Cade
Cade... mi pequeño y torpe hermanito menor.
Que puedo decir más que lo siento.
Mi hermano nació dos años después de mí en una época donde era el consentido, le duró sólo cuatro años pues en el momento en que me diagnosticaron paso a ser el segundo hijo.
Nunca se quejó, nunca se molestó por no tener la atención necesaria y siempre me protegió cuando yo debía ser el que lo protegiera.
Mi mañana inicio como de costumbre, mi padre abriendo las cortinas de mi habitación, dejando que el liguero brillo pegará en mi rostro.
—Buenos días campeón —dijo papá besando mi frente.
Abrí los ojos para mirarlo por el gran espejo frente a mí que me permitía verle pues ya no puedo mover la cabeza, quisiera responderle pero lo más acercado a eso es un parpadeó.
Mi padre prendió el computador el cual tenía algunas palabras ya guardadas como Hola, No, Si, bien, mal y sueño.
Lejos de eso todas las palabras eran escritas por mí.
—¿Cómo estás hoy? —preguntó mientras preparaba los medicamentos para darme.
Bien
Seleccioné, lo que él leería después.
Una de mis partes favoritas era ver como entraba mi hermano a mi habitación, siempre en busca de algo.
—¿Papá has visto mis tenis? —preguntó buscando en mi habitación pues al llegar solía quitárselos.
—En tu armario Cadi —le respondió mi padre sonriendo— no pierdes la cabeza por que la tienes pegada.
Mi hermano soltó una pequeña risa y se sentó al borde de mi cama como cada mañana.
—Lo dice el hombre que me a olvidado tres veces en el supermercado —se burló mi hermano.
Él no lo sabe pero por dentro estaba riendo.
Mi padre le miró con esa expresión de regaño.
—Ya vete o se te hará tarde —le recordó mi padre.
Cade suspiró —¿Cómo quisiera dejar la escuela?
Mi hermano besó mi frente y como cada mañana tomaba mi mano para chocar los puños.
Cuídate, nos vemos en la tarde.
Escribí, mi hermano sonrió al leerlo.
—Es una promesa —aclaró.
Cade salió para irse en su bicicleta, la cual mi padre odiaba pero era la única opción pues lo habían expulsado del autobús escolar y debido a mi enfermedad nuestro presupuesto no estaba para gastar en pasaje todos los días.
Mi padre procedió a darme mis medicamentos por el tubo que se conecta a mi estomago, otros cuantos a mi suero el cual me mantiene hidratado.
—¿Quieres quedarte en cama o te llevo a la sala? —me preguntó colocando el alimento en mi tubo.
Escribí en la computadora la cual captaba el movimiento con mis ojos y los convertía en palabras.
Sala
Escribí.
—Bien solo esperemos a Ritha para pasarte de acuerdo —dijo tomando mi mano.
Ella no tardo en llegar, y los sabía porque como era usual siempre llegaba gritando o hablando por teléfono.
—Escúchame bien Ibs más te vale ir a esa práctica o las lecciones de idiomas están canceladas —le gritó a su hija para colgarle— Estoy a punto de regalar a esa niña.
Mi padre se levantó para saludar a Ritha.
Ritha era mi enfermera personal, era una madre para mí pues me había conocido cuando aún era pequeña.
—Gray quiere estar en la sala así que estábamos esperándola —le dijo mi padre.
—Pues no se diga más que e llegado a su salvación —contestó llegando a mí con esa sonrisa que cura— buenos días príncipe.
Ella me llamaba así desde que era pequeña pues su hija solía decir que me parecía al príncipe de cenicienta.
De las cosas de más cuidado que mi padre tenía que hacer era pasarme de la cama a la pequeña sala de mi casa.
Para poderme pasar tienen que desconectar el tubo que va a mi garganta y por unos segundos la respiración se me dificulta.
—Muy bien campeón vamos a empezar —aviso mi padre.
Ritha quitó el tubo con delicadeza para que mi padre me cargara.
Era una sensación desgastante tener que depender de tu padre o una enfermera.
Mi padre me llevaba con cariño al sillón, no como algunos doctores que más parecía que me cargaban como si fuera un costal.
Mi padre me dejó en el sofá acomodándome con delicadeza, posteriormente Ritha colocó el tubo para que respirara.
