Capítulo 7.
┌──────── ∘°☆°∘ ────────┐
Halloween.
└──────── °∘☆∘° ────────┘
Parte 2.
(Advertencia ⚠️ Escenas+18)
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Lazarus Dimitriou Pov.
Debo aceptar que mis amigas tienen un punto en su discurso. Es cierto que acabo de terminar una larga relación y pase dos semanas llorando, siendo miserable y comiendo helado, sé que no estoy en mi mejor momento en lo que se refiere a mi salud mental.
Aun así, siento que su opinión está sesgada. Es decir, ellas fueron las que me trajeron a esta fiesta de disfraces para despejarme y que me diera un «revolcón» con el primer chico bonito que se atravesará en mi camino.
Bueno, eso era antes de que decidiera que ese chico fuera el embajador de Plutón. Alias: persona no grata en el campamento Júpiter. Nueva Roma.
Tengo una buena reputación en la comunidad y buenos prospectos.
Después de terminar mi relación con Félix públicamente empecé a recibir todo tipo de propuestas de Romanos realmente encantadores y con poder en la Nueva Roma. Así que incluso en la oscuridad, hay un rayo de luz.
Si me involucró con Nico di Angelo podría arruinar mis oportunidades de tener una vida pacífica y hogareña se desvanecerán significativamente.
No estoy tan borracha como para no detenerme a pensar en ello.
Y aun así.
Sé que si no lo hago me arrepentiré.
La atracción que siento por este chico es algo que nunca había sentido. No lo sé, es como si fuéramos dos magnetos que se atraen mutuamente. Cada que me besa siento una descarga eléctrica en mi columna vertebral. Tengo todo el cuerpo caliente y por un momento pensé que íbamos a coger al aire libre.
Lo peor de todo es que casi me encuentro a mí misma suplicando por más de esa sensación placentera.
No soy así. He tenido sexo vainilla toda mi vida y hacer cositas en un balcón. En la casa de una amiga.
No es algo que haría nunca.
Nunca antes de Nico.
— ¡Lazarus, ese tipo mato a dos Semidioses Romanos!— Susurra Amber de forma exaltada.
Parpadeó varias veces.
— ¡Fue en defensa propia!— Grito.
— ¡¿Estás loca Lazarus?!— Me cuestionó Charlotte.— Eran dos miembros de la legión.— Dijo.
— ¡Dos idiotas…! ¡Tú odiabas a insufrible de Octavian y Bryce y su familia de locos me acosaban!— Les recuerdo a la defensiva, exaltada.
Y sinceramente creo que todos están estudiando nuestra discusión.
A pesar de que estamos susurrando, siento que nuestras voces sobrepasan la música temática de la fiesta
— Sí, pero ellos serían juzgados por sus crímenes bajo nuestras leyes.— Me recuerda Charlotte, escandalizada.
— ¡Bryce mato a su centuriona y nunca recibió un castigo! — Grite y siento que necesito defender a Nico aunque no lo conozco. Sí, puede que haya utilizado fuerza excesiva, pero no es algo que yo misma no hubiera hecho.—¡El nepotismo en el pueblo no hubiera dejado que esos dos sufrieran consecuencias significativas!— Chillo.
Desaparecí de la fiesta hace media hora para responder una llamada, pero se enteraron por las historias de Instagram de Leo Valdez que me estaba besuqueando con Nico.
— ¡Es el enemigo número uno del pueblo! ¡La gente cambia a otra acera cuando él va pasando!— Me recuerda Charlotte, señalando a la fiesta y como se apartan cuando él va pasando.
— ¡Ustedes dijeron toda esa mierda de un clavo saca otro clavo!— Bufe.
—¡Pero no con el hermano de nuestra Pretora, Lazarus!— Grita Amber.
Okey, no estamos llegando a nada.
Nos miramos entre nosotros, agitadas por gritarnos mutuamente. Quizás el alcohol hacía que nuestra discusión se viera aún más agravada. Maldición.
Se me eriza toda la piel del cuerpo y mi espalda se curva, enderezándose al sentir algo acercarse por detrás de mí.
Escucho el latido de su corazón, en realidad pude memorizarlo en poco tiempo por lo raro que suena. Es muy lento, como si estuviera en apunto de morir. Mientras más se acerca a mi, es cuando siento el segundo golpe de su aura más fuerte y oscura. Dioses.
Ni siquiera soy capaz de describir la forma en la que mi cuerpo se agita cuando se acerca, se inclina para estar a mi altura y susurra a mi oído con la voz ronca que me eriza la piel.
— ¿Me acompañas al baño?
Mis amigas lo miran indignadas.
Acompañarse al baño entre chicas es muy común, pero cuando te lo pide un chico es solo para una cosa.
Miro sus caras que básicamente me gritan «No lo hagas, Lazarus» les dio una silenciosa disculpa con la mirada antes de tomar la mano que me ofrece Nico y dejo que me lleve con él. Estoy segura de que mañana me someterán a un exhaustivo interrogatorio, pero estoy en paz con ese escenario.
Corremos por el pasillo y entramos en el baño más alejado de la fiesta.
