Tu propio Infierno
Se sentía mareada, lo ultimo que recordaba es haber entrado a la casa que comparte con Norman después de haber ido a ver a Dina. Al entrar fue recibida por el completo silencio, lo cual la extraño, alcanzando solo a sentir una ligero piquete en el cuello, siendo después que la viste se le nublaría y cayera al suelo, parpadeando ligeramente y alcanzando a ver los tacones negros de plataforma y el cabello rubio de Anna mientras esta salia de la cocina jalando el cuerpo de Mujika hacia algún lado.
Basta...
Abrió los ojos de golpe, comenzando a toser con riesgo de muerte. En cuanto paro sintió unas horribles nauseas que termino por devolver su almuerzo, inclinándose ya que las cadenas que sujetaban sus manos y piernas no le permitían dar a más. Escupió, sintiendo un sabor agrio en la boca. Le pesaban los ojos, como si no hubiese dormido en días, al parecer sus días de desvelos le estaban pasando factura. Su vista mejoro, logrando apreciar la completa oscuridad y solo siendo iluminado con el foco de colores naranjas que ya hacia en el techo, solo alumbrando su persona y los alrededores de la silla. Se sentía tan pesada, tan cansada, necesitaba dormir.
Una puerta fue abierta, alzo la vista apreciando una figura masculina entrar. Pudo observar que por fuera no había mas que un foco blanco iluminando lo que parece ser un pasillo con algunas mesas y sillas destrozadas, e incluso podía decir quemadas. El desconocido se acerco, cerrando la puerta y quedar justo enfrente de la pelirroja.
Su sorpresa fue mayor, al notar que esa persona de ahí era nada más y nada menos que Oliver, sonriendo cínicamente y con una lujuria totalmente asquerosa impregnada en sus iris fuego, pero este fuego ya no era igual de hermoso y que te reconfortaba en los días de invierno, este ahora era uno que demostraba la verdadera forma de lo malo, de lo impuro y cero moral.
Acaso el...
—Estaba cansando de esperar a que despertaras— sonrió con malicia, lamiéndose los labios, saboreando la presa que pronto volvería a profanar.
—¿Don-de?—Tartamudeo, se sentía demasiado cansada.
—Mejor que no lo sepas. Vamos, que tu infierno no se va a iniciar solo— camino quedando detrás de ella, sacando una llave y comenzar a quitar los candados de las cadenas, en cuanto esta quedo libre cayo de lado al suelo, no podía moverse, sus músculos no le respondían a su voluntad.
—Vámonos—la tomo del cabello, levantándola de forma brusca mientras ella solo cerraba los ojos con fuerza, soltando un quejido por el doloroso agarre. La subió a su hombro, ella tan sólo sentía que todo giraba, la sangre se le estaba viniendo a la cabeza y estaba con riesgo de perder el conocimiento. Soltó un quejido, cuando Oliver implantó un golpe en su trasero— No te atrevas a dormir— Advirtió.
Se mantuvo despierta, viendo el suelo lleno de tierra, arena y basuras, hasta que llegaron a otra habitación, si no se equivocaba cinco puertas adelante de donde habían salido. La soltó, haciendo estampar su débil cuerpo contra el suelo, sintiendo como sus huesos parecían romperse. Aún seguía sin movilidad, observando apenas como Oliver la encadenaba de manos y piernas otra vez, dejándola sentada con ambos brazos extendidos y las piernas juntas, como una divinidad siendo apresada por hacer el bien, por tan solo desear un mundo sin corrupción y estando perfectamente armonizado, pero esto atrae al caos, que desesperado apreso a la diosa hija de la luna y el sol, encerrándola en las profundidades de un horrible cueva húmeda, sin comida, sin agua, tan solo con el saber de que algún día su voluntad se iría.
Las cadenas se ajustaban a la perfección, Oliver se apartó para apreciar aquella bella obra que alguna vez tuvo y que volverá a tener, poseyendo su cuerpo y destrozando su alma. Y si, el estaba obsesionado con ella, desde que Ray la tuvo quedó hechizado por aquella chica, pero su amor era enfermo, asqueroso, repugnante. Su amor creció mucho más, al enterarse de que el susodicho primo de Anna la tenia.
Oh, ella no sera tuya.
De la puerta esta vez entraron dos figuras femeninas, que era pertenecientes a Anna e Isabella. Ambas entraban con toda elegancia y una sonrisa endulzada. De no ser por la situación jurarían que era muy real.
—Ves afuera, nosotras te avisaremos— dijo Isabella.
Oliver rodó los ojos y salio tal y como se lo habían ordenado.
—¿Cómo estas, Emma?— preguntó Anna, quedando de rodillas y observar con tranquilidad a la pelirroja.
—... Tu... Qu-que cre-es— Alcanzo a decir, haciendo una sonrisa de lado sin gracia. Se sentía de lo peor, jamás creyó que ellas llegarían a esos límites.
