¡ T R A C K : OCHO !
SEUNGSUNG¡!
uǝʌɐǝɥ u llǝɥ
──────
en donde seungmin encuentra a un bebé,
y decide quedárselo
Seungmin había dejado de correr cuando los gritos cesaron, cuando el aire que cortaba su rostro ya no se sentía tan pesado. Vagaba sin rumbo fijo, cuando el suelo bajo sus pies dejó de agitarse y por primera vez se paró a observar su entorno. Ya no podía oír gritos desesperados, sólo habían susurros inquietos de una voz remotamente conocida.
Le tomó un tiempo darse cuenta de dónde estaba parado, no recordaba porqué estaba vagando libremente en la tierra de los vivos, ni porqué sus brazos estaban tan entumecidos o su torso tan presionado. Sería fácil en cualquier otra situación sólo alzar los ojos y leer el ambiente. Pero no había nada que pudiese hacer. El cielo estaba tan negro, tan húmedo y era sumamente sofocante que Seungmin apenas podía respirar, tampoco entendía porqué le estaba afectando de aquella manera tan humana aun cuando el infierno era peor a cantidades inimaginables.
Cuando Seungmin trató de desplegar sus alas, y huir donde fuera, un llanto lo detuvo de inmediato. No estaba en su cabeza, ni en sus recuerdos tan distorsionados, el llanto de un bebé se oía a tan solo unos pasos, y Seungmin se sorprendió de no haber captado su presencia antes.
Al acercarse lo primero que vio fueron unos pequeños brazos aletear al tiempo que sus piernas pegar patadas, mientras soltaba un llanto fuerte desde el suelo. Bajo su cuerpo de diminutas proporciones no había una manta, ni cartón siquiera. El frío charco de agua sucia que lo envolvía debía ser aquello que tanto le molestaba al pobre niño. Seungmin lo miró un instante fugaz, cuando sus brazos entumecidos por sí solos se acercaron para sostener a la criatura. El bebé dejó de llorar al momento en que el cuerpo caliente le envolvió, y como si fuera algo a lo que aferrarse, las pequeñas manos atraparon la ropa de Seungmin tan fuerte que él podría soltarlo sin que el niño se cayera.
Seungmin sostuvo al bebé, dándole de su calor. Él rápidamente cambió el tono azulino y tomó uno normal.
La mente del ángel era un total rompecabezas, le faltaban las piezas clave. No sabía dónde encontrar las respuestas a aquellas preguntas que aparecían cada vez más grotescas. ¿Dónde estaban los demás?, ¿dónde estaba su compañero?, ¿dónde estaba la puerta al Reino de Los Cielos? No recordaba qué había sucedido con todo eso ni porqué tenía la necesidad de sostener a ese bebé en sus brazos y no soltarlo.
El ángel siguió caminando por mucho tiempo, bajo la lluvia, en esa noche oscura mientras el bebé se aferraba a él y dormía cómodamente.
No había un lugar a donde ir.
Cerca de la madrugada, cuando Seungmin aún buscaba un refugio, encontró un edificio en construcción así que se metió en él. Dentro halló un baño en condiciones bastante favorables, dejó al bebé en la bañera envuelto en su ropa y salió de allí dispuesto a buscar algo para poder calentarlo mejor.
Seungmin mantuvo consigo al bebé mientras el tiempo pasaba, mientras trataba de encontrar una razón para su estadía en la Tierra, trató de dejar al bebé en un orfanato, pero apenas pasadas unas pocas horas él volvió por el niño y se lo llevó sin medir palabras con nadie. Las monjas simplemente no pudieron recordar que eso pasó alguna vez.
Seungmin había mantenido a esa criatura y le había dado una identidad, le dio un techo y comida. Seungmin jamás trató de alejarse de él otra vez porque las respuestas sólo estaban allí cuando Jisung estaba allí. El ángel nunca pretendió que Jisung mantuviera una relación con los demás humanos, porque lo único que sabía de ellos es que hacían daño y eran egoístas. Los movía el odio y el deseo por el bien propio. Por eso los buenos necesitaban a ángeles para que les protegieran.
Seungmin estaba asustado de que Jisung se rodeara de malas personas, así que se encargó de protegerlo a su propia manera aunque no supiese cómo lo hacen los ángeles protectores. Después de todo su papel era sólo escoltar a las almas al momento de su muerte.
Jisung cumplió su mayoría de edad en algún momento, tomando a Seungmin desprevenido. El tiempo pasando demasiado rápido aun para un ángel que nunca antes lo había contado. Durante esos años, el niño jamás le había cuestionado su origen, tampoco le habló de la marca en su espalda. Esa que apareció cuando Jisung tenía siete, el día que sus alas desplegaron por sí solas, cuando en un accidente con un camión, casi cae de un puente. Era una noche casi desolada, y el esqueleto sin plumas negras o blancas apareció antes de que siquiera Seungmin pudiera sacar las suyas para salvar a su bebé.
