Capítulo 4: No fue un mal sueño
Desperté.
Mi habitación estaba envuelta en penumbras, no provenía luz del exterior. Lo cual no era para nada normal, puesto que el sol era mi principal despertador todos los días. Encendí mi lámpara y le eché una mirada a la habitación, estaba todo como yo lo había dejado ayer.
¿Entonces no había sido un sueño?
─ ¡Brian, ven por favor! ─lo llamé en un grito. El reloj marcó las diez en punto. Creo que nunca había dormido hasta tan tarde en mi vida.
¿En serio no había sido un sueño todo esto? Es que es tan raro que esto me suceda que no me cabe que haya pasado.
Necesito saber que los ojos de Paul sí eran reales, necesito saber que John y yo estamos comprometidos...
Pero más que todo, quiero saber si los ojos de George no fueron un delirio de mi imaginación en un intento de escapar de mi soledad absoluta.
─Buenos días, Lissie ─saludó por el umbral de mi puerta, segundos después de haberlo llamado─. ¿Cómo dormiste?
─Ayer vinieron Paul, George, Pete y John, ¿no es así? ─ignoré su pregunta y fui directo al grano, con temor a una respuesta negativa. ¡Dime que no fue un sueño, por favor!
─Sí, los chicos. ¿Por qué? ─Preguntó extrañado. Una sensación de alivio recorrió mi cuerpo acompañada de un suspiro.
─Porque todo lo que ocurrió ayer era tan irreal que creí que era producto de mi imaginación ─suspiré de nuevo y me senté en mi cama.
─A veces me asustas, Liss ─rió y yo coloqué los ojos en blanco─. Era cuestión de tiempo que conocieras a alguien, ¿Sabes? Tarde o temprano iba a pasar.
─Eso creo ─resoplé. Me puse unas sandalias de color blanco y me levanté de mi cama.
Sentí un cosquilleo en el estómago cuando su imagen apareció en mi mente, ¡Había olvidado de qué tenía mi primera cita en seis horas!
─ ¿Estás bien, Liss? ─Mi hermano se acercó a mí con la voz llena de preocupación─. ¿Viste un fantasma o qué? ─se rió.
─Recordé que tengo una cita ─respondí con voz mecánica y sacudí mi cabeza, saliendo de mi trance. Mis mejillas se tiñeron de rojo al recordar el momento de su proposición ayer.
─Hablando de eso creo que puedo ayudarte un poco con tu cita, Lissie ─me lanzó una mirada ladina mientras salía de mi habitación. Su voz retumbó en mi cabeza, dejándome un tanto consternada.
¿Ayudarme? ¿Brian? ¿Es una broma de mal gusto? Yo no sé nada de citas. Dudo mucho que él sepa lo que una chica debe de ponerse, o lo que una chica debe de hacer, cómo comportarse ¡Es el menos indicado para esto!
Desgraciadamente, son preguntas cuyas respuestas no están plasmadas en una página de un libro o que aparezcan en un artículo escrito por algún físico o matemático o que hayan sido estudiadas y teorizadas por mentes brillantes durante años Son preguntas que descubres a partir de tus propias experiencias, porque es imposible sacar conclusiones de ciertos comportamientos los cuales no has tenido la oportunidad de vivir a carne y hueso. Y son comportamientos que los tienes que vivir tú, no otra persona. No puedes vivirlos de experiencias ajenas.
¿Galilei habría perdido el sueño alguna vez en su vida por ponerse a cuestionarse si debía de usar una camisa gris o una blanca para impresionar a una chica? ¿O Robert Hooke por ponerse a pensar a qué lugar llevaría a una chica a comer?
Brian no podía ayudarme con esto. Yo necesitaba ayuda de una mujer, yo necesitaba exactamente a...
─ ¡Jane! ─grité colmada de emoción y corrí a abrazar a la pelirroja que yacía recostada en el marco de la puerta de mi cuarto. Sentí como mi sangre comenzó a trotar por mis venas, acelerando el pulso de mi corazón a una gran velocidad.
