Norman llego a su hogar alrededor de las once de la noche, entro seguido de Bárbara quien por primera vez en mucho tiempo no le coqueteo y agradecía aquello. Subió las escaleras soltando algunos suspiros por el pesado día que había tenido. Mientras caminaba hacía su habitación noto que la puerta del cuarto de Emma estaba abierta, curioso se acerco y la noto vacía. Por una extraña razón el pánico lo invadió olvidando por completo el simple hecho de que estaba cansado, abrió puertas, baños, su estudio y bajo al primer piso alarmado.

-¡Emma!- Grito, pero aun así no había señales de la chica pelirrojas.-¡Emma!- lo último que faltaba era la cocina, así que abrió la puerta de golpe visualizando a la adolescente de espaldas- Emma por dios cuando te hable res—

Emma se giro en su lugar volteando a ver al recién llegado. Norman arqueo una ceja confundido notando como en el rostro de la chica ya hacían manchas de lo que parecía chocolate y harina.

—Emma creo que ya llego Norman por que vi a Barbara desvi—. ¡Oh! hola Norman-Saludo Mujika sonriendo tranquila, recién entrando por una puerta del fondo trayendo puesto los guantes de cocina.

—¿Que se supone que están haciendo?— pregunto el albino entrando y cerrando la puerta detrás de si.

—Emma quería aprender a hacer galletas— respondió Mujika.

Extrañado por esa respuesta, volteo a ver a Emma quien se había girado con charola en mano para que no la viesen. No pudo evitar sonreír al pensar que tal vez, solo tal vez, esa chica estuviese sonrojada y avergonzada.

—Estaba aburrida y padezco de insomnio— respondió como si nada tomando una cuchara y llenarla de chispas de chocolate para después comenzar a Revolverlas con el resto de los ingredientes.— además Mujika es la única que me agrada de aquí.

—Me halagas querida.

—¿Puedo probar una?— preguntó Norman viendo las recientes galletas que ya hacían en plato.

—Claro, esas son las de Emma— señalo un plato hondo color crema.

El albino tomó una y se le quedó viendo algo curioso.

—No tienen veneno, aun no pienso en matarte— Dijo Emma depositando los trastes sucios en el lava manos.

—No pensé eso en ningún momento— sonrió nervioso para después darle la primera mordida.

Emma disimuladamente observaba curioso al albino, que parecía disfrutar de aquel peculiar postre.

—Estan buenas— sonrió haciendo que una extraña aura rosa con flores apareciera a su al rededor.

Emma no pudo evitar sentir un ligero escalofrío.

—Bueno yo me iré a dormir, Emma te encargo el resto ¿puedes?

—Yo termino.

—Gracias.

Mujika salio de la cocina dejando al dúo solos. Norman no paraba de mirar a Emma quien se encargaba de lavar los trastes sucios, mientras que de igual forma solo se dedicaba a comer galletas mientras imágenes nostálgicas llegaban a su cabeza.

—Recuerdo que Ray hizo unas galletas para mi cumpleaños, sabían muy bien.— dijo en voz baja para si mismo.

Emma cerro el grifo y suspiro, tal vez de igual forma recordando algo así.

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—Llegas tarde Ray- reprocho Emma quien ya hacia recargada en el barandal de aquel mirador.

—Feliz cumpleaños, Emma.

No puedo evitar sonreír de manera boba. Se había acordado. Se alejo de aquel lugar hasta quedar justo al frente del azabache. Ray le extendió una pequeña bolsa a Emma, en la que a simple vista se notaban aquellas galletas de chocolate.

—Gracias Ray— agradeció sonriendo y estando feliz como nunca lo había estado, estaba tan feliz que ese sentimiento se le hacia lejano y a la vez extraño, tan solo centrando sus brillantes orbes pasto en aquel presente.

Sabia que solo el la aria feliz.

Ray de igual forma no pudo evitar sonreír y sin pensarlo dos veces, corto distancia alguna juntando sus labios en un corto e inexperto beso.

Era tarde, a lo lejos de aquel océano se notaba el esconder del sol marcando el final del día, pero para ellos marcaba el inicio del todo.

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—Emma— escuchó su nombre, saliendo  los recuerdos de una Emma que conoció la felicidad, levanto la vista y se encontró con el cielo azul de Norman, pero este cielo ya hacia preocupado.

