*⁠.⁠✧ 26. Corazón Cegado

Desde el jardín hasta el interior del edificio, Hao corría, totalmente desesperado, con gotas de sudor escurriendo por su frente.

—¡Abran paso! ¡Déjenme pasar! —gritó nervioso, esquivando a multitudes de alumnos que se interponía en su camino —. No puede ser, es tarde —murmuró apretando los dientes.

Se adentraba en los corredores como si fuesen laberintos. Llevaba hojas de papel en la mano, se le habían desorganizado y él trataba de sostenerlas, eran de una tarea importante. Con la mirada fija y centrada en el objetivo dio un salto para ir más rápido. Olvidó que llevaba la bolsa del polvillo en la parte trasera del pantalón de la escuela. Apenas giró para ver como el brillo se desvanecía en el aire, luego regresó la mirada para seguir corriendo ¡Estaba cerca!

Hanbin lo miró al otro lado del pasillo, detuvo su caminar y Gyuvin y Yujin se detuvieron detrás cuando él lo hizo. Hanbin miró a Hao con una sonrisa maliciosa. Colocó la pila de libros y materiales que llevaba en las manos justo a su costado y abrió las manos con la intención de dejar caer todo eso al suelo.

Los ojos de Hao brillaron. Se inclinó hacia abajo mientras corría y alcanzó a sostener la pila antes de que cayera al suelo.

Tratando de respirar, se fue reponiendo con todo ese peso en las manos que con mucha dificultad pudo limpiarse el sudor de la frente con la manga del uniforme.

—Otra vez tarde, Zhang —le señaló Hanbin mirándolo seriamente.

Los labios de Hao temblaron por la culpa y el gran cansancio.

—Lo siento, Hanbin.

Hanbin arrugó la nariz del enfado, odiaba que ese chico insistiera en querer llamarlo de esa forma tan cercana, pero ya había intentado muchas veces quitarle el nombre de la boca sin dar resultado, al final había desistido y permitido que le nombrara así. De todas formas, ya era su esclavo. Miró en otra dirección rodando los ojos y luego extendió la mano.

—Bueno, no importa. Dame la tarea —le ordenó.

—Ah, sí, aquí está —con mucho trabajo debido a la carga de los libros y más cosas de Hanbin, estiró la mano por debajo para entregarle las hojas. Hanbin se las arrebató para revisarlas.

—¿Podrías cuidar mejor las cosas? —lo regañó al ver las hojas arrugadas.

—Lo... —Hao tragó saliva, sus manos temblaban, pero no podía dejar caer las cosas o sería duramente castigado— Lo siento.

Ese día se cumplía el inicio de la siguiente semana, lo que significaba que Hao había cumplido ya su primera semana en la escuela.

Después de que Hao perdonará a Hanbin por la primera desafortunada impresión, al otro día Hao se había arreglado frente al espejo muy emocionado por volver a ver a Hanbin en la escuela, deseaba poder entablar una conversación con él para poder llevarse bien con su amor. Sin embargo, Hanbin tenía un plan completamente distinto.

Hao estaba sentado en su butaca sacándole punta a un lápiz cuando por arriba de él Hanbin apareció con una pila de libros y libretas y las dejó caer sobre el pupitre de Hao. Las cuales hicieron un estruendo al caer sobre la superficie. Volteó a su costado y Hanbin lo miraba.

—Desde ahora, harás todas mis tareas —lo amenazó.

Tuvo dificultades para aprender como lo hacían los humanos. Escuchaba las clases, pero le resultaba complicado procesar tanta información. Iba a la biblioteca y estudiaba algunos conceptos por su cuenta. Hubiese sido disfrutable aprender de no ser porque Hanbin lo presionaba con las tareas. Al principio lo humilló haciéndolo sentir como un tonto.

—¿Cómo es posible que no sepas algo tan fácil? ¡¿Crees que la profesora recibirá la porquería que acabas de entregarme?!

Hao en su casa del árbol, se llenaba de libros y se la pasaba estudiando y resolviendo las tareas de Hanbin y las propias casi toda la noche sin descanso. Cuando llegaba el momento de ir a verlo podía dejar todo eso de lado y despejar un poco su mente.

Lo admiraba al dormir y le decía que no le importaba hacer sus tareas y lo que le pidiera.

—No te preocupes, amor, debe ser difícil realizar todo eso tú solo, ¿verdad? Por eso me pides que lo haga por ti... ¿Verdad? —Hao sonreía nervioso. Aun así, acariciaba su rostro, lo llenaba de palabras de amor y se despedía con un beso —. Mañana será otro día —le decía dulcemente.

¡Y vaya que era otro día!

