¡ T R A C K : NUEVE !
HYUNCHAN¡!
ραяτє ∂οѕ
ʎɐʍɐ oƃ
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en donde hyunjin se enamora de su raro vecino
Había una rosa marchita en el florero de la sala en la casa de Bang Chan, junto a una caja de postre de helado que aún no deshechó.
Hyunjin se había marchado después de media noche, tras una larga cena e interesante charla. Y apesar de eso, la semana había transcurrido sin abrir la puerta incluso cuando los nudillos de Hyunjin se cansaban de tocar, porque Chan tenía miedo.
El nivel de agrado y simpatía de Hyunjin había sobrepasado sus espectativas, la risa escandalosa y las expresiones, los movimientos de su cuerpo al hablar, el cómo le miraba, habían hecho mella en él; y por ende, habían encendido todas sus alarmas.
Chan no tenía que confiar en nadie.
Confiar en alguien implicaba darle acceso a su vida, a otras partes de él que no tenía que dejar ver. Darle su dinero a un completo extraño no significaba nada para él porque sólo era papel, y tenía mucho de eso. No obstante, abrirle la puerta de su casa y dejarle inmiscuirse en su vida era totalmente diferente.
Ceder fue un error, por lo que cortó todo lazo que lo unía al chico de bonitos labios.
La música de la habitación de Chan era tal que siquiera podía pensar gracias al estruendoso ruido, eso le distraía un poco de todo lo que le hería y angustiaba. Sin embargo, haber ignorado a Hyunjin las últimas dos semanas seguía molestándole y no sabía porqué. La música que ahogaba su malestar ya no era tan efectiva como antes.
Confundido y aterrado, Chan se acercó a la puerta con el corazón acelerado y las manos sudando. Dejando un suspiro escapar de sus labios, abrió la puerta cerrando los ojos con fuerza, reteniendo la respiración por un momento.
Chan subió uno de sus párpados esperando encontrar el pasillo vacío para tratar de salir del edificio, pero le sorprendió encontrar unas bolsas con las compras usuales del mercado junto a una tarjeta en la caja de la leche. Miró hacia todas direcciones y tomó la caja con rapidez, entrando a su departamento. Chan, apoyándose en la puerta, trató de regular su respiración, cuando creyó que estaba más tranquilo tomó la pequeña carta celeste.
“Para Chan”
Apesar de la caligrafía tan mala, pudo leer la leyenda. Abrió el papel doblado en dos y habían más sílabas torcidas, parecían estar escritas por un niño.
“Compré esto para ti, perdón si te invadí.
Seguiré haciendo tus compras, puedes dejar el dinero debajo de tu puerta después de que me mandes un mensaje”
Al pie de la carta tenía el número de teléfono de Hyunjin con una carita feliz luego del último dígito.
Chan agendó a Hyunjin en sus contactos, y tan pronto como lo hizo decidió llamarle y cortar rápidamente. De esa forma el menor tendría su número y él no le habría mandado un mensaje tonto con quién sabe qué cosas.
Los días después de ese fueron más normales y tranquilos, especialmente porque Hyunjin se había rendido con él y había dejado de tocar su puerta todas las tardes. Apesar de querer sentirse bien por ello, se encontraba a sí mismo esperando a que el menor llegase y lo intentase, pero eso dejó de suceder.
Al rededor de un año más tarde, un día simplemente Hyunjin tocó su puerta con una botella de champagne en una mano y un terrible olor a alcohol en la ropa.
Chan casi entró en crisis, pero le tocó a él ceder esta vez, abriendo la puerta para el chico y así dejarle entrar. Los pasos desequilibrados, la mirada perdida y la tonta sonrisa en su rostro causaban empatía en el mayor (y quizás algo de miedo).
―Estaba saliendo con alguien ―dijo Hyunjin con dificultad apenas sentarse en el sillón―, pero no fue divertido.
Había una marca violeta con un corte largo sobre su pómulo evidenciando un fatal golpe, y Chan se habría ocupado de él sino fuera porque estaba muy asustado como para acercarse al menor.
―¿Qué sucedió? ―preguntó Chan desde la distancia―. Te ves algo mal...
Algo en el pecho de Chan se hizo más pequeño al oír lo que el menor había dicho. No cabía duda de que este era extremadamente bello, carismático y dulce, por lo que debería tener decenas de pretendientes, pero oírlo de su propia boca le resultaba algo molesto.
―Me gusta alguien... Y se lo dije, entonces apareció su novio y dijo: ¿qué haces con mi chica, idiota? ―imitó con dificultad, con la voz más grave y el ceño exageradamente fruncido―. Yo le dije que estaba saliendo con ella pero no me dejó terminar, entonces me pegó... Creo que estaba celoso.
Chan mordió sus labios evitando así soltar una risotada. Las mejillas rojas de Hyunjin y su tonto cántico al hablar enternecían a Chan. Sobretodo porque era lo más cercano a un niño que podía ver, ignorando el hecho de que un ebrio podía volver a hacerle daño.
―... No puedo llevarte a tu departamento ―empezó Chan, ayudando a Hyunjin a acomodarse en el sillón―. Y tampoco me agrada la idea de que te quedes aquí... así...
Chan dejó una taza de café sobre la mesita frente a Hyunjin, dándose cuenta de que este ya se hallaba profundamente dormido. Con un suspiro de derrota, se sentó frente a él. Pasar las noches en vela era algo bastante natural en Chan, pero lo inusual era tener a alguien en su hogar, alguien del que cuidarse la espalda.
―Todo sería más fácil si yo fuera diferente... Lo siento...
Cuando Hyunjin despertó al día siguiente totalmente desorientado, Chan estaba escondido en un mueble donde no sería encontrado, a pesar de que Hyunjin lo buscó durante un buen rato.
Hyunjin dejó el departamento cerca de las diez de la mañana, fue a por sus compras y regresó.
En el pasillo, paró frente a la puerta de Chan, donde dejó una pequeña nota junto a una flor. Su intención no había sido nunca acosar al mayor, por lo que aceptaba totalmente el espacio que este le pedía.
Jamás pudo llegar a algo más, y eso le entristecía totalmente.
╭►░⃟ ⃟➶ 𝑀𝑖𝑒́, 21 𝑑𝑒 𝑎𝑔𝑜𝑠𝑡𝑜 2019
para hacerles las cosas más fáciles, les diré que Chan es VIH positivo. Está aislado y aborrece el contacto con otras personas, y a pesar de querer cambiar: no es para nada fácil.
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