Yo entro primero y él cierra la puerta detrás de nosotros. Me giró, y alzó la mirada para encontrarme con su cara mientras él avanza hacia mí luciendo intimidante como el diablo. No huyo. No retrocedo en absoluto, mi mirada se paraliza en esos expresivos labios suyos. Es guapo. Sus ojos se mueven rápidamente hacia los míos y por un breve momento sonríe, luciendo victorioso y perverso a la vez.
— No me mires de esa forma…— Murmuro con voz torturada.
— ¿De qué forma?— Pregunta de forma maliciosa y casi cruel.
Y es cruel. Nico tiene una belleza que te abofetea, tiene rasgos fuertes y una nariz alta. Es casi aterrador. Tiene una belleza cruel que no puedes ignorar.
Entonces su boca reclama la mía.
El impacto de su beso me hace retroceder, pero el brazo de Nico está allí primero, estabilizándome, luego atrayéndome lo más cerca posible de él, con sus dedos presionando la parte baja de mi espalda. Su boca se mueve contra la mía, y los dos nos sentimos igualados, su fuego choca contra el mío. En ese momento me doy cuenta de que le estoy devolviendo el beso.
Estoy aterrorizada y perdida, y mis labios están peleando con los suyos más que cualquier otra cosa. Pero, aun así. Le estoy besando de vuelta.
¿Mis amigas tiene razón? Quizás.
¿Me voy a detener? No.
Sonríe contra mi boca, como si también estuviera saboreando esta pequeña victoria. Siento esa sonrisa directamente en mi corazón. Nico se inclina solo un poco, para tomar mis caderas y un momento después me levanta, acunando mi cuerpo contra el suyo y me deja sobre el lavamanos.
Nos separamos. Su boca me roza la oreja, su aliento es cálido y su voz baja, como la de un amante, cuando dice: — ¿Puedo tocarte? Lazarus.
Creo que voy a morir ¿Acaso no se da cuenta de que hay sexo en su voz? Sus palabras prácticamente gotean, y mi cuerpo se despierta, mi estómago revolotea y mi núcleo se calienta.
— Tócame, por favor — Casi suplicó con nuestras respiraciones calientes y agitadas entrelazadas.— Puedes.
Me gustaría decir que Nico se sirvió solito la cena. Él no perdió tiempo y apunto a mis senos. Ni siquiera había sentido tanta emoción en mi primera vez, cuando Félix y yo éramos unos adolescentes nerviosos, asustados y ansiosos por la idea del sexo.
Mis piernas se enredan alrededor de su cintura y tengo que resistirme a su entusiasmo. No lo hago bien por qué los sonidos que hago hacen eco en el baño. Soy un jodido desastre ahora.
El hijo de Hades me besa por todas partes, me resulta casi romántico al principio. Ya luego no. Presionando la parte plana de su lengua a lo largo de mi piel mientras manosea mis pechos por debajo de la ropa, curioso, hace rodar mis pezones entre sus dedos y se burla de mí preguntándose por qué se endurecen. La sensación piel con piel me hace temblar y enloquecer.
No tiene que hacer esfuerzo para apartar la tela ligera que cubre mis senos y dejarlos expuestos ante él.
Los mira el suficiente tiempo para hacerme sentir cohibida. Él se inclina y frota su rostro contra mis senos.
Ojalá no escuché el latido de mi corazón y lo acelerado que está.
— ¡Agh!— Chillo con voz aguda al sentir como muerde ligeramente la piel sensible de mis pezones. Bajo la mirada y él me mira fijamente.
Muerde, lame y chupa mis pezones hasta que están increíblemente duros en su boca. Por un instante creo que trata de meterlo entero en su boca.
Y no me sorprende que lo intentará.
—Sabes a divinidad —Sus labios se deslizan por mi piel zumbante.— ¿Te gusta Lazarus? — Pregunta con voz profunda y casi inocente.
Sus dedos quedan enredados en mis bragas mientras manosea mi trasero y disfruta de la sensación. Nico parece querer tomarse su tiempo conmigo.
Pero estoy perdiendo la cabeza. La única parte que realmente necesita su atención no está siendo atendida.
Mis muslos están mojados, resbalosos con mi propia excitación. Básicamente, mi cuerpo está suplicando por acción y Nico no parece entenderlo. Dioses.
— Deja de jugar conmigo… — Le suplico jadeante y él me besa con suavidad.— Esto no es una clase de anatomía femenina.— Me quejó.
— Bien, bien…— Dice Nico entre risas malvadas. Si no estuviera muriendo de necesidad lo golpearía.
Saca un condón del bolsillo trasero de su pantalón, lo abre con los dientes y yo lo miro expectante hasta que—.
— ¡No…!— Chillo y evito que se desabroche el pantalón.
Nico me mira sorprendido y algo confundido, retrocede unos pasos y veo en su rostro como se pregunta si hizo algo que me molestó. Pobre.
Acomodo mi vestido y Nico palidece por completo. Luciendo derrotado.
— Yo… A-ah, es que yo pensé que— Murmura descolocado y temeroso. Toda la seguridad en él cayó por los suelos, y se encorva.— Estamos… Que, ya sabes, queríamos lo mismo.
— No es eso — Me cubro el rostro con las manos, avergonzada — Es que…— Tengo la alergia más estúpida— Soy alérgica al látex.— Me lamento.
