Capítulo 40: Crónicas de un demonio



Ven hacia mí

Y déjame morar en ti 

Soy el deseo 

Lo oscuro que hay en ti


Pov's Astaroth



Los demonios somos los seres mas interesantes que nunca habrían podido existir.


Y sí, no conozco el término modestia.


Somos fascinantes por naturaleza. Tenemos una belleza imposible para todos los seres (con excepción, quizá, de los ángeles), una inteligencia de envidiar y un sentido de humor exquisito.

Pero, sorprendentemente, los demonios no somos completamente perfectos. En nuestra armadura, se encuentra una grieta letal para nosotros, y la cual no queremos mostrar a la luz.


Aunque los demonios más viejos, los cuales no pueden ni moverse, dicen que aquella falla nos hace débiles, si es en un caso especial, nuestro poder incrementa a grandes niveles. Pero raros son los casos.


Por eso muchos evitamos a cualquier costo ese sentimiento. Porque, siendo sinceros, ¿quién quisiera dar la vida por otro ser? Eso es absurdo.

Pero creo que se volvió algo usual ver a un demonio enamorado. Estoy rodeado de puros imbéciles que hacen eso.


Los hermanos Cipher son los primeros imbéciles a los que voy a nombrar. Primero el más pequeño, el que parece cachorro abandonado, Will Cipher. Desde el principio no veía en él un gran futuro dada su debilidad y sus sentimentalismos. Y claro que tenía razón, yo jamás me equivoco.


Will Cipher terminó haciendo una Unión en pacto con un muchacho cualquiera, que tuvo la dicha de conocer más de su limitado universo.  Hicieron una ceremonia igual de absurda que el cuestionamiento incesable de la muerte. Y algo irremediable, sin poder romperlo. ¿Qué si creo que fue estúpido? Claro que sí.

Pero creo que Will no está en miseras circunstancias como lo está su hermano mayor, Bill Cipher.


El estúpido triángulo es bien conocido por su ingenio, su poder, su sentido del humor y su crueldad.

Sin embargo, últimamente ha puesto sus ideales a un lado por culpa de un mocoso humano, el cual tuvo la dicha (o desdicha) de haber enamorado a Bill.

Quizá suene insensible. Y si es así, no me interesa, el amor es un mosquito en la madrugada; insoportable y difícil de dar con él.


Lo peor es que tengo que soportar sus berrinches de niño pequeño. Tengo que aguantar cuando empieza a aventar cosas al suelo y cuando empieza a gritar, maldiciendo todo y a él mismo. Tengo que calmar su humor para no quedar inundados.



Yo sólo era un invitado.

Y terminé involucrado en este drama.


Uno de mis deseos es largarme de aquí de una vez por todas. Pero no puedo sin mis poderes, que fueron robados por aquél demonio de profundos ojos cobalto.


Oh, Marchosias, él sí que es una patada en el trasero. Por más que intente darle a entender que jamás podrá regresar, siempre va a estar con su absurda idea de volver a ser un ángel. Y no veo la gracia en volverlo a ser, siempre rígido ante las reglas y a la frialdad, alejados de placeres carnales. Marchosias entenderá por fin eso cuando sea muy tarde. Y si eso pasa, yo tendré que ser el indicado en sacarlo de ese aprieto.


Y no, no tengo idea del porqué de brindarle protección a ese imbécil.


Es una de las cuestiones que más me he planteado a lo largo de los siglos siguientes a conocerlo. Quizá  (y más probable) es lástima hacia el asustado de demonio, llorando y pidiendo volver a algo que no hacía ni el atisbo de escucharlo.


Le enseñé a sobrevivir ahora en su estado de demonio, y aún haciendo todo lo posible, seguía con su mismo pensamiento de ángel. Era tan puro que me fue imposible no oscurecerlo.

El hablar sucio y con groserías jamás pudo ser su fuerte. El engañar a los humanos mucho menos. El destruir vidas fue un error hacerlo comprender, puesto que quedó traumado.


Pero había algo que pudo entender casi a la primera. Y fue ser arrastrado por deseos carnales.


Lo llevé con varias diablesas a las cuales yo conocía muy bien y que son unas ninfomanas de primera. Casi vomita al verlas desnudas y tuve que evitar golpearme en la pared por la vergüenza. 


Pero no podía perder el ideal  de romper esa inocencia tan hermosa.


