¡Despierta!

Cuatro meses más y Emma ya tenía su barriga de embarazada de seis meses, y Durante ese lapso de tiempo ha tenido mejorías en tanto a su salud psicológica y física.

Justo ahora se encontraba saliendo del hospital con ayuda de Gilda y Don, que se habían ofrecido acompañarla ya que Norman con tantos trabajos atrasados de la universidad se había olvidado por completo de la cita al medico de la chica.

Tras una hora completa de insistencia, accedió a que Emma fuera mientras el iba a la universidad, con la condición que fuese acompañada.

—Emma, si te duele algo dime, si tienes antojos dime, mientras no sea algo imposible dime.—Dijo Gilda nerviosa, ya que era una de las más emocionadas y preocupadas en lo que respecta a su futuro sobrino.

—Gilda calmate, acabas de escuchar lo que el doctor dijo. Dijo que las heridas de Emma ya estaban sanando por completo y que el bebé estaba más que sano. ¡Por dios calmate!

—Lo se, lo se. Pero aun así me preocupa que llega a ocurrir algo de la nada ¿No lo entiendes?

Emma tan solo soltó unas risas por la escena que estaban haciendo esos dos, ambos detuvieron su discusión para verla reír. No van a negar que al principio verla sonreír se les hacia un poco extraño, ya que la habían conocido tan seria, fría y sobre todo dormilona antisocial. Pero ahora el verla sonreír les tranquilizaba en todos los sentidos, es más, sino la veían sonreír en todo el día es porque algo andaba mal.

—Sera mejor irnos.—Sugirio Emma ya más calmada.

Ambos jóvenes asienten, pidiendo un taxi para dejar a Emma en su casa e irse, ya que tienen demasiado trabajo de la escuela ya que están en ultimo año. El taxi se estaciono enfrente de la casa en la que la pelirroja recita con Norman, bajando con ayuda de Don hasta dejarla en la entrada.

—Venimos mañana después de clases a verte.—Dice el moreno.

—Muchas gracias, lo estaré esperando.

—¡Adios Emma!— Grita Gilda desde el taxi.

—¡Adios Gilda!

Así todos se despiden, Don sube al taxi y este emprende marcha. Emma saca sus llaves y abre la puerta de su casa, ve las interminables escaleras que tiene que subir y le da pereza, por lo cual opta por mejor ir a la sala y acostarse en el sofá-cama  y ver cualquier tontería en la televisión.

Pasa canal tras canal y no ve nada bueno, su momento de tranquilidad se ve interrumpido por una patadita de su bebé.

—Hey.—Sonrie ante el acto, pero de la nada se da cuenta que todo a su alrededor se empieza a poner borroso, la cabeza le duele y no sabe en que momento u hora, ella ya a caído en un profundo sueño.

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Los  ojos le pesan, pero hace el mayor esfuerzo por abrirlos, en cuanto lo logra se da cuenta que se encuentra completamente sola en una cuarto de hospital, analiza cada aparato ahí y se da cuenta que todo esta hecho un desastre e incluso como si todo se hubiese incendiado y lo único pulcro en color blanco son sus sabanas y ropa de hospital.

Siente un dolor en su intimidad, se descubre de las sabanas y mira con horror dos cosas. La primera es que su vientre esta plano, no hay señal de su bebé, y la segunda es que nota los rastros de sangre que hay en sus piernas y cama.

El miedo la invade, la impotencia y el horror de sentir que todo su mundo se acaba fueron elementos suficientes para que con lágrimas en los ojos se pudiera levantar, tomando una de las sabanas y pasarla sobre sus hombros y dejar el resto cubrir su cuerpo por la parte de atrás.

Todos los pasillos están igual que aquel hospital psiquiátrico en donde fue encerrada y privada de su libertad, aquello hace que sus nauseas aumenten y quiera salir lo más rápido posible, y lo logra, pero lo que mira, es que las nubes no están de un bonito día. Las hojas de otoño no están coloridas con el sol en la cima y el clima fresco pero pintoresco, lo que ve ahí es pura tristeza, los arboles están sin una sola hoja, el sol esta tapado por unas inmensas nubes grises que amenazan de lluvia, las hojas están siendo llevadas por el viento frío y helado.

