Capítulo 45: Purgatorio
Te encontraré
Aquí adentro de la oscuridad
Romperé
No importa donde estés
Pov's Bill
Dipper se había ido de alguna forma que yo desconocía, dejando un muñeco de arena tras su partida.
Su perdida me dolía más que la ignorancia humana, pero no podía hacer más que intentar salvarlo y seguir con mis propios intereses, todo al mismo tiempo.
Sin embargo, ¿Cómo podía ayudar a alguien si no sabía como?
La ausencia de Dipper fue percatada por todos, siendo cuestión de poco tiempo a que recibiera preguntas sobre el nuevo y extraño comportamiento de quien era un pequeño curioso.
Y por desgracia de todos, nadie tenía una respuesta exacta y yo me callaba la última e única conversación que he tenido con Dipper en semanas.
¿Salvarnos de qué, he de preguntar? El ángel genocida no es más que algo que se puede vencer con tiempo, y sin causarnos el menor problema. No luchamos contra el reino de los cielos, situación hipotética en la que me vería muerto en preocupación y ansiedad.
Podría preguntarle, pero me niego a hablar con ese nuevo Dipper. Quiero devuelta a mi niño frágil. ¡Por el averno, si un día antes tuvimos sexo y él no paraba de llorar! ¿Por qué mierda cambió tan rápido?
De reojo veo caminar al muñeco con disfraz de un ser hermoso, pero que sólo tenía eso, un exterior idéntico pero un interior más desconocido que lo que depara la Oscuridad.
Oh, Oscuridad... ¿por qué me arrebatas al amor de mi asquerosa y miserable vida? Dime qué tengo que hacer para quitarme este castigo, si acaso es uno.
Muchos ven a Dipper como una amenaza, y su familia no es la excepción. Y todo es a causa de su extraño comportamiento entre ellos, en especial con Pacifica. No he sido testigo de eso, pero no necesito serlo con sólo saber que Dipper es otro. Mabel ha corrido a buscarme, exigiéndome saber qué pasaba con su hermano, quien parecía no querer al hijo que había engendrado.
- Pacifica tiene miedo a perder a su hijo, y con Dipper así sus tormentos empeoran... ¿Qué pasa con mi hermano, Bill?
- No lo sé, Shooting Star. Créeme que quisiera saberlo. Él ya no es nuestro Dipper
- ¿Dónde está mi hermano, entonces?
- En la profundidad de un oscuro abismo, eso sin duda. No dejes que Dipper se acerque mucho a Pacifica. Los bebes recién nacidos pueden ser muy atrayentes para seres que no conocemos...
Ella no me argumentó, sólo asintió y desde ese entonces, hay demasiada seguridad alrededor de Pacifica.
Hey, puedo decir que el destino tiene un humor de mierda.
¿Quién, en su sano juicio, hubiese pensado que Pacifica y yo veríamos a Dipper como un monstruo, queriéndolo lejos, aún cuando lo amamos con locura? Vaya, ni un enfermo mental con las peores patologías se lo hubiese planteado.
Aunque regresar a Dipper es mi prioridad, hay un asunto importante al cual tengo que lidiar.
Y a estas alturas, me pregunto si acaso los demonios se pueden cansar. Porque si es así, terminaré muerto de cansancio después de esto.
Zadquiel, un estúpido ángel invocado que quiere terminar con toda raza humana como purga, es verdaderamente un fastidio. Y no lo digo porque me quiera joder mis planes de conquista, sino que de alguna u otra manera ha liberado los sellos del apocalipsis.
Estúpido Marchosias, con ganas de azotar su cara de niño bonito en vidrios. Pero Astaroth lo protege más que a su preciado hilo del destino, algo irónico sabiendo que Marchosias se lo robó anteriormente.
Al menos acepta la culpa con remordimiento y ayuda a dar frente al ángel.
- Entonces...- hablé después de un largo silencio entre los presentes- ¿Hay objeciones?- Nadie en la sala habló y ese silencio lo tomé como una respuesta- Pues bien, ese será el plan definitivo si no hay ninguna
Astaroth asintió junto con Marchosias, y las pesadillas lo hicieron después.
