*.✧ 4. En el jardín de los recuerdos
—¿Quién está ahí? —preguntó una voz. Las ramas se fueron quebrando cuando la figura apareció, caminando en su dirección en lo que movía unas lianas que le impedían tener mejor visión—. Ah, eres tú Hao —. Se trataba del príncipe Ricky.
El príncipe Ricky era el mejor amigo de Hao, su único amigo. No pertenecían al mismo bosque pues Ricky era un hada de la tristeza y la compasión. Ricky era menor a Hao, y aun así, de niños él no fue capaz de quedarse en brazos cruzados cuando al pasar cerca de su bosque vio a un grupo de niños molestándolo. Ricky se interpuso entre todos para protegerlo de los frutos rojos que cruelmente se estrellaban contra el cuerpo de Hao. Cuanta fue su sorpresa cuando se dio cuenta de que molestaban a Hao por ser un hada sin alas. Las hadas de la realeza no se revelan como hadas reales hasta la adolescencia, esto para proteger a los pequeños príncipes de las amenazas exteriores, sin embargo, la mayoría de las veces se utilizaba un código secreto entre hadas de la realeza para que se supiera de los príncipes de cada bosque. Por esta razón, los reyes obligaban a sus hijos a usar alas artificiales. Si las hadas comunes veían a un hada sin alas, antes de pensar que podría tratarse de alguien de la realeza, lo más probable es que tacharan al hada como un hada defectuosa. Las hadas defectuosas socialmente tendían a ser rechazadas, en especial si su malformación se debía a no tener alas, ya sea por perderlas en algún accidente o incluso quitárselas a voluntad, pues para las hadas era una forma de negar su verdadera naturaleza. Con los años se fue quitando esa idea de la mente de muchas hadas, pero a Hao le había tocado todavía sufrir el desprecio. Los niños en especial tendían a tener malas actitudes con los niños o cualquier hada que estuviera defectuosa, esto porque muchos de ellos no estaban en la edad adecuada para controlarse. Los niños que molestaban a Hao se detuvieron. Se fueron volando. Así Ricky aprovechó para consolar a un pequeño Hao que contenía las lágrimas con la cabeza abajo. Cuestionó al chico por no decirles que era el príncipe. Ricky creía que poseer alas artificiales no eran tan malo, pues a pesar de ser falsas, era capaz de volar con ellas como cualquier hada común, incluso sabía de príncipes que se habían negado a que se las quitaran cuando llegaban a su adolescencia y se hacía el anuncio del príncipe real. Tenían que distinguirse en su forma real, no lo podían evitar. Sin embargo, Hao, él se había negado rotundamente a no tener alas.
—No negaré mi naturaleza, no engañaré, ni aunque mi vida y el amor dependa de ello —. Hao niño negó con la cabeza hacia su padre, haciendo un puchero.
Hao había quedado impactado por una historia que le habían leído en su hora de dormir. Era una historia basada en un hecho real. Una leyenda acerca de un hada, Uno en un Millón, que al aceptar que nunca encontraría el amor, cayó de rodillas frente al lago en una noche oscura con luna llena y luciérnagas revoloteando en la vegetación; el hada observó el paisaje con ojos tristes, luego tomó una espada y se arrancó las alas. Renunciando a su naturaleza para siempre.
En aquel entonces, el príncipe Ricky había quedado admirado de la entereza del pequeño Hao, (mayor a él). Lo había llevado a la fuente de su jardín para ayudarlo a limpiar su ropa blanca.
—En tu jardín hay de estos capullos —había pronunciado Hao niño mientras con la boca abierta y ojos brillantes de emoción, contemplaba las flores como si fuese lo más hermoso. Ricky había estado tan acostumbrado a ver ese tipo de flor en su jardín que solo cuando Hao las apreció con tanto gusto, les prestó atención, y en efecto, reconoció que eran flores muy hermosas. Aquel día su amistad comenzó y nunca olvido ese día, en especial cuando se enamoró de su ahora esposo. Pues se había enamorado de un hada masculina que no pertenecía a su mismo bosque.
—¿Crees que esté bien? ¿Hao? —. Ricky, recién adolescente, estaba tendido bajo un árbol del jardín, admirando las flores amarillas junto a su amigo—. Él no me haría caso, pero me he enamorado. Lo he visto de lejos y me siento extraño porque no es de mi mismo bosque. Simplemente no pude evitarlo.
