Capítulo #6: ''Mi Brisko amigo''
26 de marzo de 2023. Ciudad de Buenos Aires, Argentina.
Día 22 de 365.
«¿En serio? ¿Qué onda con estos saltos temporales, Margot?»
Eso es lo lindo de una historia, puedes contarla como prefieras, le da... ¿Cómo decirlo? Un toque de magia.
«¿Ustedes ven con lo que tengo que lidiar?»
No te asustes querido lector, eventualmente llegaremos al final. Pero mientras, disfruta de este quilombo que es mi vida.
«¿Estás tratando de ser filosófica?»
Siempre.
Ahora... ¿En dónde me había quedado? ¡Ah, sí!
Los judíos no mezclan la carne y la leche. En un principio me costó mucho entenderlo, sobre todo cuando Patricia quiso explicarme el hecho de que ahora trabajaría en un "restaurante judío lácteo".
«Espera... ¿Qué?»
No voy a complicarlo mucho ¡Les juro que toda esta explicación tiene su sentido!
«Y....esperemos.»
¡Shh! Escucha.
Después de consumir carnes como la de vaca y de pollo los judíos tienen que esperar una cierta cantidad de horas antes de poder consumir algún alimento que tenga en su composición algo lácteo, por cuestiones de religión.
Por lo que dentro de "Mensch" (restaurante en donde ya tengo dos años trabajando) los platos principales están hechos a base de pescado.
Y yo odio el pescado.
Cuando digo que lo odio, me refiero a que antes no podía ni estar cerca de un lugar donde cocinaran, almacenaran, vendieran, o incluso comieran pescado. No podía ni soportar el olor; me daban ganas de vomitar.
Seguro se están preguntando: '¿Cómo carajo ha logrado mantener un trabajo en un lugar donde solo sirven pescado?'
«Estoy segura de que eso no es exactamente lo están pensando.»
Pues al principio no tenía ni idea, solía entrar al baño y llorar porque no podía soportar el aroma. Me preguntaba quién me había mandado a aceptar el trabajo en primer lugar y cómo haría para sobrellevarlo.
Hasta que un día Patricia me había encontrado en uno de mis momentos de crisis en el baño y me había preguntado que me sucedía, no quedándome de otra más que explicarle la situación.
—¿Y vas a dejar que eso te frene? —esa había sido toda su respuesta.
— ¿Perdón? —respondí a su pregunta con otra, con los ojos aguados por la frustración que sentía.
—Te pregunto si vas a permitir que tu aversión al pescado te frene de conseguir el laburo que tanto necesitás.
Diciéndolo de esa manera de verdad sonaba como algo estúpido, pero aun así...
—Es la manera en la que siempre he sido —mi tono era bajo, pero estaba a la defensiva.
Me sentía muy avergonzada.
La escuché reír por lo bajo.
— ¿Y con eso querés decir que no podés cambiar?
—Yo...—me interrumpió.
—Vos sos la única que puede decidir cuánto vas a dejar que esto te controle, Margot —y sí, usó mi nombre y no mi diminutivo (después aprendí que cuando Patricia hace esto era porque está perdiendo la paciencia)—. Sos la única que puede decir: "basta, no tengo por qué seguir comportándome así."
Me sentía como una nena de cinco años siendo regañada por su madre por tener alguna manía estúpida.
Y tal vez lo era.
«No cabe el 'tal vez' acá Maggie, es estúpido.»
Gracias.
—... porque, de lo contrario —continuó, sus ojos fijos en los míos—, siempre va a haber algo que te detenga.
Y tenía razón.
Entendí que todo era cuestión de actitud y de querer.
Simplemente eso, querer.
Y no fue fácil, durante meses seguía entrando al salón o la cocina del restaurante queriendo vomitar, pero lo hice de todas formas.
Seguí, seguí y seguí hasta que llegó el día en donde el aroma no me afectaba en lo absoluto. Y no porque de repente había dejado de aborrecer el pescado, sino que porque me di cuenta que para poder llegar a donde quería llegar había algo en mí que tenía que cambiar.
Eso se convirtió en mi nueva realidad. Estaba tan acostumbrada a las reglas que me impuse, a cómo se supone que debía ser y comportarme. Algo así como cuando estás dentro del colegio y la maestra te indica cuáles son los pasos a seguir y vos los haces sin chistar porque confías plenamente que esa es la manera correcta de hacer las cosas o como en la religión judía no mezclan la carne con la leche.
