*.✧ 5. Coronación desastrosa (1)
-Entonces no permitas que coloquen esa corona sobre tu cabeza...
Las palabras de Ricky resonaban en la cabeza del príncipe Hao mientras iba de regreso a su bosque, listo para enfrentarse a la realidad. Debía prepararse para la coronación que no faltaba mucho para llevarse a cabo.
Intentó esconderse entre los arbustos desde donde alcanzaba a ver a sus compañeras, ya todo parecía estar casi listo. Los adornos de flores hermosamente colocados por todas partes, las largas bancas de tronco que habían sido movidas en dirección al escenario para que todos los presentes pudieran presenciar con comodidad la coronación, en especial en los lugares reservados para las hadas invitadas de los bosques vecinos. Por las bellas decoraciones, era inevitable darse cuenta de que se trataba del evento más grande que había tenido el bosque en décadas. Hao pasó de puntillas por detrás de los arbustos, cuido tanto que nadie lo viera pasar que terminó estrellándose contra un hada masculina que se cruzaba de brazos.
-¿Otra vez ocasionando problemas, Hao? -el hada lo miró con desaprobación.
-Te estaban buscando hace rato, ¿en dónde estabas? -el hada le hizo una mueca de desagrado.
-Ehm, bueno, yo estaba...
-¿Sabes qué? No importa. Me dijeron que si te veía te dijera que debes ir al árbol del sauce para alistarte.
-¿El árbol del sauce? -Hao reaccionó, sus orejas se movieron, sus ojos se llenaron de ilusión. Desde niño había estado soñando con ese momento. El día de su preparación.
-¡Sí, sí, ya voy! -saltó irradiando alegría, sin poder contenerse corrió hacía el camino que lo llevaría al árbol del sauce, lo sabía de memoria. Finalmente había llegado el momento que tanto había deseado con la habitación del árbol del sauce, ¿qué habría de aperitivos? ¿Pay de frutas? ¿Barras de chocolate? ¿Vino? ¿Caviar? ¿Y qué hay del baño con pétalos de rosas? ¿Y los perfumes? ¡Ah, y un buen masaje que le hacía falta! Como fuese el caso sus compañeras estarían a...hí. Hao se detuvo. Llegó al lugar, pero la puerta estaba cerrada y todo alrededor se encontraba solitario. Movió sus manos con un poco de ansiedad. Observó otra vez para asegurarse de no haberse equivocado. No, era imposible que se equivocara, era el lugar, lo sabía bien. Era en donde había estado su amigo Ricky y los demás futuros reyes que de lejos él había observado. Sintiéndose nervioso, jugo un poco más con sus manos y después procedió a abrir la puerta lentamente. Las bisagras de la puerta de madera chirriaron un poco. Dentro todo estaba oscuro y solitario. Hao, confundido ingresó a la habitación despacio. Dejó la puerta abierta para que pudiera entrar la luz y ver mejor el interior. Por lo regular él sabía que las hadas que acompañarían al rey estarían listas de antemano para recibirlo, con luces de luciérnaga encendidas por todas partes de ser necesario. Hao caminó un poco más al ver un pequeño destello. En medio de la habitación había una única silla de madera y sobre esta había un traje blanco con su corona de príncipe encima. La tradición era que al final de la preparación el príncipe debía portar su corona de príncipe que le fue dada al ser revelado y luego esta le sería quitada para reemplazarla por la corona de rey, era indispensable no olvidar ese detalle. Hao miró el traje y su corona, definitivamente alguien debió haber entrado para dejar ahí sus pertenencias, extrañado elevó la mirada y comprobó la habitación, no había nada, en donde debía estar el supuesto banquete, estaba vació, a su costado en donde debían estar los instrumentos para arreglarlo tampoco estaban, echo un vistazo por arriba de su hombro, no había velas ni perfumes, la tina de baño estaba vacía ni siquiera había agua preparada con pétalos de rosa. Hao regresó, con la mirada abajo, hacia la silla, y lo entendió. Hizo a un lado la corona y sostuvo el traje a lo alto para admirarlo. Sonrió.
-Es bonito -dijo. Acarició la hermosa tela y sostuvo las prendas en su regazo.
Con la poca agua que salió de la regadera de a lado de la tina de baño se dio una ducha rápida. Había dejado la puerta abierta para que entrara un poco de luz. Su cabello seguía mojado mientras se iba poniendo el traje, no entendía bien como poner los complicados botones de la camisa. Intentaba no pensar en la imagen de las hadas que alistan al futuro rey de pies a cabeza.
-¡Toc, toc! -un hada tocó en la puerta abierta, Hao elevó la mirada-. ¡Apresurate, Hao! ¡Ya todos están listos! ¡Vas tarde! ¡Ay, no puede ser, otra vez estás ocasionando problemas! -dijo el hada, irritada.
-Eh, sí, sí, lo siento, ya voy.
Por fin pudo terminar de abrocharse todos los botones. Salió corriendo de la habitación en lo que arreglaba el cuello del traje.
-¡Hermanos y Hermanas hadas, y seres de otros bosques que nos visitan, estamos aquí para presenciar la coronación de nuestro próximo rey! -anunciaba el rey a la multitud reunida, la cual no reaccionaba a sus palabras-. Sabemos que es una decisión precipitada, pero muy necesaria y les agradeceré que confíen y disfruten de esta celebración-. El rey extendía los brazos sosteniendo el cetro que le daba poder. Los presentes reaccionaron más por respeto al rey que al acontecimiento que estaban por presenciar.