Ambos nos quedamos en silencio.
Nico tira el condón al basurero y se lava las manos rápidamente.
— Así no funciona la alergia.— Murmuro por lo bajo.
— Por si acaso.— Respondo
De pronto hay demasiado silencio.
Cierro los ojos con fuerza.
— Lo siento…— Me disculpo y me siento realmente estúpida.
— No, no, no…— Se frota la frente mientras niega con la cabeza.— No vale la pena morir por una cogida casual.— Murmura por lo bajo.
Claro que puedo usar otros métodos anticonceptivos, pero dejé de tomar pastillas cuando termine con Félix.
Y no traje los condones especiales sin látex que puedo utilizar, por qué no pensé que realmente tendría sexo.
La farmacia más cercana está a una hora de distancia y nadie en su sano juicio haría el viaje para poder echar un polvo casual. Así que eso nos deja en la completa nada y con ganas.
Hay muchas razones por las que tener sexo sin protección es mala idea y yo soy demasiado miedosa para hacerlo y exponerme al riesgo de una ETS.
O peor un embarazo.
Mi teléfono suena y llena el silencio de la habitación. Tomo mi teléfono con feas grietas en su pantalla.
— ¿Hola?— Digo por qué no logré ver el nombre en mi pantalla.
— ¡Lazarus tienes que venir! ¡El idiota de tu exnovio llegó de la nada y está haciendo un escándalo!— Gritó la voz de una chica por encima de los gritos y la música.— ¡Está haciendo el peor pancho de su vida y te arrastrará con él! ¡Está! ¡Está hablando de como te ama y un montón de estupideces!
— Carajo, voy para allá.— Bajo de golpe del lavamanos y me dirijo hacia la puerta del baño — Maldito idiota…
— Apresúrate, ya se puso filosófico.— Sisea Amber con asco.— Es horrible.
Cuelgo la llamada y salgo del baño.
Nico me sigue, exaltado.
— ¿Qué…? ¿A dónde? ¿A dónde vas?— Me cuestionó con voz entrecortada.
Me giró sin dejar de caminar.
— ¡Tú y yo!— Gruñó totalmente impotente.—¡Volveré y veremos qué hacer! ¡Espera un segundo!—Pido.
Bajo las escaleras corriendo y desde allí puedo escuchar el jaleo que está haciendo Félix. Los invitados están pegados a la pared protegiendo sus tragos, por qué al inútil de mi Ex se le ocurrió la buena idea de tirar al suelo la mesa de bebidas. Ahora solo está haciendo el ridículo llamándome.
—¡LAZARUS! ¡TE AMO LAZARUS!
Me di una palmada en el rostro.
— Oye amigo, relájate.— Pidió Jason y miro sus ojos rojos—¿Estás drogado?
— Espero que no— Suspira Hazel.—Aún te faltan dos años de servicio y las drogas están prohibidas.
— ¡No estoy drogado!
Me acerco por detrás de él cómo una jodida tormenta y le doy un manotazo en la parte posterior de la cabeza.
— ¡¿Por qué carajos haces tanto escándalo?!— Volví a golpearlo está vez con más fuerza, y lo hice varias veces—¡¿Te volviste loco?!— Chillo.
— ¡Lazarus mi amor! ¡Por favor perdóname y vuelve conmigo!— El intento abrazarme, pero lo golpeo—¡Sarah no significa nada para mí!
— ¡No…! ¡No me abraces!—Lo jalé por el arco de su oreja, tirando de él hacia abajo porque es un tipo muy alto.— ¡Estás haciendo el ridículo! ¡Estúpido! ¡Tienes que irte a tu casa o de donde sea que viniste! ¡Ahora mismo!
Básicamente, lo saco de la mansión arrastrándolo por la oreja. La gente nos sigue al patio, porque son unos chismosos que les gusta el drama.
Intenté pedirle un taxi, pero tomo mi teléfono y lo lanzo al suelo con fuerza ante mi mirada incrédula. Y si antes estaba roto, ahora estaba destruido.
—¿¡Por qué eres tan cruel conmigo!? ¡Perdóname por favor! ¡Deja todo esto en el pasado y seamos felices juntos!— Chillo el pelirrojo, hijo de Marte.— Yo te amo y tú me amas. — Chilla— ¡Solo olvida lo que pasó! ¡Por favor…!
Mire mi teléfono en el suelo.
— ¿Rompiste mi teléfono…?
Felix seguía gritando y lloriqueando sobre recibir mi perdón, volver juntos y ser felices por qué nos queremos.
Yo lo miro con incredulidad.
Definitivamente, tiene la percepción de la realidad alterada. Eso no está pasando y no pasará nunca más.
En este punto, considero irme con él y llevarlo a su casa. Aunque en la fiesta hay varios amigos suyos que podrían hacerse cargo de su culo infiel. Dioses. Grite tanto que me duele la garganta y estoy sinceramente harta de él y todo su drama después de engañarme.
¡Él me engañó a mí! ¡Soy yo la que tiene permitido estar triste!
— Ven, vámonos —Félix me tomo del brazo y empezó a jalarme —Hay que ir a casa.— Dice con voz suave.