Luego de ese día, las alas huesudas no volvieron a salir de la pequeña espalda y sólo quedó la profunda marca de una V invertida.
Este día en particular, era el cumpleaños de Jisung, un día al azar que el ángel eligió. Y lo que Jisung había pedido como regalo estaba tan lejos de ser normal que Seungmin estaba demasiado sorprendido y aturdido como para pensar siquiera que pudiera ser una opción.
—Quiero relacionarme con las personas.
Seungmin dejó de cortar las cebollas y miró a Jisung a través del reflejo de la ventana en la cocina.
—Quiero ir a la universidad —Jisung soltó también, lleno de valor.
Jamás se le había pasado por la cabeza que el pequeño —ahora no tanto— Jisung quisiera saber sobre el mundo, o sobre alguien más que no sea su papi Seungmin, concretamente.
—No.
—Pa... —titubeó el menor.
Seungmin dejó de hacer su trabajo y se dio la vuelta, aún con el cuchillo en manos señaló a Jisung.
—¿Estás yendo en contra de mí? Acabo de decir que no. El mundo exterior asusta, daña y no pide perdón. No quiero eso para ti.
—¿Entonces qué es lo que quieres para mí? —preguntó suavemente, con un hilo de voz—. ¿Qué hay para mí aquí?
Seungmin mordió sus labios, y dejó por fin el cuchillo a un lado mientras se acercaba a su bebé.
—Yo —respondió, atrayendo el cuerpo del más bajo hacia el suyo—. Siempre yo, y es lo único que quiero para ti.
Jisung estuvo a punto de apartarse de su papi cuando los labios gruesos de Seungmin atraparon los suyos, sin pensar demasiado, como en todas las anteriores ocasiones, el menor se dejó besar. Él nunca había cuestionado las decisiones del ángel, no podría hacerlo aunque muriese de ganas. A veces él quería huir y conocer lo que había más allá de la espalda de Seungmin, pero sólo dar unos pasos lejos del hombre mayor implicaba que el corazón de Jisung se le haga pequeño y le quemaran las entrañas sumiéndole en un insoportable y agónico dolor. Lo mismo le pasaba al mayor, pero en peores medidas.
La única vez que llegó a huir, lo había hecho con la idea de volver. Cuando lo hizo, casi arrastrándose, retorciéndose, encontró a su papi en condiciones deplorables. Casi lo había matado y no sabía porqué o cómo exactamente. Él veía al resto de humanos y ninguno dependía de otro como él lo hacía del ángel, entonces intuía que los demás no tenían uno. Jisung apenas sabía de su origen, tampoco sabía calificar las relaciones familiares o románticas, entonces creía que lo que hacía con Seungmin era normal. Pero estaba muy lejos de serlo.
Jisung quería ir a la universidad, sus estudios eran superiores gracias a la gran cantidad de información que extrajo de Seungmin con su enseñanza, pero no tenía ningún título, no tenía ninguna carrera a la cual seguir. Él quería ser normal a veces.
—Déjame tener un amigo.
Seungmin mordió los labios del contrario con delicadeza, succionando tan lento como le gustaba hacerlo.
—¿Esos libros que lees te enseñan palabras como la amistad? —susurró Seungmin, con el aliento pegando en la cara ajena.
—Papi... —gimió en respuesta—. Por favor, sólo uno.
—Me tienes a mí, ¿por qué necesitas a alguien más? —el agarre en la cintura contraria fue más fuerte.
—Fuimos sólo tú y yo desde que tengo memoria, papi. Será un amigo de prueba, después me relacionaré con más personas, sólo dejame ver qué tan buenos o malos pueden ser. Si no resulta... nunca más intentaré nada.
Jisung estaba desesperado por salir de ese aislamiento. Aun si no tenía a Seungmin pegado a su costado todo el tiempo, él sabía que podría estar un par de kilómetros cerca.
Seungmin lo pensó. Lo pensó. Y lo pensó durante dos días. Hasta que la tristeza en los ojos de Jisung eran demasiado para él y sabía que tenía que darle lo que quería a su bebé. Aunque supiera que los humanos sólo lastimaban, muy en el fondo había algo llamado Fe a la humanidad. Y por un momento quiso tenerla y hacerla más grande, pero si tocaban un sólo cabello de su bebé no importaba qué tan angel fuera, él los acabaría.
—Sung —llamó Seungmin—. Bebé.
Tras unos intentos más, el pequeño adulto seguía sin prestar atención a las palabras de Seungmin.
