Capítulo 21

Coramora, 17 de mayo de 2011

Hay algo en el amor que realmente duele, y es la manera en que las cosas pueden suceder. Cómo todo lo que creías que no te haría daño, es la principal razón por la cuál te encuentras así en ese momento. Duele la persona en la que siempre confiaste, porque esa es quién más lastima cuando te sientes vulnerable,

Duele cuando te sientas en tu cama a buscar respuestas y las respuesta aparecen por sí sólas frente a tus ojos.

¿Era esa la razón por la cuál habían terminado?

—Gino, cariño—escuchó a su madre por la puerta. Ella la abrió un poco y vio al chico sentado en el suelo.

Entró a la habitación para verlo y llevó la bandeja que tenía para colocar en el suelo y sentarse a su lado.

—¿Quieres un poco de jugo?

—No quiero—susurró.

—Está delicioso, igual que las galletas—mencionó—. ¿No quieres un poco?—él negó con la cabeza.

Su madre colocó su mano en la espalda y le dio una leve palmada suave para darle un abrazo luego. Gino se aferró a su madre, no le había contado nada de lo que estaba sucediendo pero agradecía que lo ayudara de esa manera.

—Te dejaré esto para que puedas merendar un poco—le dijo—. Serás un músico famoso pero sigues siendo mi hijo, así que debes comer.

Gino rio y asintió tomando el vaso con el jugo. No quería preocupar a su familia por lo que intentaba que no le afectase, pero él había visto las noticias, vio el video una y otra vez intentando entender por qué T.J había hecho eso.

Sabía que las cosas resultarían de esa forma desde el primer momento.

Escuchó su celular sonar, sabía que era T.J, era la quinta vez que lo intentaba pero había decido ignorar sus llamadas. No lo quería ver en ninguna parte, eso no lo ayudaba a él para sentirse bien.

Tomó otra galleta, ¿quería llenar el vacío con algo dulce? Seguramente, lo necesitaba. Su vida ya estaba lo bastante amarga como para volverla agria.

—Gino—escuchó la voz de su madre nuevamente—. T.J está aquí.

El chico frunció el ceño, ¿había recorrido toda la distancia para verlo?

—No quiero hablar con él, dile que se vaya.

—Cariño, dice que necesitan hablar.

No quiso contestarle, ¿T.J estaba escuchando? Quería que escuchase que no lo quería ver, que no quería hablarle. No necesitaba escuchar las excusas que fuese a decir, ya no eran nada, no era necesario dar alguna explicación.

Se tomó el jugo que tenía y se comió la galleta que le quedaba. Fue hacia la puerta y le colocó el seguro para luego ir a su cama y acostarse esperando que el tiempo pasara y él se cansara de estar ahí.

La verdad, no había esperado nunca que las cosas fuesen de esa forma.

—Gino—escuchó su voz detrás de la puerta—. Gino, necesitamos hablar.

—¿Qué haces aquí?

—Vine a verte, ¿puedes abrirme la puerta?

—No—dijo, escuchó cómo intentó abrirla, sonrió sabiendo que había sido buena idea colocarle el seguro.

T.J estaba al otro lado de la puerta. La mamá de Gino lo veía desde lejos y tenía la misma expresión que dos de sus hermanos, no sabía si estaban al tanto de la pelea, pero viéndolos de esa forma, al menos podían sospechar que algo había sucedido.

—Gino—dijo—. No me iré hasta hablar contigo—comentó—. Necesito que volvamos juntos, no me regresaré solo.

—Puedes entonces esperar sentado.

Suspiró por su respuesta, la mamá del chico colocó su mano en el hombro y le dio una sonrisa.

—Déjalo descansar unos minutos, luego vuelve a intentarlo.

—Yo...

—No sé qué sucedió entre ustedes, pero si insistes demasiado, Gino se pondrá más a la defensiva—comentó.

—¿Cree que logre que me abra la puerta?

—Estoy segura, al final lo hará—mencionó, miró a sus hijos y les hizo señas para irse—, Vamos, hay que dejarlos solos.