— ¡No! ¡No quiero!— Me resisto y golpe su mano— ¡Suéltame!
— Este hijo de perra necesita que alguien le dé una paliza. Sostén mis aros, charlotte.— Murmuro Amber mientras se quitaba los aretes y se los entregaba a su amiga—¡Oye tú! ¡Ya suéltala…!— Gritó mientras baja del pórtico, pero se quedó allí cuando alguien paso por su costado.
Alguien tomo la mano de Félix y la apartó de golpe de mi muñeca.
— Ella no quiere ir contigo.— Dice con un tono ronco y agresivo.
Me giró hacia un lado y Nico está allí luciendo indiferente, mete las manos en los bolsillos de su chaqueta. Estoy boquiabierta con su intervención, es decir, nosotros nos conocemos hace… ¿Dos horas? Sin contar ese pequeño encuentro cuando éramos niños.
No necesita defenderme.
El hijo de Hades se posiciona de forma en que me cubre con su cuerpo, como una pared hecha de concreto.
— No me digas…—Los ojos de Félix se oscurecen y ya no parece el chico con el corazón destrozado por culpa de su malvada exnovia. Mira a Nico y luego a mí.—Que es por este fenómeno que no quieres reconciliarte conmigo.
Frunsco el ceño.
— ¡¿Qué?! ¡Claro que no!
—¡No mientas! ¡Vi las fotos en las historias de Leo Valdez! ¡Estuviste toda la noche coqueteando con este tipo!— Él trata de avanzar hacia mí, pero Nico no se lo permite—¡¿Acaso perdiste la cabeza!? — Me cuestiona—¡Mató a dos Semidioses Romanos!
— ¡No actúes como si te estuviera engañando! ¡No estamos saliendo! ¡Terminamos hace semanas!
— ¡Él es un maldito engendro salido del inframundo, Lazarus!
Nico resoplo fastidiado.
— Será mejor que te vayas— Dice el embajador de Plutón, molestó—Estás arruinando la fiesta para todos.
— Sabes que… ¡Quédate con el sí quieres! — Me grita furioso—¡No eres la Lazarus que conozco, ella nunca me haría esto! ¡Te comportas como una zorra! ¡Cómo una jodida puta!
No respondo por qué estoy furiosa.
Félix nunca me había insultado de esa forma y debo admitir que me duele.
— Bien, vete.— Digo con indiferencia.
Él me mira con incredulidad.
— Debes estar bromeando.— Bufa— ¡Nos vamos, no te dejaré con este tipo!— Félix se aproxima hacia mí, pero yo retrocedo y choca con Nico— Hazte aún lado.— Él ordena entre dientes.
El ambiente se tensa.
Nico se mantiene firme y su rostro se llena de sombras. Luciendo furioso.
— Vete mientras puedas hacerlo con tus propias piernas.— Le advierte con voz susurrante.—Como dijiste, mate a dos semidioses romanos y créeme, no me importa cargar con un tercero.
Las venas en el brazo de Félix brotan y palpitan, está furioso. Antes de que pueda advertirle a Nico que no pelee por qué Félix es centurión, y un tipo bastante hábil en la lucha, el primer es lanzado. Félix le da un puñetazo a Nico en la nariz y este retrocede.
Un fuerte jadeo colectivo de sorpresa llena el silencio de la noche.
— Si vas a presumir asegúrate de ser lo suficientemente fuerte.— Bufó.
—¡Carajo, Félix!— Grite furiosa.
— Está noche se pone cada vez mejor— Murmura Nico alzando el rostro y es cuando noto la sonrisa maliciosa en sus labios.— Prepárate.—Trago saliva y mi corazón se salta un latido.
Me dio la impresión de que Nico dejó que lo golpearan apropósito.
Quisiera decir que intervine, pero no haría tal estupidez. No estoy loca.
Es un hecho que los hombres son mucho más fuertes físicamente que las mujeres, y pasa lo mismo con los mestizos. Aunque depende de tu padre divino que tan fuerte eres.
No me gusta la pelea y no soy especialmente fuerte.
Thanatos no era realmente un dios conflictivo o relacionado con la lucha y aunque si quisiera puedo quitarle la vida a cualquier ser vivo con un toque de mis dedos. No es como si pudiera ir resolviendo mis problemas matando.
Debido a eso la gente suele evitar pelear conmigo. Por miedo.
Por otro lado, Félix es hijo de dios de la guerra Romano y Nico el hijo del Rey del inframundo griego.
No hubo pelea. Fue más como una aplastante victoria si me lo preguntas.
Nico esquivo todos los golpes que Félix le lanzo, tomo su brazo y lo jaló hacia él para golpear repetidamente su estómago con su rodilla.
Yo miré la escena pasmada.
Ser un mestizo hace que tengas mayor resistencia, así que Félix no se rindió y siguió intentando golpearlo.
Es demasiado testarudo para rendirse.
Félix siguió insultando a Nico y llamándome todos los adjetivos de puta por «entregarme» fácilmente.
Aunque mi ex-novio llegó a darle varios golpes no sirvieron de nada, en todo caso eso solo avivaba la llama.
Le rompió el labio, pero no sé mostró dolorido. Parecía disfrutar la pelea.
