26
— ¡No Roger, no me refería a eso! —exclamó y luego se pasó las manos por la cara.
Era la cuarta vez que discutían esa semana, y la décimo tercera ese mes.
— ¿Y entonces qué quisiste decir? —lo interrogó. Estaba molesto, pero al mismo tiempo sentía un profundo dolor en el pecho.
Roger sabía lo que significada aquel irritante dolor.
— ¡A que solo se me pasó! —se justificó.
— ¿Cómo se te pudo "pasar" nuestro primer aniversario? —le preguntó Roger con los ojos algo vidriosos.
— ¡Estaba ocupado!
— ¿¡En qué?!
Brian permaneció callado. Simplemente no sabía qué responder.
— Eso fue lo que pensé —le dijo.
— ¡Por Dios, Roger! —exclamó Brian— ni hablar me estás dejando.
— Bien, entonces explícate ¿por qué se te olvidó nuestro aniversario?
— Porque...
— Es bastante simple, solo debes sumar algunos dígitos a cuando fue la fiesta de Paul.
— ¡Sí sé cuándo fue la fiesta de Paul! —se excusó.
— ¡Pero no sabes nuestro aniversario! —exclamó Roger mientras algunas lágrimas salían de sus ojos.
— ¿Ahora te pones a llorar? —le preguntó Brian molesto.
— ¿Estás tú molesto conmigo? —le preguntó Roger de vuelta con cierta indignación.
— Lo estoy —respondió Brian.
Roger tomó su chaqueta y salió de la casa de Brian.
— ¡Y sigues con esto! —lo siguió el mayor.
— ¿¡Cómo se te pudo olvidar nuestro aniversario?! ¡Y yo como un idiota viniéndote a buscar para ir a cenar y al cine! —exclamó Roger.
— Roger...
— No, Brian, no me vengas con "Roger" le dijo dándose vuelta.
Brian suspiró.
— ¿Qué nos pasó? —le preguntó.
— No entiendo a lo que te refieres, lo qué pasó está más que claro —contestó Roger volviendo a caminar.
— No me refiero a la pelea, Roger —le dijo Brian— me refiero... me refiero a nosotros.
Roger se detuvo.
— Antes nunca discutíamos —siguió hablando Brian— antes... antes no era así.
— Lo sé... —suspiró Roger— pero antes no olvidabas fechas, antes no decías idioteces.
— Todos cometemos errores, Taylor... —le dijo— los dos hemos dicho cosas.
— Sí, pero hay cosas y cosas —dijo Roger— ¿Cuál fue nuestra primera discusión?
— La vez que me puse celoso... —respondió Brian.
— Correcto —dijo Roger— desde ese entonces... no lo sé, discutimos más.
Habían pasado meses desde aquella última vez que a Roger lo habían golpeado en la feria universitaria y Brian había hecho las pases con su padre. Algunas cosas habían cambiado, como que ambos discutían más, y otras habían permanecido, como su amor.
— No puedo creerlo... —suspiró Roger.
— ¿Qué cosa?
— Que nos estamos volviendo de esas parejas que solo saben discutir...
— Roggie... perdón por arruinar nuestro primer aniversario... —suspiró Brian con tono de real arrepentimiento.
— Bri... yo...
— Soy un idiota —siguió.
— No, no eres un idiota —dijo Roger volviendo hacia él— cometiste un error, es todo...
— No es eso, te decepcioné —le dijo mirando al suelo.
— No lo hiciste... solo... solo me enfadé —respondió Roger tomando su mano.
Otra vez se repetía aquella rutina.
Discutían, peleaban, se enojaban y pronto se reconciliaban.
— No quiero que sigamos peleando, Roggie... —le dijo Brian acariciando su mejilla— No... no quiero que terminemos odiándonos o que terminemos en una relación tóxica.
— Yo tampoco... —suspiró Roger— Te amo demasiado para eso.
— Y yo más a ti —le dijo Brian y lo besó.
— Hay que intentar discutir menos... ¿sabes?
— Sí... perdón por arruinar nuestro aniversario.
— Perdón por enojarme mucho.
Brian sonrió.
— No es tu culpa.
— A fin de cuentas sí lo es —respondió Roger—sólo un poco de paciencia...
— Todo lo que necesitamos es solo un poco de paciencia —le dijo Brian.