Pero si bien este tipo de reglas son generales y muchas personas las aplican de la misma manera porque es la forma en la que les han enseñado, estos son parámetros generales, el cómo somos para con la sociedad.
¿Pero no se siente bien salir del patrón de vez en cuando?
Sí, es posible. Se puede cambiar.
Nosotros decidimos qué tipo de persona queremos ser, el cómo queremos comportarnos.
Por eso el haberme permitido sufrir durante tantos años por un amor no correspondido y haber hecho eso el centro de mi vida, no era culpa de nadie más que mía.
«La costumbre asesina.»
Exacto.
Pero no sé por dónde empezar para poder salir del patrón. Sé lo que ya he hecho hasta el momento: lo bloqueé, le había expresado mi sentir por su comportamiento y me impulsé a salir de mi zona de confort.
Pero nada de eso parece ser suficiente.
¿Por qué me sigo sintiendo de esta manera?
«Tal vez porque lo que realmente hace falta es algo un poco menos superficial, más profundo que todo eso.»
¿Cómo qué?
«Como el aceptar que lo que sentiste (o sientes por él) fue un sentimiento real, no negarlo e intentar volver a encontrarte vos más allá de eso.»
Lo haces parecer tan sencillo.
«Si fuese sencillo todo se hubiese resuelto en el capítulo uno.»
Cierto.
Pero sigue sin ayudar.
—Encontrarme a mí misma...—pienso en voz alta mientras desayuno, el bol con el cereal con leche ya está todo menos crujiente, sin embargo, meto otra cucharada en mi boca.
Mientras mastico, mi mente sigue dando vueltas.
«Tal vez a través de esos sueños perdidos, lo que dejaste atrás.»
Un pensamiento aparece de golpe en mi mente.
¿Cómo los estudios?
«¡Exacto Maggie! Vamos, que si usas la cabeza para variar»
La universidad. Desde chica, uno de mis sueños más grandes era convertirme en periodista. Sueño que se había visto frustrado cinco años antes cuando mi madre había caído enferma, (cáncer de mama en una de sus primeras etapas), por suerte había podido ser tratado y ella había entrado en remisión año y medio más tarde.
El mundo se detiene cuando alguien que amas está enfermo. No hay nada más en lo que puedas pensar, el mundo exterior más allá de eso deja de existir. Entonces los estudios habían pasado a un segundo plano, luego a un tercero, hasta que finalmente no había pensado más en ellos.
Y luego de mi mamá mejorar, me había mencionado la posibilidad de retomar. Lo pensé e incluso llegué a inscribir un par de materias, pero había terminado abandonando ya no había encontrado en mí ese sentimiento, como esa motivación, lo que en algún momento me había inspirado a estudiar. Ya tenía veintitrés años y me sentía muy vieja.
«Que boluda.»
Lo sé, pero en ese entonces había tenido mucho sentido.
¿Y si vuelvo a estudiar?
Ahora con veintiséis años no sería lo más lógico del mundo ¿Cierto? Pero... ¿Y si lo intento? No hay nada que me lo impida, podría darme una segunda oportunidad.
Por la altura del año tendría que esperar hasta principios de junio para poder inscribirme para el siguiente cuatrimestre, pero podría aprovechar el tiempo que tenía ahora para organizarme.
«Solamente es tarde cuando dejas de intentarlo.»
Me levanto de un salto de la silla.
¡Eso haría! Volvería a estudiar.
«¡Sí Maggie!»
Algo por mí, algo que sea mío.
«Ser vos Margot, permítete vivir.»
Y por fin siento que mi voz interior y yo estamos de acuerdo en algo.
Me siento nuevamente en la silla, tropezando con mi codo el bol de cereal, el cual cae en el piso emparrándose por todos lados.
Suspiro.
«Un paso a la vez Maggie, un paso a la vez.»
Estoy sentada en el sillón del living, que ha llegado a ser una especie de refugio en las últimas semanas. ¿Alguna vez les conté la historia de este sillón? Es bastante tonta, en realidad. Como ya mencioné, mi color favorito es el verde, especialmente en sus tonalidades más claras. Así que, cuando fui con Manuel a Once el año pasado a comprar cosas para amoblar el living, me enamoré de este hermoso sillón de dos plazas en color verde manzana. La cuestión es que ya tenía una pared pintada del mismo color, pero, testaruda como soy, decidí comprarlo igual. Ahora el sillón se camufla con la pared, pero no lo cambiaría por nada del mundo.
