Cap. 19
Marian y Catherine hablan con más calma sobre los asesinatos, las pistas y del supuesto culpable. Ambas tienen mucha imaginación para recrear precisamente lo que pasó.
-Bueno, hace 6 años, Nicole fue suspendida una semana y cuando regresó casi siempre estaba alterada y nerviosa. –dice Marian recordando lo que pasó.
-Supongamos que en esa semana conoció a Tom y él comenzó a perseguirla hasta que tuvo la oportunidad de atraparla y terminó arrojándola al río. –deduce Catherine.
-Yo lo enfrenté, terminé en el hospital y él mismo me dijo que seré la siguiente. Es peligroso. –agrega Marian tratando de ordenar sus cabellos revuelto por los nervios.
-Otra prueba más, descuida, ambas nos encargaremos de esto. –se propone Cathy firmemente, cuando ella se propone algo no descansa hasta conseguirlo.
Luego de cenar y después de cerrar con llave toda la casa, ambas se van a descansar, cada una en su cuarto. Marian no consigue descansar, atormentada por los pensamientos y recuerdos aterradores. Luego de horas estando en su cama, se levanta y viste en silencio, toma un abrigo y sale sin avisar. Chequea la hora en su celular y son las 3 de la madrugada.
-Encontraré algo que incrimine a Tom, de una vez por todas… -Marian toma el auto y se dirige a la casa de Tom decidida a todo, para su protección lleva el arma de Catherine. Marian deja su auto a unas calles de allí, desde ese lugar ella vigila la casa, esperando y planeando lo que hará, sin duda Tom podría estar armado.
-Mar… ¿Qué estás haciendo? –se dice así misma apoyando su frente por el volante. En ese momento ve que Tom sale de la casa, parece molesto, lleva un saco gris con capucha que cubre su cabeza, pone sus manos en los bolsillos de sus pantalones y se aleja caminando.
-Es mi oportunidad. –murmura Marian saliendo del auto y camina hacia la casa de Tom, se asegura que nadie la vea, camina hacia el patio de atrás y entra por la ventana, la casa es está en completo silencio, las luces están apagadas y la oscuridad le da un aspecto tétrico y espeluznante al lugar.
-¿Qué escondes? –susurra mientras camina por los pisos de madera que producen un pequeño rechinido a cada paso. Primero revisa la sala, no hay nada fuera de lo normal, solo unos estantes polvorientos y el empapelado despegado de las paredes, en los estantes hay unos cuantos libros de novelas de romances, no están polvorientos al igual que los estantes, al perecer alguien lee esos libros.
-¿Qué extraño? –Piensa leyendo los títulos –No creo que Tom leyera estos libros.
Luego revisa las habitaciones de arriba, el primer cuarto está vacío pero en el segundo hay una cama y un armario con ropa, el ruido de la puerta cerrándose la alerta y no tiene otra opción que entrar a la habitación y esconderse en el armario. Escucha los pasos que suben por las escaleras, son pesados y firmes, la puerta del armario no se cierra por completo dejando un hilo de visión.
Marian se asoma y ve a Tom entrar a la habitación, en ese momento se escucha un relámpago que anuncia a una tormenta, la lluvia cae y moja las ventanas.
-¿Cómo saldré de esto? –se pregunta Marian, trata de clamarse pero sus piernas tiene un ligero temblor.
Tom tiene una remera color roja y jeans negros, se sienta sobre el borde de la cama quedando de espaldas al armario dónde la intrusa se encuentra escondida. Él pasa la mano por su cabello, parece nervioso y tenso, algo lo preocupa mucho. Tom estira sus brazos y se saca la remera, tiene su cuerpo trabajado pero Marian no se fija en eso, tapa su boca horrorizada para no gritar con ambas manos.
Tom tiene unas profundas cicatrices en su espalda, que empiezan desde su omóplato derecho hasta los riñones, dos cortadas paralelas bajan por su brazo.
-¡¿Qué le habrá pasado?! –grita en su mente. Otros pasos resaltan en el caer de la lluvia, son lentos y cansados, Marian no alcanza a ver a esa otra persona que está presente porque no entra a la habitación, entonces Tom dirige una mirada disimulada hacia el armario, esa persona vio entrar a Marian sin duda.
Tom se pone de pie y camina normalmente hacia la puerta, ambos bajan las escaleras haciéndole creer a Marian que está a salvo, entonces ella sale lentamente del armario y mira a su alrededor, no hay nadie a la vista, rápidamente corre hacia la salida pero cuando intenta abrir la puerta de enfrente no puede hacerlo, la misma se encuentra cerrada con llave.
De repente alguien la toma de sorpresa colocando un trapo majado con anestesia justo sobre su rostro dejándola dormida en un instante.
-¿Qué hace ella aquí?
-No lo sé, tal vez busca pistas para descubrirlo todo. –responde Tom recostando a Marian en el piso.
-No podemos dejar que escape, llévala al sótano ahora. –ordena la otra persona con una voz firme.
-¿Qué haremos con ella? –Dice él alzándola sobre su hombro –Sabes muy bien que se trata de la amiguita de Natasha.
-Es muy valiente y eso lo aprecio… le diremos todo pero cuando sea el momento indicado. –contesta. Tom ata una cadena al con cerrojo por el tobillo de Marian y la deja encerrada en el sótano de la casa, la otra persona la registra con atención buscando si tiene alguna arma pero no encuentra nada, el arma de Catherine quedó debajo de la guantera del auto a unas calles.
-No tiene nada. –dice dando unos pasos hacia atrás.
-La conozco muy bien y no creo que ella sepa nada de lo que pasó. –comenta Tom estando sentado en los primeros escalones que bajan.
-Marian no lo sabe, de eso estoy segura, si quiere seguir con vida deberá elegir de qué lado estará. –murmura mirándolo a los ojos.
-Lo mismo estaba pensando… nunca creí que tú serías igual a mí, pero me equivoque. –él se pone de pie y avanza hacia ella e intenta besarla pero se detiene al sentir las manos sobre su pecho.
-Primero lo primero… concéntrate, cuando todo esto termine ambos podremos estar en paz. –dice dejándolo con un sentimiento de rechazo enorme.
-¡Maldita sea! –Dice y golpea la pared con su puño para descargar un poco de ira y rabia, luego respira hondo y se tranquiliza. –Vale la pena todo lo que hago por ella. –murmura mientras sube las escaleras.
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