En un momento me pareció que del Rey del inframundo estaba jugando y disfrutando de la pelea. Lo escuché riéndose como si fuera la situación más hilarante en la que se hubiera encontrado. Debe estar muy loco.
¿Cómo sé que estaba jugando?
La pelea se acabó con un puñetazo en el rostro de mi exnovio. Lo noqueó.
Félix cayó al suelo desmayado.
La nariz le sangraba y tenía el ojo derecho hinchado. Le habían dado una reverenda paliza, y no puedo decir que no se lo merezca.
Un par de sus amigos se acercaron para levantarlo del suelo y llevarlo a casa, Nico se acercó y chasqueo sus dedos en el rostro de Félix para qué despertará. Después de unos minutos logro volver en sí mismo y reaccionar, abrió torpemente sus ojos hinchados y miro al embajador de Plutón.
— Oye, oye… No te duermas.— Nico lo llamó con insistencia y chasqueo sus dedos para qué le prestará atención— Mírame— Exige— Me voy a coger a tu novia y quiero que lo sepas.— Dice y me da un escalofrío al escucharlo.
Después de eso Félix perdió la conciencia de nuevo, y sus amigos lo llevaron arrastrando lejos de allí.
— ¡Eso fue todo! ¡Vuelvan adentro…! ¡Se acabó el espectáculo!— Grito Leo y empezó a hacer señas para que todos se dirigieran hacia la mansión—¡Ya se acabó la pelea! ¡Vamos…! ¡Vamos!
La multitud se desplaza al interior de la mansión entre quejas y chismes.
Nico se mantiene inexpresivo a unos metros de mí. Estoy paralizada. Creo que de pronto la gravedad me aplasta contra la tierra y ni siquiera soy capaz de moverme. Los amigos de Nico nos miran desde el pórtico, como si ambos fuéramos un espectáculo de circo.
¿Qué debería decir?
¿Gracias por defender mi honor? Es una estupidez y creo que solo lo hizo por qué quería pelear con alguien.
¿Gracias por sacármelo de encima?
¿Gracias por…?
Finalmente, me mira, tiene la cara un poco golpeada y la mitad superior de su labio está hinchada y sangrando. Al instante sentí una punzada eléctrica y como una tormenta se avecina en mi vientre. Creo que estoy temblando.
El pelinegro de ojos ónix se acerca a mi peligrosamente rápido, mi corazón se salta un latido y cuando se detiene frente a mí, no me atrevo a mirarlo a los ojos. No sé qué me pasa y por qué estoy temblando como una gelatina.
¿Por qué no me habla?
¿Acaso va a gritarme por causarle tantos problemas?
¿Está molesto conmigo?
Nico levanta mi mentón y me obliga a mirarlo a la cara. Me siento pequeña, asustada y extrañamente excitada.
Estoy jadeando.
No puedo respirar.
Su cabello y ojos oscuros como la noche brillan a la luz de la luna.
— Le partiste la cara a mi exnovio.— Digo con la voz entrecortada.
— Solo lo hice tocar pasto y volver a la realidad.— Respondió con simpleza.
Nos miramos a los ojos mutuamente durante unos milisegundos.
Y eso fue todo.
Nos lanzamos contra el otro al mismo tiempo, me lleno de alivio y placer, él me abraza contra su cuerpo. Como si nos diéramos mordiscos. Su lengua se enreda con la mía deliciosamente. Me pongo de puntillas y Nico me tomo de los muslos, alzándome para cargar mi peso con sus brazos. Lo envuelvo con mis piernas mientras nos besamos.
— Uhh…— Annabeth hace una mueca de asco y Percy se cubre los ojos.
— No puedo ver esto — Balbucea Hazel entrando en la mansión.
Frank la siguió de cerca.
— Bueno, quizás sea … Saludable desquitarse.— Murmura Jason.
— Ellos no lo harán en mi patio… ¿Verdad?— Cuestionó Piper
Leo suspiro profundamente.
— Llévala a la luna por mí — Dijo el moreno tocándose el pecho.
Caemos al césped húmedo por el rocío. Mi espalda golpea suavemente el césped, me sorprende lo cuidadoso que es conmigo. Nico se separa de mí, solo para quitarse la chaqueta y sacar su camiseta blanca por encima de sus hombros. Por todos los dioses.
Con tantas capas de ropa me pareció que solo era un tipo delgado.
Estaba equivocada. La ropa esconde mucho, es delgado, pero parece que todos sus músculos están marcados.
Tiene un cuerpo esbelto, la espalda ancha y hombros fuertes, su abdomen está perfectamente embarcado. Casi no tiene grasa. Es solo músculo.
— Argg…— Siseo Piper y todos empezaron a entrar a la casa.
Ambos nos reímos a carcajadas.
Entonces Nico nos sumerge en las sombras y nos desplazamos por la oscuridad hasta materializarnos en una habitación iluminada por la luz de la luna que entra por la ventana. Hay maletas dispersas en el suelo y deduzco que son suyas al instante.
En un rápido movimiento me enjaula contra la pared, aun con mis piernas envueltas en su cintura. Presiona sus caderas contra las mías, siento como se tensa el hilo que asfixia mi corazón.
Mi pulso cae como un peso entre mis piernas y me pregunto cuánto tiempo más podré aguantar está necesidad.