Al siguiente día de ese les había tocado gimnasia. Hao recién se acostumbraba a su cuerpo como humano. En los vestidores se había colocado el uniforme deportivo y esperaba poder estar cerca de Hanbin.

El profesor los había puesto a todos a hacer calentamiento. Hao escuchaba a Hanbin frente a él riéndose con Yujin y Gyuvin con quienes siempre estaba pegado. Él se preguntaba cuándo podría hablar a solas con su amor.

Durante el ejercicio de trotar alrededor de la cancha, Hao hacía su mejor esfuerzo, miraba a Gyuvin y Yujin que corrían, pero había perdido de vista a Hanbin.

—¡Hey! ¡Tus agujetas! —señaló Hanbin a su lado. Él apenas pudo mirar que estaban desatadas cuando Hanbin las piso y Hao cayó de bruces al piso. El pequeño grupo se río de él.

—¡Hagan sus equipos! —pidió el profesor en lo que sostenía un balón de básquetbol. Hao estaba más preocupado por el pequeño raspón en su rodilla. Pensaba en que en el mundo humano las heridas dolían más. Todo dolía el doble ¡Incluso el triple!

—Oye, Zhang —lo llamó Hanbin. Hao lo vio de reojo y se repuso de inmediato, se sonrojó. Hanbin llevaba una pelota en la mano.

—¿Sí? —Hao, pensaba que Hanbin se veía tan atractivo con la pelota girándola en la mano.

—¿Quieres unirte a nuestro equipo?

—¡Claro! —respondió alegre. Luego los dos se dirigieron a Yujin y Gyuvin para reunirse con ellos cerca del muro —. Y... ¿Qué vamos a hacer?

—Vamos a jugar —respondió Hanbin. Hao lo miró directamente con una sonrisa.

—¿Qué vamos a jugar?

—Quemados.

De un momento a otro el balón ya estaba girando en el aire y se estrellaba contra el cuerpo de Hao, quien intentaba cubrirse de los balonazos que los tres le lanzaban. Hanbin había acercado un contenedor de ruedas llenó de pelotas.

Reía, divirtiéndose con la situación.

—¡Lo estás haciendo bien! ¡Solo quédate quieto! —lanzaba un balón.

—¡Esto te pasa por perder en el juego! —gritaba Yujin y los tres reían.

—¡Hanbin, ya basta, por favor, duele! —rogaba Hao con una mano abierta al frente y encorvándose.

—¡Uy, Hanbin! Sigue llamándote por tu nombre —se burló Yujin.

Hanbin enfureció y le lanzó más pelotas con más fuerza.

—¡Ya te dije que para ti soy solo Suuung!

El profesor, que había salido del gimnasio para atender una llamada, regresó y detuvo el juego.

Esa noche cuando Hao fue a ver a Hanbin. Con un poco de nervios le habló.

—Solo estábamos jugando, amor, tal vez debí intentar detener las pelotas.

Esa noche también se había despedido de él con un beso en la mejilla. Sin embargo, ya comenzaba a sentirse nervioso.

Una de las clases de la semana fue clave para él.

—Hoy vamos a hablar del tema del acoso —anunció la profesora.

Hao estaba sorprendido por un tema que desconocía y no sabía que tan importante era. Aprendió que no estaba bien besar a alguien sin su consentimiento, y él, impactado por ello, esa noche, mientras Hanbin dormía. Hao no paró de hablar del tema y al final le hizo una promesa a Hanbin.

—Desde ahora no voy a volver a besarte sin tu consentimiento, lo prometo —elevó una mano y la otra la puso en su corazón—. Solo lo volveré a hacer el día en que tú quieras besarme también.

La semana continuó. Hanbin se ensañó con él. No quería dejar en paz a Hao desde que cruzaba la entrada hasta la salida. Comenzando a imponerle más tareas, como, por ejemplo, llegar a tiempo para "ayudarlo" a sostener sus libros entre clases. En la cafetería, los tres robaban la comida de Hao y se reían.

—Perdona, Hao, es que tengo mucha hambre y tú te llevaste la última rebanada de pizza —se burlaba Hanbin.

—Descuida —Hao intentaba ser paciente.

En los sanitarios. Hanbin al secarse las manos salpicaba siempre el agua en el rostro de Hao. Lo zarandeaba del brazo y, al momento de abrazarlo, lo rodeaba con mucha agresividad.

—¿Qué?, ¿no te gusta que te abracen?, ¿qué no somos amigos?

Hao sonreía con pena. Cuando Hao parecía no estar convencido con las malas acciones de Hanbin o él se molestaba por no hacer algo bien, como las tareas. Lo amenazaba con sostenerlo de los pies y meterlo al bote de la basura.