«Maggie, siempre distraída.»
¡Ah, tenés razón!
De vuelta a lo que nos ocupa, estoy manteniendo otra (de mis muchas) conversaciones con Andrés por mensaje. Mi Brisko amigo de alguna manera siempre logra despejar mi mente.
Estamos riéndonos de un episodio de Friends que habíamos estado viendo en simultáneo (ese donde Chandler termina yéndose a Yemen para evitar lidiar con Janice) cuando, de repente, sus mensajes cambian a un tono más serio.
ANDRÉS IACOBELLI:
Ya terminan las dos semanas.
No quiero que nuestras conversaciones terminen Maggie, pero necesito salir ya de esta app de mierda. Se siente como vivir una farsa.
Siento una especie de nudo en la panza, me he divertido tanto con nuestras conversaciones que no noté que el tiempo que tenemos ya está por terminar.
Y me sorprendo al darme cuenta de que yo tampoco quiero que terminen.
En muy poco tiempo se ha convertido en una de las cosas más reales que no solo he obtenido de esta experiencia hasta ahora, sino también, me atrevería a decir, que he vivido en mucho tiempo y eso que no le conozco en persona.
YO:
¿Qué ha dicho tu amigo de todo esto?
ANDRÉS IACOBELLI:
No puede decir mucho, yo cumplí con lo que habíamos acordado. Supongo que está bajón porque no consiguió el resultado que esperaba.
YO:
¿Qué salieras con diferentes mujeres?
ANDRÉS IACOBELLI:
Que me permitiera vivir otra vez.
«Uff, este pibe.»
YO:
Tal vez no tengan que terminar.
ANDRÉS IACOBELLI:
¿Qué?
YO:
Nosotros. Vos y yo, nuestras conversaciones.
ANDRÉS IACOBELLI:
¿Qué proponés?
YO:
Pasar al Linetalk podría ser una opción.
ANDRÉS IACOBELLI:
Dejar de ser ''Brisko amigos'' y pasar hacer ''Linetalk amigos''.
Mmm...
Me gusta como suena.
Sonrío y por alguna razón las manos me tiemblan un poco antes de contestar.
YO:
A mí también.
ANDRÉS IACOBELLI:
Está bien, che. Mandame mensaje y te agrego.
Me pasa su número y lo añado.
''ANDRÉS IACOBELLI (BRISKO)''
«Suena demasiado formal.»
¿Y? tampoco es como si él pudiese verlo.
«Y tampoco es como que conozcas veinte ''Andrés Iacobelli''.»
Déjame ser.
«Yo soy vos, nuevamente lo digo, solo trasmito lo que sientes y no quieres admitir.»
Y por eso sos como un grano en el culo.
«Corrección, 'eres'.»
AH, bien, bien.
A ver...borrar, cambiar.
''ANDRÉS IACOBELLI (MI BRISKO AMIGO)''
«JAJAJA te pasas.»
Ya veremos como termina esto.
Le mando un mensaje.
YO:
Hola c:
ANDRÉS IACOBELLI (MI BRISKO AMIGO):
Hola Maggie c:
Me envía una captura de pantalla.
''Su perfil de Brisko ha sido eliminado''
ANDRÉS IACOBELLI (MI BRISKO AMIGO):
Bueno, si hay algo que puedo agradecer de estas dos semanas de pesadilla.
YO:
¿Qué no hiciste match con un potencial psicópata?
ANDRÉS IACOBELLI (MI BRISKO AMIGO):
Nah, eso es más tu estilo.
«JAJAJAJA, lo amo.»
YO:
Sé que no puedes verme, pero en este momento te estoy mostrando mi hermoso dedo del medio.
ANDRÉS IACOBELLI (MI BRISKO AMIGO):
JAJAJAJAJ
YO:
Ya...enserio
ANDRÉS IACOBELLI (MI BRISKO AMIGO):
¿Qué?
YO:
¿Qué es lo que más agradeces de toda esta pesadilla?
ANDRÉS IACOBELLI (MI BRISKO AMIGO):
A mi Brisko amiga.
YO:
Está bien, eso fue muy dulce. Ya bajé del dedo.
ANDRÉS IACOBELLI (MI BRISKO AMIGO):
Se llama Camila, un día de estos te la presento.