—¿Quieres seguir con tu serie? —pregunto mi padre.
Si
Elegí la opción en mi computadora.
Básicamente esa era mi vida, estar en cama o en el sillón para posteriormente ver series o películas todo el día.
Antes de irse Ritha ayuda a mi padre a pasarme a mi cama, repetir el proceso es agotador y estar en cama solo hace el día más aburrido.
Solo hasta que llega mi hermano.
Hoy por una extraña razón llegó antes de lo esperado.
Debido a las cuentas de hospital era imposible que mi padre pudiera pagar la universidad de mi hermano por eso Cade se a tenido que buscar algo que le de una buena beca, ese algo es el fútbol americano.
Cuando era pequeño le encantaba jugar pero al paso del tiempo se volvió en una carga, tener que vivir en entrenamientos, no poder cometer errores y ser el mejor porque de eso dependía su futuro, ahora jugar solo era un pesar para él y algo que amaba con fuerza se volvió en algo que odiaba.
Al entrar mi padre lo miró confundido.
—No deberías estar entrenando —cuestionó mi padre.
—Ya no, me sacaron del equipo —exclamó llegando a mí para chocar los puños.
—Cade —lo llamó furioso.
—Tienes que hablar con el directo —contestó mientras le tendía una pequeña hoja roja la cual conocía bien.
Mi papá la tomó y lo miró molesto para hablar por teléfono con él director, lo único quie escuchábamos eran los gritos de mi padre.
Mi hermano se sentó en el sillón con cuidado, al recargarse hizo un pequeño gesto de dolor.
Herido
Escribí rápidamente.
Mi hermano leyó la palabra y la miró analizando si debía contarme.
Él se levantó la playera para mostrarme.
—Una pequeña herida —contestó con una sonrisa.
Esa en definitiva no era una pequeña herida, un gran moretón se encontraba en su costado.
Peleá
Escribí nuevamente.
—Si, debiste ver como terminó el otro —se burló.
Y aunque ahora lo contará muy animado sabía que el motivo de su pela era yo, probablemente me llamaron "plantita" o alguna otra broma de ese tipo.
Sus peleas siempre eran por mi.
Equipo Universidad
Escribí preocupado.
—Hey no te preocupes por eso de acuerdo —dijo para tomar mi mano— nunca te preocupes por mí yo estoy bien.
Pero no lo estaba.
Cade se quedó dormido en el sillón junto a mi, y me encantaba verlo dormir porque solo en esos momentos podía verle tranquilo.
Por eso esta bitácora es para mi hermanito.
No sabes lo increíble que eres.
Desde muy pequeño supe que serías una persona extraordinaria y los años que e vivido me han demostrado que es verdad.
Lamento que no puedas tener la vida que te mereces porque mereces más de lo que tienes.
Lamento que hayas tenido que crecer siendo ignorado por mi enfermedad, que nunca hayas podido tener una fiesta de cumpleaños decente o que hayas tenido que pasar tus cumpleaños en una sala de hospital.
Y aún más lamento que hayas crecido sin una madre.
No sabes que tan agradecido estoy por tener un hermano tan noble como tú.
Nunca te quejaste por no tener la atención necesaria, por no tener cosas lindas o haber tenido que crecer a un ritmo acelerado.
Solo puedo agradecerte por todo lo que has hecho por mi, por defenderme de todos aunque eso implicara que perdieras algunos dientes.
Gracias por amarme incondicionalmente, por ayudarme en cualquier necesidad que tuviera sin molestia, por ser mi mejor amigo y dormir a mi lado cuando tenía miedo.
Gracias por ser lo mejor de mi vida.
Y hermanito sé que cuando no esté te va a doler, sé que es muy tuyo hacerte el fuerte y no llorar pero está bien hermano, llora todo lo que quieras pero no dejes de hacer tu vida por llorar.
Por favor no te alejes de papá cuando yo ya no esté, él te necesitará más que nunca y aunque nunca lo has visto como un apoyo emocional papá estará dispuesto a ocultar su dolor por calmar el tuyo.
Recuérdame como tú apuesto hermano mayor.
Y nunca olvides lo especial, fuerte y valiente que eres.
Te amo hermanito y sé que algún día volveremos a estar juntos, por eso hoy me despido.
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