Y se me ocurrió que quizá él podría acostarse con alguien que conociera. Con alguien al que le tuviera confianza.


Fue difícil llevarlo a la cama, he de admitir que fue un reto que me fue placentero hacer. En los humanos siempre era fácil, sólo unos pequeños encantos de coqueteo y los tenía debajo de mi. Pero Marchosias necesitaba palabras y acciones más cuidadosas, sin contar el que aún tenia mentalidad de un ángel.


Comencé con pequeñas caricias lascivas, pero él me rechazaba y me gritaba, cada vez poniéndose más a la defensiva. Y ahí decidí ir mas lento.


Soy un demonio hipócrita, lo sé, al igual que un demonio con demasiado orgullo. Y mando mierda a varios demonios al enamorarse cuando yo fui el primero en hacerlo. Me gusta ser el primero en muchas cosas, pero no en esto, lo detesto.


Hacerlo más demonio pasó a segundo plano cuando mi coqueteo dejó de ser un juego a ser algo en serio.

Y de un poderoso gran duque del infierno me convertí en un imbécil. ¿Buscando el aprecio de un ángel caído como un perro buscando un pedazo de carne? Jamás me lo hubiera imaginado ni un poco.


Pero pasó.



Y después de lo que me pareció una tormentosa eternidad, él al fin bajó su guardia y yo pude ser capaz de crear efecto en él con mi coqueteo.


Comenzó con el primer beso robado correspondido.

Siguió con caricias sutiles que no eran devueltas como arañazos.

Y después, por fin, siguió con volverse uno con el demonio de ojos cobalto.


A esas alturas, mi poder se había debilitado considerablemente a causa de aquel sentimiento que muchos anhelan y que yo había pasado casi toda mi existencia evitando. Las ironías que trae la existencia son hastiantes.


Sin embargo, he de agradecer las nuevas sensaciones que ese lindo demonio me hizo sentir.


Y creo que llegué a amarlo con locura, creo que necesitaba de él siempre y sus besos se volvieron mas placenteros que un buen vino o whisky. Ansiaba tenerlo en mis brazos cuando empezaba a desesperarse por algo absurdo como  regresar al reino de los cielos. ¿Acaso no entendía que estaba mejor en el Infierno?


Ese afecto fue mi mayor perdición a lo largo de mi existencia.


Pensé que me correspondía esos estúpidos sentimientos. Y pensar eso fue mi completo error.


¿Cómo pude ser tan estúpido al pensar eso?


Le había enseñado a engañar años atrás y él puso sus conocimientos contra mí.

Era obvio, porque siempre tuvo como prioridad regresar al maldito Reino de los cielos sin importar qué, sin importarle acostarse con un demonio para conseguir lo que quería.


Una mañana, Marchosias había desaparecido junto con mi gran poder del Hilo del Destino.

Quise pensar que fue otro bastardo lleno de envidia, que no sólo le bastó con llevarse mi mejor habilidad, sino también a Marchosias.

Al rastrear sólo mi poder extraviado, me llevó a un universo interesante y a un pueblo fuera de lo común. Y no lo digo por extrañas atracciones turísticas, sino porque era el centro de un imperio que creaba uno de mis amigos, Bill Cipher.


Detestaba pedir favores, pero haría el sacrificio. Además, ¿No es una dicha para Bill tener a un fabuloso y poderoso demonio como aliado?

Al llegar, me encontré con que no sólo su hermano menor, Will, tenía un amante, sino que también lo tenia Bill, ese ser cruel y sarcástico del que jamas pensé que llegara amar a alguien. Y al igual que yo, se había enamorado en sobremanera de ese ser, pero a diferencia de mi, él lo había aceptado y no negaba en ocultarlo.

Y ese ser, el cuál merece mis aplausos, era un ser humano cualquiera... claro, sin contar que tiene una naturaleza demasiado poderosa. De ojos y cabellos castaños, no era apuesto como lo somos los demonios y no sacaba alguna frase irónica, sólo  era un humano corriente.

Creo que se llamaba Mason, aunque yo siempre le decía Ovejita, porque eso parecía, algo perdido al estar fuera de su rebaño.



Y ese niño fue la llave para descubrir mis sospechas, las cuales deseaba que no fueran verdad.



Al descubrir que realmente Marchosias me robó fue algo desgarrador para mi orgullo, tanto que entré en cólera y me juré matarlo cuando lo encontrara.