¡Hace tres meses no veía a esta mujer! Creí que se había olvidado de que existía No sabe cuánta falta me hacía esta desgraciada. Y vaya que es oportuna, ¡Llegó en el momento acertado!
Gracias por todas estas buenas noticias, universo. Sigue conspirando a mi favor...
─ ¡Liss! ─Gritó ella en respuesta y me abrazó con fuerza─. Te extrañé mucho, mucho, mucho, cosita.
─Yo te extrañé muchísimo más, pelirrojita. Me has hecho tanta tanta falta. No sabes el montón de cosas que tengo que contarte ─sentí como lágrimas de felicidad bajan por mis mejillas para encontrarse con su hermosa cabellera pelirroja.
─ ¡Sorpresa! ─Dijo mi hermano con una sonrisa y agitando sus manos como si hubiera hecho un truco de magia.
─ ¡Brian! ─Dejé de abrazar a Jane y me abalancé encima de él─. ¡Te amo! ¡Te amo mucho! ¡Fue la mejor sorpresa del mundo! ¡Gracias, gracias, gracias! ─Comencé a besar su mejilla repetidas veces, mientras no dejaba de llorar de la emoción.
Todo me está saliendo extrañamente bien ¿Debería de tener miedo o algo por el estilo?
─No es nada, nena ─sonrió y me abrazó─. Llamé a Jane ayer por la noche, antes de irme a dormir. Por lo que veo, valió la pena que me insultara por haberla despertado ─soltó una carcajada.
─Valió la pena, Brian ─sonreí y sequé unas cuantas lágrimas─. Gracias muchas gracias a los dos ─sollocé y les di un abrazo lleno de fuerza y amor.
Las dos personas más importantes en mi vida están mi mismo metro cuadrado y no al otro lado del país.
De verdad me sentía muy feliz Hace mucho no me sentía tan feliz, y se siente tan... bien. Se siente bien que todo en tu vida tome un giro tan positivo, hace que tengas más ganas de salir adelante y te anima en todo.
Ojalá esta felicidad no se acabe tan pronto, por favor.
(...)
─Del uno al diez, ¿Qué tan guapo está George? ─Jane me miró con una sonrisita pícara. Me ruboricé.
Estábamos sentadas en mi cama, con los platos vacíos en los que Brian nos había servido el desayuno. Le había contado todo lo ocurrido a Jane sin omitir el más mínimo detalle. En esos minutos de recuerdos, había tenido más expresiones y emociones diferentes que yo en todo el año.
Cómo me hacía falta tener una compañía femenina a la cual contarle todo esto.
─Digamos que un Once ─sonreí y tapé mi rostro con una almohada. Jane soltó un gritito de la emoción. Nunca creí que estaría como una adolescente infantil, contándole a su mejor amiga con sonrisas bobaliconas detalles de un chico especial. Esto es totalmente nuevo, y aunque vaya en contra de mi filosofía no es tan malo como yo decía que era.
─ ¡Ay Liss! ─Me abrazó con emoción─. Me alegra ver que por fin socializas un poco. Por lo que me cuentas, ese George es todo un caballero, ¡Perfecto para que sean amigos! Ya estaba pensando seriamente en llevarte al psicólogo o algo así ─rió y yo puse los ojos en blanco, para unirme a su risa.
─Y eso que no has oído la mejor parte ─susurré con una sonrisa y me mordí el labio inferior. Me ruboricé de nuevo.
─ ¿Qué? ¿Hay más? ─Preguntó boquiabierta─. ¡Cuéntamelo todo con lujo de detalles, muchachita!
─Él Me invitó a salir. Tengo una cita con él a las 4:00.
Juro que si no es porque le tapé la boca, Jane hubiera quebrado cualquier objeto que se pudiese quebrar (Hasta los que no) con el grito que pegó.
─Esto es demasiada emoción para este sexy cuerpo ─rió y me abrazó como por sexta vez desde que se enteró que tengo una cita con George.