Me sentía ansioso, claro que sí. Con Zadquiel lejos, mis planes de conquista podrían darse sin ninguna traba.
Los cuatro jinetes del apocalipsis surcan los cielos, pero sólo pueden hacer sus efectos fuera de mi imperio.
El anticristo, crisis económica, hambre, guerra y enfermedades infecciosas dignas de edad media hacen a los humanos caer en desesperación. Y quienes son listos, han llegado implorando unirse a mi imperio o se han suicidado. Los imbéciles, se han unido al anticristo o han seguido en devoción a su furioso Dios.
Al menos estos últimos ya han muerto, reduciendo considerablemente la población.
Así que podríamos decir que hay más de dos bandos en esta situación. Y claro, esto ocasiona un completo caos.
Dí por terminada la reunión, y seguido de eso, todos salimos de la sala de reuniones.
Dipper estaba esperándome afuera de la habitación, como una extraña estatua.
Quise fingir no verlo ni sentirlo, pero me fue imposible porque él comenzó a seguirme. Sus pisadas eran insonoras, algo que favorecía mi plan inicial de ignorarlo, el que se arruinó cuando el castaño tocó de mi hombro para llamar mi atención.
- Hola Dipper- susurré.
- Hola Bill, ¿podemos hablar?- preguntó.
- No lo sé...- sus ojos, antes azabaches, se oscurecieron mientras fruncía el ceño.
Justo en ese momento, el sexto sello se abrió.
La tierra comenzó a temblar, tirando varias cosas al piso y agrietando varias paredes con la misma facilidad con la que se rompería con las manos un pedazo de papel. Los gritos empezaron a invadir el aire, fundiéndose en el viento que soplaba con rapidez.
Mi instinto me hizo actuar sin pensar. Tomé a Dipper en mis brazos y él se resguardó en mí, justo como antes lo hacíamos, y por un momento, sentí a mi Dipper a mi lado, no a un muñeco de arena y oscuridad.
Los dos nos aferramos, mientras que todo se sacudía a nuestro alrededor. Perdí la noción del tiempo, pero sé que es por más decir que fue duradero. Una vez que el movimiento era sólo oscilatorio y comenzaba a calmar, pude separarme un poco de Dipper para ver su linda cara.
Sólo con verlo pude apreciar que Dipper aún estaba ahí, pero a voluntad de algo.
Junté mis labios con los suyos, en un tormentoso y desesperado beso. Aferré sus caderas mientras él se colgaba de mi cuello, acariciando mi cabello.
Entre el arenoso sabor de sus besos, pude sentir una pequeña flor de manzanilla brotar, y de esa, muchas se propagaron por la arena como agua.
Oh Dipper, no sabes cuanta falta le haces a mi lastimada voluntad.
Un sonido nos separó. Un escalofriante sonido, hueco como un trueno que hizo temblar los cielos. El sonido de una trompeta...
El sonido de la lluvia y de granizo invadió casi al instante cuando el sonido de la trompeta cesó. Aún abrazando a Dipper con un brazo, me dirigí hacia la sala del trono.
Pude percatarme que la sombra de oscuridad que mi Pine tree cargaba crecía con sorprendente rapidez. Fueron pocos minutos, pero suficientes para entender con claridad que Dipper seguía conmigo, con la desconocida oscuridad acompañándolo siempre. Dipper era el mismo, pero ha cambiado su alma por una cuestión que desconozco, una cuestión que esconde, una razón que oculta a todos con una máscara.
Una razón que mataría por saber...
Al llegar al salón del trono, me encontré con todos ahí reunidos, nerviosos y temerosos, viendo hacia las ventanas. No era necesario que yo también me amontonara en las ventanas para saber que estaba granizando y que estaba lloviendo sangre.
