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Ha pasado demasiado tiempo como para pasar solo esta noche,
Necesito oír el dulce sonido de tus gemido.
Ven a dar un paseo, bebé, no seas tan tímido
Prefiero a los chicos que no tienen miedo de llorar.
✯༄ Rosenfeld.
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Dong Min casi y lo arrastra hasta la habitación, subió cada escalón entre besos pausados y hambrientos; el castaño luchando con su alfa que quería tomar el control. Algo no estaba bien con él y por como actuaba el pelinegro, tampoco este estaba bien.
El pequeño y delgado cuerpo del chico fue acostado en la cama mientras el alfa encima suyo le daba besos húmedos en el cuello. Quitó con calma su sudadera y luego, fue bajando hasta que su boca tuvo contacto con el pezón izquierdo de Dong Min.
-agh...- El omega gimió cuando la mano del pelinegro jugó con su otro botón mientras que con su lengua le daba un exquisito placer.
-Si soy brusco, dímelo- dijo sabiendo muy a ciencia cierta que el chico no lo detendría. Su cuerpo tenía niveles máximos de resistencia.
-Sí, Bin... - contestó entre jadeos. Sus pieles ardían desde ese momento, una llama ardiente se pasaba por toda la habitación.
Aunque el pelinegro le haya pedido jugar, no lo haría, no quería hacer algo como eso cuando estaba sufriendo fuertes dolores de cabeza y el omega se oía sollozante.
Su boca bajó suavemente hasta su vientre, repartiendo besos en su piel, mientras controlaba a la vez al animal que estaba por apoderarse de su cuerpo y nublar la conciencia de su humano por completo.
Agarró el borde del pantalón y los bajó junto a la ropa interior mientras acariciaba su delgada y hermosa figura, y el chico solo pudo ponerse de lado mientras esas manos se paseaban lentamente por todo su cuerpo, estremeciendose al tacto; bajó hacia su intimidad y mordisqueó de paso el hueso de su cadera, mordió y besó sus muslos inferiores, se abrió paso entre sus piernas, abriéndolas para obtener el suficiente espacio para acariciar con sus falanges su bonita entrada, lo miró fijamente cuando sus dedos lo invadieron e hizo una mueca de placer de tan bien que se sintió.
Su interior como de costumbre estaba suave, un poco apretado, pero lo suficientemente listo para él y la verdad que, con tanto sexo que tenían casi a diario, Dong Min ya estaba acostumbrado.
-Aaaaww... Bin... Más- llevó sus labios a ese rosado lugar y depositó un casto beso encima de su entrada, lamió su suave circunferencia lentamente, deleitado al probar una vez más aquel dulce y embriagante néctar.
-Eres tan delicioso, bebé...
-¡Ahh!- su lengua experta jugueteaba constantemente con su entrada, lamia abismado, bebiendo como si se tratase de un manantial, aquella viscosidad salía y salía sin parar, y él se sentía ansioso por más de esa dulce esencia que le demostraba cuando deseoso estaba Dong Min de él. Aquel músculo se contraía constantemente ansioso, apretando su lengua.
Con sus piernas en sus hombros, abrió lo suficiente para tener contacto visual con el chico, su espalda arqueada le daba más lugar de profanarlo. Las manos del chico fueron hasta su cabello, pidiendo con aquella acción más.
Su lengua comenzó a penetrarlo, moviendola en su interior, abriéndolo más para él. Acompañó aquello ingresando un dedo para aumentar el placer que sentía, el pelinegro movió sus caderas en desespero, viró sus ojos al sentir un segundo dedo explorarlo y más porque el sinhueso del castaño por nada dejó de lamerlo, siguió con su trabajo sintiendo en todo momento sus piernas volverse gélidas y escuchaba los hermosos gemidos que soltaba.
Las contracciones eran cada vez más fuerte y sin esperarlo soltó un grito -¡Ahhh, Bin!- su esencia salió y se contrajo debido a los espasmos, abrió sus ojos con debilidad esperando a que su acompañante se enderezara y cual fue su susto, al ver los ojos del castaño diferentes. Sus ojos marrones comenzaban a ponerse dorados, el olor de su feromonas se volvía aún más intenso de lo normal. Su sumiso cuerpo no pudo con tan fuerte fragancia, de su entrada salió como agua el lubricante y abrió sus piernas en señal de sumisión, dando espacio a que hiciera con él lo que quisiera.
