17

— Vamos Roggie, levántate, tienes que volver a clases —le dijo su abuelo tratando de despertarlo.

— No... No quiero ir... —musitó Roger medio dormido.

Su abuelo lo zamarreaba suavemente, tratando de no hacerle daño, pero despertándolo.

— Brian ya viene en camino a buscarte... —dijo su abuelo.

— Puede esperar... —respondió Roger aún sin mostrar señas de despertarse.

— Roggie...

¿A qué hora se había dormido?

¿Cuánto había durado el insomnio?

¿Tres AM?

¿Cuatro AM?

O quizás hasta las cinco.

Roger no tenía certeza, pero ahora estaba pagando el precio del insomnio, que aunque fuese algo que uno no puede remediar, te ataca con sus consecuencias de igual manera.

Estaba nervioso, no quería volver a clases.

Las vacaciones de invierno se le habían hecho nada, eso gracias al alto de rulos llamado Brian.

De todas formas, la idea de volver a ver a Mick y a Keith lo espantaba, pero no había querido molestar al castaño de rizos a esas altas horas de la noche.

— ¡Roger! —exclamó Betty desde el piso de abajo— ¡Brian está aquí!

Ahí Roger no tuvo más remedio que salir de las pesadas y tibias sábanas para dirigirse al baño más cercano.

Luego de ducharse y vestirse salió de la habitación. Se peinó el cabello aún húmedo y bajó las escaleras.

En efecto, Brian se encontraba en la sala de estar junto sus abuelos y su hermana pequeña.

— Hola, Rog —saludó abrazándolo. Roger apreció su discreción, a pesar de que sus abuelos y Betty supieran.

— Hola —saludó devuellta.

Se despidió de sus abuelos y salieron, acompañados de Betty, ya que debían dejarla en la estación de autobuses.

Luego de unas dos cuadras, la pequeña niña de siete años llegó a su destino.

— Adiós Betty, cuídate —Le dijo Roger y le dio un beso en la mejilla.

— Bye Rog —se despidió Betty de forma más informal —Bye Brian.

— Bye Betty —Sonrió Brian imitando el modo de despedirse de la pequeña hermana de su novio —Suerte en la entrega del PowerPoint de historia.

— ¡Gracias! —exclamó Betty —¡Nos vemos!

La niña subió al autobús escolar y los dos chicos siguieron caminando.

— Ahora déjame saludarte bien —le dijo Brian para posteriormente besarlo.

El rubio correspondió, pero se separó al instante tras oír unos leves y débiles, pero rápidos, aplausos.

Los dos se dieron vuelta y vieron a Betty que seguía parada en el umbral del autobús mirándolos a los dos con alegría en el rostro.

— ¡Betty! —exclamó Roger sonrojado a más no poder en forma de reproche hacia su hermana pequeña.

Betty rió a carcajadas y les lanzó un beso con la mano, luego entró de un salto al autobús y este partió.

— Disculpa por Betty... —Dijo Roger después de que se hubiera asegurado de que la pequeña rubia ceniza no seguía viéndolos.

Brian sonrió y le acarició la mejilla.

— No te preocupes, bebé —le dijo para luego posar sus labios sobre los suyos —Sigamos caminando.

Roger asintió y siguieron caminando.

(...)

— ¡Hola! —dijo Brian al estar frente a ambos —él es Roger.

— Hola... —saludó este tímidamente.

— Hola, querido —saludó de vuelta el azabache —Freddie Mercury.

— John Richard Deacon —saludó el segundo estrechándole la mano —un gusto.

— Igualmente —saludó Roger.

— ¿Cómo han estado? ¿Lo pasaron bien en las fiestas? —preguntó Brian para romper el hielo.

— ¡Oh sí! —respondió Freddie— Me regalaron un abrigo que está divino, además de un piano. Mamá cocinó de maravilla.

— ¡Qué bien! —respondió Brian.

— A mí me dieron unas camisas y un bajo —dijo John.

— Suena increíble —sonrió Brian.

— ¿Qué te dieron tus padres a ti, Roger? —preguntó Freddie sin saber.

— No... No tengo —musitó Roger mirando hacia el suelo.

Freddie se tapó la boca con ambas manos y se disculpó numerosas veces.

— Te dije que sin comentarios indiscretos —lo riñó John.

— Pero mis abuelos me dieron unos libros... —habló Roger— Tratan de dos hermanos que van de vacaciones con sus abuelos a una finca, donde descubren que en realidad la finca es una reserva de seres mágicos.

— Suena a Gravity Falls —dijo John inclinando un lado de la cabeza.

— También me sonó parecido, pero en internet dice que es anterior, y dentro del libro igual.

— Ah...

— ¿Y a ti, Brian? —preguntó John.

— Me dieron un disco de Pink Floyd —dijo Brian rápidamente.

— Ah... genial.

Roger se preguntaba si ambos amigos sabían de lo suyo con Brian o si solo pensaban que era un amigo de este.

Pero entonces Brian aclaró sus dudas entrelazando sus manos.

Los otros dos chicos sonrieron.

— Lucen hermosos juntos, queridos —dijo Freddie sonriendo.

— Por supuesto, ¿acaso no lo vieron? Parece un ángel —contestó Brian.

Roger, que ya de por sí estaba sumamente ruborizado, sintió las mejillas ardiendo a más no poder y el corazón palpitar enormemente. Las mariposas en el estómago se hicieron presentes rápidamente.