Todo eso le perturba, lo que la hace dar unos pasos hacia atrás preguntándose lo que había pasado. Todo parecía a verse detenido en el tiempo, las calles estaban desoladas, había pequeños incendios sobre autos casi calcinados y el abrupto silenció lo hacia mucho mas escalofriante.

—Gilda...—Susurra aquel nombre, sabe en donde se encuentra y sabe como llegar.

Camina, ya que no puede correr porque  ese fuerte dolor en su vientre no se lo permite. Cada paso que da se le hace doloroso y siente una sensación de miedo que le oprime el pecho haciéndola titubear, pero no se deja vencer, sigue caminando hasta que siente sus piernas flaquean, provocando que se recargue en la pared de un edificio y siga caminando pegada a este.

Lo logra, se encuentra justo afuera del edificio de apartamentos del moreno donde vive solo y casi la mayor parte del tiempo va Gilda para hacerle compañía. Camina para llegar a la entrada, pero lo que ve ahí la hace detenerse.

Las mancha de sangre están esparcidas por todo el suelo y algunas gotas están en la puerta de vidrio, teniendo como mayor escena a quien tuvo la oportunidad de llamar amigos, tumbados en medio de la puerta con una charco de sangre a su alrededor y lo que parece ser una perforación en la cabeza por una bala, y eso no es todo, justo a un lado de los cuerpos devisa una cabellera rubia con la misma herida de bala en la frente.

—Anna...

Retrocede, choca con el inició de banqueta y no lo contiene, se de vuelta para por fin dejar a su estomago libre de comida amarga y sensaciones macabras. Cuando logra su objetivo se limpia los labios, y sabe que tiene que salir corriendo de ahí ya que el eco de una bala la hace alarmarse. Así que corre, corre y no sabe de donde esta sacando energías suficientes de aquella travesía del horror. Ha comenzado a nevar y tampoco lo entiende, solo corre y siente sus pies congelarse con cada paso que da, se detiene de manera inesperada, ya que otro olor ha captado su atención y precisamente es el olor ha quemado que va acompañado  de otro aroma inhumano.

Camina con lentitud y miedo, para asomarse desde la esquina de una casa como hay una gran llama de fuego expandiéndose hacia los cielo. Se cubre la boca con ambas manos, para no soltar grito alguno y solo deja que sus lágrimas caigan humedeciendo sus mejillas.

Una gran columna de cuerpos están ardiendo en las llamas creadas por el hombre. Logra reconocer a la mayoría de los cuerpos, pero lo que más la aterroriza, es que en la cima de todo esos cuerpos, se encuentra a Son-Joo y Mujika atados con las piernas juntas y los brazos extendidos sobre una estructura de madera en forma de cruz, la misma imagen de Jesús, solo que ardiendo en las llamas del inframundo.

No duda en salir corriendo de ahí otra vez y perderse en las calles, llorando y sin entender nada como en los últimos años. Se detiene, poniéndose de rodillas y cerrando los ojos y repetirse mentalmente que nada de lo que esta pasando es real y que todos son simples pesadillas.

Emma, vamos. Abre los ojos.

Puede reconocer esa voz, pero no le quiere hacer caso, porque tiene tanto miedo de ver aun esas imágenes de gente muerta y eso le perturba.

—Sabes que todo esto es tu culpa ¿cierto?

Y los abre, porque jamas creyó escuchar tales palabras por esa persona.

Observa sus manos, están pintadas de rojo al igual que el cuchillo que suelta por el miedo, se da vuelta, encontrando los cuerpos de Dina y Yuugo destrozados, con sus extremidades por cualquier parte de ese lugar y no muy lejos logra mirar las cabezas de Oliver y Hayato desmembradas de sus cuerpos.

—Me destino fue parecido al de ellos. ¿Lo ves, Emma? Todos están muriendo, como ocurrió conmigo.

Se cubre los oídos, no lo quiere seguir escuchando, no a el. Su entre pierna comienza a doler aun más, traga pesado y cerrando los ojos y tocando muebles llega a salida, la nieve ha cubierto el paisaje de manera rápida.