T.J se sentó en el suelo con la espalda recostada en la puerta de la habitación. Quería poder ponerse en su lugar y entenderlo, pero no lo podía, él también estaba siendo herido. Gino sabía que él seguía ahí, no lo escuchaba pero estaba seguro de ello. Lo conocía muy bien, era un pesado para esas cosas.

Era increíble la manera en que las cosas cambiaron para ambos, de ser compañeros que se odiaban y discutían cada día, a enamorarse completamente del otro y volverse dos extraños con pasados en común. ¿Cómo habían logrado superar todo años luego?

«Quisiera decir que te odio. Te odio. Te odio. Quiero odiarte»

Los pensamientos y futuras canciones llegaron a su mente. ¿Qué pasaría si T.J escuchase todo lo que él sentía? Él quería hablar, entonces le daría algo para hablar.

Se levantó de la cama y caminó hacia su puerta.

La abrió quitándole el seguro y vio al chico sentado en el suelo. Bajó la mirada para verlo, T.J se volteó y se levantó rápido para estar de pie frente a él.

—Quieres hablar—le dijo—, entonces hablemos, tienes cinco minutos.

—Quiero que regreses a Leosville, necesitamos estar los cuatro—mencionó—. Howie puede comenzar a sospechar que realmente no estás enfermo.

—Sí estoy enfermo, me rompieron el corazón.

La frialdad en sus palabras lo hizo estremecerse. Ese no era el Gino que conocía, estaba siendo muy hiriente consigo mismo incluso.

—Lo lamento.

—Si lo lamentas, no debiste haber hecho lo que hiciste.

—Lo hice por nuestro bien, Gino. ¿Qué no entiendes?

—No, no lo entiendo.

El muchacho se echó hacia atrás y soltó un suspiro de cansancio. No sabía cómo hacerle ver que las cosas que estaban sucediendo era para protegerse a ellos mismos. Podía entender que no era lo más lógico si se ponía en el lugar de Gino, pero tenía que pensarlo tan solo un poco. No quería que Howie los descubriese, quería que él pudiese ser feliz.

—Yo no la besé.

—Sí, pero tampoco te alejaste de ella cuando lo hizo.

—Todos estaban a mi alrededor viéndonos. ¿Qué querías que hiciera? ¿Empujarla? ¿Gritarle? Eso hubiese sido peor.

—Y preferiste alimentar más la idea de ustedes dos saliendo.

—Si lo hago nadie hablaría de nosotros y podríamos estar juntos.

—Tú terminaste conmigo, ¿cómo quieres que estemos juntos?

Se cruzó de brazos al ver que no obtuvo una respuesta. T.J no estaba pensando lo que decía, podía notarlo. Nunca habían tenido una discusión de esa magnitud, ni siquiera cuando estaban en el Instituto y gritaban su odio al aire, por lo que era difícil para él poder resolver algo de ese estilo.

—Yo realmente...—¿qué pensaba decirle? ¿Qué no quería terminar con él? Eso haría molestarlo aun más, creería que está jugando con él.

—¿Qué?

—Nada, es mejor parar ahora—lo miró—. Cometí un error al dejar que me besara frente a todos, pero tú también lo comentes al molestarte conmigo por esto.

—Bien—dijo—. Ya hablamos, ahora déjame solo.

—En la noche regreso a Leosville, quiero que vayamos juntos. Podemos estar en puestos separados.

—Bien, pero no es por ti—dijo—. Le prometí a Griffin regresar.

Entró nuevamente a su cuarto y cerró la puerta dejando a T.J del otro lado.

...

Leosville, 18 de mayo de 2011

Gino se aferró a su amigo apenas lo vio, el pelinegro lo tomó en los brazos sabiendo que se sentía triste. No le gustaba verlo de esa manera, no le gustaba ver a ninguno de sus amigos de esa manera, era una forma desastrosa de sentirse, porque querías ayudarlos pero no sabías cómo o qué hacer para que todo mejorase.