─Ahí es dónde entras tú, querida mejor amiga ─sonreí levemente─. Necesito que me ayudes para que todo salga espléndido. Será mi primera cita, y quiero causarle una buena impresión al chico que creo que puede ser mi primer amigo nombre. Quiero estar Bella ─me sonrojé y agaché la cabeza.
─ ¿Bella? ¡Tú vas a estar es perfecta! Has escogido a la mejor para ayudarte ─sonrió con suficiencia y me ayudó a ponerme de pie.
Cinco horas para estar lista, y contando.
***
─ ¿Hace cuánto no lavas tu cabello? ─Cuestionó mientras revisaba cautelosamente mi pelo. Como si sus ojos fuesen microscopios y observasen la composición atómica de cada fibra de mi cabello.
─Hace unos dos días ─balbuceé─. ¿Por qué?
Ella no respondió mi pregunta y salió del cuarto con una cara pensativa dejándome algo consternada. ¿Qué estará pasando por la cabeza de fuego de esta mujer?
Conociendo a Jane, ella haría algo como en esos comerciales de belleza, que muestran el antes y el después de aplicar una crema para embellecer que ellos mismos crean y afirman su funcionamiento. Tonterías para ganar el dinero de gente ignorante.
Me haría peinar de una manera exagerada, me obligaría a usar vestido y hasta me haría usar esa cosa espantosa de diez letras que es extremadamente costosa y horrible:
Maquillaje.
Puaj.
─Lávate el cabello con esto y luego te aplicas esto ─me entregó un frasco de shampoo y otro frasco de otra sustancia desconocida para mí.
─Pero Jane ─intenté protestar. ¿Hace falta decir que fue inútil?
─ ¿Te pregunté? ─fue su seca respuesta a mis reclamos. Sabía que no podía contra la furia femenina de Asher...
(...)
─Siguiente paso ─dijo al verme salir de la ducha tiritando con una toalla en mi cuerpo─. ¿Qué hay en tu closet bonito?
─Ro─ro─ropa bla─bla─bla─nca ─respondí. ¿Mi voz tirita con el frío? Vaya...
─ ¿Nada más? ─frunció el entrecejo, se dirigió a mi closet y comenzó a revisar prenda por prenda.
No vas a encontrar nada de tu estilo ahí, Jane. Eso te lo aseguro.
─Eso creo ─me senté en la cama y me eché una manta encima para tratar de entrar en calor.
─Santo Dios, como es que ─Jane se detuvo en seco y sacó una prenda de ropa del closet. Me puse pálida y la miré con miedo. ¿Qué había visto ahí?─. Esto es perfecto. Póntelo ─me lanzó una camisa blanca con las mangas hasta los codos, unas botas rojas junto con una falda del mismo color que me llegaba hasta las rodillas y que tenía tirantes.
Mi cara de miedo se hizo aún más grande. Maldita sea Brian, no debiste de haberme regalado eso para la navidad de hace dos años.
─Estás loca si piensas que voy a usar esto ─dije mientras miraba la prenda con desagrado─. Además, Brian me lo regaló en el 59, eso ya no debe de servirme ─solté una risita nerviosa, intentando que ella cambiase de opinión. Mala idea.
─A ver, de pie ─me jaló de la mano y me hizo ponerme de pie. Situó el conjunto en el aire en mi cuerpo, mientras yo tragaba saliva─. Esto te debe de quedar perfecto. Póntelo.
─Pero Jane...
─ ¿Te pregunté? ─repuso ella en un tono amenazante. Puse los ojos en blanco y la eché de mi cuarto. Jane 2, Lisa 0.
(...)
─Me veo horrorosa con esta cosa puesta ─musité mientras me miraba al espejo con una mueca.
─ ¡Te ves bellísima! ¿Qué tonterías dices, mujer? ¡George va a amar como vas vestida! ─me animó Jane mientras hacía que diera vueltas para que ella me contemplase mejor. ¿George? ¿Amar cómo voy vestida? ¡Eso es más falso que la torre Eiffel de Liverpool!
No son tonterías, Jane. ¡Es la santísima verdad! Esto me sienta horrible, me veo horrible, soy horrible. No sé cómo George pudo invitar a salir a una chica tan horrible, por Dios. Ni yo tengo tan malos gustos como él.