Como si el hijo de Hades estuviera leyendo mi mente, o tal vez solo mi cuerpo, una de sus manos se desliza hasta mi cintura, quemando mi piel a través de mi vestido ligero y corto.
— ¿Estás segura?—Pregunta agitado. Su pulgar recorre mi mandíbula con tanta delicadeza que tiemblo.
Al carajo todo.
— Segura —Mi voz tiembla. Su boca cubre la mía y me abre con besos hambrientos y desesperados.
Mi vestido se sube por completo, mi espalda vuelve a golpear la fría pared y su cuerpo duro abre mis piernas.
— Eres tan suave.— Susurra Nico acariciando mi cuello.
Nico baja los mangas cortas de mi vestido y mi sujetador, dejándome al descubierto ante él. Dioses. Sus labios se deslizan por mi piel zumbante. Me levanta el vestido de un tirón.
— Tú eres un poco malicioso, disfrutas haciendo caos… ¡Ah!—Me interrumpe con un pellizco en mi clítoris y mi piel se pone caliente.
—Te van a joder duro por eso— El ruido metálico de su cinturón bien podría ser el de un coro de iglesia cantando por lo cerca que me siento del cielo.—Para que quede claro— Tira de mis bragas a un lado.
Muchas gracias Hades por crear a este hombre. El aire frío roza mi piel expuesta, pero el calor de su mirada ónix parece más oscura que la misma noche, calienta mi núcleo. Presiona la cabeza de su longitud a lo largo de mi núcleo húmedo, me estremezco, cada músculo de mi cuerpo se contrae.
— El único nombre que grites esta noche será el mío…— Susurra.
—Gritar es un poco una hipérbole— Interrumpí, refiriéndome a qué quizás estaba exagerando.
—… Y el único regazo en el que estarás sentado está noche es este—Completa.
Él mira hacia abajo, donde se unen nuestras caderas y, sin previo aviso, empuja tan profundamente dentro de mí que un grito sale de mi garganta.
No sabía que realmente existía un final hasta que Nico chocó con él.
Hay un momento shock en que contengo la respiración.
Nunca había tenido sexo sin protección. Nunca antes.
Nico es un inconsciente, por qué no considero que quizás mi cuerpo no estaba acostumbrado al tamaño. Fue doloroso y placentero de una forma que tal vez nunca pueda olvidar. Mi cuerpo se estira para recibirlo y siento cada centímetro de su miembro, cada vena, palpitando en mi interior.
—Hipérbole, mi trasero.— Él no espera a que me acostumbre.
Intento no morder la mano que me cubre mi boca cuando él vuelve a empujar con demasiada fuerza, provocando demasiado placer.
La firmeza de su agarre hace que mi corazón se acelere. Es tan bueno.
—Shsss… Shsss.— Sisea, sus ojos ónix tormentosos se fijan en los míos, mis senos rebotan con cada golpe de sus caderas.—Van a pensar que te estoy haciendo daño, Lazarus.— Dice con cierta burla y malicia en su voz.
Asiento con la cabeza, justo cuando llega a un punto tan profundo que mis ojos se ponen en blanco y sus suaves gemidos iluminan mi cuerpo.
—Estás haciendo un puto desastre, goteando sobre mi miembro—Es tan profundo que solo nuestros ruidos sucios empapan el aire del cuarto.
Mis uñas se entierran en su espalda, y aun así no detiene sus embestidas.
¿Estoy gritando? Espero que no.
— ¿Te gusta?— Pregunta, pero estoy demasiado ida para responder, así que lo beso. Pero me aprieta el pelo para alejarme y nuestras frentes se tocan, haciéndome ver justo dónde nuestros cuerpos se conectan.
Él acerca su pulgar para frotarme y mi cabeza cae hacia atrás, rozando la pared. Y en este punto estoy viendo estrellas en el techo de madera.
El pelinegro agarra la parte inferior de mis muslos y los lleva de regreso a mi estómago. Mis pantorrillas tocan el dorso de sus manos cuando Nico las levanta más alto. La demostración de fuerza debe ser involuntaria, pero me pone más mojada que nunca. Dioses.
Esto, esto… ¡Es demasiado!
Dejo caer mi cabeza en el hueco de su cuello cuando él empuja dentro de mí.
— Por favor, no pares— Le suplico. Muerdo mis labios para no gritar.
—No lo haré—El golpe de la piel hace eco a nuestro alrededor y mis paredes se aprietan sintiendo que mi orgasmo aumenta hasta el punto de no retorno.
Me vengo tan fuerte que siento que estoy flotando. Los fuertes brazos de Nico me sostienen y me sorprende que todavía tenga tanta fuerza.
Luego, con un gemido gutural, termina dentro de mí. El sonido de mis tacones contra la madera es el único sonido que puedo escuchar a pesar de mi respiración agitada.
Nos mantenemos en la misma postura por unos minutos. Estoy en lo alto. Sus ojos oscuros parecen posos negros sin fondo, no hay luz alguna, oscurecidos por la lujuria. Tiene una expresión en su rostro que no puedo explicar.
No me percate antes, pero su nariz estaba sangrando. Hay un hilo rojo que recorre su boca y termina en su mentón, goteando en el suelo.