Sin saber realmente porque se estaba comportando de esa forma.
Aunque Bin intentó controlarse, no pudo, poco a poco su razonamiento fue nublado por el celo, su ciclo de calor había llegado, no quedó rastros de Bin sólo de su alfa.
-Oh-....- Sin decir más que ese simple quejido, repentinamente, el castaño giró su cuerpo y acomodó bien su trasero de modo que su culo quedara empinado.
En silencio dejó que el alfa acariciara sus glúteos, que estrujara su carne mientras propinaba suaves azotes en su piel. Quitó totalmente su pantalón y ahora, rozó su polla inyectada por todo su babeante y preparado agujero.
-Omega, que caliente eres.
Aquel cambio de actitud lo confundió, los suaves tratos acabaron y esos azotes lo dejaron extasiado, eso era lo que había pedido, su voz, todo... Eso era su petición, quería que fuera posesivo con él, que lo tomara con autoridad y le hiciera olvidar lo malo que era el mundo con él.
Solo quería que por un momento fueran solo Bin y él dejándose llevar por su desmedido libido.
Entre temblores en sus piernas, acompañó el roce que tenía el pene del alfa con su agujero, con movimientos en círculos que estaban ayudando a aliviar al castaño de su doloroso celo y provocando leves gruñidos de placer por parte de este que no dejaba de azotar y estrujar su piel, como si quisiera devorarlo completamente.
Su piel ardía como llama viva, su trasero le pedía a gritos por ser penetrado, su omega por extraña razón, también estaba siendo sometido poco a poco, el olor del alfa lo estaba haciendo doblegar.
-Estás muy mojado...- abrió sin pudor sus glúteos para obtener una mejor vista de aquella entrada de la cual estaba deseoso. Embarró sus dedos de lubricante natural y los llevó a la boca del omega donde lo obligó a lamer.
El sabor era ¿Extraño? Para él, porque claro era la primera vez que probaba su propia esencia, pero no era desagrable, era excitante y más al oír al alfa gemir de gusto cerca de su oído.
-Sabes tan bien, ¿No es así?- frotaba su miembro con desespero en su despampanante y firme trasero.
-S-sí, Bin- Contestó a duras penas antes de tirar alguna incoherencia, ya no lo soportaba.
-Es por eso que me gusta lamer tanto este hoyito tan apretado que tienes- nuevamente sus dedos intrusos lo penetraron con profundidad -¿Quieres que te folle, omega?... ¿Estás así por mi polla?
-S-sí... Ah~ quiero sentir tu enorme polla en mi interior...- respondió jadeante el omega, aquel frote con su trasero no había parado.
Un pequeño gemido salió cuando sintió la cabeza del miembro del alfa entrar y luego salir, y así por algunos segundos hasta que no pudo aguantarlo más y se enterró en el chico con una dura y profunda estocada que golpeó su estómago.
Dong Min viró sus ojos y tembló nuevamente, se sentía tan bien recibirlo tan profundo, ahora mejor que nunca, ya que, por extraña razón (para él) se sentía más grande de lo normal en su interior, demasiado grande. Dong Min no era consciente de lo que estaba pasando.
El chico acomodó su cabeza en una almohada y la abrazó fuertemente para aguantar al alfa que estaba destrozando su interior de una forma demasiado deliciosa.
-Vamos, omega, gime alto como la puta que eres... Quiero oír como te quiebras- empujó directamente en su próstata y el chico se corrió al instante, lo apresó con sus paredes y arqueó su espalda mientras temblaba, pero al alfa no le importó sentir lo apretado que se puso su interior, no era suficiente, necesitaba penetrarlo más, complacerse más con su apretado culito. Lo tomó bruscamente de los cabellos y colocando su otra mano en su cintura, volvió a penetrarlo de la misma forma seca y dura, repitiendo la acción hasta que sus testículos impactaban con la piel ajena.
Fue hasta unos segundos después que el alfa se derramó dentro del omega y no esperó a que el nudo bajara, salió de él lastimandolo y su excitación subió al ver su semen saliendo en corrientes de su agujero.
Tomó todo lo que aún se escurría y volvió a penetrarlo.
