{ PRÓLOGO }

¿No les ha pasado que... al pasar del tiempo todo se vuelve repetitivo? Algo así como que todo se vuelve monótono y aburrido, aun con tantas cosas que puedas hacer o descubrir. Bueno; esa es mi situación actual, actualmente tengo 17 años, asisto a un instituto privado gracias a una beca que me otorgaron... quizás fue mi mejor o peor decisión no lo sé con certeza.

Lo único que se es que estar entre tantas personas que tienen dinero es abrumador, más si no posees la misma situación económica que ellos, desde que asistí al instituto todo se fue a la basura, soy por así decirlo al que siempre molestan, la basura a los ojos de los ricos.
¿Pero qué puedo hacer? El dinero mueve al mundo, eso es lo triste...

El dinero mueve al mundo y la gente con dinero tiene poder gracias a ello, no importa lo que hagas o hagamos... ellos siempre terminan ganando...

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Tuve que salir de mis pensamientos debido a que la campana había sonado dando a entender que las clases habían terminado, agarre lo más rápido que pude mis cosas mientras me iba rápido del salón.

Sin darme cuenta tres estudiantes masculinos se acercaban a mi con rapidez, justo cuando quería cruzar la calle alguien me agarro de la mochila y me tiro al frío concreto.

- ¿dónde vas tan rápido? Aun falta que juguemos con nuestra mascota - dijo uno de los tres chicos que reía con soberbia y diversión.

- es cierto, no seas cruel mocoso. Debido al examen de hoy estoy muy estresado, y no me gustaría que mi saco de boxeo se vaya antes de tiempo - rio un chico de gran altura, piel algo bronceada, pelo castaño con ojos oscuros.

- vamos, vamos, levántate inútil - dijo uno mientras agarraba con fuerza el brazo de Arthur y lo empujaba hacia uno de los brabucones.

- ¿Qué pasa te comió la lengua el ratón? - pregunto burlón el castaño mientras reía de la situación de Arthur.

- yo creo que se orino del miedo - también con una voz juguetona agregó el rubio que acompaña a los otros 2.

El castaño atajo a Arthur y el peli rubio aprovecho eso para darle un fuerte golpe en la panza sacando todo el aire que llevaba dentro, al igual que fue el motivo del vomito de Arthur.

Los tres que vieron estos rieron con ganas de continuar, aún sabiendo que estaban a nada de llegar a la calle. Aún así empezaron a golpear duramente al joven.

Entonces el último integrante de los tres, un peli negro agarro a Arthur y lo empujó a la ruta riendo como un loco, pero la risa de el, y de los otros dos se detuvieron de golpe.

Arthur estaba tirado en la calle, sus labios rotos y sangre bajando de su nariz. El sabor amargo en su boca se mantenía por el reciente vomito, pero la realidad parecía detenerse cuando por el rabillo del ojo alcanzó a ver una luz que venía a gran velocidad hacia el. giro y vio que se trataba de un camión, lo que lo asusto fue que el conductor estaba dormido.

Miro a sus matones y todo se volvió oscuro, no sentía nada, más sentía todo lo que sentía antes, era raro... lentamente procedió a abrir los ojos, quedó asombrado, el camión paso alado de él y fue a chocar contra un poste. Por su lado los tres chicos se veían visiblemente asustado y corrieron del lugar sin ver si Arthur estaba bien, o al menos si estaba vivo. Por su parte Arthur quedó congelado, eso hasta que una voz femenina lo sacó de trance.

- ¿Estas bien? - pregunto la voz con notable preocupación.

Arthur giro hacia la voz y vio algo que lo dejó atónito ¿era un ángel? Tal vez si había muerto pues delante de él había un ángel, tan bella, tan radiante... tan real...

- ¿oye estas bien? - volvió a preguntar, pero se sorprendió por la respuesta inteligente del chico.

- que... linda... - un silencio se hizo presente, Arthur termino volviendo a la realidad al ver que la chica desvío su mirada - ¿lo dije o lo pensé? - pregunto algo avergonzado.

La chica solo pudo reír por lo bajo, pero ignorando al chico volvió a preguntar.

- ¿Estas bien? Eso fue peligroso - pregunto ella mientras le extendía una mano al chico.

- eh yo... si... Si estoy bien - afirmó con firmeza, la chica le creería eso pero... bueno la nariz le estaba sangrando, tenia los labios rotos y estaba hecho un desastre en general.

Arthur por su parte se quedó mirando a la chica, nunca antes la había visto, sin duda era bella, aún creía que era un ángel.

- bueno, si tu lo dices... - dijo la chica algo insegura, girando para marcharse del lugar.

- ¡espera! - grito Arthur deteniendo a la chica que lo miro confundida - co... ¿cómo te llamas? - pregunto el chico mientras la veía sonreír.

- me llamo Roxie es un gusto - diría la chica con una sonrisa muy carismática cargada de belleza y alegría mientras alzaban las manos y chasqueaba los dedos, una rara pero hermosa presentación, al menos lo era para Arthur.


- Roxie... - repitió el joven mientras veía a la peli castaña - me llamó Arthur, el gusto es mío Roxie, seamos amigos - con una alegre sonrisa el joven le entendió la mano a la chica.

La chica se sorprendió por eso, pero también sonrío y estrecho su mano, la brillante sonrisa de la chica se había agrandado.

- bien, entonces dime Roxy, todos mis amigos me llaman así - dijo ella mientras veía al joven.

- bien Roxy, puedes decirme... emmm - Arthur quedó pensando en como le puede decir, a decir verdad no tenía amigos, y tampoco un apodo para ello... si, algo triste.

Roxie noto esto y río por lo bajo, llamando la atención del ahora avergonzado chico.

- te llamare Art - afirmó ella con determinación en sus hermosos luceros color miel.

Arthur no puede estar más feliz, hizo una amiga y ahora tiene un apodo, este día pasó de malo, a un día muy bueno.

- dime una cosa, Art - la chica dijo mientras empezaba a alejarse - ¿esta escuela es buena? Estoy buscando una - dijo ella mientras encontraba unos lentes en el suelo.

- eh... bueno... aparte se los chicos ricos que se creen la gran cosa por el dinero, si, es mejor instituto de la ciudad - habló con sinceridad, viendo como la chica había agarrado sus lentes, lo cual lo sorprendió - son mis anteojos, debieron caerse de mi mochila cuando me empujaron - afirmó Arthur.

- ya veo... - dijo ella mientras le daba sus lentes - bueno fue un gusto Art, eres realmente agradable - termino ella mientras se iba del lugar.

Por su parte Arthur quedó embobado por la belleza de la chica, no sólo eso... su suave voz, una voz que parece la de un ángel, aún que el no sabe como suena uno.

Sin más y con algo de frío Arthur procedió a ir a su hogar, cuando llego hizo todo lo posible para entrar en silencio, no quería que su madre lo viera así. El no soporta ver a su madre preocupada, menos cuando ella ya está sufriendo por la partida prematura de su padre.

Con sigilo llego a su habitación, fue a asearse y a cambiarse de ropa, una vez limpio se acostó en la cama y mirando al techo empezó a pensar en la peli castaña, en su contagiosa sonrisa. Y en su gran belleza.

Fin del prólogo.

Sin nada más que decir, me despido: bye, bye.

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