Lo vi en una cascada, junto con la ovejita y otros imbéciles a los cuales no me interesaba conocer. Pude abalanzarme contra él y asfixiarlo, golpear su lindo rostro o quemarlo. Podría haberle gritado y exigido el retorno de mi Hilo del destino. Podría torturar a sus acompañantes y eso lo obligaría a darme todo lo que me apetezca, porque su corazón gentil así se lo ordenará. Él es débil de carácter y pude aprovecharme de eso.



Pude hacer muchas cosas, pero al final, sólo lo observé.



Se escondieron y al final, me aburrí. Quizá esperaba a que Marchosias saliera y me los devolviera por el mismo. Y claro, fui un completo imbécil al pensarlo. Me largué de ahí, enojado conmigo mismo.


Fueron días de rutina y de enojo, intentando calmar a Bill cuando ya tenía suficiente con calmar mi furia. No tenía ganas de lidiar con un demonio amarillo despechado.

Imaginaba todas las noches como golpear a Marchosias hasta moler cada uno de sus huesos y cada rincón de su alma. Recordé la era medieval, la Santa Inquisición y la Peste negra para imaginar torturas que jamás debieron prohibirse. Eran un gran espectáculo para un demonio aburrido.


Ansiaba tomar su cuello y romperlo.

Ansiaba ver su sangre caer a borbotones.

Ansiaba verlo destrozado y muerto.


Pero eso cambió al verlo realmente moribundo.


Unas pesadillas llegaron con algunos sobrevivientes de la Cabaña. Un chico robusto llevaba en brazos a la ovejita, quien estaba inconsciente y al  borde de la muerte. Diría que está muerto, pero el irregular subir y bajar de su pecho demostraba lo contrario.

Dos viejos, al parecer gemelos, apoyaban a un Marchosias golpeado y débil en sus hombros, mientras éste tosía sangre dorada.  A juzgar por su mirada, estaba medio consciente, pero no iba a tardar en caer.


En vez de sentir alegría, experimenté un nuevo sentimiento, desconocido y abrumador. Sin pensarlo dos veces, caminé hacia el casi desfallecido demonio de apagados ojos cobalto y lo tomé en brazos. Escuché a los viejos exclamar pero no presté atención a estúpidos mortales a punto de morir, no cuándo todo parecía estar enfocado en él. Sé que me voy a arrepentir al hacer esto, y me lo repito varias veces, pero mi cuerpo se mueve a voluntad propia, sin hacer caso de mi rencor.


Bill no reparó en mí, no con el humano que lo tiene loco a punto de morir. Siendo realistas, no creo que sobreviva de ésta. Lo único que espero es que no tenga sexo con el cadáver.



Llevé a Marchosias a la habitación que me había sido asignada pero que rara vez utilizaba. Por más que odiara a este ser, no creo digno ponerlo en un árbol o el piso. Si tenía que morir, que fuera en un lecho cómodo y limpio.

Acosté al tembloroso demonio en la cama y comencé a dedicarme a curar la mayor parte de sus heridas. Todos los demonios sabemos restaurar un cuerpo, pero no sabemos artes medicinales más que unos pocos. En todo caso, yo no sabía nada de medicina como lo hacía el menor de los Cipher.


Al menos lo intentaré y así no sentiré algún tipo de culpa o algo así.


Alcé mi mano y la giré, haciendo aparecer destellos rojos de ésta y la acerqué a su pecho. Me concentré en unir cada ligamento y tendón destrozado. Restaure sus huesos rotos y su carne cortada.


Y sentí una mano tomar mi muñeca, impidiendo seguir con mi trabajo.

- No tienes que hacerlo, Astaroth- Marchosias habló con voz entrecortada y ronca, un claro signo de dolor y de debilidad.

- No lo haré si tomas mi mano, idiota- le dije, frunciendo el ceño.

- Salvarás a un traidor, a un mentiroso- siguió tomando de mi muñeca- Será un fuerte golpe a tu orgullo...


Solté una pequeña carcajada y alcé una ceja, burlándome de él.


- Ya lo hiciste, Marchosias. Pero aprendí a tener ese golpe presente todos los días sin causarme conflicto alguno. Así que déjame curarte y después puedes ir a entregarle el culo a Zadquiel y quizá te suba al cielo como su sirvienta- me moví bruscamente para quitarme su temblorosa mano de mi muñeca. Volví a mi tarea de regenerarlo, en silencio y con Marchosias cada vez más consciente.