—¿Qué si está bien? ¡Creo que está perfecto! No seas tan duro contigo, no pienses en el que dirán; el amor es así, no se puede evitar —le había dicho Hao, en lo que olía una flor.
Afortunadamente las cosas salieron bien para Ricky, pues su amor fue correspondido. El valor de confesarse, en parte se lo debía a su amigo. Solo le quedaba enfrentarse al mundo.
—¿Por qué él? —le habían cuestionado sus padres—. Él no pertenece a nuestro bosque, no es un hada de la tristeza y la compasión, solo traerá problemas. Habiendo tantas hadas de nuestro bosque que podías elegir. Ricky, no te cases con él, casate con alguien de nuestra comunidad ¡No existe ningún bosque que tenga dos reyes de distintos bosques!
—Entonces, quiero ser el primero. Seremos los primeros.
Y así sucedió. Fueron juzgados al principio, pero al final todos terminaron aceptando y amando a sus dos reyes de distintos bosques.
—Veo que has encontrado mi capullo —preguntó Ricky en lo que se iba cruzando de brazos.
—¿Es tuyo? —se sorprendió Hao, señalando.
—Sí.
—¿Cuántos van?
—Tres.
—Tres, ¿tan rápido? A penas llevan dos años de casados, ¿y ya van para el tercero?
—Mi esposo y yo estamos muy enamorados.
—Presumido —Hao hizo una mueca.
Ricky soltó una pequeña risa, Hao se rio con él, luego suspiró y con las manos en la espalda contempló la luz todavía manteniendo su sonrisa. Ricky observó a su amigo sonriendo con él, pero su sonrisa poco a poco se fue desvaneciendo.
—Hoy estuve escuchando unos rumores desde la mañana, acerca de que serás coronado, eso ¿es cierto? —cuestionó. La sonrisa en el rostro de Hao también desapareció, volteó hacia Ricky y luego desvió la mirada. Ricky sabía lo que significaba, lo conocía bien—. No vas a hacerlo, ¿o sí?
—Tengo que hacerlo, es mi deber.
Ricky no reaccionó. No lo entendía. No pudo evitar recordar como todo ese tiempo Hao no dejaba de hablar de lo mucho que deseaba encontrar el amor. A veces Ricky se fastidiaba, sobre todo de niños, cuando ese tipo de cosas a él no le interesaban "¡Ya lo verás, encontraré el amor antes que tú!", le había afirmado un Hao niño muy sonriente.
Ricky regresó al presente.
—No te veo contento como siempre, ¿no querías encontrar el amor? —preguntó Ricky demostrando en su tono de voz que no estaba de acuerdo con esa decisión—. Sellarás tu destino para siempre.
—Tengo que hacerlo por el bien de mi bosque y el bien de mis compañeras.
Sus compañeras. Ricky recordaba muy bien a esas supuestas hadas del amor y la bondad; hirieron a Hao por no tener alas, y cuando fue revelado como el príncipe, las hadas que lo habían lastimado, no se mostraron arrepentidas, pues se habían acostumbrado a tratar tan mal a Hao que siguieron haciéndolo por simple costumbre. Empeorando todo cuando Hao no encontraba el amor y comenzaron a molestarlo ahora llamándolo: Uno en un Millón. Ricky odiaba a esas hadas con todas sus fuerzas. Cuando quería expresar su molestia Hao siempre lo detenía, suponía que lo hacía porque no quería que sus bosques se vieran enemistados. Esta vez, no se resistiría a expresárselo abiertamente.
—¿Lo quieres hacer por ellas? ¡¿Por esas hadas?! —Ricky fue hasta él y lo hizo voltear para que lo mirara—. Hao, ¡Esas hadas no te quieren! Siempre te han maltratado, te critican, hablan mal de ti a tus espaldas, te hieren. Hao ¡Esas hadas no te quieren! Has hecho todo para ellas, pero ellas, ¿qué han hecho por ti?
Hao no supo como reaccionar. Primero su padre había admitido que era Uno en un Millón y ahora Ricky le decía estas cosas que se sabía que se había estado guardando. Algo debía estar muy mal para que justo ese día, el día de su coronación le estuviesen sucediendo estas situaciones inesperadas. Ricky lo sostenía de la camisa. Sus ojos cristalizados le suplicaban.