-No derrames mi semen, omega. Tienes que llenarte hasta que tengas a mi cría- Dong Min entró en pánico, pero no porque fuera a quedar embarazado ya que no había probabilidades de ello, sino porque Bin le estaba hablando acerca de un bebé, un bebé de ambos.
-Ahhh- salió de sus pensamientos cuando el alfa siguió con las rudas embestidas y así pasaron por horas, una tras otra ola de calor, Dong Min en mil y una posiciones, complaciendo al alfa en todo los sentidos, momentos inesperados donde el chico no comprendía realmente porque Bin estaba tan excitado, porque su voz sonaba más grave y porque sus ojos siguieron dorados como el oro toda la noche y parte de la madrugada...
El pelinegro despertó casi a las 5:00 de la tarde con una gran punzada de dolor en su entrada, pero a la vez, con una inmensa calentura y no es para menos, el alfa seguía dentro de él. Se había quedado dormido encima del alfa después de haberlo ayudado con la que parecía la última ola de calor, fue más su cansancio que no quiso ni acomodarse.
Revisó con su vista el panorama en la habitación y vió el desastre en la cama, las sábanas manchadas de semen, la ropa tirada en el suelo sin cuidado y una que otra mancha de sangre que salió cuando el alfa en una ocasión, le enterró sus uñas y rasguñó hasta desgarrar su piel. Se removió y un pequeño jadeo salió, estaba duro y ansioso, no tenía de otra, su cuerpo lo necesitaba y a la vez, le devolvería uno que otro favor al castaño.
Al tener sus piernas abiertas a cada lado de la cintura del alfa, llevó sus manos hacia atrás para apoyarse en ellas y comenzó a moverse de arriba hacia abajo arqueando su espalda lo suficiente para poder bajar y penetrarse fuertemente.
Cerró sus ojos y se dejó llevar por la increíble sensación que le producía el grueso miembro flácido del castaño, su excitación a lo más alto con solo imaginar que ese hombre a su lado abriera sus ojos y lo viera en tal pose, mostrándole como lo tragaba tan bien.
Fue cuestión de segundos cuando de repente, escuchó un grave gemido, aquel pene estaba duro completamente, caliente y grande, su dueño acaba de despertar.
-Que rico, bebé, te ves tan lindo- Gimió el alfa, sosteniendolo de la cintura, comenzando a impulsar su cadera para ayudarle a darse placer. -Ohh, Minnie...
Lo escuchó gemir nuevamente y lo vio abrir su boca ligeramente mientras apretaba sus párpados debido al placer otorgado por el omega.
El chico se sentía poderoso cuando lograba sacarle esos gemidos que aumentaba su temperatura corporal.
Bin ya estaba consciente, su alfa no dejó que volviera en ningún momento, se lo impidió por una extraña razón, pero su celo ya había acabado, el alfa se sentía dichoso, tenía tanto por decir pero no en ese momento, no cuando tenía a su bebé montandolo tan bien luego de una agotada noche.
No duraron mucho tiempo y segundos después, ambos se liberaron a la vez. El cansado omega lo abrazó fuertemente quejándose por el dolor en su cuerpo, pero esperaba que mejorara como siempre.
-¿Estás bien, Minnie? ¿Te lastimé?- Habló cuando su respiración se normalizó. El pelinegro no lograba comprender a que se refería.
-¿Por qué dices eso? Mejor contéstame tú una pregunta- Bin asintió dándole a entender que podía hacerla -¿Por qué tus ojos estaban dorados anoche? ¿Qué te pasó?
-Estaba en celo- Dong Min abrió sus ojos asombrados, "¿Eso era posible?" entonces... -Los alfas también sufrimos un celo, nos llega cada seis meses y dura 24 horas o aveces menos- explicó.
-¡Oh! ¿Te sientes bien? ¿Ya todo está... normal?- Dong Min no lo sabía, siempre pensó que era mentira, se sentía ignorante, había escuchado anteriormente a personas hablando de eso, pero jamás le había puesto atención y bueno, también hay que agregar que los temas relacionados con la sexualidad siempre estuvieron ocultos para él, en clases ni tocaban esos temas porque de suponía era conocimiento general pero ahora podía confirmarlo porque vivió uno propio con su alfa... Esperen ¿Qué?
-Minnie, ya estoy bien. Te pregunto si te había lastimado porque llevo años sin pasar mi celo con un omega.