Notaba su triste mirada sobre mi, pero la ignoraba lo mas que podía. Y he de presumir que lo logré. Como todo lo que hago.


Al final, Marchosias estaba mejor, a excepción de unas cicatrices que hacían una barata imitación de estigmas. Lo dejé tendido en la cama y fui a tomar del minibar situado en la esquina una copa de whisky. Caminé hacia el gran ventanal para darle la espalda y así nos quedamos varios minutos.


Cuando acabé el whisky que tenía en la mano, mi paciencia se había acabado.


Giré sobre mis talones para encararlo.

- Damelo- le exigí, sin amabilidad ni sutileza alguna. No fue necesario explicarle a qué me refería, puesto que ya había extendido su brazo e hizo aparecer una esfera entre sus dedos, una vorágine de luz, de tiempo, de miserias, de ilusiones, cataclismos y futuros.

Desapareció de su palma extendida cuando yo se lo arrebate. El hilo de destino era como la pieza perdida de un rompecabezas que conformaba mi naturaleza, y al ponerla en su lugar, me sentí al fin completo, poderoso.

- No los utilice- me dijo, como si sintiera mi furia- No sabía como, aparte de que no me pertenecían


Me encogí de hombros, fingiendo nula importancia.


Volví a servirme mas whisky y volví a ignorarlo. Vaya juego mas absurdo.



- No sé si esto sirva de algo... pero te pido una disculpa- posé mi mirada en el demonio de tristes ojos cobalto, interesado en sus palabras- Tenías razón con lo de regresar. Ya no puedo hacerlo, soy un caído y ya no hay retorno... debí haberte hecho caso

- Exacto, debiste

Él me sostuvo la mirada por un largo rato, en silencio incómodo y expectante. Se incorporó y caminó lentamente hacia mi, con dificultad.

- Imbécil, aun sigues débil- le grité, tomándolo de los hombros para evitar que se cayera- Quédate quieto

- Perdóname- me susurró.

- Gastas energía con cosas absurdas. Cállate y quédate quieto- le ordené.


Volví a recostarlo en la cama y me senté en el sillón situado al lado para evitar que vuelva a hacer alguna tontería.


Intenté mantener mi silencio, pero me desesperaba rápidamente y me ponía de mal humor.



Si ya hemos arruinado todo, no importaba que lo arruinara más.



- Yo te llegué a amar. ¿Lo sabías, verdad? Pensé que tú hacías lo mismo- le dije, sin mirarle. Esperé alguna respuesta, la que fuera, pero nunca llegó. La furia embargó mi ser al pasar minutos de silencio. Lo tomé del cuello sin atisbo de gentileza- ¡Me has vuelto débil, Marchosias! Lo hubiera aceptado si te hubieras dado la puta molestia de corresponderme. Pude aceptar dejar de lado el Hilo del destino si sólo tú me hubieras amado. ¿Crees que fue fácil digerir que me habías traicionado?


Junté mis dos manos y ejercí mas presión en mis dedos.


Yo vi alzarse a Marchosias como demonio.

Ahora lo veré perecer.

Y será con mis propias manos.


Él me veía con ojos vidriosos y suplicantes, pero no hizo nada para impedirme matarlo. Al menos, no con intención de salvarse.

- También lo hago- dijo en bocanadas- También te amo. Perdón por traicionarte


Lo solté de golpe y me alejé lo más que pude de él, quien comenzó a toser.



Me vi horrorizado las manos. Oh, por el averno... ¿Que mierda iba a hacer?



- Astaroth...- mi nombre en sus labios se escuchaba de una forma maravillosa y dolorosa.

- ¡Cállate!- le grité- Maldito seas, tú y tus jodidas mentiras

- ¿Crees que es una mentira?- me preguntó, aun con la voz quebrada e intentando recuperar el aliento.


Solté una amarga carcajada.

- No lo haría hace un año, Marchosias.  Pero me has demostrado que debo hacerlo

- ¡Te di tus poderes como señal de arrepentimiento! ¡En serio te amo!

- ¡Cállate!


Paré la horda de insultos que tenía para él al escuchar mi voz quebrarse. Oh mierda, me humanizo cada vez más.


