Erase una vez, en un tiempo lejano, una joven hermosa y jovial de nombre Xiaoling, una hada de hermoso cabello castaño y ojos color avellana, soñaba con las manos juntas frente a su pecho con algún día encontrar el amor verdadero. La bella joven no era más que la princesa legítima del bosque del amor y la bondad.

Por fin se había mudado a su deseada y recién construida casa del árbol. Decorando cada rincón con flores de múltiples colores y bellas artesanías.

Un día, en lo que realizaba sus deberes, se escapó de sus labores que consideraba simples y aburridos, alejándose a donde el camino de tierra comenzaba, en un área prohibida para las hadas de la realeza, pensaba que no estaba mal pues podía regresar volando por si había de volver en seguida, además de que estaba aburrida.

Fue debido a aquella escapada y la imprudencia de la princesa que tiempo después se dictó la ley de que las hadas de la realeza ya no podían portar alas.

Pero, ¿qué había ocurrido cuando la princesa cometió esa falta?

Muy sencillo, ella recogía flores, para la decoración de su casa en el árbol, cerca del camino de tierra; en el área prohibida ya mencionada, cuando escuchó unos pasos que se acercaban, ella rápidamente se refugió detrás de los arbustos para no ser vista. 

Un joven humano pasaba en carretilla bajo el sol abrumador, cubriéndose la cabeza bajo un trapo, sostenía la carretilla con cansancio mientras iba pasando. La joven al ver al humano quedó completamente cautivada por él, paralizada, con las mejillas sonrojadas, su aura brillando en un tono dorado y sus alas elevadas a la vista, resplandeciendo cual reflejó cristalino.

El joven humano volteó al escuchar que alguien lo llamaba, le gritaban indicaciones y él respondía desde lejos.

—¡¿Todo va bien?! —le preguntaban.

—¡Sí, no tardaré en llevar esto! Todo está... —de pronto su mirada se había encontrado con la de la princesa hada. Se miraron por un breve instante que había parecido eterno en el momento, antes de que ella se alejara rápidamente, dejando un rastro de polvillo. El joven no había entendido lo que había visto, ¿quién era ella?, ¿de dónde había salido? ¿Y porque brillaba de esa manera tan inusual?

Xiaoling, quien era la viva imagen de su futuro hijo: Zhang Hao, se detuvo en un área solitaria del bosque, de la impresión, había descubierto un lago cercano a su casa en el árbol. Sorprendida, se miró en el agua, presenciando el sonrojo en sus mejillas, su respiración agitada y su cuerpo tembloroso. Lo supo al instante ¡Lo había encontrado!

De ese día le siguieron muchos más, días y noches en las que la princesa no podía sacarse de la mente a aquel joven humano. Pensaba y pensaba hasta el punto de cuestionarse hasta su propia existencia. LLoraba arrodillada a la orilla del lago porque sabía que ese tipo de amor estaba prohibido. Humanos y hadas tenían estrictamente prohibido relacionarse. ¿Enamorarse? ¡Ni pensarlo! Aun así, Xiaoling siempre encontraba la manera de escaparse de sus labores, y entre el bosque y los arbustos, poder admirar a su amor. El joven humano, huérfano de nacimiento, no hacía más que realizar trabajos en el campo, planeaba recolectar dinero suficiente para mudarse. Xiaoling sabía de esos planes, y ante esto, ella no podía hacer más que rogar a las estrellas para que le cumpliera un deseo. 

Pedir un deseo. Eso era justo lo que necesitaba. 

Lo considero mucho, era un deseo egoísta, pero no había alternativa, su amor se iría pronto y ella sufriría por su partida. Tenía que actuar rápido. Se miró al espejo de cuerpo completo. Moviendo sus alas de forma delicada. En el fondo de su corazón, lamentó su decisión... Debía convertirse en humana. 

Con la idea en mente, en medio de la noche se apresuró a ir a ver al brujo de las montañas. Ingresando a una cueva llena de humedad y goteras. 

—Sabía que vendrías, niña —le dijo el brujo, a quien todos reconocían por ser tan buen adivino. 

—Necesito que me haga un favor —dijo ella. 

Xiaoling le explicó el problema y el viejo escuchó. 

—Está bien, lo haré, pero... con una condición. 

Ella estaba nerviosa, le pareció una petición cruel, lo dudó un largo momento. Contuvo las lágrimas, y finalmente, lo aceptó.  