-Pero-... ¿Por qué?- preguntó curioso -Claro, si quieres contarme.
-Al principio sí, buscaba a un omega para pasarlo- comenzó a contar -Pero mi alfa no los quería y terminaba por lastimarlo, no me importaba pero en ocasiones era frustrante, demasiado frustrante para mí; no la pasaba del todo bien, era un martirio, sufría y no solo yo. De hecho, hubieron dos de mis sumisos con los que lo pasé, cuando desperté los hallé en su habitación temblando del dolor- relató.
-Entiendo, debió ser duro- lo abrazó nuevamente -Es extraño que tu alfa no me haya lastimado, pero estoy bien- el omega se aferró a su pecho y luego le dio un corto beso en la mejilla -En serio, me siento bien, solo fuiste un poco brusco, pero ya me acostumbré a que lo que seas- el alfa lo besó y Dong Min con una sonrisa le correspondió -Profesor, no olvide impartir el tema del celo, es de suma importancia, aparte que podría contar mi experiencia ¿No cree?- Bromeó.
-No es un tema que sea propio de la clase, joven Lee, pero si va a contarles a todos sus compañeros sobre su experiencia, entonces podría hacerlo- le siguió el juego.
-Me parece excelente, señor Moon- entre risitas besó sus labios suavemente.
El chico hasta entonces comprendió todas las acciones del alfa el día anterior, comprendió porque Bin nunca dijo su nombre, porque lo olía con desespero y porque cuando se venía buscaba como enterrar sus dientes en la almohada, y principalmente eso, entendió porque el alfa parecía insatisfecho.
Pero lo que le hizo respirar en paz, es que Bin en todo momento evitó marcarlo y eso lo hacía sentir seguro, él no quería una marca, menos así accidentalmente.
Estaba bien así, por lo menos por parte del pelinegro.
El alto agradeció a la vida haberlo encontrado, haberlo reconocido como su omega, haber pasado su celo con él, aunque este siguiera sin corresponderle.
"No es extraño, Minnie. Mi alfa no te lastimó porque jamás lastimaría a su omega... Cuanto daría por que supieras".
Se quedó en la cama acariciando los cabellos del omega, relajándose un poco disfrutando de tan linda compañía.
La noche se hizo presente y decidió consentir un poco al castaño con algo de comida deliciosa que por supuesto él prepararía. Caminó con una pequeña bandeja hacia la oficina de Bin, tocó la puerta y el alfa le dió permiso de entrar. Algunos asuntos se habían retrasado gracias a esas largas horas perdidas, así que debía ponerse al día.
-Te traje un poco de leche y galletas que recién horneé.
-Gracias, bebé...- tomó una galleta y la comió, definitivamente estaban deliciosas.
Miró al chico pensativo, mirando a detalle su oficina y recordó, la noche anterior, Dong Min estuvo llorando, frustrado por algo que desconocía.
Así que saldría de dudas en ese mismo instante.
-Minnie, ven aquí- rodeó la mesa hasta llegar a Bin donde se sentó en sus piernas -Antes no te pregunté porque quería respetar tu espacio, pero realmente quiero saber ¿Por qué estabas llorando anoche?- el estómago de Dong Min se revolvió, su corazón se contrajo... ¿Tenía que decirle?
Bin claro que lo notó demasiado extraño, llegó llorando y luego pidió sexo, era muy contradictorio. Quiso ignorar esa parte, pero no podía, necesitaba con urgencia saber que había hecho llorar a su pequeño.
-¿Qué pasa? ¿Peleaste con Mingyu?-preguntó al notarlo tenso -Está bien si no quieres decirme, solo que me preocupo por ti y...-
-Mingyu intentó violarme.
-¡¿Qué?!!
Ese hombre podía considerarse muerto.
Datos innecesarios pq sí xd:
Una de los tantos fetiches mencionados de forma discreta en esta historia, es el auralismo.
Es un fetiche que se trata de la excitación sexual a través de la música, los sonidos o ciertos ruidos durante las relaciones intimas (gemidos, gruñidos, gritos, etc).
Remarco que, un fetiche sexual es un tipo de excitación o atracción sexual hacia objetos inanimados, partes del cuerpo no genitales o situaciones concretas.
Yo mejor me voy, un besote en el anastacio💋
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