YO:
Serás hijo de...
ANDRÉS IACOBELLI (MI BRISKO AMIGO):
C:
Dejo el teléfono de lado y me levantándome del sillón me dirijo al baño.
Se pasa a veces este pibe.
Cuando regreso tengo otro mensaje.
ANDRÉS IACOBELLI (MI BRISKO AMIGO):
Che Maggie
YO:
Dime mi YA—NO—BRISKO—AMIGO
ANDRÉS IACOBELLI (MI BRISKO AMIGO):
JAJAJA dejá el rencor.
Te tengo una pregunta seria.
YO:
¿Ya descubriste cómo infiltrarte en la NASA y quieres que vaya con vos?
ANDRÉS IACOBELLI (MI BRISKO AMIGO):
Ojalá, pero todavía no he podido hackear el sistema :c
Un día de estos lo lograré, como tu Brisko amigo te lo prometo.
YO:
JAJAJAJ
Gracias c:
Ahora sí, cuéntame, si todavía no has logrado infiltrarte en la NASA...
¿Qué querías preguntarme?
ANDRÉS IACOBELLI (MI BRISKO AMIGO):
¿Te gustaría vernos en persona?
De repente tengo las manos sudorosas. Releo el mensaje un par de veces: si, sigue diciendo lo mismo.
¿Qué?
«Por cierto... ¿te las lavaste cuando saliste del baño?»
Pero... ¡Paraaa un poco che! Claro que me las lavé, con el jabón nuevo, el de lavanda.
«Che verdad, me gusta esa nueva esencia.»
¿Verdad? ya lo anoté para la lista de compras del mes próximo.
¿En qué estaba? ¡Ah sí, Andrés!
¿Conocernos en persona? Creo que, hasta este momento, no lo había considerado. Me divierto tanto hablando con él por mensaje, que nunca consideré alguna otra posibilidad.
Siento miedo ¿Será lo correcto?
«Es decir, tienes relaciones sexuales con un tipo que acabas de conocer ¿pero te da miedo conocer a Andrés?»
Dije que tengo miedo, no que soy una persona sensata.
Debo de haber estado perdida en mis pensamientos más tiempo del que pensé porque me llega otro mensaje.
ANDRÉS IACOBELLI (MI BRISKO AMIGO):
No quiero que te sientas presionada, no es necesario que nos veamos en persona si no te sentís cómoda. Me gustan nuestras conversaciones.Pero pensé que tal vez en persona podríamos tener charlas tan buenas como estas.
«Aww cosita, vamos Mags, dale una oportunidad al pobre pibe.»
Yo...
ANDRÉS IACOBELLI (MI BRISKO AMIGO):
Todo esto en plan de amigos, ¿eh? Sigo en la misma posición de antes, realmente no estoy interesado en salir con nadie.
«Si esto fuese otro tipo de historia, esta sería la parte donde la protagonista empieza a caer...»
Pero no estamos en ese tipo de historia.
«¿Segura? Pensé que era eso lo que querías.»
Y....si, es verdad.
YO:
Me gustaría que nos conociéramos en persona Andrés.
Así no tendrás que imaginarte cuando te muestro el dedo del medio, podrás verlo.
ANDRÉS IACOBELLI (MI BRISKO AMIGO):
JAJAJAJ bueno, bueno.
¿Hacés algo ahora a la tarde?
Podríamos ir por un café.
Miro la hora en el teléfono, es casi mediodía.
YO:
Dale ¿te parece si nos vemos a las cuatro en el centro comercial que está en Palermo bajo?
ANDRÉS IACOBELLI (MI BRISKO AMIGO):
¿En el ''Lomas Center''? Dale, ahí te veo.
YO:
Te veo en un rato Brisko amigo.
ANDRÉS IACOBELLI (MI BRISKO AMIGO):
No sé si decirte mi Brisko amiga, después Camila se pone celosa.
YO:
Serás idiota.
ANDRÉS IACOBELLI (MI BRISKO AMIGO):
Nos vemos en un rato Maggie c:
Son las cuatro menos diez minutos de la tarde. Estoy sentada en una mesa en la terraza de la cafetería dentro del centro comercial. Afortunadamente, el día está siendo menos caluroso de lo esperado. La brisa fresca acaricia mi rostro, aliviando un poco mi ansiedad. Mis dedos temblorosos tamborilean sobre la mesa de madera y mis pies, que no llegan a tocar el suelo, se balancean nerviosamente de atrás hacia adelante.