Él se acercó al cuerpo tirado en el sillón y acarició su cabeza mientras revolvía sus cabellos salvajemente, notando un par de auriculares puestos. Seungmin se sentó y apoyó la cabeza del menor en su regazo.
—Papi tiene un regalo para ti —aplicó suavemente, quitando los aparatos de los oídos ajenos y dejando un pequeño beso en la mejilla.
Jisung seguía con los párpados caídos, así que apenas hizo caso a la presencia de su mayor.
—Papi consiguió un amigo para Honey..., pero solo pueden verse aquí por el momento.
Seungmin realmente no esperó que Jisung fuera a saltar sobre él para regalarle un fuerte abrazo y un par de saltos sobre su regazo con cientos de agradecimientos escapando de sus labios después de cada beso en su cara.
—En serio lo querías, ah. —Rechazó cualquier sentimiento negativo mientras acariciaba la espalda de Jisung—. Vendrá mañana a pasar la tarde. Le dije que acabas de salir de un coma que se ha tragado tu adolescencia y no tienes amigos así que, él se portará bien contigo. Si él pregunta algo más sobre tu pasado, no hables. ¿Oíste?
Jisung asintió súbitamente con la cabeza, mientras no dejaba de soltar palabras de agradecimiento en susurros.
—Se llama Changbin. Es coreano, es mayor que tú pero un gnomo en comparación.
La sonrisa en la cara de Jisung era tan grande que Seungmin pensó que podría intentarlo.
Las visitas del niño coreano fueron constantes por alrededor de dos semanas, todos los días el gnomo de pelo violeta pisaba su casa y se encerraba en la habitación de su bebé, Seungmin antes no había tenido que hacer uso de sus oídos como lo tuvo que hacer durante esas semanas. A veces las voces del par casi no se oían y él estaba tan tentado a irrumpir en esas cuatro paredes, sacar al gnomo por la ventana y meter a Jisung dentro de su propia camiseta y quedarse junto a él siempre. A veces lo entendía, el pequeño humano híbrido quería ser como los demás pero no podía, Seungmin y su origen eran los principales problemas para llevar eso a cabo.
Jisung apareció a las tres de la mañana un día, metiéndose en su cama y colando sus frías manos al rededor del cuerpo de Seungmin.
—Hace mucho tiempo de la última vez que te metiste en mi cama —murmuró el ángel.
Jisung asintió, temblando un poco por el frío y el miedo.
—Puedo sentir tu miedo golpeándome en la cara. ¿Te ha hecho algo ese humano? —Seungmin volteó, soltando con cuidado sus palabras.
—Tuve un sueño —murmuró Jisung por fin, cuando la respiración comenzaba a estabilizarse—. Un ángel me dijo que ya era hora de volver a casa. ¿Qué significa eso? Hacía calor, el fuego asustaba un poco, pero su voz era tan dulce. Ella me llamó Belcebú.
—¿Ella? —las manos del menor dejaron de temblar cuando Seungmin las atrapó entre las suyas.
—Lucifer.
El ángel sudó frío.
Durante la mañana, mientras desayunaban, Seungmin dijo que los dejaría solos porque saldría a buscar a una persona. Jisung simplemente bajó la cabeza en acuerdo.
Dos horas más tarde de la llegada de Changbin, Seungmin pasó por la habitación del menor y tocó su puerta dispuesto a sacarlos a dar un paseo. Según las palabras de Azazel, Lucifer estaba esperando por ellos.
—Bebé, ¿quieres salir a tomar un helado? —preguntó después de llamar—. Podemos llevar a Changbin.
Jisung miraba las calles con una emoción genuina, tan pocas veces que había pisado terreno que no fuera la casa, cada vez que salía era como ver un mundo nuevo. Todo se veía bonito ante sus ojos, no había maldad ni malas noticias, tampoco malas personas o enfermedades.
Seungmin había dibujado una realidad diferente en el lienzo de Jisung, no había espacio para dibujar más rostros o más sitios.
Eran ellos y debían ser sólo ellos. Pero Lucifer había vuelto, y las preguntas que Seungmin había tenido en los últimos años se respondían por sí solas. Lucifer quería recuperar a su hijo y este estaba en sus manos.
Cuando el gnomo rojo se marchó, Jisung volvió a caminar a la par de Seungmin.
—Pa... ¿a dónde vamos?
Él no respondió, cuando llegaron a un callejón, allí donde había encontrado a Jisung cuando era un bebé, Seungmin frenó y esperó. Jisung tomó su mano y se paró junto a él, presionando sus dedos con la palma del mayor, presionando su pecho contra su voluntad, aguando sus ojos sin querer.
—¿Por qué estamos aquí? —susurró el menor, inquieto, con lágrimas empapando sus mejillas de súbito.
—Ella te quiere de vuelta.