—No me importa —le dijo muy seguro.
—Hao... tu corazón, es tan grande —Ricky lo soltó, sus lágrimas fluyeron—. Esas hadas no te merecen —. Acercó a su amigo para envolverlo en un abrazo.
Después de que Ricky se calmara, ambos se sentaron a la orilla de la fuente en silencio. Un largo silencio que solo servía para ser roto.
—Cuéntame de ti, ¿cómo te va en el reino?, ¿es complicado ser rey? —. Hao intentó cambiar de tema. Ricky aceptó su decisión de no querer seguir hablando de su coronación.
—Mi esposo toma las riendas de todo, ¿recuerdas que fue una sorpresa para todos? ¿Recuerdas cuando todos se interpusieron a nuestro matrimonio?
—Recuerdo que tus padres me culparon por ello.
Tampoco eso olvidaba Ricky.
—Te dijimos que no te juntaras con el príncipe Hao, esa hada solo te ha metido ideas —le habían dicho sus padres—. Además ¡Dicen que es Uno en un Millón!
—Triunfo su amor —le sonrío Hao, sinceramente feliz de que todo resultara bien para su amigo. Ricky le alborotó el cabello. Rieron.
—Dime, Hao ¿No has pensado que tal vez tu pareja de vida no sea un hada? Puede ser de otra especie. Por lo que me cuentas de tu visión, seguramente se trata de un humano —Ricky no se iba a rendir tan fácilmente en hacer reaccionar a su amigo.
—No, no puede ser, porque en mi visión, tiene alas como las hadas comunes, debe ser un hada—. Hao comenzó a hablar poniéndose de pie—. Pienso que lo más probable es que sea de otro bosque, pero he estado visitando cuantos pueda y parece que no se encuentra en ninguno, al menos no todavía —. Hao quien de nuevo hablaba con ilusión, se detuvo de repente—. ¿Pero qué estoy diciendo? Ja, ja. Ya es hora de que aterricé —. Ricky se limitó a mirarlo. Hao, en su intentó de volver a apartar la mirada, de nuevo fue atraído por el brillo del capullo con el pequeño feto en su interior. Totalmente hipnotizado. Sin estar muy consciente, soltó un pesado suspiró—. Ahora nunca lo sabré.
Ricky fue hasta él, colocándose a su lado. Mirando en la misma dirección.
—Hao, ¿quieres tener hijos?
—Sí —respondió sin querer. Ladeó la cabeza y giró hacia Ricky. Se miraron. La expresión de Ricky era seria y decidida.
—Entonces no permitas que coloquen esa corona sobre tu cabeza —le aconsejó Ricky, mirándolo con firmeza. Al menos debía agotar todos sus recursos para intentar convencerlo.
El feto en el capullo se movió. Ricky se inclinó. Se quejó.
—¿Qué? ¡¿Qué te pasa?!
—No es nada —Ricky se tocó el vientre—. Es solo que me sentí un poco mareado. Mejor, llevame a dentro—. Estiró una mano temblorosa y Hao la sostuvo—. Los guardias no tardarán en regresar de su descanso —. Hao lo rodeó con un brazo. Ricky se quejó otra vez. Tenía náuseas.
—Oh, ya entiendo —Hao formuló una media sonrisa—. Nunca me lo quisiste decir, pero ya lo he descubierto, eres el hada pasiva, ¿no es cierto?
La mirada de Ricky tembló de nervios. Seguía inclinado con una mano en el vientre.
—¡N-no! ¡No es como piensas!
—Sí, sí, lo que digas —. Hao dio unas palmaditas a su mano. Sabía como era él cuando mentía.
*********
La verdad nunca he logrado entender bien el género Omegaverse, tampoco me llama tanto la atención, supongo que es porque este mundo tiene un grado de complejidad. Por esa razón no tengo historias con este género. Comprendo que hay un tema en el Omegaverse sobre que pueden ocurrir embarazos con el mismo sexo. Pensé en que si yo llegaba a abordar ese tema en una de mis historias, me gustaría hacerlo a mi propio modo. Así que, aquí esta, en esta historia. Espero que lo acepten y les guste.
Muchas gracias por seguir leyendo ❤️
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top