No tuvo que contarle nada a Griffin para que él supiese que había discutido nuevamente con T.J, él podía notarlo. Una de las cosas que aprendió de la convivencia entre los cuatro, fue poder reconocer las emociones fácilmente.

—¿Cómo están tus hermanos?—preguntó el chico, Gino sonrió suave sabiendo que era una pregunta para despistar.

—Están bien, pasé poco tiempo con ellos. Paris y Tatiana ya están a semanas de su graduación universitaria, Armando está en medio de su momento de no saber qué estudiar al graduarse, Eric y Fernanda están más hiperactivos que antes y Uriel te manda saludos, especificó que te dijera que tu fan número uno te mandaba saludos.

—Él me quiere más a mí que a ti.

—De eso no hay duda.

—Dile que Griffin le manda saludos a su fan número uno—le dijo—. ¿Y tú mamá?

—Va bien, está en clases de yoga ahora, dice que le ayuda mucho para poder llevar a tres adolescentes en la casa.

—Me alegro que todos estén bien.

—Lo están, los extrañaba también—respondió.

Griffin asintió con una sonrisa, le gustaba esa cercanía que Gino tenía con su familia, era algo que siempre había deseado tener con la suya.

—Imagino que sabes que estuvimos juntos en el avión.

—Sí, eso fue lo que dijo cuando decidió irse,

—¿Les dijo?

—Realmente nos llamó cuando estaba en el aeropuerto—comentó—. Me imagino que supuso que no lo dejaríamos ir.

—Es un idiota—susurró—. Estuve escribiendo, modificando algunas canciones también, ¿quieres escucharlas?

—Claro.

—¿Te parece si lo hacemos en el estudio?—señaló la cabina de grabación.

Griffin asintió y Gino entró a la cabina para tomar la guitarra que estaba puesta cerca del micrófono y sentarse en uno de los bancos. Miró a su amigo que estaba revisando algunas cosas en el panel de control.

El pelinegro acomodó el volumen y colocó la pista para grabar, miró al chico y le hizo señas para que pudiese empezar.

—Graba esto—dijo—. Cada una de estas canciones, son el verdadero proceso de ruptura de mi relación.

Comenzó a tocar la guitarra, Griffin sonrió al escuchar el melodioso sonido, había ayudado anteriormente a esa melodía.

No estamos solos, el mundo está siempre mirando—comenzó a cantar—. Entiendo si no quieres seguir, ¿pero he hecho algo para arruinarlo?

«Quise darte la mejor versión de mí, pero parece que te gustan las migas,

No creí que podrías hacerme esto, entras y sales de mi vida»

Observó como Griffin estaba atento al panel, era la primera vez que lo veía intentando producir una primera pieza.

Es tonto porque creí, que estaríamos siempre juntos, pero no soy la mejor opción, no lo pensaste ni un segundo.

Griffin comenzó a cantar suave el coro que ya conocía, Gino le había pasado esa parte de la canción días antes.Algo que le gustaba del proceso de creación de una canción, eran todos los pasos que ella llevaba, era el primer momento en donde descubres que un par de palabras podían volverse una rima y que esa misma rima podría describir perfectamente cómo te sentías.

No comprendía lo que Gino podía estar sintiendo porque jamás se había enamorado de alguien pero por la manera en que la voz del chico temblaba al cantar, sabía que era algo que realmente vivía.

¿Qué pasaría si esa canción salía a la luz?

La música era una forma de expresarse, era una forma de hacerle ver al resto cómo podías sentir por algo. Gino fácilmente podía decirle a todos cómo se sentía, pero prefería cantarlo, tocarlo, escribirlo en una canción y que fuese cantada por todos.

Tan sólo la idea le ponía de pelos al pelinegro.

Fue tanto la idea, que cuando el chico dejó de cantar y Griffin lo miró con una sonrisa en el rostro. ¡Era una increíble canción!

—¿Qué te pareció?

—Creo que deberíamos grabar esto y crear un álbum.     

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