Cubrí mi rostro con el dorso de la mano, irritado. ¿Cómo puedo librarme de esto? No quiero estar igual que el imbécil del triangulo, no así de sentimental.


Me cuesta admitir que me siento perdido en esto.


Retiré mi mano al sentir a Marchosias frente a mi. Incliné mi rostro para verlo con furia, intentando alejarlo de mi, pero él no se inmutó.

- Estás en todo tu derecho en estar enojado y en matarme. Me lo merezco- intentó tomar mi mano pero yo la alejé con brusquedad- Pero no dudes en mis palabras... haría lo que fuera por cambiar mis anteriores acciones

- Yo haría lo que fuera para jamas haberte salvado- le dije y le sostuve la mirada.

- Ya lo creo- respondió sin desviar la mirada.


Él tenía una mirada melancólica y yo una furiosa.


Las ganas de golpearlo seguían en mí y quería hacerlo. Obligando a mi cuerpo a levantar el puño, sentí algo retorcer en algo profundo de mi putrefacta alma.



Malditas mierdas de sentimientos.



De un momento a otro, estaba besándolo con intensidad, jalando de su cabello y mordiendo de sus labios. Sus manos aferraban el cuello de mi camisa y se apegó más a mí. Nuestras lenguas danzaron entre ellas al compás de su respiración entrecortada.


Nos separamos después de un largo instante.


- ¿Significa que me has perdonado?- me preguntó, acariciando las puntas de mis cabellos.

- Te sigo odiando, imbécil- le dije, sonriendo con autosuficiencia.


Él comenzó a reír de una forma angelical que pensé que realmente tenía un ser alado en mis brazos. Pero después recordé que los ángeles no ríen.


Hizo una mueca y paró su risa de súbito. Apretó su estomago, en una profunda herida que no pude restaurar en su totalidad.


Hice caminar a Marchosias hacia la cama otra vez, con el fin de que recupere energía suficiente para poder regenerarse él mismo.


Y Will entró de súbito sin tomarse la pequeña molestia de llamar a la puerta.

- Terroncito, hay algo llamado privacidad- le dije con irritación.

Will hizo caso omiso de lo que dije, tenía una mirada preocupada y casi desquiciada.


- ¡Es Dipper! ¡Ven, rápido! Nunca antes había visto a mi hermano tan afectado. Va a hacer una tontería- habló  tan rápido que me hizo tardar en comprenderlo.

Estuve tentado a replicar, a decir que parezco su niñera. Pero sabía que algo no iba bien. Ese niño, Mason, es poderoso de alguna manera y, aunque no me importe lo que le pase, si algo pasa con él es seguro que deje consecuencias en varios universos. Y es obvio que no quiero que me afecte.


Además, Marchosias ya se había puesto de pie y se dirigía hacia fuera de la habitación.


~•~•



Hola, estrellitas!!! La Tierra les dice hola!!! ♥♥ (⌒▽⌒)

Este capítulo es diferente por mucho, ya que lo narra alguien no común y uno de mis personajes favoritos, Astaroth .

También es un capítulo especial. Todos los que escribimos intentamos poner nuestra esencia en los personajes, y aunque no lo queramos, llegamos a hacer uno que se parece más a nosotros. Y Astaroth es ese personaje; tenemos el mismo sarcasmo asqueroso, mal humor de mierda y mis bromas medio tontas y pesadas. Y @@AlesitaUwUr no me lo negará :v

Dejemos el sentimentalismo de lado, porque pues no es mi estilo, es el de Bill :v Y no, este capítulo no es relleno ni capítulo extra para prolongar mi vida antes de que me maten. 

Pero ya les dije, esperen sorpresas.


¿Algo irónico? La canción es de una de mis banda favoritas en español, Mago de Oz (eran buenos tiempos (?) y se titula... Astaroth xdxd


Pueshhh eso es todo... ah no. 


Muchos me preguntan sobre lo del grupo, así que volveré a explicarlo con mucho gusto :) Sólo mandenme su número de celular POR PRIVADO (ni se les ocurra en comentarios, eso es peligroso y me los pueden secuestrar) y díganme cómo agendarlos para que así sea más rápido y fácil.


Ahora sí, es todo.



Mushosh abrashos ashfixiantesh y beshos baboshos!!! <3


-- Nada ha cambiado ni cambiará--

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