—Pues para hacer esa estúpida expresión debes de estar muy bien— su sonrisa se borro, mostrando a la verdadera Anna que guardaba tanto odio y rencor.— Pero tranquila, yo te are sentir de lo peor, olvidarás por completo la existencia de mi primo— Volvió a sonreír, amenazante y sin toque de dulzura en su rostro, tomando un balde de agua y haciendo que se formara un charco alrededor de la pelirroja. Su sonrisa llena de veneno no se borro, tomando dos cables y dejarlos caer en el agua, que en cuanto Emma los vio mostró una expresión de pánico.— Solo sera un pequeño toque— Hizo una señal. Isabella entendió, subiendo la corriente eléctrica, que paso por los cables hasta llegar al agua, que de inmediato las ondas subieron por el cuerpo de Emma, llegando por las cadenas y haciéndola sentir el peor dolor que en su vida hubiera sentido.
Ordenó que parara, los gritos eufóricos cargados de lamentos y dolor cesaron, jadeando, dejándose sostener por las cadenas y mirar el suelo, aun sintiendo toques eléctricos por el agua.
—¿Y tu preciosa sonrisa?— preguntó Anna, deleitándose con la imagen del cuerpo débil de la chica.— Y esto, recién comienza.
Sonreía, feliz, degustando de los gritos llenos de dolor que comenzó a solté la pelirrojas segundos después de que ordenara a Isabella que siguieran.
Gritaba, era un dolor horrible, soportar tantos volteos no era para nada sencillo, sumado con el agua que es conductor de electricidad y las cadenas lo hacían la peor experiencia de dolor físico en su vida, por que el emocional ya lo había vivido, y cree que eso en realidad supera mas a esto, ¿Porqué? Por que el cuerpo se puede reparar, se puede sanar de manera rápida, mientras que los daños emocionales y psicológicos no tiene reparó, simplemente se quedan marcadas, impregnadas y como una grieta sin reparo.
Sentía su alma regresar cuando pararon, tosía y aun sentía las corrientes eléctricas recorrer su cuerpo. No sabia que le habían inyectado, pero si era una droga aun estaba haciendo efecto.
—Oh, vamos Emma. Esto es divertido. ¿Acaso no te diviertes?— Sonrió burlona, dando ligeros saltos como una niña pequeña.
Había perdido la cordura.
—¿Porqué?— preguntó, soltando jadeos, su respiración era irregular, solo pedía poder dormir.
—"¿Porqué?"... Valla que buena pregunta, pues, la respuesta es sencilla. Por tu culpa Ray esta muerto— Su sonrisa se borro, haciendo una expresión seria y demasiado fría, como si su mente y cuerpo estuviesen siendo controlada por algo o alguien.—Si tan solo no hubieras aparecido, Ray, Mi Ray estaría conmigo, tal y como me lo había prometido— Se toco el pecho, comenzando a que sus lágrimas corrieran por sus mejillas.
Ella solo jadeaba. Se sentía culpable, jamas quiso que Anna se sintiera así. La rubia ordenó que por nueva cuenta subieran la corriente, Isabella lo hizo.
Mientras Emma se retorcía del dolor, pidiendo ayuda mental, a cualquier cosa o a cualquier santo si es que existían, que la ayudaran, jamas lo iba a gritar, estaría satisfaciendo a ambas mujeres con el deseo de escucharla gritar por perdón por algo que no hizo y jamás cometió, y ella puede que este en riesgo de muerte pero jamas imploraria por ayuda a esas mujer, solo lo haría con...
Norman
Fue la primera persona que le llegó a la mente, en medio de aquel caos pudo sentir su corazón transmitir un extraño calor después de que las ondas eléctricas pararan. Demasiado fuera de la situación inhumana que esta pasando.
—Norman— susurro lo suficientemente alto para que la rubia la escuchara, para después terminar inconsciente dejando su cuerpo colgar.
Oh no, eso solo había tocado un punto devastador en el corazón de Anna, no la dejaría, no la dejaría ser feliz, mucho menos dejaría que matara a su primo, nunca la iba a dejar.
Se abrió un rendija en el suelo, dejando que todo el agua eléctrica desapareciera e Isabella bajara la corriente. Anna se acerco a la pelirroja, plantando un patada en el estomago de la chica, que estaba tan cansada y sin fuerzas que ya no sentía nada.
Chasqueo la lengua con asco, dándose media vuelta e ir con su madre.
—Dile a Oliver que la lleve a la habitación, y que en cuanto despierte me avise de inmediato.
—Así sera.— Asintió Isabella.
Ambas mujer salieron, dejando de Oliver entrar e hiciera la parte del trabajo que le dio Isabella. Salieron de la estructura en ruinas, caminando por la playa hasta llegar a la carretera en la que un auto gris ya las hacia esperando, subieron a este y emprendió marcha.
A lo lejos solo se veía a alguien apreciando todo, satisfecho mientras tiraba su cigarro en la arena, tarareando una canción y comenzar a caminar opuesto a donde estaba aquel hospital abandonado. Se le hacia una noche tan hermosa.
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