro e hizo lo mismo. Repitió la secuencia hasta que se miro al espejo dando un suspiro e intentando calmar su llanto, se había dejado el cabello al raz de la cabeza, a simple vista parecía un chico.

-Desde ahora, todo me vale una mierda.-Se dijo a si misma mientras se miraba al espejo y se secaba las lagrimas con el dorso de la mano.

Se lavo el rostro y salió a la habitación para calzarse. En ese momento entró Vergo, analizó el cambio drástico de apariencia de la chica antes de hablar:

-Vamos.-Se hizo a un lado de la puerta para dejarla pasar. Ella obedeció y salió al pasillo, él cerró la puerta y comenzó a caminar hacia una habitación que había al fondo.

-Pasa.-Dijo una voz desde adentro.

El hombre abrió la puerta y le hizo un ademán con la cabeza a la chica para que pasara. Ella entró esperando a que Vergo la siguiera, pero el sonido de la puerta cerrandose detras de ella hizo que un escalofrío le recorriera la espalda.

-Acercate un poco.-Dijo lo que parecia ser la silueta de un hombre sentado en un gran asiento detras de un escritorio.

Las cortinas color granate detras de él tapaban la luz, que rogaba filtrarse por las ventanas, del poco sol que aún se mantenia en el cielo antes de que anocheciera. Ella trago saliva aún estática. La voz era gruesa y potente, como la de un padre forsándose a mantener un semblante calmado e intentando no matarte por haber cometido una gran travesura. El hombre misterioso soltó una risita.

-No muerdo, linda ven aquí, toma asiento.

-Esta muy oscuro, no veo hacia donde caminar.-Se excusó.

El hombre se puso de pie y camino hacia ella con el paso lento pero decidido. Sintió la respiración del sujeto cerca de su rostro y el corazón se le heló.

El sonido de un click, la luz llenando el lugar y unos lentes muy particulares frente ella fue lo que asimilo su ser antes de reaccionar y dar un paso hacia atrás, quedando pegada a la pared.

El mismo hombre de plumas que la había sacado de una pila de escombros esa tarde ahora estaba de cuclillas en frente de ella con una sonrisa socorrona en el rostro.

-H-Hola.-Soltó ella torpemente.-Gracias.-se inclinó levemente haciendo una reverencia ante el hombre que la había salvado de morir incinerada.

Un dedo se colocó sobre su frente y la hizo enderezarse.

-Nunca te inclines frente a alguien que recién conoces, podria clavarte una daga en la espalda.--Dijo el hombre con gran serenidad. El toque de su dedo fue bajando por su rostro dibujando un camino que termino dándole un toque en la punta de la nariz antes de devolver la mano a su lugar, apoyada sobre una de sus rodillas -¿Como te llamas?.

-(Tn).-Susurró, no le quitaba la vista al hombre que tenia en frente, sus ojos recorrían cada centímetro de esa piel morena, siendo carcomida interiormente por la curiosidad de saber como eran los ojos detrás esas gafas extravagantes.

-¿De donde eres?.

-Soy de aquí, de Dressrosa.

-Mhm.-Su sonrisa se transformo en una mueca pensativa.-¿Tu familia?.

-No lo sé.-El pecho se le contrajo al pensar en sus hermanos menores y sus padres, deseaba con todas sus fuerzas que estuvieran a salvo.

-Todos los ciudadanos heridos fueron evacuados a las afueras de la ciudad para ser tratados.-Hablo el rubio.-Dentro de unas semanas ya habrán quitado todos los cuerpos de los escombros.-A la chica le falló la respiracion con eso último pero aún así, se mostró dura.-Oi que muchos escaparon en botes, y otros simplemente lo intentaron.

Una lagrima rebelde se le escapó a (tn) y el rubio alargó la mano para secarsela antes de que le mojara la cara. Las mejillas de la chica presentaron un sonrojo debido al contacto y eso no paso de percibido por el hombre, quien soltó una sonrisa ladina, su ego había incrementado.

-Veo que cambiaste de apariencia.-Soltó con una risa burlona.

-Ya no tengo nada que perder, directamente ya no tengo nada.-Tomó la mano del hombre que estaba en su mejilla y la apartó.-Mi vida hoy comienza desde cero.

A Doffy le habia encantado esa actitud, era la clase de persona que estaba necesitando.

-¿Y como lo harás?, tu misma lo has dicho, no tienes nada.

(Tn) abrió la boca para responder pero las palabras no le salieron. Él tenía razón.

-Ya veré como hacer, puedo arreglarmelas sola.-Miro hacia otro lado para evitar verlo al rostro, era un hombre muy apuesto.

-Tienes agallas.-Dijo el señor Donquixote. Se puso de pie no sin antes acaricierle la cabeza pelona y volvió a caminar hacia atrás de su escritorio.-La cena es a las ocho, en la planta baja hay una biblioteca por si te aburres.-Se sentó en su cómodo asiento y cruzo las piernas encima del escritorio. (Tn) estaba con el ceño fruncido intentando entender a que queria llegar dándole esa información.-Bienvenida a la familia Donquixote.-Dijo finalmente Doflamingo tomando un libro de la mesa y abriendolo sin siquiera prestar atención al rostro de asombro de la chica allí presente.-Cierra la puerta al salir, corazón.

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