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Los primeros dias pasaban rápido. Su fin de semana no había sido muy interesante que digamos, por lo que tenía fe en ese primer lunes de su año escolar.

Aunque en otras palabras, el sábado había ido a la peluquería y necesitaba saber si era notable su nuevo corte de pelo.

Al igual que su hermano, hizo la misma rutina de siempre y llegado el mediodía, comieron el pollo que había quedado de la noche anterior.
No porque se negaba a cocinar, sino porque hacían eso en su familia.

En otras palabras, la comida recalentada sabe mejor que la recién hecha.

Al entrar, tenían que irse al salón 6, ya que cambiaban de lugar con el otro sexto.

Aquel era más grande y cómodo, mejor para todos. Excepto por el ventilador. Este, se movía muy lentamente al girar.

Sobre el pizarrón, había un reloj moderno de figura circular y borde gris.

Dejó su mochila roja en el respaldar de su nueva silla y tras arreglarse el pelo, en un intento fallido para llamar la atención de Rosé, sacó finalmente sus cosas.

Viendo de reojo por una de las ventanas que estaban detrás suyo y, enseñaban una muy buena vista hacia el patio, fijó su mirada al profesor Kim quien, se acercaba a él con paso ligero.

Es decir, se encaminaba más que nada al salón pues, tal parece que se podría haber olvidado el hecho de que, se mudaron los alumnos de su curso.

Aunque en realidad, también podría ser que nadie le había notificado ese tal cambio repentino, pero Nam estaba seguro de que lo había olvidado.

Aquellos cortos segundos en que cruzaron miradas, fueron suficientes para delatar al profesor Taehyung y su mala memoria.

Esa sonrisa nerviosa suya, no tardó en aparecer al igual que, la profesora de literatura Kim Jisoo, adentrándose ahora en su campo visual.

La mujer alta de pelo violeta rojizo, con buen vestir y ojos color miel, se presentó a la clase en voz alta tras dejar su bolso en el escritorio.

Por supuesto que extrañaba a Jisoo. Imposible olvidar sus atuendos elegantes y sus bolsas de mano que combinaban con ellos.

La clase fue meramente de presentación y repaso, como al inicio de cada año, nada nuevo en verdad.

Pasado el recreo y las dos horas de literatura, llegó la siguiente materia, trabajo y ciudadanía.

El maestro se llamaba Lee Know, su cabello era café, tenía ojos azules y era un poco bajo de estatura.

Le preguntó a los alumnos su nombre y uno por uno, los saludo con el puño al darles la bienvenida.

Luego de la presentación dictó un unas palabras, las cuales era un acuerdo entre alumnos y profesor.

El cual tenían que firmar, pues los jóvenes al hacerlo, aceptaban el comprometerse a trabajar en clase y el profesor les deba hora libre si completaron las tareas y demás.

Un trato justo, benéfico para ambas partes.

El hombre al pasar por la mesa de Nam, elogió su letra tras ponerle el sello y firmar también.

Tenían esa materia hasta el horario de salida, por lo que fue corto el día en si.
Aunque, el tiempo se había pasado volando, al responder las únicas tres actividades del pizarrón.

Al salir, tenía que ir con su hermano a la librería, para retirar uno de sus libros que había encargado su madre temprano.
A diferencia suya, el menor lo necesitaba en físico ya que no tenía celular.

De camino a la tienda, no supo o siquiera escucho en qué momento lo encendió, pero su amiga, quien los acompañaba, estaba fumando un cigarrillo.

-- ¿Ella es mayor? -- inquirió su hermano sin discreción, señalando a Chaeyoung con su dedo índice derecho.

Ya era normal que los jóvenes de su edad, hicieran eso pero, no se lo espero de Park para nada.

Pues, pese a tener un año más que él, simplemente, no podía asimilarlo entonces, le fue inevitable el sorprenderse y, a pesar de tener preguntas, prefirió no hacerlas. El comentar algo fuera de lugar, no era lo correcto, mucho menos necesario.

Sus pensamientos se esfumaron cuando el olor penetrante del humo, chocó lentamente en su cara. Al instante, recordó la pregunta de su hermano y se limitó a asentir como respuesta. No le gustaba mentirle pero sabía cómo reaccionaria si le decía la verdad.

Ya en la tienda y para esperar su turno, se colocaron en la fila, la cual, no era muy larga y lograron atenderlos al poco tiempo de llegar.

-- Mi madre no sabe -- soltó sin más la castaña, como si, de una confesión se tratase y, a su vez, rogaba piedad por ello.

El silencio entre ambos se rompió al hacerlo, logrando que, el ambiente sea incómodo finalmente.

Para Nam, el tiempo a su alrededor parecía, ir avanzando poco a poco. Su garganta mientras, representaba un nudo mismo y su mente, poseía menos respuestas que antes.

A pesar de ser su amigo y preocuparse del bienestar ajeno, no era nadie en sí, para meterse en su vida o las decisiones que eligiera la mayor en cuanto a su cuerpo, mente y demás.

Su secreto estaba a salvo con el rubio. No le diría a nadie, siquiera a su propia madre con la que, tenía bastante confianza.

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