—No querrás estar en el lugar de ese chico, ¿o sí?

—No, Hanbin, claro que no.

Y Hanbin volvía a molestarse al oírlo pronunciar su nombre.

Otro día Hanbin se acercó a Hao y muy amablemente le tendió un bonito regalo. Hao se emocionó y lo tomó entre sus manos. Hanbin le dijo que lo abriera cuando él se fuera, y el corazón de Hao había latido muy fuerte. Lo abrió emocionado, pero resultó ser un regalo explosivo. Le explotó hollín en la cara que Hanbin había recolectado de la chimenea y señaló su rostro en lo que soltaba grandes carcajadas con sus compañeros.

Taerae desde lejos miraba la situación de Hao con expresión seria y ladeaba la cabeza en signo de negación, no estaba de acuerdo tampoco con la forma en que Hao era tratado.

Hanbin también lo había invitado a salir el sábado. Le preguntó si quería ir al cine y le pidió que lo esperara en el parque. Hao, muy emocionado por la primera cita, se arregló bien y se perfumó un poco. Bajó de su casa del árbol con mucha emoción y fue muy puntual al llegar al parque. Se sentó en la banca en lo que veía a las parejas pasar y espero, y espero. Pasó una hora y Hanbin no aparecía, él se sintió triste.

Lo que no sabía era que, en la acera, Hanbin había estacionado el coche que su amigo le prestó. Muy divertido con Gyuvin y Yujin, se reían de cómo lo habían hecho esperar.

—Mirenlo —se río Hanbin en lo que sostenía el volante. Hao, a lo lejos se notaba cabizbajo.

Se quedaron unos minutos observando cómo Hao esperaba. Gyuvin, que iba en los asientos traseros, se acercó a la parte delantera del auto.

—Oye, Hanbin, ¿no crees que te estás pasando con él? —dijo con cuidado.

—¿Qué? Nah, claro que no. Es divertido.

—¿Por qué te importa? —preguntó Yujin, molestó. Gyuvin se puso nervioso.

—¿Eh? No, no me importa —regresó a su asiento, sintiéndose un tanto incómodo.

—No puede ser ¡Ya nos vio! —espetó Hanbin, apresurándose a prender el auto. En efecto, Hao había elevado un poco la cabeza a su costado, logrando ver el auto y a los tripulantes de este. Hanbin se reía en lo que se apresuraba a conducir y, acto seguido, irse del lugar. Hao comprendió la situación con dificultad. Se quedó en la banca un momento más, controlando su gran tristeza y ganas de llorar, hasta que finalmente se puso de pie y volvió a casa.

En las noches, Hao siempre perdonaba a Hanbin o trataba de convencerlo de cambiar.

—Yo sé que quieres divertirte y reírte y pasarla bien con Gyuvin y Yujin, pero podrías intentar ser un poco más amable.

—Perdón por siempre llamarte Hanbin, ya vi que no te gusta, que te llame así, lo siento, no puedo evitarlo, lo hago porque te amo y me gustas mucho.

—Espero que más adelante seas más dulce y gentil conmigo.

De vuelta a la actualidad. Las manos de Hao temblaban debido al peso. Le seguía el paso a Hanbin.

—Tú tienes la culpa —le dijo Hanbin—. El casillero que te asignaron está lejos del mío. Si lo hubieras pedido, estaría cerca del mío y llegarías a tiempo para recogerme las cosas. —Hao, solo lo escuchaba—. Por cierto, —Hanbin dio la vuelta y Hao casi tropieza y tira todo, lo que sería un grave problema—. Me castigaron por no entregar algunos trabajos y faltarle el respeto a un superior —Hanbin formuló una mueca—. De todas formas, eso pasó antes de que llegaras. Lo importante es —le indicó— que vas a hacer parte del castigo que me impusieron —, él le explicó cuáles de esas tareas de castigo debía hacer durante el día y cómo hacerlas—, por cierto, ¿conoces el árbol de flores que está junto al muro?

Hao se sorprendió, escuchar la mención del árbol hizo que el dolor y cansancio desaparecieran al instante. Había deseado mucho ir a ver el árbol de cerca y simplemente no había podido debido a todas las exigencias que Hanbin le había impuesto.

—Sí, sí lo conozco —se apresuró a responder. Su tono se había escuchado algo emocionado.

—Uno de los castigos es regar las flores. Más tarde, necesito que lleves agua y...

En ese momento Hanbin fue interrumpido y llamado por uno de los profesores. La alarma sonó anunciando que todos debían ir a sus salones. Hao fue la clase para depositar todos los libros y materiales en la banca de Hanbin. Arreglaba todo rápidamente antes de que ingresara la profesora, mientras tanto, pensaba en cómo podría llegar hasta el árbol desde el interior del edificio, tendría que preguntar más tarde.