─Siguiente paso ─habló despacio, como si masticara cada palabra para dármela de comer─. Maquillaje.
Abrí los ojos como plato e intenté emprender una carrera hacia el baño.
Que fue interrumpida por un jalón de parte del tirante izquierdo.
Espero que esto termine pronto. Por favor.
(...)
─En cuanto salga de esta casa, me quitaré este feo brillo labial rosa, este colorete y este rímel del diablo ─susurré mientras mi amiga guardaba su maquillaje en una desgastada cartera color magenta.
Esta me la vas a pagar muy caro, Asher.
─Como llegues sin rímel, te acabo ─me miró con los ojos entrecerrados y yo coloqué los ojos en blanco─. Siguiente y último paso.
─Al fin...
─Comportamientos ─sentenció. Y sin saberlo, Asher metió el dedo en la llaga.
(...)
Mi corazón latía a una velocidad extremadamente alta como para que estuviera de pie todavía y no en el hospital con un suero inyectado en cada mano. Creo que nunca había estado tan nerviosa en mi vida como en este momento, salvo cuando presenté el examen de admisión a la universidad. El reloj acababa de marcar exactamente las cuatro menos diez y el colorete se estaba desapareciendo gracias al sudor frío que bajaba por mi frente.
Tranquila Epstein, sólo es un chico más. Hay muchos chicos en este mundo. No hay por qué ponerse nerviosa, ¿O sí?
Por mi mente rondaban los miles de consejos que me había dado Jane a seguir para que mi primera cita sea todo un éxito, pero las preguntas que me llenan de desconfianza son las que se apoderan de mi lado racional Siempre.
¿Me irá bien? ¿Le gustará cómo visto? ¿Iré a meter la pata? ¿Lloverá? ¿Diré algo inapropiado? ¿Por qué tengo que ser tan desconfiada siempre para todo? ¿Iré a ser así toda la vida? Seguramente a George no invitan a las chicas que desconfían hasta de su propia sombra y que sonrojan hasta cuando les preguntas la hora.
Mierda, estás siendo muy pesimista Epstein. Aunque sea rutina, deja de serlo por una maldita vez en la vida.
Digo muchas tonterías, y aparte no siento ninguna atracción por George. ¿Cierto?
─Hermanita, tu hora ha llegado ─mi hermano se sacó de mi trance mental con una sonrisa─. Te deseo mucha suerte.
─ ¿Ya son las cuatro? ─tartamudeé llena de miedo mientras acababa con la uña de mi meñique izquierdo. No podía ser posible, ¡El tiempo no puede pasar tan rápido! Tenía diez minutos de angustia mental ¿Dónde estaban?
─Te ves hermosa, Liss ─me halagó Brian y me miró de pies a cabeza. Me sonrojé y agaché la mirada.
─Adiós, Brian ─le di un tembloroso beso en la mejilla y lo abracé. Tengo miedo, mucho miedo, demasiado miedo. Los cosquilleos escuecen mi estómago de una manera increíble.
─Adiós, linda ─correspondió─. Ah, y no te preocupes por Jane. Ella salió a Ver a alguien, me parece ─dijo. Y sin decir más, se fue. Puede que suene como una mala persona, pero Jane es la persona que menos me importa en este momento
Este momento es de George Harrison y mis nervios nada más.
Tragué saliva y, temblorosa, me dirigí hacia la puerta. Tal vez debería de no abrir para que George piense que no estoy y que se devuelva. Ay no, eso sería muy cruel de mi parte. ¿Dónde están mis modales? Tal vez debería decirle que no quería salir con él, y que sólo fue un impulso raro que me dio ayer gracias a ver a Júpiter en mi telescopio. Pero no podía hacerlo. Por una simple y sencilla razón no podía hacerlo...
Porque había abierto la puerta principal de mi casa, mientras el corazón me latía a mil pulsaciones por segundo, mientras mis piernas flaquean de una manera extraña y con las mejillas ardientes.
¿Así arderá el infierno?
─Hola, George...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top