¿Por qué eres siempre tan idiota?
Ya había conseguido calmar mi respiración. El corazón ya iba a su ritmo y el sol se ocultaría totalmente en un par de minutos.
Me levanté y comencé a andar hacia la casa. Todo el sol y los árboles hacían un hermoso juego de luces.
Entré y ya estaba la mesa lista para cenar.
-¿Que tal la puesta de sol?- Preguntó mi madre desde la cocina
-Bien, supongo-
-siéntate y come, eres el único que falta por comer-
-¿ Y donde están los demás? -
-Jayce se está dando un baño, y sus padres y papa en nuestra habitación- Dijo señalando una puerta en la parte interior del salón, era una puerta de la que no me había percatado y obvio era por que no había entrado en el salón.
-Mama, yo no tengo hambré, tengo el cuerpo como ... no se, desganado-
-¿Estas enfermo?- Dijo con un tono dulce acercándose a mi.
-No, solo cansado, creo- Dije poco convencido de mis palabras, sentía algo extraño dentro de mi.
-Vale, descansa, mañana será un día largo.-
-Si - Dije cuando me dio un beso en la mejilla.
-Buenas noches-
Subí rápido las escaleras y me senté en la cama.
Las luces iluminaban tenebrosamente la estancia. El ruido del agua resonaba como una musiquilla relajante.
Tomé la idea de ponerme el pijama, una camiseta de algodón y unos pantalones cortos a juegos, eran los más cómodos que tenia sin duda.
Jayce salió de la ducha con unos shorts y la toalla por detras del cuello, los pelos húmedos y sin camiseta, tenía la piel un poco roja de lo caliente, o fría que había estado el agua.
-¿Estas bien? Tienes cara de haber visto a un fantasma- No me había percatado, pero mi cara era de completo idiota, estaba embobado en el escultural cuerpo de Jayce.
-Sí, solo un poco mareado-
- Seguro que estarías mejor si fueras más al gimnasio-
-¿Gimnasio, eso que es ... se come? - Dije con tono irónico.
-Además, aprenderás cosas más graciosas que esas- Dijo mientras reía con sinceridad-
Jayce tomó asiento en su cama y se tumbó mientras yo le formulaba una pregunta.
-¿Planes para mañana?-
-Tiro con arco- Dijo mientras se recostaba en la cama.-¿Tú?
-Escuchar mu.... oh espera alguien rompió mi movil- Dije irónicamente de nuevo.
-Ya te dí la batería del mio, estamos en tablas- Dijo incorporándose.
-Eso no significa que te haya perdona.... oh es verdad ni si quiera me has pedido perdón-
-Fue culpa de los dos-
-Te odio- Dije sutilmente.
- ¿Cuanto me odias?- Dijo incorporándose y acercándose peligrosamente a mi, poniendo tos su cuerpo delante del mio como una columna.
-Todo lo que se puede odiar a una oersona-
-Bueno, todos tenemos derechos a odiar, pero por una causa- Agaché la mirada, en un segundo la escena se había vuelto bastante turbia. -Kian, mirame- Dijo seriamente. Yo levante la vista para cruzar nuestras miradas.-¿Cuanto me odias? -
-Lo suficiente para no querer verte-
-¿Lo suficiente como para dormir en la calle entonces?-
-Sip- Dije con orgullo.
-Te vas a arrepentir, mejor dejemoslo y hagamos como que esta conversación no ha existido.-
Me levanté y comencé a bajar las escaleras.
-¿Kian? -
- Te dije que dormiría en la calle-
- En verdad no dije eso-
No me importaban ya lo que dijera, no iba a dejar que el estúpido de Jayce hiciera lo que quisiera conmigo, estaba decidido, iba a dormir en el porche, tampoco hacía frío como para estar mal.
Terminé de bajar las escaleras y abrí la puerta de la calle. Salí y mis músculos se pararon, bueno, creo que literalmente se cogelaron, debía de hace como 2 grados, por qué el agua estaba condensadose y la piel se me había puesto de gallina. Pensé en volver a entrar y dormir en mi cama, calentita, pero soy demasiado orgulloso como para dejar a Jayce salirse con la suya, asique con todo mi orgullo me senté en uno de los bancos de madera del porche y me tumbé, usando uno de los cojines de las tumbonas como almohada.