- La primera trompeta ha sonado- Marchosias se acercó a mí y a Dipper, acompañado de Astaroth- Ya no nos queda tiempo
- ¿Crees que no lo sé?- dije- Lo peor es que no sabemos si podemos salir así, dejando este caos. Se abrieron dos sellos de golpe y sonó una trompeta, muchos no soportan tanto
- Mis barreras están actuando en los territorios que te pertenecen, así que son menos los efectos. Pero los demás que no se han unido a ti están siendo lentamente destruidos- dijo Marchosias con preocupación.
- ¿Y eso qué? Imbéciles ellos por no escoger el bando que más conviene- repuso Astaroth, encogiéndose de hombros.
- ¡Astaroth! A algunos sí nos interesan los humanos, sean o no del mismo bando que nosotros- le reprochó Marchosias, con enojo.
- Claro, cari, claro
Mi corazón se estrujo al verlos tan juntos, sintiendo envidia de ese comportamiento. Vi de reojo a Dipper, quien tenía la mirada perdida, ajeno a mi conversación con los demonios, pero quien seguía aferrándose a mi. Al menos, me alegra que yo pueda ser algun tipo de reconforte para Dipper.
- Esperemos a que cese esta lluvia, o al menos disminuya- dije y me alejé de ellos, aún llevando a un callado y ausente Dipper.
Di ordenes a mis pesadillas de que visitaran las naciones que me pertenecieran y hablaran con los representantes de éstas, tranquilizándolos a ellos y explicándoles entre medias lo que pasaba. Estas situaciones no eran fáciles de procesar para humanos de mente frágil como ellos, humanos que no están familiarizados con lo desconocido a lo que están mal acostumbrados a vivir.
Pude ver en un extremo del salón a la familia Pines, quienes intentaban calmar a Pacifica de una de sus frecuentes crisis de ansiedad que ha empezado a tener desde que las cosas con Dipper se han dificultado.
No me acerqué, sin embargo. No podía hacerlo teniendo a Dipper aferrándose a mí, no cuando le temen.
Decidí salir de la estancia. Mi hermano se encargaría de calmar a todos, al igual que Marchosias y, por ende, Astaroth le tenía que ayudar. Ya no era necesaria mi presencia ahí.
Además, seguía teniendo como prioridad a Dipper.
- Dipper- me situé en frente de él y tomé su rostro entre mis manos- Ya todo paso, ¿de acuerdo?
- Necesito ir, Bill- dijo en un apenas audible susurro.
- ¿A dónde?- le pregunté, con la mayor suavidad y dulzura que pude.
- A la Cabaña del Misterio- respondió- Necesito ir rápido
Con sólo escuchar eso, algo nuevo y extraño me sucedió. Mi voz se quebró cuando quise hablar para reprocharle, y algo pareció atorarse en mi garganta, algo que me impidió volver a hablar.
Tragué saliva varias veces para así intentar quitar lo que sea que se extendía por toda mi garganta y pecho, algo pesado.
- ¿Sabes que ahí está Zadquiel, no es así?- alcancé a decir sin quebrar mi voz.
- Por eso quiero ir. Es la única forma, Bill
Y exploté. Me enfurecí tanto como pocas veces lo había hecho. Y me desesperé por primera vez.
- ¿¡La única forma de qué, Dipper!?- grité, tomándolo de los hombros y zarandeándolo un poco.
- La única forma de salvarlos. ¿De qué más se trataría?- respondió con fastidiosa tranquilidad, sin alguna duda en sus ojos.
Daría lo que fuera por verlo inseguro otra vez. Daría lo que fuera para no tener a mi Dipper a mi lado sólo unos pequeños y efimeros instantes.
Dio dos pasos para alejarse de mi, en dirección hacia la salida.
Dos pasos fueron suficientes para hacerme correr hacia él.
Dos pasos dieron inició a su carrera para salir, para dirigirse a lo que era una muerte segura.
Tanta determinación en su ser me abrumaba en sobremanera. Y sólo me hacía preguntar infinitas veces el qué iba a hacer.
Alcanzarlo fue fácil, porque el castaño no contaba con la agilidad y rapidez de un ser omnipotente y lleno de energía como yo.
Lo jalé del brazo con fuerza, mientras él forcejeaba sin decir nada.