¿Para qué mierda acepté venir? ¿Y si resulta si ser un asesino serial y mi ''Brisko amigo'' se convierte en mi ''Brisko asesino''?
«Señor Dios, paciencia con esta nena por favor.»
Dejo de tamborilear con los dedos y me acomodo la remera verde que compré el año pasado en una feria de Plaza Serrano. El color intenso resalta bajo la luz del sol, por lo que le dije que podría encontrarme fácilmente.
«¡Vamos Maggie, se valiente!»
Estoy considerando el levantarme y correr antes de que llegue. Total, no me conoce, con bloquear el número tengo.
Y si eso no funciona, siempre puedo mudarme a China.
«¿A China?»
O a Japón, siempre me ha gustado mucho el arroz.
Siento una mano en mi hombro.
La puta madre.
Me volteo para encontrarme con unos hermosos ojos verdes, que me miran fijamente entre una mezcla de sorpresa (que parece ser buena) y amabilidad:
—Hola, mi Brisko amiga.
Sonrío y por alguna razón ya no me siento tan nerviosa. Tal vez tiene que ver con el par de anteojos que lleva y su pelo enmarañado cubierto por un gorrito.
Dios me salve, pero no parece un asesino.
«Ay, ay...»
—Hola, mi Brisko amigo.
28 de septiembre de 2020. Ciudad de Buenos Aires, Argentina.
—Che, Mags —levanto la mirada de mi libro, que es una relectura de las 'Crónicas de Narnia' (ya voy por el tercer tomo, por enésima vez). Me encuentro con la mirada de Manuel, que está sentado al otro lado de la mesa en el McDonald's, donde estamos cenando. Son alrededor de las nueve de la noche y el lugar está animado con el murmullo de otras familias y el tintinear de los cubiertos.
—Dime —respondo, le dedico una media sonrisa. Ya me imagino lo que va a decir.
—Dentro de unos diez minutos tengo que ir a encontrarme con Agatha —dice, y una punzada de dolor me atraviesa cada vez que menciona su nombre.
Agatha es su... ¿cómo llamarla? Su amiga especial desde hace unos tres meses.
La llamaría "novia", pero Manu no tiene novias formales. A veces, cuando estamos solos, como hoy que pasamos gran parte del día juntos en la feria de Recoleta y luego cenamos aquí en el mall, lo olvido. Pero lo cierto es que siempre volverá a ella o a cualquiera, porque yo no soy suficiente. Al menos, no como quisiera serlo.
—Bueno, ve yendo si querés —le respondo, y vuelvo a mirar el libro, pretendiendo leer, aunque las palabras se me escapan.
—¿Tenés cómo volver a casa?
—Cargué la SUBE antes de salir de casa. Ahora me tomo el 59 de regreso.
Un par de niños corren alrededor nuestro, uno intentando quitarle un juguete al otro. En la mesa de atrás, una señora regaña a su marido por haber pedido mal la comida una vez más. Siento a Manuel levantarse y acercarse a mí.
Me quita el libro de las manos, obligándome a mirarlo a la cara.
—¿Segura que vas a estar bien? —pregunta de nuevo.
—Estoy bien —respondo, aunque sé que es una mentira—. Anda tranquilo.
Asiente y me da un beso en la mejilla, dejando el libro en la mesa.
Empieza a caminar hacia la salida cuando lo oigo llamarme.
—¿Qué pasa?
—Sé que no lo digo muy a menudo, o más bien nunca lo hago... pero te quiero, lo sabés, ¿verdad? —su confesión me toma por sorpresa.
Mi corazón se acelera y siento que me falta el aliento. Saber que me quiere me emociona, pero también me duele.
Porque me quiere. Sí, sé que lo hace.
Pero no de la manera en que quisiera.
Lo observo por unos segundos mientras intento recuperar el aliento, buscando una voz que parece haberse perdido.
—Lo sé, Manu. Yo también te quiero —respondo finalmente en voz baja.
Hay algo en su mirada. Siento que quiere decir algo más, pero parece decidir no hacerlo. Me sonríe y, dándose la vuelta, se dirige hacia la salida.
¿Por qué nada puede ser sencillo con él? Quisiera quererlo de la misma manera en que él me quiere, pero mientras él me ve solo como una amiga, yo estoy aquí, completamente enamorada y frustrada.
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