La fría noche hacia que la luna se reflejará en el agua que a su vez reflejaba el negro del fondo del lago y hacía que toda la noche brillará de una luz de luna violeta.
No tardé ni 15 minutos en comenzar a temblar, notaba el frío correr por mis venas y músculos, no sabía cómo era posible que dentro de la casa con pijama corto se durmiera tan bien y fuera el agua de rocío estaba a punto de condensarse.
Pasaron como dos horas, no era capaz de cerrar los ojos, de hecho me dolían por el imenso frío que hacía.
El aullido de un lobo hizo que se me cortará la respiración y algo comenzará a temblar cerca de mi pecho, ya todo lo que veía me parecían dos puntos de luz rojos en la oscuridad acechandome.
Me comenzaron a castañear los dientes, entre el miedo y el frío esta iba a ser la noche más larga del mundo.
Estornudé en medio de la noche.
Tenía miedo y suplicaba a Dios que mi orgullo se hubiera quedado en casa, ahora me arrepentía, demasiado.
Estaba empezando a dejar de sentir los brazos cuando la puerta se abrió y salió Jayce en pijama, pero este si era largo, no como el mio, aunque de todas formas le quedaba apretado y era fino, se le notaban los músculos tras la ropa, incluso parecía que tenia más de lo normal, o simplemente el d taba delirando por el daba frío.
-¿Puedo sentarme? -Preguntó acercándose a la parte de abajo del banco donde estaban mis pies. Yo simplemente asentí y me senté normal en la otra punta del banco, Jayce tomó lugar en el otro lado. -Hace mucho frio aquí fuera-
No tenía ni fuerzas para contestar, los dientes me castañeaban y el cuerpo entero me tiritaba.
-¿Kian estas bien?- Preguntó al ver, seguramente, o escuchar el sonido que hacían mis dientes.
Simplemente me giré para verlo a los ojos, notaba como por el frío y la angustia de estar allí unas lágrimas se acumulaban en mis ojos.
-¡Kian, tienes los labios morados y estas tiritando!- Dijo. Yo solo negué con la cabeza como si no fuera obvio que me estaba muriendo de frío.
Jayce no dijo nada más, solo se sentó junto a mi y pasó su brazo derecho por detras de mis hombros hasta dejar caer su mano por la parte derecha de mi cuello y con su otra mano agarró mi pecho y me acercó a el, apretando mi cabeza sobre su pecho.
Era obvio que quería separarme, pero el frío me lo impedía.
En cuanto mi mejilla se posó en su pecho noté como el calor comenzaba a volver a fluir dentro de mí.
Me quedé así por un minuto, hasta que volví a sentir los brazos y entonces rodeé su estómago y espalda con mis frazos, él no dijo nada,solo me apretó más fuerte sobre él y apoyó su cabeza sobre sobre la mía.
Poco a poco dejé de temblar, era la mejor sensacion del mundo, cerré los ojos y comencé a calmar mi respiración, si me concentraba podía oír los relajantes latidos de Jayce que comenzaron a ir al mismo ritmo que los mios.
Al cabo de 15 minutos Jayce se levantó sin dejar de abrazarme, me cargo en sus brazos y volvió a entrar en la casa, decidí hacerme el dormido, aunque me faltaría poco para estarlo de verdad.
Comenzó a subí las escaleras, con mis piernas enrolladas en sus caderas y mi cabeza apoyada en su cuello, el pelo de Jayce olía a limón y miel. No dudé en abrazarme fuerte a su cuello.
Una vez llegamos me dejó caer con delicadeza sobre la cama.
Rápidamente me encogí al dejar de sentirle.
Noté como se sentaba cerca de mi estómago, aunque estaba medio dormido y con los ojos cerrados sentía su mirada.
Paso con una suave caricia su dedo pulgar desde mi mejilla hasta mis labios.
Luego colocó la misma mano encima de la mía, palma con palma, inconscientemente entrelacé nuestros dedos. Volví a sentirle cerca y eso me tranquilizaba.
-¿Por qué eres siempre tan idiota? -Susurró con tono triste, mientras que ejercía de nuevo un poco de presión sobre nuestro enlace.
El sueño me termino llevando a lo más profundo de la oscuridad.
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