El brujo hizo su magia, luego todo fue oscuridad. 

La mañana llegó. Sintiendo los ojos pesados, un cuerpo adolorido sin razón aparente y una sensación extraña, poco a poco fue abriendo los ojos hasta reponerse. Se sentó en la colcha en la que había dormido. 

—¿Qué me está pasando? ¿Por qué me siento así? —se preguntó él. 

Las alas que había detrás de su espalda se levantaron. Iluminadas por los primeros rayos del sol que se habían filtrado desde la pequeña ventana. Sintiendo el leve movimiento de algo que había detrás suyo, miró por arriba de sus hombros y sobresaltó en un grito al no tener ni la remota idea de lo que estaba adherido a su espalda. Al tiempo de que él se estaba volviendo loco y poniendo de cabeza su pequeña cabaña, Xiaoling despertaba en su cama en su casa del árbol solo para darse cuenta de que ¡Seguía siendo un hada! 

—¡Ese brujo me ha engañado! —gritó enfurecida. 

Solo fue cuestión de tiempo para que se diera cuenta de la verdad. Las hadas del bosque del amor y la bondad se percataron de un hada atrapada en una cabaña y fueron a su rescate antes de que los humanos se dieran cuenta. Fue así como el futuro rey, padre de Zhang Hao, llegó al bosque que algún día reinaría. Confundido, enloquecido y afectado. 

Xiaoling se enteró de su llegada cuando ella estaba en las montañas reclamándole al brujo. Ella, totalmente estupefacta, volvió al palacio. En el reino cuchicheaban entre sí, preguntándose sobre el hada misteriosa. Ella escuchó los rumores en el camino. Ya en la sala real, vio a  sus padres reunidos con hadas de múltiples funciones. Todas estaban confundidas, no sabían qué hacer con el hada enloquecida, todos querían obtener respuestas. Xiaoling, en lugar de reunirse para explicarles, rodeó la pequeña multitud y fue directamente hacía su jardín. Necesitaba tomarse un tiempo para reflexionar y buscar la manera de solucionar el asunto. Aunque ciertamente, lo que más deseaba, era poder ver a su amor. 

Ella estaba en el jardín mirando a hacia las flores cuando las mariposas volaron en todas direcciones revelando frente a ella a su enamorado. Ambos se miraron. 

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Una historia se formó después de ese segundo encuentro que el rey se aseguró de contar a su hijo como si fuera el primero. Hao era pequeño cuando le preguntó a su padre como él y su madre se conocieron. El rey omitió muchos detalles de esa historia, curiosa, trágica, divertida, un tanto dolorosa, con tantos obstáculos, pero en la que, a pesar de todo, el amor triunfó.
Un cuento de muchos de los que Hao había escuchado antes de dormir, era la historia de sus padres, él escuchó el cuento sin saberlo. Solo sabía algo importante de aquel cuento, que gracias a ese enamoramiento (y los que siguieron), dejó de ser mal visto el amor entre humanos y hadas. 

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Xiaoling, sentada en la colina mientras admiraba el amanecer que ascendía detrás de la montañas, sostuvo a su bebé recién nacido, lo abrazó dándole un pequeño beso en la frente. Lágrimas empaparon sus mejillas al recordar el trato que había hecho con el brujo. 

—Zhang Hao, mi niño amado... espero que algún día me perdones...

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Hola♡ Siento como si hubiera dejado de escribir en mucho tiempo, aunque en realidad me parece que no ha sido tanto.
Quería ir publicando los capítulos un poco de acuerdo a algunas actividades de Zb1, pero no me fue posible debido a que es una temporada en la que tengo mucho trabajo ToT lo siento, por eso.

Quiero aclarar que este capítulo no tiene número ya que es un capítulo especial ☆ De hecho se supone que este va después de otro capítulo (la segunda parte de Una carta y un corazón), el cual ya tengo empezado y espero, más pronto que tarde, poder publicar.

Espero les haya gustado este capitulo ^^

El tema de los volúmenes es algo que podrá entenderse mejor con el paso de los capítulos.

Sin más, pienso que no es tarde para decir:
Feliz primer aniversario de ZeroBaseOne 🥳💕💖🌠 sigamos apoyándolos y viéndolos brillar ✨

&

Happy birthday Zhang Hao! 🎉💖