No intentes huir, el igual perecerá y lo sabes.

Y es ahí cuando cree que de verdad su mundo se esta acabando.

Las gotas de sangre caen pintando el blanco de la nieve, corre por nueva cuenta sin detenerse hasta llegar a su actual hogar. La puerta esta tumbada en el suelo, notando que de igual forma se notan las pisadas de sangre de alguien totalmente desconocidos. Sube los escalones, y cuando lo logra encuentra a Norman recargado en una pared del pasillo, con sangre escurriendo de sus labios y ella se alarma, llagando rápido con el y tomarlo de las mejillas.

—Norman, mirame ¿Qué fue lo que paso?

Busca respuestas, pero parece que el esta delirando.

—¡Vamos responde! —Quiere llorar otra vez.

Nota que la mano del Norman ya hace posándose en la mejilla de Emma, haciendo que esta se acurrucara en busca de mas tacto.

—Te amo.

—Y yo te amo a ti.—Sigue llorando.

Sus lágrimas aumentan cuando lo ve cerrar los ojos y pierde todo calor de su cuerpo.

No sabe que pasa, no lo sabe, no lo sabe, no lo sabe, no lo sabe  si corazón se rompe.

Escucha el llanto de un bebé, lo que hace detener sus lágrimas y mirar al final de pasillo, donde se encuentra su habitación que compartía con Norman. Se levanta con sumo cuidado, escuchando como los llantos intentan ser calmados por alguien más.

—Shhh tranquilo bebé, mami esta aquí.

La puerta esta entreabierta, temblorosa extiende su mano y la abre completamente.

Lo que ve ahí es a Ray, con las ropas y manos totalmente rojas, manchando las cobijas en las que tenia a un pequeño bulto arrullando. Y lo logra ver, logra ver a ese pequeño bebé de cabellos pelirrojos y de ojos rojos, siendo cargado por Ray mientras le sonreía.

—Oh, mira bebé. Mami ya llegó.

—Ray...

—Bienvenida, Emma.—Sonrie tan cálido y calmado, que hace que la pelirroja tiemble.

—Perdona el desorden, pero tenia que deshacerme de toda cosa que obstruyera con nosotros. —Sigue sonriendo, dejando un pequeño beso al pequeño ser que duerme entre sus brazos.—¿Ocurre algo?

Da un paso al frente, de todas las demas veces no va a huir, pero no va a negar sentir miedo.

—¿Tu hiciste todo esto?

—Si. No quería obstáculos entre nosotros.

—¿Podrias darme al bebé? —Se acerca con lentitud y con precaución, teniendo a cualquier acción del chico de hebras negras.

—¿Tienes miedo?

Ella se detiene, porque ese tono de voz usado no va con simpleza, va cargado con la mas pura amenaza de que si da otro paso más, la iba a asesinar.

—No-

—¿Tienes miedo de mi? ¿Por qué tendrías miedo después de todo lo que acabo de hacer por ti?—Dija al bebé en la cama, acercándose a la chica que ha comenzado a retroceder.

—¿Es por Norman cierto?—Sonrie con malicia.—Lo mejor es que muriera, o moría por mi causa o moría por la tuya.

—Escuchame,

—¡Callate!

La ha puesto contra la pared, colocando sus manchadas manos alrededor del cuello de Emma, apretando y dejándola sin oxígeno. Ella forcejea para evitar  ser asesinada por quien alguna vez quiso, y para tratar de llevarse a su hijo que había comenzado a llorar. El no la suelta, lo mas que ella lo intenta el no esta dispuesto a soltarla.

—Emma, si tan solo no amaras a Norman de verdad hubiésemos creado la familia de la que alguna vez hablamos. —Con cada palabra que suelta hace el agarre más fuerte.

De algún lugar el fuego comenzó a llegar, quemando cada parte de la habitación. El techo parece estar apuntó de caer en pedazos. No tiene de otra mas que tratar de alejar a Ray, y se digna, con el poco aliento que le queda a responder esa incógnita de su amor por Norman.

—Porque el es mi familia.

































¿Y si les digo que este es el penúltimo capitulo? .-.

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