Jisung miró la expresión en la cara del ángel y negó en rotundo rechazo, sintiendo algo desprenderse de sus entrañas.
—Ella... ¿quién?
—Tu madre —las palabras salieron con dificultad de la boca de Seungmin.
—¿Mi... madre?
Seungmin mordió el interior de su mejilla y asintió. Azazel estaba seguro de que Lucifer estaría aquí y Seungmin debía traer a su hijo. No sabía qué vendría a continuación.
—Pero, ¿cómo? ¿quién es ella?
Jisung respiraba más rápido, sin darle el tiempo suficiente a sus pulmones para tomar ese aire.
—Licifer es tu madre —murmuró Seungmin—. Ella te dio a luz mientras luchaba contra su hermana. Lucifer no podía morir pero tú sí, tu padre es o era un humano. Ella me llamó y me cedió a su hijo justo antes de que el Señor me arrebatara un ala.
Seungmin agachó la cabeza, por fin mirando a los ojos del menor. Tomó la cara ajena entre sus manos y dejó un beso sobre sus labios, mientras los recuerdos de años atrás llegaron a él como balas enterrándose sin piedad en su cabeza.
Baltazar acababa de llegar al sitio donde Lucifer descansaba en el suelo, con un pequeño bebé en brazos, el padre humano del niño estaba casi muerto a los pies de la mujer. Apenas respirando, Baltazar tomó al bebé en sus brazos.
—El Señor me condenará por ayudarte.
—Me lo debes, Baltazar.
—Pagué mis deudas cuando el humano llegó a ti, no te debo nada.
—Por favor. Ella volverá y lo matará. Necesito proteger a Chan, y con el bebé no podré hacerlo.
—¿Confías en que yo no lo mataré? —preguntó, apretando al bebé en sus brazos.
—No podrías —murmuró el ángel caído, débil y con los brazos alrededor de su pareja humana.
—En lo que te has metido sólo por él —rezongó Baltazar, dándose la vuelta—. Lo haré.
Lucifer estaba lejos de asustar a alguien como Baltazar.
Con el bebé en manos, con los pies en el mundo de los vivos, fue interceptado por un par de ángeles.
—De todos modos no pensé que fuera fácil —murmuró Baltazar para sí mismo.
Al volver, no recordaba nada, sólo sentía dolor y muchísimo calor. Poco tiempo después descubrió que le faltaba un ala.
—¿Y dónde está ella entonces? —preguntó Jisung, trayendo a su cabeza de nuevo a la realidad.
—Debería estar aquí.
Pero Lucifer no apareció, aun después de tres horas. Ella no estaba.
Jisung se recostó en su cama, con la cabeza metida entre sus rodillas y una enorme manta cubriendo su cuerpo. Seungmin estaba en la cocina, haciendo alguna cosa de la cual no tenía idea.
—Ni Azazel o Lucifer han venido. Voy a ser realista, es posible que estés en peligro. Aun si es Lucifer, hay entes que pueden hacerles daño. Tú y su pareja son humanos.
Las palabras suaves de Seungmin llegaron a los oídos del menor, quien salió de sus sábanas para poder captar al hombre con sus pequeños ojos.
—Estoy muy asustado.
—No deberías, bebé. Fui en contra de Dios por ti —murmuró Seungmin sobre sus labios—, cree en que nada me detendrá de protegerte.
El cuerpo de Seungmin se metió debajo de las sábanas y abrazó al menor, fundiendo sus cuerpos como no habían hecho en mucho tiempo.
Al amanecer del día siguiente, Changbin volvió a la casa de Jisung, esta vez llevó a un perro pequeño alegando que no tenía con quién dejarlo y sería buena idea que se conocieran. Seungmin no quiso mencionar en voz alta cuando notó que el humano tenía un comportamiento inusual apenas entró a su casa, tampoco quiso decir que los ojos del cachorro eran extraños. Se mantuvo cerca, pero quiso haberlo estado aún más cuando el gnomo violeta apretó la mano de Jisung y no la soltó por un rato.
Jisung estaba quieto y callado cuando Seungmin llegó a la sala. Los ojos de su bebé estaban oscuros y los labios normalmente hinchados se encontraban agrietados. Algo se derramaba por la nuca de Changbin, grueso y brilloso, dejando un camino por su cuello y brazo, yendo lentamente hasta el cuerpo inérte de Jisung. Antes de que la serpiente pudiese poner sus colmillos sobre él, Seungmin estaba quemándola con el fuego negro del Averno.
Changbin no volvió a abrir los ojos después de eso, y Jisung tampoco.
Lun., 5 de agosto 2019
No, no sé qué es esto
Parece pedofilia e incesto, sí eso debe ser :(
Voy a hacer la segunda parte del track 6(hyunchan), mepa ✊✊ manden buenas energías así lo termino rápido nddee
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