Las horas y las clases transcurrieron hasta que llegó la hora después del receso. Gyuvin le había recordado sobre el agua y Hao se había adentrado en los pasillos vacíos sin saber muy bien a dónde ir.

—Disculpa —le tocó el hombro a un alumno. Taerae fue el que volteó—. Estoy buscando cómo llegar al árbol de flores claras.

Taerae lo miró por un momento. No podía creer que le hablaba el chico que había estado observando. Se giró por completo en su dirección.

—¿Te refieres al árbol de los enamorados?

—¿El árbol de los enamorados?

—Así es como lo llaman.

—¿Lo llaman así? —Hao estaba sorprendido.

—Lo nombran de esa manera porque es el lugar en donde las parejas se reúnen para confesar su amor —explicó Taerae. Hao se emocionó un poco al escuchar la explicación. Taerae notó la expresión en su rostro; sin duda, era muy obvio que Hanbin le atraía por alguna razón—. Eres el nuevo, ¿verdad? Para ser sincero, ya sabía de ti.

—¿En serio?

—Ujum, lo sé porque soy el presidente de mi clase y también —extendió la mano junto al broche—, suelen otorgarme el derecho para vigilar los pasillos. Tienes suerte de que en este instante no te esté dando un reporte.

—Perdón —Hao apretó los dientes con fuerza.

—Lo dejaré pasar si me dices por qué quieres ir ahí.

—Ehm, yo, estoy castigado y debo regar las flores.

Taerae entrecerró los ojos.

—Estás mintiendo.

—No, no lo hago —hablaba nervioso.

Taerae se le quedó viendo otra vez.

—Mejor no me entrometeré —dijo después—. Te indicaré en dónde queda el camino para llegar al jardín, pero... —elevó un dedo—. Debes prometer que serás más cuidadoso.

—No te preocupes, lo seré, no volveré a andar, así como así por los pasillos.

Taerae tenía ganas de decirle que no se refería a eso, sino a que fuera más cuidadoso con Hanbin, sin embargo, se contuvo y luego procedió a darle la indicación.

Siguiendo muy bien la indicación, por fin había podido salir hacia el camino que llevaba al árbol de las flores claras y violetas. Se emocionaba y formulaba una gran sonrisa. A lo lejos vio el árbol, que recién sabía que se trataba del árbol en donde los enamorados suelen confesarse sus sentimientos. Colocó las manos sobre su corazón y sonrió. Se dirigió hacia las flores cercanas al muro, percibió una flor tirada en el suelo y Hao la levantó.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Hanbin con brusquedad. En lo que iba atravesando la puerta que separaba al jardín de los corredores y cerrándola tras su espalda.

—Hanbin, desde aquí se puede ver el árbol de los enamorados —dijo Hao sin poder evitar mostrar su emoción y sin dejar de mirar hacia allá. Con Hanbin presente, le surgía el deseo de tomar su mano, llevarlo hasta ahí, bajo las flores y confesarle él mismo su amor. Hao suspiró de ilusión. Pensó en que debía armarse de valor para poder preguntarle si podían ir ahí.

—Tú no deberías estar aquí —respondió Hanbin muy seguro y lo miró duramente. Hao se sorprendió y volteó a verlo.

—¿Eh? ¿Por qué no? —La sonrisa se borró del rostro de Hao en lo que movía nerviosamente la pequeña flor en sus manos, miró a Hanbin sintiéndose ansioso.

—Porque tu tarea no es aquí.

—Creí que parte de tu castigo era regar estas flores —señaló hacia el muro—. Vine a regarlas.

—Si viniste a regarlas, ¡Riégalas! No mires ese árbol.

Hao giró la flor en la mano.

—Sí, está bien —Hanbin estaba a punto de regresar —. Espera, Hanbin —le pidió. Él volteó. Hao se acercó —. Toma, te quiero regalar esta flor —. Hao le ofreció la flor, Hanbin la tomó y miró—. Es bonita, ¿verdad?

Hanbin lanzó lejos la flor.

—No tengo tiempo para cursilerías.

Hao miró la flor en el piso. El tallo se había roto. Sintió un nudo en la garganta, pero se contuvo.

Hao, pensó que tal vez a Hanbin no le gustan las flores.

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Sé que las cosas se pusieron rudas en la trama, solo espero que confíen.
En lugar de ampliar todo lo malo que le sucede al personaje de Hao, decidí escribirlo con un ritmo un poco más rápido.

Gracias por leer

https://youtu.be/jR71z09Ly6U

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