—Estoy bien—tardo en notarlo, pero ya estaba otra vez derramando lágrimas, se quito todo rastro de ellas y suspiro.

—Quería decirte que...- lo penso y por lo que estaba viendo no era un buen momento para interrogarla o regañarla del por que había escapado de la escuela y se haya ido a la capital como si nada. Así que lo único que hizo fue dar media vuelta, acercarse al bulto de harina y pasar su dedo índice por este, regreso de vuelta en donde ya hacia parada la pelirroja confundida— Quería decirte que, creo que tienes harina justo aquí— sonrió con burla manchando a la chica dejando una línea blanca a lo largo de su mejilla.

Emma infló levemente sus mofletes y fruncido ligeramente el ceño, después de unos segundo su cara regreso a la misma de seria y aburrida, camino hasta el mismo bulto de harina tomando de esta todo un puño, se giro en su lugar y se la lanzo al albino que ahora tenia cubierta la cara de este polvo, escupió un poco ya que  había caído algo en la boca cuando estaba apunto de hablar.

—Ahora si podrás hacerte pasar desapercibido por todas las paredes blancas de la casa— dijo burlona, sacudiendo sus manos orgullosa y satisfecha con lo que había hecho.

—Ja Ja que graciosa— rodó los ojos y se quito lo poco que podía con las manos. Cuando lo hizo miro a la chica que aun traía una mirada altanera.—Lo vas a lamentar.

—¿Por que lo haría?— miro a un lado sin mucho interés por la reciente amenaza del albino.

—Valla, me retas.

A Emma no le dio tiempo de reaccionar, lo único que alcanzó a ver fue el suelo ya que Norman la tenia cargando en su hombro como si un costal de papas se tratará.

—¡Norman bajame!— Grito, desesperada y sorprendida por la acción del chico.

—No lo are— respondió. Y Emma podía apostar lo que sea a que estaba sonriendo.

—¡Que me bajes!— volvió a gritar, pero esta vez pataleando y dando unos cuantos golpes a la espalda del albino.

Norman se tenia que contener unas tremendas ganas de reírse, o si no capaz y cuando la baja le da un buen golpe. La bajo de su hombro esta vez quedando en "Estilo princesa" y como quería seguir molestándola, dio unas cuantas vueltas con ella, riéndose de lo divertido que era fastidiarla. Mientras hacia aquellas vueltas en las que ella pedía a gritos que la bajaran y el se negaba, los gritos de "auxilio" cambiaron a risas por parte de ella, al escuchar eso se detuvo y la miró, sonriendo y brillando tal cual sol.

Cuando sus risas se detuvieron noto su reciente reacción y se cubrió los labios avergonzada y a la vez como si su orgullo se hubiera roto.

—¿Puedes bajarme?— sin reprochar nada la bajo. Sonriendo tranquilo y satisfecho por haber conseguido algo parecía imposible.

Se abrazo a si misma, mirando a su costado, tal vez buscando el motivo de su reacción que se le hacia extraño y a la vez sorprendente, ya que con la única persona a la que le había sonreído de esa manera había sido con Ray.

Hecho uno de sus mechones de cabello hacia atrás de su oreja y con dificultad volteo a ver a Norman, quien parecía satisfecho y contento.

—Yo, me iré a dormir— Sin darle tantas vueltas al asunto camino a la puerta hasta salir.

Norman no pudo evitarlo y se recargo en la barra, sonriendo como un adolescente. Tomo una de las galletas y se las llevo a la boca, divagando en lo tal vez bueno y malo que estaba haciendo, aun que dejando eso de lado había descubierto algo interesante.

—Después de todo si puede sonreír— Susurró, mirando en donde aquella media luna se alzaba en la cima del cielo nocturno y dando un minúscula luz que iluminaba a toda una pequeña ciudad corrupta e intangible. Ahora que lo pensaba su vida parecía así, como la de los demas, sólo que con la diferencia que el ya noto la esperanza y oportunidad que tiene frente a sus ojos y que es igual de luz delicada y frágil como el de la luna. ¿Por que comparaba a Emma con la Luna? Tal vez por que así era el interior ahora de aquella chica, pero esperaba que algún día fuera como originalmente debería de ser, al igual que un hermoso y brillante sol, y lo que mas esperaba, era que el fuese el que trajera aquel brillo de regreso.