— Paciencia... —suspiró Roger.
(...)
— La tarea se trae mañana, así que les daré un tiempo para que la hagan —dijo el profesor.
— La tarea para la casa es maltrato de menores —musitó Syd de forma que el maestro no lo escuchó, luego comenzó a escribir.
George y Roger rieron por lo bajo e imitaron la acción. Los tres la terminaron en ese rato, así que decidieron comparar las respuestas en el recreo.
— Yo puse que era Tutankamón —dijo George.
— No, es Cleopatra —contestó Syd.
— Gracias, lo cambiaré —respondió este.
— ¿Qué pusieron en la seis? —preguntó Roger.
— A —respondieron ambos.
— Yo igual...
— ¡Darlings! —saludó Freddie.
— Hola, Fred —saludó Roger.
— Irán al baile, ¿no? —preguntó.
— Iría con mi amiga Soledad, pero se fue con Soltería —respondió Syd irónicamente.
— Lo mismo —rió George.
— Bueno, vamos en grupo como amigos, y Bri y Roggie van ellos —dijo Freddie— la pasaremos bien.
— Supongo que sí —dijo George.
— La última vez que dijimos eso a él le cortaron el pelo, a ti embetunaron la cara y a mi me corrieron el delineador... digo, casi me ahogaron —dijo Syd.
— ¡Pero ellos ya no están aquí! —sonrió Roger.
— Bueno, sí —dijo Syd— y ahora ya no nos molestan tampoco...
— No —dijo George sonriendo.
— Bueno, ¿irán? —preguntó Freddie.
— Claro —sonrió Roger— ¿Cuándo es?
— Mañana, querido —respondió Freddie— así que consigan traje pronto.
(...)
Al día siguiente, Roger se encontraba con Brian y sus amigos camino al baile.
Freddie tenía auto, por lo que él iba conduciendo.
— ¿Te mencioné lo precioso que te ves? —le susurró Brian al oído a lo que Roger se sonrojó.
— Sí, pero me gusta que lo menciones —le sonrió para besarlo— tú también estás precioso.
— No tengo idea como cupimos en el auto—dijo Syd— pero juro que desde este momento haré el intento de conseguir novia, ¡Ya no estaré solo solín solito!
— Volviste a ver la Era del Hielo y después Shrek, ¿no es así? —preguntó John.
— Es inevitable —respondió Syd encogiéndose de hombros.
— Bien, llegamos —dijo Freddie colocando el freno de mano y parando el auto.
Se bajaron del auto e ingresaron al gimnasio, Syd llevaba las manos en los bolsillos, Roger y Brian iban de la mano y Freddie, John y George iban caminando de forma normal.
— 'Toy solo, solín solito... —cantó Syd al ver a las numerosas parejas allí presentes— urgentemente debo conseguirme novia antes de volverme concertista de violín a tiempo completo —dijo.
Los demás rieron.
— ¿Qué se hace en un baile? —preguntó Roger.
— Bueno, pues charlar, comer, beber ponche, y... —dijo Brian y lo tomó de las manos— bailar.
Comenzó a mover sus brazos como aquella vez en la fiesta de Paul McCartney.
Roger río con nostalgia y luego abrazó a Brian.
— ¡Sí! ¡Hay sillas! —gritó Syd y se fue a sentar a una corriendo— ¡Con mesas!
Los demás lo siguieron y se sentaron.
— ¡Let's dance! —cantó Syd— pero en serio, bailemos, yo lo haré con Paquita mi novia ficticia.
Acto seguido se levantó, los demás también.
— ¿Bailas? —dijo Brian ofreciéndole la mano a Roger, quien se sonrojó y aceptó.
Se fueron a bailar, cuando habían lentos algunos se sentaban, pero ellos seguían bailando.
Se miraban a los ojos y sentían que aquel momento era perfecto, deseaban que durara por siempre. Se sentían vivos.
— Míralo tú —dijo Brian señalando con el mentón— Syd encontró novia.
Roger se volteó y vio a su amigo bailando con una chica. Él sonreía nervioso, mientras ella se mantenía neutral.
Roger rió por lo bajo, feliz por su amigo.
— Espero que le resulte —dijo.
— A nosotros nos resultó —dijo Brian juntando sus narices.