- Tú no saldrás a ningún lado, Dipper- le grité, acercándolo más a mi- No sé que te sucede, y no me gusta ni un poco. ¿Dónde quedó mi Pine tree precavido?
- Aquí está, Bill. No se ha ido- me respondió, con tranquilidad.
- Claro, si precaver es lanzarte al enemigo, te creería. Pero no es así
- Estoy intentando evitar que el apocalipsis avance mas rápido. Sabes que a la séptima copa no podrás vencer a nada. Bajaran los siete arcángeles y lucharás contra el cielo entero
- ¿Y cómo quieres evitarlo, amor?- le pregunté, llevándolo hacia mi habitación. No la he utilizado últimamente, pero me servirá para mantener a Dipper a salvo, aunque eso implique encerrarlo como una hermosa ave.
- No te puedo decir. Todos me odian, si lo digo, me odiarán más
- No te odian- dije, llegando a la habitación y haciendo a Dipper entrar a ésta- Te temen. Y lo hacen por tu repentino aislamiento a todo; al exterior, a tu familia, al futuro, a los sentimientos...
- Es por su bien...- susurró en respuesta.
- ¿Qué tanto dices?- reí con amargura- Tengo tantos años luz vivo, fui testigo de todo... pero no logro comprenderte, y eso me hace sentir como un niño pequeño descubriendo el mundo...
- No tienes que entenderlo todo siempre, Bill
- Te has salido de mis manos, Dipper. Y a ti, que tanto te conocía, pareces un completo desconocido a mis ojos
Nos quedamos viendo un largo rato en silencio. Me perdí en su ojos color chocolate y el pareció hacerlo en los míos. Aunque ya no lo sé, por mas que odie admitirlo.
Y lo detesto tanto...
Tuve la certeza de que mi lindo Dipper había vuelto a salir de su escondite cuando comenzó a llorar. Sus lágrimas fueron tan placenteras de ver que sonreí y lo besé, mientras él se aferraba a mí.
- No quiero hacerlo- sollozó cuando me separé de sus labios- No quiero
- No lo hagas, entonces- le respondí- No sé en qué te estas metiendo, pero no debes hacerlo solo... ya lo sabes, siempre estaré apoyándote
- Pero tengo que hacerlo, aunque no quiera. Es la única forma de parar esta locura, de protegerlos: A mi familia, a Pacífica, a ti...
- ¿Qué es eso que tienes que hacer, Dipper? Si me dijeras, podría ayudarte...
Él negó con pesar, aún sollozando.
- No puedo decirte. Quisiera hacerlo, en serio, pero no puedo
Fruncí el cejo y acerqué mi rostro a la de él. Intenté leer su mente, algo que me había jurado no hacer. Si acaso no podía sacarle la verdad a las buenas, con todo mi pesar tendría que ser a las malas.
Sin embargo, algo me alejó de su mente. Me impidió el paso como si hubiera un muro protegiendo algo valioso. Y ese era un muro de oscuridad, poderoso e impenetrable.
- No intentes saberlo, Bill- me dijo, aún llorando- No lo sabrás por más que lo intentes
- ¿Es tan malo, Pine tree?- le pregunté, besando sus lagrimas.
- No lo sé, quizá sí- respondió, dejándose besar.
Pudo ser que era mi desesperación por sentirlo, mis ansias de besarle lo que me hizo actuar.
Invadí de nueva cuenta sus labios, utilizando mi lengua para danzar con la suya. Lo tomé en mis brazos y lo cargué, acunando su cabeza en mi mano para acercarlo a mí e impedir que dejara de besarme.
Lo acosté en la cama que anteriormente nos había guardado en nuestras noches de pasión, donde le decía cuanto lo amaba una y otra vez, donde besaba y acariciaba su cuerpo hasta tener su figura memorizada. Algo que repetí esta vez, aún sabiendo que quizá se lo hacía a un muñeco de arena y oscuridad.
Besé su cuello y su rostro hasta atreverme a quitar su ropa con suavidad. Mi boca recorrió sus hombros, sus brazos, su pecho y su abdomen, haciéndolo retorcerse y gemir.
