14
El domingo 13, ya había pasado un año de lo sucedido.
Aquella bola de nieve que, actualmente y por desgracia, seguía creciendo. Algo donde irónicamente todo, comenzó al bajar esas escaleras.
Todo el fin de semana, trato de no pensar en eso. Para evitar así, llorar y no mostrar debilidad pues, en esos momentos, debía ser fuerte. Aunque, el lunes hizo lo contrario.
Es decir, las lágrimas no abandonaron sus ojos por suerte, pero amenazaron con ello.
Ese día, sus acciones estaban en automático. Su cuerpo, se encontraba en el salón y su mente, en cambio, seguía en esa tarde de viernes.
No salió de esas cuatro paredes en ningún momento, mucho menos hablo con Rosé sobre ello.
Era sin duda alguna, el infierno mismo. Grande, rojo y ardiente como el fuego más fuerte de una hoguera.
Ese hombre hacia su vida normal y él por su parte, debía tener cuidado en la escuela.
Estaba demasiado intranquilo, dormía irregularmente y su familia, no decía nada desde el año pasado.
Su padre, quien le enseñó a decir las cosas de frente, comentó el no ser necesario aquel aprendizaje, esta vez.
Pues el manifestare algo, haría que Min le bajara las notas y por ende, reprobar así su materia.
Su madre, por otro lado, culpo a Kim de todo.
El tener unos progenitores con doble moral, era una condena y eso Nam, lo sabía.
La carga lo seguía a todas partes y con lo ocurrido, continuaría carente de incertidumbre.
Para el último receso, Rosé estaba con una compañera mientras que Namjoon, hablaba por mensaje con Jungkook, su amigo del extranjero.
Se habían conocido hacía 3 años, por un pariente cercano.
A pesar de tener varias cosas en común, ninguno de sus allegados recordaba al otro.
Para la salida, su madre olvidó buscarlos, por lo que ambos hermanos, fueron caminando a casa.
La situación, ya de por sí era abrumadora, pero el enojo de la mujer, sin duda fue la cereza del pastel.
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