Sin dudas, Roger estaba enamorado.

(...)

— Entonces —dijo el profesor— La Reina María Estuardo de Escocia fue coronada reina a los seis días de edad, luego vivió en Francia la mayor parte de su infancia mientras Escocia era gobernada por regentes. Se casó con el Rey Francisco de Valois a la edad de 16 años, con quién llevaba comprometida desde los 5. Luego, en 1559 Francisco se vuelve rey de Francia luego de la muerte de su padre, Enrique II, convirtiéndose en reina consorte de Francia...

Roger tomaba sus apuntes lo más rápido que podía, el profesor no hablaba tan rápido, pero temía hacer preguntas estando Mick y Keith ahí, por lo que cuando tenía dudas simplemente le preguntaba a otro del curso, o se paraba a preguntarle directamente al profesor.

— ¡En la serie hay un hijo bastardo de Enrique y su amante, no de Catalina de Médicis! —exclamó alguien al fondo de la sala.

— ¡Es un personaje ficticio! —dijo el profesor.

Roger rió por lo bajo y siguió escribiendo con rapidez.

Al terminar la clase releyó sus notas quedando conforme con ellas, había logrado anotar toda la información relevante.

Se disponía a salir mientras guardaba sus cosas cuando llegaron a quienes más temía enfrentar:

Mick Jagger y Keith Richards.

— Hey Keith, ¿Escuchas los rumores? —preguntó Mick estando detrás de Roger, con el fin que éste lo escuchara.

— Oh, hay muchos, Mick... ¿Podrías ser más específico? —preguntó Keith.

"¿Por que siento que esto está planeado?" Pensó Roger.

— Dicen que May del paralelo tiene pareja —dijo Mick.

— ¿Ah, sí? —contestó Keith fingiendo asombro.

— Y dicen que es un chico de este curso —siguió Mick.

— Siempre supe que terminaría en eso —rió Keith.

— Yo también, al igual que este de aquí —rió Mick pateando ligeramente la pierna de Roger.

Este permaneció inmóvil.

— Mándale saludos a tu noviecito de nuestra parte —dijo Mick— Keith, vámonos.

Ambos se fueron dejando a Roger solo en el aula de clases.

Las lágrimas escurrieron silenciosamente por sus mejillas.

Roger seguía inmóvil, con una mano metida dentro de su mochila tomando un libro que estaba introduciendo y otra apoyada en su pupitre.

Seguía llorando en silencio y sin ningún movimiento en la misma posición, ahora las burlas incrementarían, ¿Cuánto más podrían molestarlo?

Y lo más importante.

¿Cuánto más él podría aguantarlo?

Sintió unos cálidos brazos abrazarlo desde atrás.

Dio la vuelta ligeramente.

Brian.

Brian y su infaltable sonrisa cuando lo miraba, cuando lo escuchaba.

Brian y esa sonrisa que lo tenía loco.

Cuando éste se percató del estado de Roger borró la sonrisa inmediatamente.

— ¿Sucede algo, bebé? —le preguntó con preocupación. 

— Nada, Bri, en serio —respondió Roger tratando de sonar lo más informal posible.

— Roggie, estás llorando —le respondió Brian a tiempo que lo dejaba frente a él y le secaba delicadamente una amarga lágrima que corría por la mejilla del rubio.

— Eh... ¡N-No estoy llorando, tú estás llorando! —dijo Roger sonriendo fingidamente mientras trababa de buscar la forma de hacer pensar a Brian que estaba de buen humor.

Al parecer el chiste no lo convenció.

— Amor...

— Nada, Bri... en serio, nada... —dijo Roger respirando con dificultad.

— Roggie, dime por favor —suplicó Brian acariciando delicadamente su mejilla.

Roger apartó la vista de él mientras sentía cómo se le inundaban los ojos.

Rápidamente los cerró, pero aún así las lágrimas se escurrieron por debajo de sus tibios párpados.

— Roggie, sabes que yo solo quiero que estés bien, pero para que yo pueda ayudarte necesito que me cuentes las cosas —le dijo Brian mientras seguía acariciando su mejilla y con la otra mano movía dulcemente la cara de Roger para que lo mirara.

Roger asintió.

— Mick y Keith...

— ¿Qué sucede con ellos? —preguntó Brian.

— Ellos saben, Bri... —respondió Roger sin que las lágrimas dejaran de correr por sus suaves, y ahora algo rojas, mejillas— me molestarán más ahora... ya me molestaron ahora.

— No lo harán, bebé —respondió Brian a tiempo que lo abrazaba y le acariciaba el cabello— no dejaré que lo hagan.

— Pero tú eres de otro curso, no puedes ver si me molestan o no en clases...

— ¿Acaso no puedo encararlos después?

— Bri, por favor no lo hagas, no los encares, será peor... —suplicó Roger mientras colocaba su cabeza en el pecho de Brian mientras seguía llorando— por favor, Bri, te lo ruego...

Brian suspiró.

— Está bien, amor... —dijo— no les diré nada, pero sí te molestan estando yo presente, te voy a defender, lo juro.

Roger asintió aún llorando y acurrucándose en el pecho de Brian.

— Gracias, gracias, gracias —susurró.

— De nada, Roggie... —contestó Brian besando su cabeza.

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