Sentí sus manos tímidas acariciar mi nuca y dirigirse lentamente hacia los botones de mi camisa, desabrochándolos lentamente.
Sonreí y dejé que Dipper me quitará mi camisa. Sus manos eran un poco frías a como lo eran antes, pero era lo de menos al sentir sus dedos acariciar mi piel.
Sin embargo, en medio de caricias y susurros llenos de falsas promesas de un futuro incierto, escuchamos dos sonidos que hicieron al frágil chico debajo de mí estremecer, y a mí me hizo preocupar.
Que los arcángeles hayan hecho soñar tres trompetas el mismo día no era más que una pésima señal.
Dipper se separó de mi después de salir de su confusión y tomó su camisa y pantalones del suelo. Su cuerpo volvió a obtener una inquietante tranquilidad, las manos temblorosas de Dipper desaparecieron, y su rostro se llenó de decisión.
- Pine tree, ¿Qué haces?- le pregunté, incorporándome en la cama.
El muñeco de arena y oscuridad no me respondió, sólo torció el gesto cuando le preguntaba por su repentino cambio. Tomé mi camisa y me la coloque al ver a Dipper salir de la habitación corriendo, sin esperar a nada ni decir una palabra.
Maldije a todos y perseguí al niño. Es la segunda vez que huía de mí en un día, y sólo yo sé cuanto detestaba esto.
Alcanzarlo no fue problema. Dejar que lo agarrase sí lo fue. Él me arañaba y se retorcía, mientras gruñía ordenes de dejarlo ir.
- Basta, Dipper... o lo que seas- le dije, mientras agarraba sus dos muñecas con una mano- No te dejaré salir, eso es algo suicida. Sé que quieres ayudar, pero esta no es la forma
- Tú no entiendes lo que estás enfrentando, Cipher- gruñó- No sabrás que hacer aunque tengas sabiduría eterna. Acepta que hay cosas que no eres capaz de hacer
- Acepto que no logre entender lo que pasa a Dipper, pero no a Zadquiel. Es un estúpido ángel que trae el apocalipsis, sí, pero yo también llevo el apocalipsis en mí, y uno más terrorífico. Puedo con el imbécil- Apreté mi agarre de sus muñecas hasta hacerlo exclamar de dolor- Y tú no eres nada para decirme qué o no hacer. Te mantendrás encerrado hasta que acabe con esto, y veré la forma de sacar esa oscuridad de Dipper
Tiré del muñeco hacia mi habitación, un lugar donde sabría si la Oscuridad entra o sale. Me encargué que todas las ventanas evitaran dejarlo salir, y me encargué que la puerta no fuera forzada a abrirse mas que por mí.
Y encerré a mi niño, como una hermosa ave en una jaula de oro.
Sin embargo, aun cuando hice invisibles cadenas y muros en Dipper, pensados como imposibles de pasar, él emprendió vuelo, casi huyendo. O pareció que sólo fue un fantasma el que estuvo ahí.
Bastaron tres días y tres trompetas más para que mi ser experimentara por primera vez terror hacia el futuro.
Y colmó el demonio que ansió buscar al castaño antes de ser tarde.
Antes de perder su alma y cuerpo para siempre...
•~•~•
Hola, estrellitas!!! La Tierra les dice hola!!! ♥♥ (⌒▽⌒)
Las cosas se tornan raras, lo sé... Pero quizá ya se arregle en el próximo capítulo... quizá
Ya estamos en los últimos capítulos, y eso me emociona mucho.
La canción es una de Ruelle (otra vez) y es Find you <3
¿Qué les parece Dipper? ¿No es más incomprensible que chica en sus días? :3
Aún hay cupo en el grupo de Whatsapp... HOLA PAPÁ!!! SIGUES VIVO?? IGUAL TÚ LUNA...
Y pues bueno... (NO TENGO NI IDEA DE QUÉ MAS DECIR)
ESPEREN SORPRESAS
Mushos abrashos ashfixiantesh y beshos baboshosh!!!!!! <3 <3
AÚN ES MUY PRONTO PARA ESTAR CALMADO...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top