Cuando recuperamos el aliento me deja bajar al suelo con cuidado. Me apoyo contra la pared y lo observo mientras se cierra los pantalones.
— Eres increíble, Lazarus.—Cuando me agarra la cara para levantarme de las puntas y besarme, lo siento entre mis piernas. — ¿Estás cansada? No ¿Verdad?— Me pregunta sonriente.
Como si lo que me acaba de hacer no fuera suficiente, lo necesito de nuevo.
— No estoy cansada.— Susurro con voz jadeante y me escucho realmente agotada. Esto le causa gracia a Nico.
— Bien, entonces.— Responde con la voz entrecortada por el placer.
Toma las esquinas de mi profundo escote y aunque pude quitármelo fácilmente. Decide romperlo.
— ¡Pero que…!— Chillo.
Cada sonido se intensifica y mi pulso se acelera mientras nos miramos. La tela se rasga y destruye el vestido.
— Es solo ropa.— Dice con la voz profunda y ronca, demasiado fuerte.
Lo miro escandalizada, y él hace lo mismo con mis bragas blancas.
Dejándome completamente expuesta y como hizo con mis pechos, se toma un momento para admirarme. Achacó mi reacción tranquila a las hormonas del sexo que me dejaron atontada.
Hago él amagó de quitarme las alas que siguen atadas en mi espalda, pero Nico me detiene rápidamente.
— Déjalas.— Pide el pelinegro.— Quiero que me monte un Ángel.
Toma mis manos con suavidad y me guía hacia la cama matrimonial.
Se sienta en el borde de la cama y palmea su regazo para que me siente en sus piernas. Cosa que hago y rodeo su cuello con mis brazos, sonriente.
Nos miramos a los ojos durante unos segundos y al instante sé con certeza que esto solo es el principio.
(...)
Tomo mis tacones en una mano y camino en puntillas hasta la puerta.
Miro por encima de mi hombro y considero despertarlo para poder despedirme, pero luce tan cansado que decido no molestarlo más.
Y supongo que así deben ser las relaciones casuales ¿No?
Aunque siendo sincera quiero acercarme para golpearlo.
Ese salvaje rompió mi ropa y tuve que sacar cosas de su maleta para no irme desnuda. Deje mis alas atrás, que fue lo único de mi disfraz que sobrevivió.
Me duele todo. La espalda, los brazos, las piernas y las caderas. Tiene suerte de que no lo demandé por intento de asesinato. Lo único que me consuela son las feas marcas de mis uñas en la impecable piel blanca de su espalda.
Ni siquiera sabía que podía perder otra virginidad hasta anoche.
Qué vergüenza. Camino como pato.
Con cuidado la abro lentamente para evitar que esta rechine. Solo me basta una pequeña abertura para sacar mi cuerpo de la habitación y cerrar la puerta igual de lento detrás de mí.
Respiro profundamente y camino de puntillas por el pasillo hasta llegar a las escaleras. Noto que no hay mucho movimiento en el segundo piso y no escucho ninguna señal de vida.
Debo suponer que fui la única que se llevó a alguien a la cama.
Con una mano tomo el barandal de madera de la escalera, bajo corriendo para dirigirme a la puerta de entrada. Un escape casi perfecto. Casi.
— Es un poco temprano para tomar un Uber.— Dice una voz femenina.
Ahogó un grito y doy un sobresalto. Me llevo la mano a la boca antes de girarme redondo en la dirección de aquella voz femenina. Mierda.
Hay siete pares de ojos observándome atentamente desde la cocina mientras beben una gran taza de café caliente.
¿Y un bebé…?
Casi me ahogo. De inmediato siento mi sangre enfriarse y mi pulso dar un sobresalto. Trato de calmarme a mí misma, pero mi cuerpo se mantiene rígido como una estatua de mármol.
Creo que así deben sentirse esos pobres ciervos iluminados por las luces de un auto en la noche.
— Puedes quedarte para tomar café y galletas.— Exclama la morena de ojos cambiantes, casi arcoíris— Te llevaré yo misma más tarde ¿Qué tal?— Me Ofrece la anfitriona de la fiesta.
Piper, la hija de Afrodita.
Niego con la cabeza rápidamente.
— No, no, yo— Retrocedo y choco contra la pared haciendo que un cuadro caiga al suelo.— ¡L-Lo siento, por eso! — Balbuceó torpemente y señaló la puerta — Tengo que…— Aclaro mi garganta, apenada.
Trato de calmarme.
—Tengo que volver con mis amigas a nuestro enviar Airbnb, así que…— Le aclaro con la voz entrecortada.
La ropa de Nico me queda grande y me siento un poco ridícula.
Y avergonzada.
— Por qué no comes algo antes, pareces un poco aturdida.— Insiste la hija de Afrodita —Ven, siéntate.
— ¡No!— Aclaro mi garganta. Y una risa súbita y nerviosa se me escapa.— ¡Digo, no hace falta…! No hace falta, así… En serio — Niego con las manos— Así que me iré, buena fiesta, adiós.— Balbuceó entre risas nerviosas.
Nos miramos mutuamente en silencio durante unos segundos.