Hao llegó corriendo en donde sus compañeras, con sus vestimentas impecables lo esperaban. Algunas de ellas protestaron por su tardanza. Una de las hadas, lo miró con desagrado y después le indico en que momento debía entrar. Hao a penas podía reponerse del cansancio por haber corrido tanto.
-¡Hao! ¿En dónde está tu corona de príncipe? -el hada organizadora ahogó un susurro, sin poder creer el grado de descuido de Hao.
-Eh, ¿qué?, ¿mi corona? -Hao, todavía agitado, se tocó la cabeza-. La olvidé.
-¡No! ¡Hao! ¡¿Qué hiciste?!
-¡No puede ser! -las demás hadas a su alrededor estaban indignadas por su descuido, para no llamar la atención de los presentes que no las veían porque el telón las cubría, susurraron entre ellas.
-Es idiota -dijo un hada femenina en lo que se cubría con una mano para disimular.
-Tendremos un rey idiota -espeto otra hada, esta vez masculina también disimulando. Hao escucho risas más atrás de esas hadas. Él, anonadado, se dio la vuelta para ignorarlas.
-Ahora me complace llamar para su presentación a... -El rey echo un vistazo rápido Hao solo para asegurarse que estaba ahí, pero no pudo evitar formular una expresión de sorpresa al verlo. Sus ropas estaban desarregladas y el cabello mojado todavía le escurría el agua y le caía en los hombros del saco del traje. Hao parecía ahora un pequeño niño esperando ser regañado por su padre. El rey no podía creer lo que veía. Era la primera vez que veía a un futuro rey a punto de presentarse ante una multitud en ese estado tan... decaído. El aura del rey brillo del enfado, pero se contuvo-. Denme un momento, por favor.
El rey se acercó a su hijo con determinación.
-Olvidé mi corona -murmuró Hao, soltando las manos hacia los lados y esperando el regaño.
El rey apretó el cetro en su mano. Con una ligera furia miró a Hao, luego parpadeó y sus ojos se posaron en las hadas que se reían a lo lejos, claramente burlándose de Hao. Cerró los parpados para concentrarse, al abrir los ojos de nuevo su mirada se había suavizado.
-No importa Hao, no tienes que preocuparte por nada -haciendo uso de su poder, giró el cetro por arriba de Hao, un hilo de luz lo rodeó. De pronto el príncipe lucía impecable, su traje brillaba como el de ningún otro rey había brillado, su calzado era hermoso y su cabello estaba seco y bellamente arreglado.
-Su majestad, ya mandé a las hadas para que traigan la corona inmediatamente -dijo el hada organizadora, apenada con el rey.
-No es necesario -afirmó y luego volvió a girar el cetro sobre la cabeza de Hao- Toma, usa esta corona de flores mientras tanto, creerán que forma parte del concepto.
El rey sintiéndose entristecido por la forma en que su hijo había sido tratado, regresó con los presentes y compuso su postura para ponerse serio y, por fin, poder anunciar la presentación del príncipe.
-¡Estoy complacido de anunciar a nuestro futuro rey, el príncipe Hao!
Música armoniosa sonó.
Cuando Hao apareció frente a los presentes nadie reaccionó. Caminó despacio. Sus ojos se toparon con algunas miradas molestas. Tímido, se sentó en el trono que estaba en el medio. En lo que el rey continuaba con el discurso. Hao miraba nervioso de un rostro a otro. Notó que los asientos reservados para los reyes invitados de otros bosques estaban vacíos. Todavía no llegaban los representantes de las hadas de la naturaleza. El rey había decidido dar pasó a la coronación al ver que no vendrían. El rey sabía que esas hadas no estaban de acuerdo con la coronación.
Después de unas palabras y que Hao se pusiera de pie un momento para hacer el juramento. Volvió a su lugar. El tiempo para él pasaba tan rápido que a penas prestaba atención al procedimiento.
Hao no paraba de mirar de uno a uno con nervios, sin dejar de lado su ansiedad, sentía que todo su cuerpo temblaba de miedo, y todavía más al volver la vista hacia un lado y darse cuenta de que las hadas traían la corona de rey sobre un cojín aterciopelado. Hao tenía mucho miedo de que su destino fuera sellado para siempre. Él no quería ser un hada soltera, él deseaba con todas sus fuerzas encontrar el amor verdadero. Quería levantarse de ahí y salir corriendo.
-Por el poder que me concede ser el rey de las hadas del amor y la bondad... -Su padre sostuvo la corona en sus manos y se acercó a Hao con ella. El rey contenía la tristeza por su hijo. Hao cerró los ojos con fuerza y contuvo el aliento. Convenciéndose de que estaba haciendo lo correcto por el bien del bosque y sus compañeras, lo soportaría todo para protegerlas-Hoy te nombro... -La corona estaba a centímetros de ser colocada sobre la cabeza de Hao. Él, con un gran dolor en su corazón se iba despidiendo de su deseo más fuerte. Ahora sí, era el momento de aceptar la realidad, desde ahora y por siempre sería Uno en Un Mil...
-¡Alto!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top