— Sí, así fue —sonrió Roger.
— Roggie... por las peleas...
— No te preocupes, Bri —le sonrió.
— Es que... en serio...
Roger lo besó.
— Estamos bien, ¿sí?
Brian asintió.
— Te amo.
— Yo te amo más.
(...)
Roger se lavaba las manos, acaba de salir del baño.
Se acomodó un poco el cabello, el cuál ya había crecido, y posteriormente la chaqueta del traje.
Sonrió un poco y se fue en busca de Brian y sus amigos.
Al volver los vio, pero no encontró a Brian.
— ¿Y Bri? —preguntó.
— No lo sé, querido... —respondió Freddie— dijo que iría a buscar ponche, pero aún no vuelve.
— Y Loraine tenía novio... —se lamentó Syd.
— He visto caer soldados, pero nunca leyendas... —dijo George.
— ¡Oye!
— Bueno —dijo John— tal vez debas ir a buscarlo.
— Sí, yo creo —dijo Roger— nos vemos.
Comenzó a caminar y a hacerse paso entre la multitud, no lograba verlo.
Sabía dónde estaba la comida, así que se dirigió hacia allí.
Al llegar encontró algo que hubiese preferido no ver.
— ¿Brian?
— ¡Roggie! —corrió hacia él abrazándolo.
Roger se soltó.
— ¿Q-Quienes son ellas? —preguntó refiriéndose a las chicas con las que Brian hablaba.
— El equipo de porristas —respondió Brian con naturalidad.
— N-No estoy entendiendo... —tartamudeó.
— ¿Ah? —preguntó— ¡No! ¡N-No es eso!
— ¿Y por qué nunca antes habías entablado conversación con ellas? —preguntó con los ojos algo vidriosos.
— Roggie, sabes muy bien que...
— ¿Sabes? No importa, en serio.
Roger comenzó a irse y Brian lo siguió.
Cualquier explicación fue en vano, cualquier beso fue inútil.
Roger se había sentido traicionado, aunque esa no hubiera sido la intención de Brian.
El malentendido creció.
Algunos gritos, unos pocos llantos.
Una nueva discusión.
Roger se fue, dejando a Brian con el corazón roto.
brihalmay03: Roggie, por favor hablemos
brihalmay03: Roggie, sabes que no te engañaría
brihalmay03: por favor
brihalmay03: Roggie te amo, no peleemos
brihalmay03: te lo ruego
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(...)
— ¿Qué piensas hacer? —le preguntó George.
— No tengo la menor idea... —respondió Roger con la cara tapada con sus manos.
— ¿Por qué no hablan? —propuso Syd— tal vez así todo se resuelve.
— Syd, ha pasado una semana y... no sé —contestó Roger.
— Pero no pueden terminar así —dijo George— ustedes son como la pareja perfecta.
— Éramos la pareja perfecta... —suspiró Roger.
— Pueden volver a serlo —dijo Syd.
— No sé... supongo —dijo.
— Hablen, será lo mejor —dijo George.
(...)
Roger esperaba en un banco del parque. Brian llegaría en unos minutos.
Pronto lo vio llegar, sus rizos, sus ojos.
Allí estaba.
Lo primero que hizo fue abrazarlo. Roger correspondió.
— Gracias —le dijo— por querer hablar.
Roger asintió.
— Te juro, por mi vida, que no me involucré con ellas, solo... solo hablábamos —le dijo Brian.
— Pero... parecía otra cosa —dijo— me hubieras llamado, ¿no?
— Lo olvidé... —se excusó.
— Siempre olvidas las cosas... —se lamentó Roger.
Brian suspiró.
A fin de cuentas era verdad.
— Puedo dejar de hacerlo...
— Me has dicho eso cuatro veces, Bri...
— Por favor...
Roger le tomó las manos.
— No quiero terminar odiándote.
— Yo tampoco, bebé —le dijo Brian.
— No quiero que seamos tóxicos.
— Ni yo...
— ¿Qué hacemos?
— Quizás... —Brian suspiró— quizás debamos darnos un tiempo...
Roger asintió.
— C-Creo que es lo mejor... —dijo mientras las lágrimas caían de sus mejillas.
Se amaban.
Se adoraban.
Pero nada dura por siempre en el frío noviembre lluvioso...
Fin.
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