Evito la mirada de mis Pretores y básicamente salgo corriendo de allí.
El camino de la vergüenza hasta mi Airbnb es una mierda. Estoy un poco enojada conmigo misma.
Cuando me enteré de que el idiota de Félix me estaba engañando tuve que hacerme todas las pruebas existentes para las enfermedades de trasmisión sexual y ahora tendría que hacerlas de nuevo por qué no imaginé que tendría «Acción» en esta fiesta.
Soy alérgica al látex, así que realmente no puedo utilizar preservativos normales.
Si quiero tener sexo, debo tener mis propios condones. Cosa que no traje, por qué no planeaba acostarme con nadie. Ahora tengo que lidiar con las consecuencias de mis actos.
Supongo que es parte de mi castigo por ser una jodida irresponsable como ahora. Bien, acepto la culpa.
Antes de volver con mis amigas paso por una farmacia, me compró dos botellas de agua y una pastilla del día después. Primero me tomo la pastilla y luego me trago el resto del agua.
Con el dinero que tome de Nico.
No es un robo.
Le dejé una nota.
No tenía como regresar a mi Airbnb y debía cubrir el costo de la pastilla del día después. Además de mi vestido.
Bueno, puede que también haya comprado una bolsa de papitas, pero eso es por qué tenía hambre y sentía que iba a morir si no comía algo.
Tuve que tomar un taxi por qué mi teléfono se estaba destrozado en un bote de basura en la mansión.
Cuando llegó al Airbnb soy la única despierta y aprovecho la paz que se respira mientras puedo. Mis amigas se levantan bien entrada la tarde y me atacan con todo tipo de preguntas.
Al parecer toda la Nueva Roma sabe lo que hice anoche con lujo de detalle.
No sé si podré lidiar con eso, pero tendré que hacerlo finalmente. Algún momento tengo que regresar a mis clases. No tengo escapatoria.
— Será un escándalo, ya sabes lo que todos piensan de él ¿Cómo es que se te ocurrió hacer algo tan estúpido?—Me cuestiono Charlotte con resaca.
— No me estás ayudando.— Siseo.
— No pretendía hacerte sentirme mejor— Exclama Charlotte —Soy tu conciencia Pepe el grillo.— Bufa.
— ¿Si usaste protección?— Me cuestiona Amber sentenciosa.
— Algo así.— Murmuro.
Amber alza una ceja.
— ¿Cómo que «algo así»?— Me cuestiona Amber confusa.
— Tome una pastilla de emergencia hace unos veinte minutos.— Afirmó.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Bonus;
Nico di Angelo Pov.
Me levanto confundido al estar solo en la cama. Es más del medio día y no me sorprende haber pasado casi todo el día durmiendo, por qué me dormí al amanecer. Debería tener hambre, sed o cualquier otra cosa, pero me siento extrañamente satisfecho.
Suspiro profundamente.
Supongo que lazarus se fue en la mañana. Debe estar acostumbrado a levantarse muy temprano, si está en la duodécima legión; Academia militar.
Quizás no nos volvamos a ver.
Quizás me la encuentre en el inframundo casualmente.
No estoy seguro.
Había descargado todo el estrés que estado sufriendo en ella y quizás fui un poco rudo. Siento que debo pedir disculpas. Lazarus lo aguanto todo y no se quejó en ningún momento.
Aun así, quiero disculparme si llegué a lastimarla o ser demasiado rudo.
Un pedazo de papel en el costado libre de la cama llama mi atención.
«Tome un poco de dinero y ropa para no irme desnuda, por qué ROMPISTE mi vestido. No es un robo. Mis amigas se fueron sin mí y se llevaron mi bolso (eso es tu culpa, no dejaste que me fuera) así que no tengo dinero.
No es robo. Es una retribución»
Ahogó una carcajada contra la palma de mi mano y me siento en la cama.
No estuvo tan mal.
— Déjame ver la nota.— Leo se estiró y me quito el papel de las manos. Hizo un puchero, decepcionado—Pssh… No escribió su número en el reverso— Se quejó el moreno— Parece que alguien no quiere volver a verte.— Resopla.
Pongo los ojos en blanco y le quitó la nota que me dejó Lazarus.
Con sus alas.
— Creo que tengo que disculparme.— Murmuro por lo bajo y Hazel está de acuerdo con mi decisión.
— No, no, no.— Negó Leo exaltado—¿Y de qué te vas a disculpar? «Oye, sé que los dos somos adultos capaces de consentir, que tuvieron sexo.Lo siento por eso» ¿estás loco?— Me cuestionó.
— Eres un inmoral, claro que debo disculparme.— Le respondo.
— Está vez estoy de acuerdo con Leo.— Opina Jason algo tenso.
Lo miro confuso.
— Nico, no pides disculpas luego de tener sexo casual.—Me explica Piper— Harás que piense que le contagiaste algo. Mejor déjalo así.— Murmura.
Hola chicas y chicos.
Espero que les haya gustado el capítulo. Voten y comenten mucho, me gusta leer su opinión.
Pobre Blair, esa niña realmente sobrevivo a una pastilla del día después y a un posible aborto, y una madre con depresión.
Ella es el verdadero; Lo di todo, lo di todo.
Memes;
Bye bye.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top